martes, 29 de mayo de 2018

Tom Gauld o cómo reírse a lo british del mundillo literario




Tom Gauld o cómo reírse del mundillo literario

El historietista británico publica En la cocina con Kafka, su segunda recopilación de tiras cómicas sobre literatura para The Guardian




FERNANDO DÍAZ DE QUIJANO | 11/05/2018 





Viñeta de En la cocina con Kafka, de Tom Gauld (Salamandra Graphic, 2018)

En la escuela de arte, Tom Gauld (Aberdeenshire, Escocia, 1976) intentó dar con un estilo virtuoso, apasionado, oscuro, “pero era siempre terrible, a nadie le gustaba”, recuerda el dibujante. “Noté que lo que más disfrutaban mis amigos y mis tutores eran los dibujos tontos que hacía para divertirme en el pub o los de mi cuaderno de bocetos, antes de convertirlos en pinturas espantosas”. Así fue como Gauld, dejando de buscar un estilo propio, se topó con él: esas formas simples y cabezas redondas a menudo sin facciones, tan reconocibles, con las que desde hace 13 años se ríe (con cariño) de los clichés del mundo literario en las tiras cómicas que publica semanalmente en The Guardian, además de colaborar en otros medios de prestigio como The New York Times, The New Yorker, New Scientist o Granta.



El escritor consagrado, el escritor novato, el crítico estirado, el librero con ínfulas, el bibliófilo compulsivo, los grandes tópicos literarios, los clásicos obligatorios, las adaptaciones de cine que tergiversan el libro original, las injerencias de las nuevas tecnologías y el marketing... Estos son los mimbres con los que Gauld, considerado “el dibujante de los amantes de los libros” construye sus tiras, siempre con una vuelta de tuerca descacharrante: Kafka haciendo un pastel de limón mientras lanza comentarios desmoralizantes sobre el sentido de la vida, un Dickens traído al presente al que su agente intenta convencer para que se haga influencer, ideas de Samuel Beckett para nuevas telecomedias o las distopías de J. G. Ballard en versión infantil protagonizadas por un osito de peluche.



Gauld, de visita en Madrid y Barcelona por su participación en el festival Primera Persona, ha recopilado hasta la fecha sus tiras cómicas para The Guardian en dos libros: Todo el mundo tiene envidia de mi mochila voladora (2015) y En la cocina con Kafka (2018), ambos publicados en inglés por el sello canadiense Drawn and Quarterly y en España por Salamandra Graphic. La segunda de estas compilaciones ha sido nominada en la categoría de cómic de humor para la próxima edición de los premios Eisner, los Óscar del noveno arte.

Tom Gauld

“Creo que el trabajo que hago para The Guardian proyecta la idea de que soy una especie de bibliotecario increíble o un cerebro metido en un tarro que no hace otra cosa que leer, pero en realidad se trata simplemente del trabajo que tengo encomendado: escribir y dibujar cada semana una tira sobre literatura”, explica Gauld quitándose mérito. “De alguna manera mi amor por la literatura y por hacer historietas sobre literatura han crecido juntos. Siempre me gustó leer, pero no al nivel que la gente imagina. Desde niño me han gustado más los cómics que las novelas”.

Max

Humor gráfico literario: Gorey, Max, Gauld

No es habitual, como reconoce Gauld, que un autor de tiras cómicas se especialice en chistes sobre literatura. El autor británico se siente parte de un “linaje” en el que destaca como influencias al español Max, primer ganador del Premio Nacional del Cómic instaurado en 2007 y “autor de historietas maravillosas sobre literatura”, y al estadounidense Edward Gorey, conocido por sus ilustraciones de aire victoriano, “que era un gran lector y cuyas obras estaban muy inspiradas también por la literatura”.

Edward Gorey

Pregunta.- Dice no ser tan experto en literatura como creemos sus lectores, pero lo cierto es que parece conocerse al dedillo los entresijos del mundillo editorial, las frustraciones de los escritores, las estrategias narrativas…

Respuesta.- Bueno, muchas de las ansiedades y problemas que tienen que afrontar los escritores son bastante universales para todos los artistas; muy a menudo extraigo las ideas de cosas que me ocurren a mí como autor de cómics e ilustrador. Aparte de eso, claro, leo el periódico y libros que me dan ideas que muchas veces acaban en mis viñetas.



10 % de postureo, 90 % de gente razonable

P.- ¿Hay mucho postureo en el mundillo cultural, como vemos en sus viñetas?

R.- No creo que esté lleno de gente pretenciosa, pero es más divertido reírse de ellos que del 90 % restante de personas atentas, razonables e interesantes. De todas formas mi humor está hecho con amor, muchos autores de tiras políticas parten de la rabia y de lo horribles que son los políticos. Lo mío no puedo calificarlo siquiera de sátira, una palabra que asocio a la indignación. Se trata de hacer gracias sobre cosas que me gustan, que entiendo y con las que soy feliz bromeando.



Además de los dos libros recopilatorios mencionados y sus primeros cómics autoeditados con su sello Cabanon Press, Gauld ha publicado dos novelas gráficas: Goliat (2012), que cuenta la famosa historia bíblica desde el punto de vista del gigante; y Un policía en la luna (2016), que también obtuvo una nominación a los Eisner. En ambas vemos una faceta distinta de Gauld, con un tono más intimista y personajes taciturnos.




P.- ¿Cómo empezó su carrera como dibujante?

R.- Empecé a dibujar cómics cuando estaba estudiando, primero en Edimburgo, y luego en el Royal College of Art de Londres, pero especialmente en esta última ciudad. Cuando llegué quería ser ilustrador de los textos de otros, pero luego me di cuenta de que me gustaba más hacerlo todo yo mismo: dar con la idea, escribir la historia y dibujarla, e incluso autopublicar mis cómics. Y así empecé, dibujando mis historias, fotocopiándolas y vendiéndolas en pequeñas tiendas de cómics.



P.- ¿Y cómo llegó a trabajar para The Guardian y otros medios como The New York Times, New Yorker o Granta?

R.- En 2001 me gradué y fui por revistas y periódicos contactando con sus directores de arte para ofrecerme como ilustrador. Conseguí el número de Roger Browning, que era el director de arte de The Guardian en ese momento, y tras ver mi portfolio me dijo que le había gustado y que en un futuro esperaba poder encargarme algo. Unos seis meses después, Posy Simmonds, la gran estrella de los humoristas gráficos británicos, la auténtica “dibujante de los amantes de los libros”, quiso tomarse ocho semanas de vacaciones y me llamaron para sustituirla. Yo estaba aterrorizado, pero a todo el mundo pareció gustarle mi trabajo y siguieron contando conmigo a menudo hasta que hace 13 años empecé a publicar de manera regular estas historietas semanales.



P.- ¿Cómo funcionan estos encargos? ¿Le dan el tema o lo elige libremente?

R.- Ellos me dan el tema cada semana y creo que es una de las razones por las que he podido hacerlo durante 13 años. Si además de pensar la tira y dibujarla tuviera que buscar el tema sería una gran tarea. Ellos me dicen, por ejemplo, que haga una tira sobre Jane Austen, pero me dejan interpretar el tema muy libremente y a veces incluso de manera tangencial.



Humor ‘british'

P.- Estados Unidos y Francia-Bélgica son las dos grandes mecas del cómic occidental. ¿Qué tal está el panorama en su tierra?

R.- Los cómics y las novelas gráficas están mejor que nunca en el Reino Unido. Durante mucho tiempo no hemos sido grandes fans del cómic, que se consideraba una cosa para niños, pero afortunadamente eso cambió y ahora se hacen y editan cómics maravillosos. Soy muy positivo al respecto.



P.- ¿Y las tiras cómicas en prensa?

R.- En el ámbito de los periódicos y las revistas la situación es peor. Tengo amigos que publicaban tiras en prensa y ya han prescindido de ellos. Yo me siento muy afortunado de poder publicar aún cada semana en The Guardian.



P.- ¿Su humor socarrón, sus diálogos lacónicos y la inexpresividad de sus personajes se podrían considerar reflejo de eso que solemos llamar “humor británico”?

R.- Aunque no hablo otros idiomas lo suficiente como para apreciar las sutilezas de su humor, puedo ver que hay algunas características de mi trabajo, como esa sequedad en el humor, que podríamos considerar británicas. No me gusta que los personajes alcen los brazos y digan: “¡Hey, hey! ¡Divirtámonos!” Me gusta ese humor socarrón de rostro impasible; ser gracioso pero pretendiendo que no quieres ser gracioso. De todas formas, es un tipo de humor que podemos ver en todas partes porque las variantes de la comedia son mucho más internacionales ahora que cuando era niño.

@FDQuijano 




Tomado de El Cultural.


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