miércoles, 16 de octubre de 2013

Gisela Kozak Rovero: La literatura no solía despertar polémicas en Venezuela".





Estimados Amigos

Hoy le traemos esta entrada que muestra una vez más las cotas de polarización política alcanzadas en Venezuela. Este texto forma parte de una serie iniciada con una entrevista de Ricardo Piglia donde afirma que los escritores antichavistas en Venezuela son estalinistas.




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No me siento con escritores(as) chavistas, por Gisela Kozak Rovero

 

Por Gisela Kozak Rovero | 13 de Noviembre, 2012

 

Tomando en cuenta que la literatura no suele despertar polémicas en Venezuela, podría ser motivo de satisfacción la atención que se le ha prestado por razones estrictamente políticas al II Encuentro Internacional de Narradores, organizado por Monte Ávila Editores. La Agencia Venezolana de Noticias ignoró la  conversación que mantuvimos los narradores Humberto Mata, Carlos Noguera y yo sobre la tradición literaria venezolana, conversación  que se llevó a cabo en el Aula 201 de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela; prefirió recoger un tema introducido por el profesor Carlos Sandoval, miembro  del panel y reconocido crítico literario, acerca del poco interés que despertaba la literatura nacional en la Escuela de Letras de otras épocas. Se transcriben  unas palabras mías en las que comentaba una afirmación de Sandoval sobre cómo profesores  y críticos extranjeros y directores editoriales de Monte Ávila cuestionaban la literatura venezolana. Por cierto, estos críticos extranjeros y exdirectores apoyan ahora al gobierno nacional abiertamente, lo cual supongo que el o la periodista  de la AVN no sabía. La Escuela de Letras quedó mal parada porque la prensa del gobierno solo toma lo que le interesa para fines propagandísticos. Carlos Noguera no me indicó que el encuentro en Letras incluía medios sino que se trataba de una simple conversación escolar…Se me olvidó que es comunista y figura del régimen, me dirán algunos ¿Idiotez mía? Él y Humberto Mata me ayudaron sin saberlo ambos a un objetivo que se cumplió por lo menos en la escuela de Letras: antes de 1998 existía un país, una cultura y una tradición. Lamentablemente le seguí la corriente a mi amigo personal y colega Carlos Sandoval quien  le puso a la AVN en bandeja de plata que  antes de que llegara el comandante al poder, los intelectuales de derecha odiaban la literatura venezolana. Desde luego, esta estupidez  no fue lo que dijo Sandoval, se trata de  la interpretación  de cariz goebbeliano que realiza la AVN acerca de que la Escuela de Letras no moría de entusiasmo por nuestra literatura antes de estos tiempos de refundación. En fin, doble fue mi idiotez, pero no me arrepiento de ella porque en política se actúa.

Carlos Noguera


Dos artículos, uno de Sergio Dahbar en El Nacional y otro de Ana Teresa Torres en Prodavinci, hablan sobre el encuentro. El primero es una descalificación a los participantes por prestarnos a olvidar los desmanes de este gobierno. No sé por qué Dahbar piensa eso de Héctor Torres, Krina Ber, Enza García Arreaza, Federico Vegas, Antonio López Ortega, Mario Morenza, Carlos Sandoval, Violeta Rojo y de quien suscribe. En lo que a mí respecta, trabajé abiertamente en el área del programa de cultura para la MUD y el Comando Venezuela y no me he movido de Venezuela para nada en los últimos años. Prácticamente todos mis artículos en publicaciones periódicas versan sobre política y en la UCV le he hecho frente pública y abiertamente al gobierno con riesgos personales. Me senté en mi escuela de Letras a conversar sobre literatura venezolana, pecado nefando para Dahbar e ingenuidad tremenda para mi amiga entrañable Ana Teresa Torres. Sí, no me arrepiento, como no me arrepiento de mi acción política cuando desde el lado del chavismo me insultan y descalifican.  Dahbar, a quien la verdad no conozco más allá de su trabajo periodístico, y Torres, con quien me unen y me seguirán uniendo no solo lazos de amistad sino afinidades literarias e intelectuales, quizás no estén enterados de que   Vicente Lecuna, director de la Escuela de Letras, fue quien permitió que la institución fuese una de las sedes del evento; lo permitió porque la UCV es una universidad pública en la que estudian, trabajan y dan clases chavistas y antichavistas. Y tanto Lecuna como yo, saldremos de la UCV y perderemos nuestra carrera académica si nos aplican una política similar a la de PDVSA, más allá de si esto es o no improbable. La situación interna de la UCV llama a aislar a los grupos chavistas violentos y este encuentro fue una manera pero, desde luego, Dahbar y Torres no tienen por qué saberlo pues por fortuna ellos no están en una universidad pública ni tienen familia chavista. Los que compartimos ambas situaciones tal vez estemos obligados a concesiones que ellos no, pero creo que el punto no son las concesiones porque yo no las hago: en la escuela de Letras  algunos colegas me han cuestionado por esto. Y tan no hago concesiones que rompo con la costumbre venezolana de no nombrar gente pero insinuando de quiénes se trata: yo sí digo claramente a quiénes me refiero en este artículo.



Independientemente de los defectos de la Escuela de Letras, doy la cara por  esta escuela  porque ahí he aprendido todo lo que sé sobre literatura, política y ética, y la seguiré dando: la noticia de la Agencia Venezolana de Noticias es una ofensa a la institución. Sin duda, las noticias goebbelianas  de la AVN son mucho más graves que los señalamientos de Dahbar, cuya opinión es respetable, y los de una venezolana distinguida como  Torres, cuyo criterio es de extraordinaria relevancia por su obra y comportamiento personal, orientado por la ética y la claridad política desde siempre. No obstante, tengo que contestarles a todos en este mismo artículo por ética y por respeto a mí misma y a la institución en la que trabajo.


Ahora dentro de la oposición está de moda la división y el dardo. Jamás se me hubiera ocurrido enfrentar así a la gente que está del lado de la democracia y el futuro, pero en estas circunstancias cabe preguntarse  si vale la pena luchar en un contexto  en el que la supuesta superioridad moral y política olvida la trayectoria de la gente. Cosas de derrotados, supongo, comprendo porque yo también perdí. Tal vez irse del país sea la mejor opción, pero mientras tanto seguiré en la pelea.  Respecto a Carlos Noguera y Humberto Mata, sobra decir que ya no me sentaré con ellos porque mejor que nadie conocen a su prensa goebbeliana y llevarla a Letras fue remover la caldera. Les recomendaría a los colegas que organizan el II Congreso Crítico de Narrativa Venezolana que tomaran en cuenta el detallito de la prensa pues Carlos Noguera será homenajeado en ese evento, al que desde luego no asistiré. Imaginen cuando se afirme que la derecha reconoce el valor literario de un gran humanista como Noguera, quien baja de las alturas de la probidad revolucionaria a conversar con los enemigos de la literatura venezolana y los renegados de la Escuela de Letras.

Sergio Dahbar


Lejos de mí pensar la soberana tontería de que puede haber diálogo o acercamiento sin reglas claras y exigiendo a la contraparte que renuncie a todas sus convicciones. No cabe duda de que seguiremos como estamos  y cada vez nos irá peor entre esta dictadura legitimada por ocho millones de personas, la abstención y el ceder espacios que nos pertenecen. Por cierto, Sergio Dahbar debería cuestionar, si no lo ha hecho ya, a El Nacional y El Universal  por darle cobertura al  evento, actos que pueden asumirse como “colaboración” con el enemigo. Lástima que las polémicas públicas  entre la gente de literatura sean sobre sentarse o no con chavistas y no sobre temas de mucho mayor interés, como los que siempre converso y seguiré conversando con Ana Teresa Torres. La invito a que escribamos sobre asuntos importantes  y no sobre reunioncitas que no pasaron de pocas decenas de personas.


En fin, chica, me dijo un amigo, yo no me siento con chavistas. Yo no tengo más remedio, le contesté,  porque trabajo en la UCV y están en los pupitres cuando doy clases.


Tomado de Prodavinci

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