jueves, 3 de octubre de 2013

"Cualquiera que revise la corta historia de Internet verá que el 40% de su información ha sido desechada, borrada, alterada o intervenida".

Entrevista al escritor venezolano Fernando Báez




Entrevista con Fernando Báez

4 de mayo, 2010

Tercera Información


Por Rubén G. Herrera




Historia universal de la destrucción de los libros (2004) es una de esas lecturas que cambian tu concepción de la historia, sociológica, antropológica, humanística, o simplemente del ser humano en el mundo, por la imposición arrasadora de esa lacra que es el pensamiento único, ese mal que invade la tierra como si hablásemos de una desertización autoimpuesta por la naturaleza.


Como excusa para arrancarle unas palabras a su autor, aprovechamos esa impotencia tras la lectura para retomar algunos aspectos abordados en el libro, y diversos enfoques de necesaria actualización. Este inmenso hombre borgiano de las letras decidió, o tal vez le vino encima, esta imposible tarea de defensa del texto escrito.


Además, ha sido recientemente el Día del Libro en España, y caprichosamente más que periodísticamente, quería hacer este particular homenaje a “las inmortales”.




- Usted cultiva la intrahistoria en su estado más puro: los libros perdidos.


Me ocupo de la destrucción cultural, en sus distintas formas: memoricidio, biblioclastia, etnocidio, aculturación, transculturación, iconoclastia. Se trata de expresiones de cómo se vulnera la institucionalidad de la memoria en la historia y personalmente siento mucho interés por las causas de este fenómeno y sus consecuencias. De los libros perdidos tengo un interés incluso desde mi infancia, pues fui víctima de una inundación que destruyó la biblioteca de mi pueblo natal en San Félix, Venezuela: mi primer recuerdo de libros son volúmenes que flotaban en las aguas del gigantesco río Orinoco para luego hundirse sin remedio.





- ¿Cabe éticamente distinguir la naturaleza destructiva del ser humano (no necesariamente vista como negativa, si no por ejemplo purificadora) con la destrucción funcionalizada e interesada de la verdad
?


Hay varios componentes en la agresión simbólica: la apropiación y conversión de cualquier símbolo de identidad que legitime el poder o la autoridad. Desde el paleolítico, el gesto más representativo era la destrucción del bastón de mando del jefe de un clan, la destrucción de sus ídolos y se mantuvo la idea de una violencia en la que se ponían todos los elementos de destrucción que posee el hombre al servicio de un proyecto cultural de subordinación e imposición. Aquí predomina una ética periférica: el único centro convalida sólo la dominación de los adversarios.


- ¿Cuánto tiempo le ha llevado la escritura de un libro de historia universal?


Han sido 10 años de ardua labor.


- ¿Cree que cualquier medio de comunicación libre debería ser consciente de que la destrucción (voluntaria, no natural) de la cultura es posible por activa y por pasiva, y que deberían actuar en consecuencia?


No sé si hay conciencia de este mal, porque lo coyuntural ha devorado lo necesario: nunca antes hubo tanto peligro como ahora de que el contenido de la libre comunicación pasara a manos de los nuevos instrumentos de destrucción que operan hasta niveles subliminales. Todos los días hay operarios de la amnesia que intentan convencernos de que estamos equivocados porque el pasado fue otro distinto del que conocimos. El memoricidio perfecto hoy es impecable, no deja rastros, se hace con el empuje transnacional de la espontaneidad y el evangelio de la comodidad y la autoridad.


- ¿Ha avanzado nuevos datos sobre el expolio cultural en Irak?


Por desgracia, sí. No hay presupuestos nacionales en Irak que contribuyan a la preservación del patrimonio cultural nacional, hay mucha desidia, luchas internas entre agrupaciones culturales, y presión de fundaciones privadas internacionales que intentan definir los proyectos y estrategias de formación del personal y de las instituciones. En el caso de los asentamientos arqueológicos, casi 100.000 en todo el país, siguen los saqueos y ha aumentado el tráfico ilícito de piezas antiguas que utilizan Kuwait para sacar los productos hacia EEUU y los mercados negros del arte. Los museos siguen en una situación de reapertura ocasional, con riesgos inconcebibles, además del número de funcionarios culturales y académicos asesinados.




- ¿Qué ha descubierto en los últimos años, que pudiera añadir en una nueva edición de su Historia universal de la destrucción de los libros?


El volumen siguió creciendo porque las traducciones me han animado a escribir con más detalle sobre temas como la hoguera de Savonarola, las grandes catástrofes de libros en China, los estragos por terremotos y causas naturales, y he ido revisando numerosa bibliografía mejor documentada sobre la inquisición y sobre las purgas ideológicas en el mundo. Además, pasar tanto tiempo en el mundo árabe me ha proporcionado elementos de juicio más minucioso sobre el gran daño que provocaron los mongoles en sus invasiones en el siglo XIII. En Siria, vine a descubrir una red de distribución de libros que iban directo a España y se perdió como consecuencia del desmantelamiento de esas organizaciones libreras. Conocer de cerca los archivos y bibliotecas de Mesopotamia, visitar Ebla me ha dado una mejor idea de las primeras bibliotecas del mundo.


- Somos conscientes de que no es fácil resumirlo pero, ¿cómo ve el impacto de los medios de comunicación internacionales sobre la realidad venezolana? ¿Es un intento de las multinacionales de minimizar la memoria de una revolución?


Ninguna interpretación que pase por el tamiz del apoyo empresarial es inocente. En medio de una crisis como la que viven las potencias industriales del mundo, es obvio que el caso de Venezuela genera ataques extremos porque las élites financieras no soportan, no toleran las alternativas contrarias a su visión acumulativa e irresponsable. Si uno se dedica en una sala situacional a estudiar los cinco principales proyectos mediáticos actuales, uno observa cosas extrañas: rescate del sacrificio como valor olvidado de salvación económica, identificación de los adversarios con terrores extremos o crímenes administrativos, fabricación de criterios desechables de autoridad moral, negación de toda diversidad que no admita el consenso occidental financiero y dentro de este contexto lo que llamaban los romanosdamnatio memoriae o condena de la memoria de todo lo que no suponga la admisión de la equivalencia voto y rating. Hay una labor importante en la construcción de una idea de que los países exportadores de petróleo son islámicos, socialistas o anti-occidentales porque no quieren regalar sus recursos como lo hacían 60 años atrás.


- En una guerra, mueren civiles, soldados, se producen los hipócritas “daños colaterales”, expolios, torturas… pero también hay muchas acciones ilícitas que no se mencionan. Se sobreentienden violaciones de los derechos humanos pero ¿por qué especialmente cuando se destruyen libros no hay una crítica internacional que denuncie tales actos? ¿Por qué no una ONG de defensa exclusiva de los libros?


Porque se han separado las dimensiones criminales del genocidio y memoricidio, lo cual es un error. El poeta Heinrich Heine supo en el siglo XIX que quemar libros y asesinar personas son actos muy próximos, cuyas fronteras son ambiguas. En el fondo, sin embargo, el Derecho Internacional tiene una importante tarea de estimular legislaciones más severas contra la destrucción cultural y tengo la esperanza de que la UNESCO propicie un debate sobre este asunto donde se den los primeros pasos en la dirección donde países como Francia y Estados Unidos no teman asumir nociones como etnocidio y saqueo cultural, devolución de objetos culturales e inventario de los bienes culturales destruidos en los últimos 200 años. Se habla dePatrimonios del Mundo, pero una categoría de Patrimonios Perdidos del Mundo abriría la posibilidad de un catálogo de la riqueza simbólica que no conservamos, incluso creo que bastaría con descripciones porque decenas de naciones han perdido la mitad de sus legados históricos. Sí hay varias organizaciones no gubernamentales que se ocupan de los libros: hay muchos bibliotecarios haciendo grandes proezas todos los días sin presupuesto. Pero requieren mayor apoyo social.



Heinrich Heine


- El libro electrónico o e-book hará más fácil el uso y consumo de libros, pero ¿hará también más fácil su posibilidad de destrucción?


Hay nuevas vías de destrucción: las mismas tecnologías que contribuyen con la digitalización son vulnerables de manipulación y eliminación. Cualquiera que revise la corta historia de Internet verá que el 40% de su información ha sido desechada, borrada, alterada o intervenida. El libro electrónico traduce el estado de ánimo cultural, es la reivindicación del paso nuclear que se dio en la Biblioteca de Alejandría, pero bastaría un virus o la desactivación de la red por razones militares para dejarnos en el umbral de los límites de la globalización del conocimiento.


- Usted es experto en la manipulación y la impunidad de la memoria. En España, el tema del juez Garzón a juicio y la inútil Ley de Memoria Histórica están trayendo titulares polémicos cada día. Si en Alemania hoy cualquier juez podría abrir una investigación sobre el nazismo, ¿por qué cree que en España no se puede hacer lo mismo con el franquismo?


La memoria puede ser una herida abierta en la historia de los pueblos, incluso un rasgo de identidad. Donde uno encuentra traumas, es difícil el consenso, como sucede con Palestina e Israel, el problema Armenio o el Kurdo, pero no hay que perder de vista que todo esto tiene responsables y corresponsables. Sabemos que hay grupos interesados en la amnesia de los españoles, porque están acostumbrados a estos agujeros negros de la memoria del país, han sido los privilegiados de la transición, agentes y cómplices de la banalización de los severos problemas de derechos humanos ocurridos durante décadas y décadas, hablo de personajes de izquierda y derecha que contribuyeron al estado de impunidad que se ha vivido y con el que desgraciadamente todavía se vivirá un tiempo más. En la trama de complicidades hay que reconocer que influye el chantaje: se hace pensar que todavía la democracia no está madura y podría sobrevenir la división de España. Pero le digo que esta lucha deja claro que no hay democracia donde no hay justicia y tampoco hay democracia sin la democratización de la memoria colectiva. La unidad de España sólo se conseguirá por medio de la dignificación de su memoria histórica.


- ¿Estamos hablando de una funcionalización de la memoria de acuerdo a unos intereses, aún más allá de cómo se cuenta la historia (la cuentan los vencedores) y cómo se omite? Usted habla a menudo de “transculturización”. Sucede en todos los países y a todos los niveles? Lejos de los objetivos militares, ¿es un mal de la época contemporánea?


Todas las culturas han dividido el mundo en “nosotros” y “ellos”. A partir de este elemento han avanzado o retrocedido, exportando e imponiendo su sentido y su visión de la representación del poder. La transculturación es un proceso que puede ser lento o rápido de sustitución del marco de una cultura por otra, en una forma parcial o total: lengua, ideología, monumentos, rituales, costumbres. Es un mal de todos los tiempos, pero hoy opera lo que se conoce como nueva vulgata planetaria: hegemonía y homogeneidad del libre mercado como paradigma de civilización.





- ¿Cuánto tiempo cree que resistirá el modelo revolucionario Venezuela? Explicaba Ignacio Ramonet en Le monde Diplomatique cómo Estados Unidos está cercando Venezuela paulatinamente…


No lo sé. Comparto la inquietud de Ramonet, y añado mi preocupación severa por las diferencias internas de los grupos cercanos a Chávez, tengo la impresión y la certeza de que hay una resistencia de pequeños sectores del chavismo con mucha influencia que en lo profundo no desean grandes cambios, y hay grupos que obstaculizan cualquier esfuerzo que apoye las iniciativas populares. Le decía a una querida amiga cubana que la derecha avanza como la maleza en la selva por las grietas que deja la izquierda en sus hermosos proyectos.


- ¿Es posible un frente internacional? Es posible hegemonizar y organizar una resistencia internacional contra el neoliberalismo? Algunos autores, y a mí particularmente, me gusta denominar “Opinión Pública Internacional” a un actor internacional que está por configurarse, y que ya ha tenido sus intentos en el altermundismo o los grupos antiglobalización, o anteriormente en los Países No Alineados.


La crisis económica que vemos y que pone en peligro la estabilidad de todos los países supone una oportunidad de comprender la advertencia del sismo financiero actual. No es un asunto retórico sino de supervivencia: o nos unimos en la búsqueda de un modelo alternativo basado en la solidaridad y en la cooperación creativa o nos hundimos todos, porque después será difícil contener las pandemias y hambrunas. El descontento nos pone delante de un reto gigantesco: no es posible hacer política en esta época sin responsabilidad social, sin una ética donde no se confunda el estado con el modelo de ingresos, donde la inconformidad sea algo más que la insubordinación a visiones que ponen en peligro el futuro de la humanidad. Pensemos en el caso de África, con 7% de las reservas mundiales de petróleo, el 45% de la biodiversidad del mundo, 20% de las reservas de cobre, con 80 metales y minerales básicos para la industria, pero es la región más pobre y más dependiente: la mutilación causada por el colonialismo fue tan enorme que impidió una rehabilitación social hasta la fecha (esclavismo, saqueo, guerras, pandemias, etc). Hay 185 millones de pobres desnutridos sólo en el África subsahariana, que incluye la cuna de la humanidad. Van a morir 300.000 niños en lo que queda de este año 2010, yo me cuento entre los que piensan que tenemos que movilizarnos solidariamente desde ahora mismo. Hay bombas de tiempo social que estallarán en los próximos años y tenemos que trabajar duro para evitar más injusticia y muerte innecesaria.


- ¿Qué libro recomendaría sobre todo lo que hemos hablado (la memoria, la dictadura de la democracia, la destrucción de los libros…)?


Me gusta mucho un volumen colectivo titulado De volcanes llena: biblioteca y compromiso social, editado por Pedro López y Javier Gimeno Perelló. Es una obra donde todo se aborda con gran respeto por el lector. Asimismo ha sido magnífico el trabajo Biblioclastía de Tomás Solari, con investigaciones que pueden interesar a todos los lectores.





- Con la era digital, los depósitos de ideas ya no suponen un problema de espacio o de gasto de materiales. Paul Otlet, inventor de la documentación informativa tal y como la conocemos, sentenció, sin imaginarse algo como Internet o el cloud computing, que «la explosión informativa no es buena para nadie» y para ello ideó un sistema documental para los libros. ¿Es usted partidario de la sobreproducción informativa? ¿Hacia dónde vamos en materia de documentación? ¿Acepta la red de redes como macroestructura de información pese al control de la red de redes por parte de cuatro o cinco empresas? ¿Qué opina de que tal vez en el futuro toda la información sea compartida online?


No me inquieta la hipertrofia informativa, sino el hecho extraño del silencio sobre cómo esa información abundante pasa cada vez por menos manos que contratan o subcontratan su almacenamiento y distribución. Ciertamente, 5 empresas manejan el 99,7% de la información del planeta donde se reitera 45% el mismo mensaje o imagen. Se insiste mucho en que vivimos en la sociedad de la información, un término gestado por el sociólogo japonés Yoneji Masuda en 1981, pero casi nada se habla de los pocos países que producen esa sobreinformación predominante de corte intermediario. La existencia de una brecha digital tan abismal demuestra además que los usuarios verdaderos de esa información son una minoría, aunque en teoría todos pueden tener acceso. Si nos descuidamos, el sistema on line será privatizado y sectorizado en una suerte de latifundismo informativo.







Fernando Báez es bibliotecólogo, poeta, ensayista y novelista venezolano. Recibió el premio internacional Vintila Horia por su obra poética y ensayística. Es autor de La ortodoxia de los herejes, El bibliocausto nazi, Historia de la antigua biblioteca de Alejandría, Los últimos días de Martin Heidegger. Noam Chomsky consideró su Historia universal de la destrucción de los libros como «el mejor libro sobre este tema en mucho tiempo».



Publicado en: Tercera Información

Fecha: 04/05/2010


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