miércoles, 25 de febrero de 2015

Manuel (Manucho) Mujica Láinez es el escritor porteño por excelencia

Casi toda la verdad




Estimados LiPonautas

Hoy es miércoles, día de los estrenos cinemátograficos en Venezuela y el día donde este blog publica material inédito en la red o absulatemente original.

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Como lo anunciáramos hace poco, haremos entrega de algunos capítulos del libro "Casi toda la verdad" de Walter Rodríguez, editado por Espasa en Caracas, en 2002.


Esta será nuestra manera de difundir un trabajo muy interesante y de acercarles la visión poco frecuente del librero, del conocedor y del dilettante que es el señor Rodríguez, conocido por muchos en Venezuela, en el ámbito de los libros. 



Los datos biográficos del autor pueden leerse al final de esta entrada, sin embargo, deseo recalcar que la escogencia del género "memorias" me resulta acertadísima en el caso de Walter, que a lo largo de su vida ha conocido infinidad de escritores importantes, auténticas figuras legendarias y nada mejor que recoger esas memorias y compartirlas con todos los que sienten interés y gusto de conocer así sea tangencialmente, algunos detalles personales de esas figuras casi míticas. 





El libro está compuesto por sesenta capítulos, cada uno dedicado a un autor diferente: Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, Juan Liscano, Reinaldo Arenas, Javier Marías, Carlos Fuentes, por ejemplo. Sorprende la variedad de nombres importantes y trascendentes de la literatura hispanoamericana, pero también de otras lenguas, como es el capítulo dedicado a Yukio Mishima o a Truman Capote.


Hoy presentaremos el capítulo donde Rodríguez relata sus impresiones sobre Manuel Mujica Láinez, un gran escritor argentino, cuya obra monumental fue llevada a la ópera. Sin embargo, no es un autor de masas. Es un raro y precioso descubrimiento. 




Si se me permite, recordaré a mi vez que hace casi cuarenta años la feliz casualidad me llevó a compartir unos momentos con Mujica Láinez en los salones del Jockey Club de Córdoba, Argentina. Él tuvo la amabilidad de firmar un recuerdo para mi, que apenas era una jovencita a la que le gustaba leer. 



Leamos el relato de Walter Rodríguez, y disfrutemos sus conocimientos sobre el tema de los libros y los autores. Me siento agradecida ante este libro, que es un tesoro inapreciable.


 Graciela Bonnet

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MANUEL MUJICA LÁINEZ


EL LUJO DE LA PALABRA



Probablemente, decir que Manuel Mujica Láinez «Manucho» es uno de los escritores argentinos más argentinos que conocí, puede parecer una barbaridad, porque más argentino que Borges o el mismo Sábato o Adolfo Bioy Casares, uno puede estar seguro que no hay, pero lo digo porque si bien es cierto que a Borges se le considera el literato, el hombre de la gran literatura, a Mujica Láinez se le reconoce como el novelista argentino por excelencia, porque gran parte de su obra está dedicada a indagar sobre la idiosincrasia argentina. Tal parece que la literatura fue no sólo un espacio sino su destino desde muy joven. Y gracias al oficio indagó en los campos de la escritura como biógrafo, periodista y traductor y más tarde, novelista, cuentista y crítico de arte. Sus novelas y cuentos, quitando quizás Bomarzo que es una historia del Renacimiento florentino y que junto a El unicornio y El escarabajo conforman, digamos, su trabajo cosmopolita, son en su mayoría recuerdos de su infancia de sus casas, sus lugares, su familia, sus amigos o parte de la historia tanto personal como de su país, será por eso que a libros como Aquí vivieron lo consideran una creación puramente argentina.

Oscar Wilde


Manucho fue un personaje absolutamente exótico y más que exótico, extravagante, usaba chalecos llamativos y un monóculo, siempre con una frase aguda e ingeniosa a flor de labios, una capa negra como Oscar Wilde, las manos enjoyabas y un bastón. Por su conocimiento de idiomas fue incorporado al diario La Nación como cronista viajero, por lo que recorrió medio mundo, Asia incluida. Además, se desempeñó como funcionario del Museo de Relaciones Exteriores y director general de Relaciones Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores. Era un escritor de gusto refinado, amante de las letras y de las artes, que pertenecía a la raza de criollos con mentalidad europea. 

Museo Manuel Mujica Lainez - La Cumbre - 

Vivía en una especie de palacete en la provincia argentina de Córdoba junto a su esposa Anita de Alvear, proveniente de la aristocracia nacional y de rancia prosapia, pero por esos misterios que tiene la fama, el éxito o como quiera llamársele, Manucho no era muy querido en su país, algunos dicen que porque era muy afrancesado; otros dicen que ser bisexual en un país tan machista tenía un costo muy alto para aquel entonces, y para otros, que era demasiado extravagante para una sociedad con tanto sentido del ridículo como la argentina.

La casa de manucho en la sierra de Córdoba



Lo cierto es que sus libros son realmente hermosos, Mujica Láinez se desborda en el regodeo de la palabra lujosa, en la descripción de joyas, de telas, de ambientes suntuosos, quizás por eso también lo llamaron afrancesado. La literatura francesa es como el cine francés, dice mucho en pocos trazos, o sea, que en una escena que pasa rápidamente o con pocas palabras, se logra, con gran delicadeza, expresar una idea y creo que así escribía Mujica Láinez, con frases cortas, trazos cortos pero densos en los que decía muchas cosas. A lo mejor eso es algo que le dejó supuso por París cuando era adolescente, educación que por cierto concluyó en Inglaterra, país del que poco y nada se puede saber en sus libros.



Fue amigo de Borges, a pesar de la gran diferencia que había entre ambos, pero supongo que en el fondo tenían en común que los dos eran aristócratas en su manera de ser, en sus literaturas o mejor dicho, en sus puntos de vista desde el cual avizoraban la literatura. Hay también una comunión en ambos, cuando identifica uno en el otro la consecusión y el logro de la belleza.

Por lo menos podemos reconocer a Borges, a Sábato y a Manucho


A Mujica Láinez sus amigos y su público lo respetábamos mucho, pero desafortunadamente en Hispanoamérica no tuvo la relevancia de otros escritores argentinos — estoy pensando en Bioy Casares por ejemplo— aunque claro, uno no puede dejar de lado que Manucho era extravagante, exótico, aristócrata y muy ilustrado. Quizás por eso, su muerte nos tocó a todos sus admiradores, y aunque sean dramas de la vida, si se quiere cotidianos, uno nunca se acostumbra, yo, por lo menos, no me acostumbro, aunque esté lejos, en otro país, en otro continente, sigo sintiendo lo personal la muerte de un gran escritor que haya conocido, como en la muerte de Borges, la de Truman Capote o la del uruguayo Carlos Martínez Moreno, como sentí la de Octavio Paz o la de Carpentier o la Miguel Otero Silva, Neruda, en fin, tantos que murieron.

Miguel Otero Silva


Mujica Láinez es el escritor porteño por excelencia, estaba co prometido con la ciudad de Buenos Aires, la ópera Bomarzo, de Alberto Ginastera se basó en su libro; aún recuerdo el bochorno cuando la  dicta- dura argentina la prohibió, pero como cosa extraña, a la música, no al texto basado en la historia de los Orsini en el siglo XVI en Florencia. La excusa, de la prohibición, decía algo con la palabra obsceno, y Mujica Láinez concluyó que si permitieron el libro y prohibieron la ópera basada en ese mismo libro, lo obsceno era la música.



Dicen que su obra es similar en nivel de calidad a Rayuela de Cortazar, y sin embargo, no todo el mundo lo ha descubierto. En Europa nunca se publicaron sus obras, excepto sus dos últimos libros.



Cada cuento de Manucho es como un cuadro, recuerdo uno de ellos en especial. Trata de una cabellera larguísima de mujer, que súbitamente cobra vida autónoma. Pero El unicornio me encantó, es el que más me ha gustado de todos sus libros, es un libro mágico que cuenta la historia Morgana, el hada de todas las hadas. En cambio, Un novelista en el Museo del Prado es un libro que no resultó muy significativo, no en el sentido de lo que se espera de algunos escritores en sus últimos años, como Sábato con Antes del fin o como Onetti en Para que no me olvides.



Cuando conocí a Manucho, me dio la impresión de que estaba frente un señor con una linda sonrisa, sí, pero a la vez con algo como cierta pedantería con la que ponía distancia a los demás. Esa sonrisa nunca la abandonaba, pero era una sonrisa superficial; no sé por qué sentí que tenía que hacer un esfuerzo, que de alguna manera se violentaba para poder codearse con la plebe, quiero decir, con nosotros.


Walter Rodríguez Pilatti



Alberto Ginastera: Bomarzo (1967) Atto I°


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 Graciela Bonnet

Nació en Córdoba, Argentina, en 1958. Es Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela (1984). Ha trabajado 25 años como correctora de pruebas y supervisora de ediciones por contrato para todas las editoriales venezolanas, entre ellas Monte Avila, Planeta, Biblioteca Ayacucho, ediciones de la Casa de la Poesía, Pomaire, Eclepsidra, Santillana, Editorial Pequeña Venecia, La Liebre Libre. Experiencia de tres años como redactora free lance para una editorial de libros de autoayuda. Escritora fantasma (sin firma) realizó investigaciones para crear libros, novelas, tesis y monografías.Es dibujante amateur. En 1997 el grupo editorial Eclepsidra publicó su poemario "En Caso de que Todo Falle." En 2013 editorial Lector Cómplice editó "Libretas Doradas, Lápices de Carbón" En el año 2000 participó del encuentro de Mujeres Poetas en Cereté, Colombia.

 
Y su blog es: Graciela Bonnet Vertiente Recíproca


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Walter Rodríguez Pilatti nació en 1940 en Bella Unión, Uruguay. Desde 1975 vive en Caracas.


A los diecisiete años comenzó a trabajar en el mundo del libro, en la Feria de Montevideo, y ya no abandonó el medio editorial y de las librerías, para continuar después en Caracas donde se ha convertido en la figura emblemática de la librería Lectura desde hace muchos años.


Ha sido presidente de la Cámara Venezolana del Libro durante tres períodos; miembro de la Junta Directiva de Fundalibro, y posteriormente del Centro Nacional del Libro; directivo de la Fundación Kuaimare del Libro Venezolano y vicepresidente del GIE (Grupo Interamericano de Editores). Siempre presente en ferias internacionales, congresos y todo lo relacionado con la vida literaria y cultural.

 

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2 comentarios:

  1. Buenos saludos, necesito ponerme en contacto con el señor Walter. Es posible que me den su número de teléfono

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    1. Buenos dias JOSÉ RAMÍREZ. Lamentablemente no tenemos su número de teléfono

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