domingo, 30 de marzo de 2014

" Todo novelista es un poeta que ha fracasado"

Una entrevista a WILLIAM FAULKNER cuando visitó Venezuela en 1961



Estimados Amigos

Poca gente conoce que el escritor estadounidense William Faulkner pisó esta Tierra de Gracia en 1961. Durante dos semanas este escritor, que afirmaba que su oficio era la agricultura, disfrutó de la hospitalidad de nuestro país, aunque durante ese tiempo se quedó en la casa de su hijastra Victoria Fielden, y de las demostraciones culturales venezolanas de instituciones como Danzas Venezuela y la Orquesta Sinfonica Venezuela. 

Poca gente de la que  asiste al Teatro municipal de Caracas en la actualidad sabe que  el creador del pueblo de Yoknapatawpha fue ovacionado aquí. Actualmente eso en Venezuela sería mal visto: Ovacionar a un escritor del Imperio (A menos que cuente con la anuencia del gobierno).

Naturaleza muerta. Marcos Castillo

Aquí pudo conversar con Rómulo Gallegos y recibio la orden Andrés Bello en su primera clase. El presidente Rómulo Betancourt le obsequió un busto del Quijote y ademas de buenos recuerdos se llevó un cuadro de Marcos Castillo. Ambos objetos hoy pueden verse en su casa museo.

Deseamos disfruten de la entrada

 Richard Montenegro


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WILLIAM FAULKNER | 4 DE ABRIL DE 1961

 "Ningún escritor tiene tiempo para ser literato" 


Habló más de sus fracasos que de sus éxitos y no dejó de mencionar lo que en su opinión había sido el mayor error de su trayectoria literaria.

Este punto lo desarrolló precisamente cuando se le interrogó sobre su novela El santuario. Y la pregunta encerraba interés, porque para muchos es conocida en parte la historia de esta obra:

—Antes de escribirla —dijo— yo había escrito otras tres novelas, y en verdad ninguna había logrado convertirse en un éxito comercial. Y a mi me interesaba ganar un poco de dinero. Entonces me propuse escribir la novela más horrible para alcanzar esos objetivos. La vendí a un editor y éste me dijo: “¡Dios mió, si se publica vamos a terminar todos en la cárcel!”. Eso fue en 1926. Yo me olvidé de El santuario y, entre tanto, me dediqué a producir otros tres libros. Después de algún tiempo, sin embargo, recibí las pruebas de aquel libro que yo había escrito para conseguir dinero. Al releerlo me percaté de que encerraba conceptos muy bajos, escritos con fines puramente comerciales.

Hay un silencio y se le pregunta a Faulkner qué sucedió luego:

—Claro, le pedí a los editores que destruyeran esa novela. El editor me contestó que había costado mucho dinero la elaboración de las planchas y que él no podía perder eso. Yo, por mi parte, era muy joven y no tenía dinero como para comprar las planchas. “Si usted paga yo las destrozo”, me dijo. Por último, decidí escribir la obra de nuevo y el editor y yo pagamos por partes iguales las viejas planchas.

—¿Moraleja?

—Aprendí una lección. Desde ese mismo momento decidí no escribir más nunca una sola palabra con fines comerciales, es decir, para ganar dinero.
Faulkner se refirió luego a la actual novelística en los Estados Unidos.
—No he leído una novela nueva en los últimos 15  o veinte años.


—¿Por qué?

— Eso sucede con los escritores cuando llegan a cierta edad. Entonces vuelven a los libros de juventud.



—¿Podría Faulkner señalar a breves rasgos algunos de esos antiguos libros que ahora relee?

—Don Quijote lo leo todos los años. Leo muchas novelas de Charles Dickens, Tolstoi, La Biblia, el Viejo Testamento, Shakespeare y siempre, a donde voy, llevo el libro Poesía de Oxford, famoso compendio inglés.


Continuaba la conversación.
—Creo que todos los grandes escritores han fracasado en algún momento de su vida. Todos deben tratar de captar la belleza, el mundo y la pasión de los hombres. Considero que el fracaso de Wolf fue el más espléndido y mejor de los fracasos.

—¿Y Hemingway?

Hemingway figura un poco más abajo en esa lista, porque su fracaso fue menor ya que él es un artesano en el arte de escribir.
Recordamos que en cierta oportunidad Faulkner elaboró una lista de los grandes escritores “fracasados” la cual inicio con el nombre de Wolf. Se puso él mismo en segundo lugar y un poco más atrás ubicó a Hemingway, Steimbeck y otros.

—¿Es cierto entonces que elaboró esa lista de escritores fracasados?

—Rigurosamente cierto.


—¿Corrige mucho los originales?
Para explicarlo cita un ejemplo: —Escribí Mientras agonizo en seis semanas, cuando trabajaba en una planta de electricidad. Recuerdo que escribía sólo en las horas de la noche y la madrugada. Eran las que me quedaban libres. La obra fue publicada sin que yo le hubiese cambiado una palabra. En cambio para escribir Fábula me tardé nueve años.



—¿No había conocido obras de escritores latinoamericanos?

—Lamento decir que no. He pasado revista a algunas obras con la ayuda de un diccionario. Pero como se sabe, ése no es un método muy convincente:

—¿Querría manifestarnos qué consejos daría a un escritor joven?

—Uno muy sencillo. Que vaya a su casa y se ponga a escribir. Déjeme explicarlo. Uno debe sentir por dentro el impulso de algo apasionante que luego debe ser llevado al papel de manera que interese al lector.


A alguien que estaba presente se le ocurrió preguntarle, qué animales prefería; qué caballo le gustaba montar, qué clase de planta le atraía más.
Después de esas enumeraciones se interroga a Faulkner sobre cierta versión bastante conocida que lo pinta a él como un hombre huraño.

—¿Estaba él de acuerdo con tales versiones?

—Esa fama se debe a que muchas personas atraídas por mi éxito me han hostigado con preguntas insignificantes, tales como: “¿Qué come usted en el desayuno?”. Claro, ante esta gente adopto una actitud defensiva.



—¿Qué decía de los autógrafos?

—Si con varios autógrafos puedo pagar las atenciones que se me dispensan, sería un precio bien barato. Cuando me piden un autógrafo en Latinoamérica, siento que la persona lo hace con un interés reconfortante. A veces en los Estados Unidos la cosa es diferente y hay casos de personas que lo piden para luego venderlo.
Por su propia iniciativa, el escritor vuelve sobre las cuestiones de los autores latinoamericanos y lanza una idea.
—Yo creo que sería positivo en extremo el establecimiento de un fondo en los Estados Unidos que vele por las traducciones de las obras de los mejores autores latinoamericanos, fundamentalmente los jóvenes.
¿Por qué –preguntamos- no ha escrito obras de teatro?
—A mí me gusta el silencio, y dentro del teatro hay demasiado barullo. Yo disfruto más de las piezas imaginativas. Me gusta el teatro para leerlo, más no para verlo.



Pregunta de Guillermo Meneses

—¿Cree usted que ha realizado una obra importante por la obtención de una nueva técnica, por la descripción de ambientes y personajes que le son absolutamente personales, por la lucha con formas de lenguaje que han logrado una expresión de auténtica equivalencia con el contenido ideológico y la condición de los personajes?

—Para mí, el escritor está demasiado ocupado en escribir, en tratar de llevar al papel la suma de sus observaciones, de su imaginación y de su experiencia para tener tiempo de preocuparse con el estilo y la técnica. La técnica es simplemente el proceso de narrar de la manera más conmovedora, que esté a su alcance el cuento que está narrando. El estilo, pienso, se inventa a sí mismo. Yo diría que un escritor excesivamente preocupado por el estilo no es en realidad un escritor de primer rango, si se le da a esta palabra el sentido de individuo que tiene el ardiente deseo de decir algo.

—¿Es cierto (de acuerdo con el mismo libro de John Brown) que usted tenga menosprecio y desconfianza por la literatura, que su obra sea, en cierta manera “antiliteraria”? Se dice que usted detesta las conversaciones literarias, las revistas de vanguardia, las discusiones de ideas abstractas.

—Nunca he sentido menosprecio y desconfianza por la literatura. Casi podría decir que no estoy interesado en la literatura, que ningún escritor que esté ocupado, tratando de poner en el papel la suma de sus experiencias de su imaginación y sus observaciones, tiene tiempo para ser literato. Es verdad que no gozo en las conversaciones literarias, por las mismas razones que acabo de mencionar arriba. He estado demasiado ocupado en escribir, para tener tiempo o gusto en hablar acerca de ello o acerca de los libros de cualquier otra persona. Cuando dejo de escribir lo que quiero es una tregua en el trabajo de escribir. Escojo entonces algo completamente diferente: montar a caballo, por ejemplo. Es decir, me considero no como hombre de letras sino como criador de caballos y cazador de zorros que escribe por el placer y el estímulo que en ello encuentra. Como el jugador amateur de tennis juega al tennis.




Pregunta de Miguel Otero Silva

Es difícil hacerle una pregunta a Faulkner, porque se nos ocurren tantas y nos vemos obligados a escoger solamente una. Prefiero salirme del ángulo novelístico para preguntarle, ¿en qué forma podemos los escritores contribuir a evitar una nueva guerra mundial?
La respuesta surgió seca y contundente:
— I don´t know.
El público río durante varios segundos. Faulkner continuó:
—Yo pienso que si todo el mundo admirara en la vida lo que admiran los artistas, no habría problema. Francamente, no se de qué manera podría contribuir el artista a evitar una nueva conflagración mundial. Sí creo, no obstante, que hay mucha gente por ahí que no hace nada y que bien podría gastar todas sus energías en esa actividad.



Pregunta de José Ramón Medina

—El señor Faulkner escribió poesía e inclusive llegó a publicar libros, ¿por qué dejo de escribir poesía?

—A mi juicio, todo novelista es un poeta que ha fracasado (…) El escritor siente la poesía y la hermosura de la vida y siente también el impulso de expresarse. La misión de todo escritor es sumar todos esos pensamientos en una sola palabra brillante como un rayo. Pero eso no puede ser y entonces utiliza cuatro líneas del soneto. No le alcanza y entonces utiliza diez páginas. A esta altura ya es cuentista. Todavía no logra su objetivo y utiliza 100.000 palabras. Ya es un novelista… lo que trataba de hacer con 100.000 palabras es lo que pudiera haber hecho de llamarse Shakespeare o Rómulo Gallegos.


Tomado de El Nacional


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Richard Montenegro. Perteneció a la redacción de las revistas Nostromo y Ojos de perro azul; también fue parte de la plantilla de la revista universitaria de cultura Zona Tórrida de la Universidad de Carabobo. Es colaborador del blog del Grupo Li Po: http://grupolipo.blogspot.com/. Es autor del libro 13 fábulas y otros relatos, publicado por la editorial El Perro y la Rana en 2007 y 2008; es coautor de Antología terrorista del Grupo Li Po publicada por la misma editorial en 2008 y en 2014 del ebook Mundos: Dos años de Ficción Científica editado por el Portal Ficción Científica. Sus crónicas y relatos han aparecido en publicaciones periódicas venezolanas tales como: el semanario Tiempo Universitario de la Universidad de Carabobo, la revista Letra Inversa del diario Notitarde, El Venezolano, Diario de Guayana; en las revistas electrónicas hispanas Alfa Eridiani, Valinor y Gibralfaro, Revista de Creación Literaria y de Humanidades de la Universidad de Málaga y en portales o páginas web como la española Ficción Científica, la venezolana-argentina Escribarte y la colombiana Cosmocápsula.


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miércoles, 26 de marzo de 2014

A UN AMIGO QUE PARTE

UN POEMA DE LI-PO





Estimados Amigos

Hoy compartimos este texto que gentilmente nos regaló nuestro amigo el escritor venezolano Luis Alberto Angulo.

Deseamos disfruten del texto.

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Montes verdes asoman la muralla del norte.
Aguas cristalinas ciñen la muralla de oriente.
Sobre diez mil li tú serás yerba errante.
Este es el lugar preciso para separarnos.

Las nubes flotan en nuestras mentes.
El ocaso y las manos en una reverencia.
Mientras partimos ¡el relincho de los caballos!


 

 

(Versión libre de Luis Alberto Angulo a partir de dos textos en este blog)


Luis Alberto Angulo (Barinitas, estado Barinas,1950).  Fotografía de Yuri Valecillo. Tomada de el libro "Rostro y Poesía". 1996



Entrada actualizada el 21 demayo de 2022.

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Luis Alberto Angulo (Barinitas -Estado Barinas, 1950). Los libros "La sombra de una mano" (Monte Ávila Editores, Colección Altazor. Caracas, 2005), y "Fusión poética" (Universidad de Carabobo, Valencia - Venezuela, 2000), recogen cinco de sus poemarios publicados a partir de 1982. Premio del IV Concurso Internacional Poesía UC, por "Antípodas" (1994). Premio de la Bienal de Poesía del Ateneo de Calabozo Dr. Francisco Lazo Martí, por "Fractal". Premio de Poesía Universidad Rómulo Gallegos por "De Norte a sur". Es coautor de "Viento barinés" (UC, 1978), "Rostro y poesía" (UC, 1996), "Setenta poetas venezolanos en solidaridad con Palestina, Iraq y Líbano" (Minci, 1977), y antólogo de "Poemas de San Juan de la Cruz" (Cuadernos Cardinal, UC 1992), Poemas de Miguel Hernández (El perro y la rana, 2006), "Antología poética de Ernesto Cardenal" (Monte Ávila, 2005). 

26/02/2024

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MOVER EL CORAZÓN DE LA FLOR.

UN POEMA DE ZHOU BANGYAN

Versión y traducción de Wilfredo Carrizales



FUERA DEL PASO ESTRATÉGICO de LIN ZEXU y otros 7 poemas Jueju de la antigua China.

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500 años despues finalmente la República Popular China cumple el sueño de Wan Hu



Bai Juyi (Po Chü-i): el poeta que lideró la campaña del Nuevo Verso en la antigua China


"Arriesgando mi vida, di un paso al frente dando mi opinión honesta al emperador por el mejor interés de nuestra dinastía".

Han Yu: fundador del movimiento de prosa clásica en la antigua China


CARTA DEL EXILIADO de Li Po



Dos versiones del poema de Li Po sobre la despedida de un amigo.


Las “dos raíces” de la poesía de Taiwan:

La japonesa y las tradiciones literarias chinas.

Resistencia Poética en Taiwan.



La poesía China en El Arpa Jubilosa,

sección dedicada a la poesía en la desaparecida Revista Tricolor.

Parte 2


La poesía China en El Arpa Jubilosa,

sección dedicada a la poesía en la desaparecida Revista Tricolor.

Parte 1



Luna: Un poema de la dorada época Tang

del poeta chino Tu Fu (712-770)



MIENTRAS BEBO, SOLO, A LA LUZ DE LA LUNA

Y TRES POEMAS MÁS DEL POETA CHINO LI PO DE LA DINASTÍA TANG .

Traducción de Luis Gregorich.



miércoles, 19 de marzo de 2014

Sobre el serio, angustioso y argentino predicamento de encabezar una carta

por Julio Cortázar



Julio Cortazar. Caricatura de Julio Ibarra


Estimados Amigos

Hubo una época lejana, un tiempo heroico anterior a esta era de inmediatez digital. Un tiempo donde se podía sopesar el peso de los acontecimientos sosteniendo largas conversaciones, sin teclas suaves y sin emoticones, con uno mismo. Una época donde lo analógico primaba en tu vida y podías prever con cierto grado de fiabilidad las consecuencias de ciertas decisiones cotidianas. Para algunos era una vida más sencilla en donde se añoraba un futuro muy diferente de nuestro presente.




La dorada era predigital poseía un sabor peculiar y varias ventajas aunque a muchos ahora le pareciera lleno de desventajas mastodónticas. Algunas avezados crononautas llegados a nuestra época dirán que fue un mejor tiempo pero que conllevaba también sus tareas de gran peso. Uno de las grandes y dificiles tareas de ese periodo era la de hacer cartas para poder comunicarse a la distancia a través del correo postal. Mas de uno se preguntara extrañado que es eso. El correo postal no era mas que un sistema de intercambio de información en paquetes tangibles llamados cartas. Estas circulaban de manera analógica a través del espacio físico entre un punto de salida llamado remitente y un punto de llegada llamado destinatario. Era un sistema lento comparado con los estándares comunicacionales de hoy pero era bastante efectivo. Si se entornan un poco los ojos podremos ver que este sistema y la llamada red  de redes son variantes de la misma tonada.
 




Ya habíamos comentado que la redacción de una carta era una labor compleja pero dentro de esa tarea la actividad más pesada era la de lograr el encabezado adecuado. Esta labor en algunos lugares como la antigua Argentina llegó a considerarse un serio quebradero de cabeza. Quien sabe cuantas aplopejias causó la duda metódica de escoger las palabras correctas para el encabezamiento apropiado.

Esperamos disfruten de la entrada



Richard Montenegro


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Grave problema argentino:

Querido amigo, estimado, o el nombre a secas 

Usted se reirá, pero es uno de los problemas argentinos más difíciles de resolver. Dado nuestro carácter (problema central que dejamos por esta vez a los sociólogos) el encabezamiento de las cartas plantea dificultades hasta ahora insuperables. Concretamente, cuando un escritor tiene que escribirle a un colega de quien no es amigo personal, y ha de combinar la cortesía con la verdad, ahí empieza el crujir de plumas. Usted es novelista y tiene que escribirle a otro novelista; usted es poeta, e ídem; usted es cuentista. Toma una hermosa hoja de papel, y pone: "Señor Oscar Frumento, Garabato 1787, Buenos Aires." Deja un buen espacio (las cartas ventiladas son las más elegantes) y se dispone a empezar. No tiene ninguna confianza con Frumento; no es amigo de Frumento; él es novelista y usted también; en realidad usted es mejor novelista que él, pero no cabe duda de que él piensa lo contrario. A un señor que es un colega pero no un amigo no se le puede decir: "Querido Frumento." No se le puede decir por la sencilla razón de que usted no lo quiere a Frumento. Ponerle querido es casi lascivo, en todo caso una mentira que Frumento recibirá con una sonrisa tetánica. La gran solución argentina parece ser, en esos casos, escribir: "Estimado Frumento." Es más distante, más objetivo, prueba un sentimiento cordial y un reconocimiento de valores. Pero si usted le escribe a Frumento para anunciarle que por paquete postal le envía su último libro, y en el libro ha puesto una dedicatoria en la que se habla de admiración (es de lo que más se habla en las dedicatorias), ¿cómo lo va a tratar de estimado en la carta? Estimado es un término que rezuma indiferencia, oficina, balance anual, desalojo, ruptura de relaciones, cuenta del gas, cuota del sastre. Usted piensa desesperadamente en una alternativa y no la encuentra; en la Argentina somos queridos o estimados y sanseacabó. Hubo una época (yo era joven y usaba rancho de paja) en que muchas cartas empezaban directamente después del lugar y la fecha; el otro día encontré una, muy amarillita la pobre, y me pareció un monstruo, una abominación. ¿Cómo le vamos a escribir a Frumento sin identificarlo (Frumento) y luego calificarlo (querido/estimado)? Se comprende que el sistema de mensaje directo haya caído en desuso o quede reservado únicamente para esas cartas que empiezan: "Un canalla como usted, etc.", o "Le doy 3 días para abonar el alquiler", cosas así. Más se piensa, menos se ve la posibilidad de una tercera posición entre querido y estimado; de algo hay que tratarlo a Frumento, y lo primero es mucho y lo segundo frigidaire. 



Variantes como "apreciado" y "distinguido" quedan descartadas por tilingas y cursis. Si uno lo llama "maestro" a Frumento, es capaz de creer que le está tomando el pelo. Por más vueltas que le demos, se vuelve a caer en querido o estimado. Che, ¿no se podría inventar otra cosa? Los argentinos necesitamos que nos desalmidonen un poco, que nos enseñen a escribir con naturalidad: "Pibe Frumento, gracias por tu último libro", o con afecto: "Ñato, qué novela te mandaste", o con distancia pero sinceramente: "Hermano, con las oportunidades que había en la fruticultura", entradas en materia que concilien la veracidad con la llaneza. Pero será difícil, porque todos nosotros somos o estimados o queridos, y así nos va. 




Fuente: "La vuelta al día en ochenta mundos" de Julio Cortázar, publicado en 1967 por Siglo XXI.



Tomado de Revista de Artes



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Richard Montenegro. Perteneció a la redacción de las revistas Nostromo y Ojos de perro azul; también fue parte de la plantilla de la revista universitaria de cultura Zona Tórrida de la Universidad de Carabobo. Es colaborador del blog del Grupo Li Po: http://grupolipo.blogspot.com/. Es autor del libro 13 fábulas y otros relatos, publicado por la editorial El Perro y la Rana en 2007 y 2008; es coautor de Antología terrorista del Grupo Li Po publicada por la misma editorial en 2008 y en 2014 del ebook Mundos: Dos años de Ficción Científica editado por el Portal Ficción Científica. Sus crónicas y relatos han aparecido en publicaciones periódicas venezolanas tales como: el semanario Tiempo Universitario de la Universidad de Carabobo, la revista Letra Inversa del diario Notitarde, El Venezolano, Diario de Guayana; en las revistas electrónicas hispanas Alfa Eridiani, Valinor y Gibralfaro, Revista de Creación Literaria y de Humanidades de la Universidad de Málaga y en portales o páginas web como la española Ficción Científica, la venezolana-argentina Escribarte y la colombiana Cosmocápsula.