miércoles, 3 de octubre de 2018

Javier Pérez Andújar: ¡No todos los que trabajamos en la cultura somos cultos!





Amor más poderoso que la vida
La misma calidad que el sol de tu país,
saliendo entre las nubes:
alegre y delicado matiz en unas hojas,
fulgor de un cristal, modulación
del apagado brillo de la lluvia.
La misma calidad que tu ciudad,
tu ciudad de cristal innumerable
idéntica y distinta, cambiada por el tiempo:
calles que desconozco y plaza antigua
de pájaros poblada,
la plaza en que una noche nos besamos.
La misma calidad que tu expresión,
al cabo de los años,
esta noche al mirarme:
la misma calidad que tu expresión
y la expresión herida de tus labios.
Amor que tiene calidad de vida,
amor sin exigencias de futuro,
presente del pasado,
amor más poderoso que la vida:
perdido y encontrado.
Encontrado, perdido…
 Jaime Gil de Biedma

Estimados Liponautas


Hoy compartimos con ustedes una entrevista con el escritor español Javier Pérez Andújar. Utilizamos como título de la entrada una afirmación suya de mucho peso y muy real en la administración pública y privada que padecemos en Venezuela. Hasta podríamos parafrasearla y decir Que la gente que trabaja en política actualmente en Venezuela no sabe de política.

Disfruten de la entrada.

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Javier Pérez Andújar: "El procés, como todo lo que viene del poder, es una tomadura de pelo"


ENTREVISTA CONVERSACIONES LITERARIAS DE FORMENTOR 

Javier Pérez Andujar / Cati Cladera / EFE



 NADAL SUAU 29 SEP. 2018 




Cuando apago mi grabadora, Javier Pérez Andújar me mira y ríe: «Yo en las entrevistas me esfuerzo en decir lo que pienso; pero claro, también me digo a mí mismo que menudas tonterías pienso». Nada más lejos. El autor de Paseos con mi madre, Catalanes todos o Diccionario de la vieja escuela le saca enorme partido a todos los materiales que tiene a mano: con él, la periferia en las ciudades, los tebeos de su infancia y la música pop bailan con la poesía de Gil de Biedma. Y no se pisan.


Gil de Biedma

Su presencia aquí plantea un contraste interesante: una voz antisolemne hablando de algo tan solemne como las Sibilas y un texto medieval, Melusina...
A ver, es que yo preferiría ser alguien que se manejara con naturalidad en la gran cultura. Saber latín, por ejemplo. Pero desde que entendí que nunca entendería el fondo de las cosas, me voy conformando con pensar un poco la superficie de aquellas cosas que me han hecho feliz en la vida, aunque no sean importantes.

Saber cosas de la editorial de cómics Bruguera también es cultura.
No, hombre, eso es culturilla. El imperio romano, los griegos: ¡eso es cultura! Tierno Galván recibió al Papa hablándole en latín, ese era un tío culto. Y es importantísimo que exista gente así. La calidad de un país se mide por el número de gente culta que tiene. Porque cuidado, ¡no todos los que trabajamos en la cultura somos cultos!

El tono y los temas de sus libros le hacen una gran pirula al poder: niega su lógica instalándose en los márgenes.
Puede ser, pero cuidado, ¡al poder tampoco le interesa que sepamos latín! Fíjese en las grabaciones de Villarejo: toda esa gente influyente no habla de ópera sino de tonterías. En cuanto a mí, desengáñese: yo me limito a trabajar con lo que tengo. Si fuera hijo de un cirujano con una biblioteca enorme, trabajaría con mejores materiales. Pero he leído tebeos, y de eso tiro. Porque lo que no quiero es ser un impostor. Mire, yo empecé a viajar a los treinta años, así que no voy a dedicarme a relatar mis estancias de seis días en París como si tuviera algo que decir sobre esa ciudad. Sería ridículo. En cambio, hablo de mi barrio. No lo hago por orgullo, sino porque es lo más profundo que puedo ofrecerle al lector, lo que he vivido con mayor intensidad, lo que conozco. A mí me horroriza la guerra del Yemen, cuyas atrocidades sin duda puedo denunciar y llorar, pero no tengo autoridad para apropiarme el dolor de las víctimas y escribir como si lo hubiera experimentado yo. Me daría vergüenza hacerlo.

Sin embargo, vivimos en una época llena de apropiaciones indebidas: gente que construye su propia identidad colonizando el dolor de otros.
A eso mi madre lo llamaría «no tener conocimiento».

Barcelona vive en un debate constante sobre el modelo turístico y sus consecuencias en la vivienda o la dinámica de sus barrios, especialmente el centro. ¿Corren las ciudades turísticas el riesgo de perder su identidad?
Es cierto que a veces da la sensación de que Barcelona va a desaparecer, convertida en parque temático. Pero las ciudades son sabias y no se destruyen tan fácilmente, hay inercias que juegan a su favor. Sí, puede que el centro se pierda para siempre para los habitantes por culpa de la presión especulativa o los usos turísticos, pero la verdad íntima de la ciudad se desviará a otros barrios, como si respondiéramos a una gangrena cercenando el miembro afectado. Las ciudades desaparecen porque explota el Vesubio, no por una mala gestión de sus autoridades o sus industrias. Mire, Detroit casi muere cuando se hundieron las fábricas de automóviles, y ahora su Ayuntamiento financia un plan para atraer a artistas mediante becas y viviendas asequibles...

¡Es cierto! ¿Se iría usted a vivir a Detroit una temporada?
¡Yo me iría a vivir a cualquier ciudad, todas ellas son mitos para mí! Sí, me iría a Detroit con la ilusión de ser más de Detroit que nadie. Lo que pasa es que luego acabaría dándome cuenta de que sólo soy un turista. Y a mí, hacer turismo me da vergüenza.

Su libro 'Catalanes todos' es una parodia descacharrante sobre el franquismo en Cataluña, o sea que de algún modo reúne a Franco y al procés. Ya tenemos un telediario montado.
A veces me han preguntado si el pasado franquista de Cataluña ayuda a explicar el procés. No sé. A fin de cuentas, todos tenemos al franquismo en nuestro pasado. El problema del procés es su vertiente institucional: todo lo que viene del poder es una farsa, una tomadura de pelo que esconde otras cosas. Cosa distinta es que haya quienes depositan esperanzas en la independencia en una época sin esperanzas. Lo que ocurre es que en estos años se han dado actitudes tanto colectivas como individuales muy desagradables; algo que, por otra parte, define a nuestra época en general. Quizás por eso valga tanto la pena leer o releer a los dandis. Ya que estamos en plena decadencia, intentemos salvarnos por el estilo y la actitud: ya que decaemos, mejor decaer lánguidamente. Claro que todo esto lo está diciendo un señor blanco de clase media. Por desgracia, aquellos que viven auténticas tragedias cruzando el Mediterráneo no tienen voz ni la van a tener.
Juan Manuel Muñoz
Hace poco se publicó en la web Canino (y luego se borró) una entrevista en la que el dibujante Juan Manuel Muñoz explicaba su labor como «negro» de Francisco Ibáñez, el creador de Mortadelo y Filemón. Al leerlo, pensé en usted y en que, por desgracia, no hay fuente de felicidad que no esté contaminada en alguna medida por la realidad...
Mortadelo, como otros personajes del cómic español, no ha tenido un solo negro, sino muchos. Pero sería injusto hablar del «negro de Ibáñez»: ¡eran los negros de Ediciones B! Durante décadas, la industria sometió a los autores a unas condiciones y un ritmo de producción salvaje, e Ibáñez, que no es Caravaggio sino un currante como cualquiera, se adaptó y montó esos equipos, aunque sin dejar de trabajar él mismo. Le marcaban exigencias y él hacía lo que le mandaban. Por cierto, exactamente esto era el franquismo.

Tomado de El País

El Cánon Literario de Javier Pérez Andujar

Todas la periferias se parecen



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