"Cuando la televisión es manejada por el Estado se pierde la libertad de expresión": RENNY OTTOLINA "Yo llegue a ser número uno por mis méritos, no por un carnét"
RENNY OTTOLINA | 15 DE DICIEMBRE DE 1971
"Ser divo es, a veces, un gran inconveniente"
Renny Ottolina, el astro de la televisión venezolana, regresará a Caracas el próximo día 3 de enero y reaparecerá con sus programas en la pantalla chica el 31 del mismo mes. El anunció lo ha hecho el propio Ottolina durante la entrevista que le hicimos recientemente al coincidir con él en Madrid.
Renny, quien ha pasado todo el año alejado de las pantallas, descansando en Europa y haciendo interesantes observaciones en la TV inglesa, se había trasladado desde Londres a la capital hispana con el fin de resolver asuntos personales.
Durante la entrevista, Renny me revela la reunión que sostuvo días antes con ejecutivos del Canal Ocho para finiquitar los detalles de su reaparición en la televisión local. En esa conferencia quedaron asentados de manera definitiva los puntos sobre los cuales trabajará Ottolina con su nuevo canal.
—Voy a presentar mi show meridiano a la hora de costumbre: 12 del mediodía, con una hora y media de duración. Y mi estelar programa Renny Presenta irá los domingos a las 9:00 pm con una hora de transmisión.
—¿Cuáles son las cosas nuevas que ofrecerás al telespectador?
—Lo nuevo que he visto y que pienso introducir en mis programas no tengo por qué revelarlo en estos momentos. Prefiero que lo vean cuando esté allá y puedan juzgar después de haberlo visto. Lo que sí puedo anunciar es que el formato de Renny Presenta cambiará por completo. Presentaré una línea de programa diferente y mejor, lo que equivale a decir que Renny Presenta se renueva.
—¿Algunas figuras que hayan sido contratadas?
—He visto muchos artistas que valdría la pena llevar; sobre todo aquellas que todavía no son conocidos personalmente en Venezuela. Pero todavía no han sido firmados. Por otra parte, voy a trabajar con un elenco de artistas venezolanos completamente nuevo, algunos de ellos aún no conocidos en el país.
Y Renny menciona, entonces, el nombre de César Prieto.
—¿Sabes quién es? —Me pregunta.
—No.
—Bueno, es un joven que trabaja en Shell. Tiene una voz maravillosa, pero nunca se lanzó como cantante. Ahora yo voy a lanzarlo en mi programa. Desde ahora mismo te puedo asegurar que será una gran revelación.
Le hablo a Renny sobre las nuevas normas que se quieren aplicar en la TV venezolana.
—¿Estás de acuerdo con la nacionalización de la TV?
—Totalmente en contra. Cuando la televisión es manejada por el Estado se pierde la libertad de expresión. Si no, miremos lo que ha sucedido en otros países. En lo que sí estoy seguro es en la reglamentación de la TV. Son dos cosas distintas. Y esta última es muy necesaria para un adecentamiento en la programación y en los mensajes publicitarios.
Le pregunto qué opina con respecto a los partidos políticos y su aspiración de que la televisión les conceda espacios gratuitos para su propaganda electoral que se avecina. Renny responde con otra pregunta:
—¿No quieren también páginas gratis en los diarios? ¿Y por qué no le piden vallas Vepaco?
Renny Ottolina ha concedido también una entrevista al Nuevo Diario de Madrid. Reproduzco algunos extractos de la misma:
—¿Eres el tipo mimado de la TV venezolana?
—¿Mimado? No. Todo lo que tengo me lo gané. No tengo que agradecerle nada a nadie. Más bien, diría que en la actualidad soy un handicap, pues de las 45 horas diarias de programación en los 3 canales comerciales de televisión que tenemos, yo debo de significar en un tiempo como de 1,5% y, sin embargo, facturo en publicidad 10%. Eso, lógicamente, no le hace ninguna gracia a la industria de la televisión como tal.
—Estando donde estás, entonces, ¿no has tenido que agradecer algo a nadie?
—Todo lo he trabajado yo. Ni tan siquiera digo ese clásico de: “todo se lo debo al público”. El público me ha aceptado porque lo que le ofrezco es bueno; si no, ¡ya me habrían tirado tomates!
—¿Eres realmente el número uno?
—En Venezuela la gente dice que lo soy, pero comprende que es una pregunta a la cual yo no puedo contestar.
—¿Cuál ha sido la clave de tu éxito?
—Saber qué es lo que se quiere; saber cuál es la mejor manera de conseguirlo, y tener la voluntad suficiente para hacerlo.
—¿Tú sabes auténticamente lo que quieres?
—¿Has sabido siempre cómo conseguir lo que te has propuesto?
—En líneas generales, sí. Los medios que se utilizan son decisivos a la hora de un triunfo o de un fracaso, aunque siempre existe la incógnita y la emoción de un resultado. ¿Que por encima de qué saltaría para lograr mis propósitos? Creo que por encima de nada, pues así no valdría la pena.
—¿Definirías lo que haces como un negocio?
—Sí. Es un negocio de emociones. Si estas no existen, hay que crearlas, y no por eso es falsedad. Falso sería no conseguirlo. Mira, no olvides que a la gente hay que darle sueños, pero en este caso mis sueños tienen que ser concretos, porque lo ven millones de personas.
—¿Te sientes divo?
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martes, 26 de febrero de 2019
"Cuando la televisión es manejada por el Estado se pierde la libertad de expresión": RENNY OTTOLINA
lunes, 25 de febrero de 2019
Con Chávez lo que va tener Venezuela es más pobreza y desempleo : PLINIO APULEYO MENDOZA
PLINIO APULEYO MENDOZA | 12 DE AGOSTO DE 2000
"Bolívar era un oligarca"
Por Beatriz de Majo Ana Cecilia Peña
Plinio Apuleyo Mendoza se ha convertido en una referencia importante en Colombia. Ha dejado de ser el escritor-periodista-editorialista de antaño para convertirse en una opinión calificada y contundente sobre todo lo que ocurre en el país y fuera de él. Su observación del fenómeno venezolano es exacta, pero además es capaz de avanzar criterios críticos agudos y agresivos. Viene con frecuencia a Venezuela donde tiene a una querida hermana instalada desde hace años. Los amigos lo consienten, saben que Plinio es un invitado de calibre, retador, inteligente, ácido. Por ello, para disfrutar de su verbo y de su intelecto, de tanto en tanto lo mantienen cautivo en la isla de Margarita, y desde allí El Nacional conversó con él.
—Usted es hijo de dos aguerridos personajes, un ex ministro de Defensa y una mujer batalladora. ¿De allí su afán por polemizar y controvertir a través de sus opiniones?
—Mi padre fue un hombre público. Senador, ministro, editor, periodista, embajador en Venezuela y Centroamérica. Mi madre fue periodista y siempre trabajó en las actividades públicas. Nací en un ambiente de gente muy comprometida con la vida política y periodística del país. Creo que eso desarrolló en mí una capacidad para ver las cosas, discutirlas y polemizar si es el caso.
—¿Hacia dónde cree que se dirige Colombia en estos momentos?
—Yo diría que soy muy pesimista. Los colombianos hemos dejado crecer dos problemas muy graves: la guerrilla, que tiene 40 años, y el narcotráfico, que le sirve de sustento económico. Esos dos problemas nunca se habían visto juntos. Se habla mucho de la guerrilla que hubo en Centroamérica, y finalmente se encontró una solución negociada para ese conflicto, pero el elemento nuevo en nuestro caso es que está de por medio el narcotráfico que les da a las organizaciones guerrilleras un inmenso poder económico. Los cultivos de coca, laboratorios y pistas clandestinas están en la zona controlada por la guerrilla. Tenemos una guerrilla que es impopular, que no tiene sustento en el pueblo, pero que tiene unos recursos económicos muy grandes. No veo una salida fácil para este problema.
—¿Cree en la voluntad de paz de la guerrilla?
—No. La guerrilla no ha abandonado su proyecto estratégico que es la toma del poder para establecer un sistema comunista, marxista, leninista. Nunca han desconocido ese perfil ideológico que tienen, pero naturalmente su proyecto táctico es el proceso de paz. Ellos consideran que el proceso les depara ventajas de orden militar. Tienen una zona de despeje de 42.000 kilómetros que es una base militar desde donde planean todo. Allí llevan a los secuestrados, pagan sus rescates, se cultiva y se exporta coca y, finalmente, todo eso les representa una ventaja militar.
Plinio Apuleyo es un buen conocedor de Venezuela y debe tener opiniones muy estructuradas sobre él.
—¿Cómo nos ve evolucionar en estos tiempos de cambio?
—Estoy muy inquieto con Venezuela. Es un país absolutamente polarizado. Dividirlo en una guerra, en un enfrentamiento de clases es muy peligroso. Veo, de todas maneras, ciertos visos autoritarios por parte del Gobierno, en especial del Presidente. Pienso que hay un propósito de cambiar la situación geopolítica de Venezuela con las alianzas tradicionales que ha tenido, y todo eso me parece que es un motivo grandísimo de inquietud.
—El presidente Chávez menciona con frecuencia la oligarquía venezolana de las épocas pasadas y presentes y les atribuye responsabilidades en el deterioro social, político y económico del país. Usted es un conocedor de la literatura, del significado de las palabras, de la historia. ¿Cómo interpreta las afirmaciones del presidente de los venezolanos en ese terreno?
—No entiendo a qué llama oligarquía, porque realmente sería un sistema dinástico, de gentes privilegiadas, que se reparten entre ellos el poder a espaldas de la mayoría. Cuando repaso la lista de los presidentes venezolanos cualquiera que sea la crítica sobre su gestión de gobierno no creo que todos hayan nacido en cunas privilegiadas. Reviso la historia y no encuentro en Betancourt ni en Leoni ni en Caldera ni en Carlos Andrés ese privilegio de cuna que sugiere la palabra oligarquía, me parece que eso es injusto. Además, quiero recordar que Bolívar siempre tuvo un gran temor a la guerra de clases. Ese enfrentamiento lo desató Boves, defendiendo los intereses del régimen y enfrentando a los pardos contra los oligarcas. Bolívar era un oligarca, no era un prototipo del venezolano popular y él lo supo tanto que fusiló a Piar por eso y se opuso a esa corte horizontal de la sociedad venezolana. Incluso, en su Decreto de Guerra a Muerte pudo restablecer un corte vertical entre los americanos y los españoles para darle un sentido a esa guerra que el lideró en nombre de la libertad. Me parece terriblemente equivocado ese tipo de planteamientos sociales que no llevan sino a un enfrentamiento. ¿Qué va a ocurrir con los oligarcas si los empresarios se van del país, si se alejan las inversiones, si hay una emigración de capital? Lo que va tener Venezuela es más pobreza y desempleo. Es decir, con ese tipo de discursos se van a incrementar los males que se quieren remediar.
Tomado de El Nacional
domingo, 24 de febrero de 2019
Señores generales en la Gran Sabana no hubo una victoria militar, hubo una masacre contra nuestro pueblo
Mis amigos poetas de Mérida o Valencia, algún psiquiatra o un editor llanero guardaran y guardan silencio frente a los crímenes que se cometen en nuestra tierra, pueden ser pueblos originarios, pueden ser mineros asesinados por decenas, puede ser un cacique cuya persecución se denunció, como en el caso de Sabino Romero. El poeta orgánico seguirá hablando a favor del gobierno, seguirá soñando con editar una revistita o hablando de los poetas asesinados por el homónimo en la “actuación política” de Maduro o sea Francisco Franco.
Callan y calculan y algunos se atreven a colocar el muro de la red social de la que es participe algún enlace, donde intenta intoxicar una noticia ya conocida, certificada, tan sólida como una roca de granito y es el caso de la represión que ejerció la FANB contra la población pemón, respiremos profundo y notemos la flatulencia de una nota en el periódico Ciudad de Valencia.
Imagino que detrás de este tipo de notas propagandísticas, estará la mano de nuestro Joseph Goebbels tropicalizado, o sea de Jorge Rodríguez. Y es que este crimen me hace recordar a aquel plumífero general, que parecía que cuyo grito de guerra era “SÁLVESE QUIEN PUEDA” o sea Rangel Gómez, recordar es vivir, en esos días cuando asesinaron a decenas de mineros en Tumeremo, recordar es vivir, aquí niega los hechos, con vehemencia:
La guerra de los pemones, los indígenas de Canaima que se enfrentan al gobierno de Venezuela
https://www.youtube.com/watch?v=BxsK3VNEZ2k
25.521 visualizaciones 10 abr 2019
En medio del paisaje impresionante del Parque Nacional Canaima, los indígenas pemones luchan contra la pobreza y se enfrentan al gobierno de Venezuela.
Muchos se ven obligados a trabajar en las minas ilegales de oro, mientras el gobierno dice que estas minas causan un daño terrible al medio ambiente. Los pemones denuncian una creciente intrusión del gobierno en su territorio.
Al menos tres indígenas murieron en protestas desde diciembre. Decenas más resultaron heridos y otros fueron arrestados.
Guillermo Olmo, corresponsal de BBC Mundo en Venezuela, viajó hasta allí.
Y luego frente a una realidad que lo arropaba todo, ocurre que el general llorón se autocorrige.
Para el gobierno venezolano, la mentira es tremendamente cotidiana, el segar la noticia es crónico y el batallón de personas generalmente tarifadas para vapulear cualquier crítica es tan corriente y común que a veces asusta, no solo censuran medios independientes, o los ahogan financieramente, los desaparecen o les aplican terrorismo judicial y persiguen a periodistas, envían a prisiones militares a trabajadores, inventan mamotretos jurídicos para judicializar las luchas del magisterio, etc.
En la Gran Sabana la FANB penetro territorios indígenas con lujo de fuerza, criminalizando la lucha de estos pueblos y disparando a mansalva, que dio como resultado decenas de heridos y dos muertos hasta ahora:
Me dice un alto pana (compañero) de Carabobo que ya algunos poetas de esos gobierneros, algún cuenta cuentos y un par de periodistas, ya se reunieron para lavarle la cara a los que participaron en las acciones contra el pueblo Pemon, están reunidos preparando la “artillería” verbal para quien llegue a decir que se reprimió, persiguió y asesino. Es que en la Venezuela madurista ya se cuentan por decenas casos parecidos, ojala y esta vez no aparezca nuestro Fiscal y poeta gobiernero advirtiendo de las consecuencias que puede traer quien dude de la “verdad oficial”.
Mientras tanto a esperar que la lerda justicia se lleve a cabo y claro ya pagara algún teniente o tenienta, pero entre generales no se pisan las charreteras, pueden ser Pinochet, Videla o Padrino López, etc. Los hombres con soles sobre sus hombros siempre estarán fuera de los reflectores. La vida y sus detalles del tamaño de una catedral.
Notas a pie de página: Ojala y no se le ocurra a la impresentable ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE crear la medalla “Batalla Gran Sabana” en única clase, son capaces, de eso y de más.
Al final entre Ureña y Cúcuta lo que hubo fue una batalla de minitecas, con algunos discjokey de lujo. Solo eso en lado venezolano poco falto para que pusieran un Karaoke y que los asistentes pudieran cantar al son de las maracas.
Yo en el Táchira, no me acerque a Caracas o Valencia para evitar rollos con algunos de esos personajes que hasta ayer eran los chicos del PRV o Ruptura y hoy son solo patriotas cooperantes del gobierno, si de ese gobierno que ataca a nuestros pueblos originarios con saña inaudita.
En el Siglo XXI de no ser por las redes sociales, la opinión publica la controlarían los gobiernos del 1 al 100, lo digo en el caso de Venezuela donde el madurismo cierra, censura, colapsa, evita, bloquea, vapulea o por lo menos intenta hacerlo a cualquiera que disienta.
Yuri Valecillo
sábado, 23 de febrero de 2019
“¡Libros si! ¡Bombas no!”. En Estados Unidos el país de Steinbeck, dijimos que no al cierre de las bibliotecas.
por Anne Lamott
Anne Lamott narra cómo ella y algunos amigos – escritores y artistas de toda la costa oeste – se unieron en 2009 para salvar las bibliotecas de Salinas, una de las comunidades más pobres de California, después de que el gobierno amenazara con cerrarlas por cuestiones presupuestarias.
En Salinas, se corrió la voz. Así es como comienzan muchas historias tribales: se dice a la gente de una comunidad que hay un gran peligro o que se está cometiendo un error. Así es como me enteré de que el gobernador planeaba cerrar las bibliotecas públicas de Salinas, convirtiéndola en la ciudad más grande de los Estados Unidos en perder sus bibliotecas debido a los recortes presupuestarios.
Sin entrar en ningún lío sobre si nuestros líderes no tienen ni idea, si son intimidantes, si no leen o no, permítanme decir que cuando se corrió la voz de que las tres bibliotecas -John Steinbeck, César Chávez y El Gabilan- estaban programadas para el cierre, un montón de gente se levantó para decir: “No puede ser”. Salinas es una de las comunidades más pobres del estado de California, en uno de los condados más ricos del país. La ciudad y sus alrededores son el escenario de muchas de las grandes novelas de Steinbeck. Por un momento pensé en los trabajadores agrícolas, los campos de alcachofas y ajo, en las casas de estuco descoloridas manchadas de tierra, en los tramos de viviendas, en la cara de James Dean en “Al este de Edén”, en los campos de fresas y en las viejas gasolineras.
Después pensé en que querían cerrar las bibliotecas, cerrar los edificios que contienen los libros de la ciudad, todas esas historias sobre la gente, en la sabiduría, en la justicia y la vida y en los trabajadores agachados recogiendo fresas. Así que a principios de abril, un grupo de escritores y actores se defendieron, presentándose en Salinas para una “lectura de emergencia” de veinticuatro horas con la intención de salvar las bibliotecas.
Mi triste corazón de los sesenta se elevó como un águila al contemplar el mismo nombre: “lectura de emergencia”. George W. Bush y John Ashcroft habían intentado durante años crear un país, con el que el estado de Alemania del Este solo podía soñar, que le permitía al gobierno realizar un seguimiento de los libros que habíamos sacado o comprado, todo en nombre de la seguridad nacional.. Pero el presidente y el fiscal general no habían contado con la pasión que los escritores y lectores sienten por el mundo, o en todo caso, por los mundos contenidos dentro de las espinas silenciosas de los libros.
Nos reunimos porque empezamos siendo niños que se salvaron con cuentos, cuentos que nos leían por la noche cuando éramos pequeños, cuentos que leíamos nosotros mismos, en los que podíamos perdernos y así encontrarnos. Algunos de nosotros habíamos crecido para convertirnos en personas con voces fuertes, que los trabajadores agrícolas y sus hijos necesitaban. Y estábamos locos. Mostrar a un grupo de escritores que una biblioteca pública gratuita es una noción revolucionaria, y cuando la gente no tiene acceso gratuito a los libros, entonces las comunidades son como radios sin baterías. Aísla a las personas de las fuentes esenciales de información -míticas, prácticas, lingüísticas, políticas- y las rompe. y les deja indefensos ante la opresión política. No íbamos a dejar que esto pasara.
Escritores y actores vinieron de San Francisco y San José, de todas partes. Maxine Hong Kingston vino de Oakland. Héctor Elizondo condujo desde Los Ángeles, al igual que Mike Farrell. El poeta José Montoya vino desde Sacramento, a cuatro horas de distancia. Alisa Valdés-Rodríguez voló toda la mañana para estar allí. Yo misma conduje desde el Área de la Bahía con el escritor y maestro budista Jack Kornfield.
Cuando llegamos, en el césped de afuera de la biblioteca de Chávez había sólo unas 150 personas -no las multitudes que esperábamos- pero la comunidad era especialmente acogedora y agradecida, y las mujeres de CODEPINK, (Code Pink: Women for Peace es una ONG internacionalmente activa que se describe a sí misma como un “movimiento de paz social y justicia social que trabaja para poner fin a las guerras y ocupaciones financiadas por los EE.), que ayudaron a organizar el evento, mantuvieron el ánimo de todos. Es difícil estar deprimido cuando los activistas con boas de plumas y rosas te besan. Mucha gente había levantado tiendas de campaña a un lado de la biblioteca, donde podían descansar toda la noche mientras las lecturas se desarrollaban en el escenario.
¿Se imaginan el tipo de persona que está dispuesta a quedarse despierta toda la fría noche para mantener abiertas algunas bibliotecas condenadas? Bueno, yo no. Me iría a casa a mi propia cama. Pero luego vi a algunos de los viejos amigos de mis padres que iban a quedarse, gente que ha estado protestando y participando en marchas por los derechos civiles y la paz desde que era niña, gente que había huido de San Francisco porque siempre han sabido que lo único que mantiene una democracia en funcionamiento es la educación de sus ciudadanos. Si no tienes un lugar donde los pobres, los marginados y los jóvenes puedan descubrir quiénes son, entonces no tienes esperanza de mantener una sociedad libre y civilizada.
Estuvimos allí para celebrar algunas de las raras capacidades de inteligencia de las que nuestro país puede estar orgulloso: las de los bibliotecarios. Los veo como sanadores y magos. Los bibliotecarios pueden obtener de individuos inarticulados suficiente información sobre lo que buscan para guiarlos por el camino de la conexión. Son guías de senderos a través del bosque de estanterías y pasillos; si sueltas a una persona que tiene habilidades limitadas, será golpeada por las ramas. Pero los bibliotecarios emparejan a los lectores con los libros correctos: “Oye, ¿esto es demasiado complicado? “¿Por qué no me ayudas?”
Dentro de la biblioteca había niños y adolescentes hispanos y sus padres, y algunas personas mayores. Se sentaron en sillas leyendo, se pararon a inspeccionar la colección bilingüe y trabajaron en los ordenadores. Estos ordenadores son los únicos a las que mucha gente en la ciudad tiene acceso. Los programas de alfabetización y de apoyo a las tareas después de la escuela en las bibliotecas están entre los pocos lugares seguros donde los padres pueden dirigir a sus hijos, lejos de las pandillas.
Esta tarde, los padres leen a sus hijos en español susurrado, y el aire se siente nutritivo. Como dijo Barry López: “A veces una persona necesita una historia más que comida para sobrevivir”. ( también dijo algo parecido Federico García Lorca)
Volví a salir. Los poetas de todos los colores estaban leyendo. La gente se amontonaba con pancartas antibélicas: “¡Libros si! ¡Bombas no!” Los miembros mayores de la comunidad contaban historias, de la historia, de sus propias familias. Fernando Suárez se acercó al micrófono y habló de su hijo de diecinueve años, que había muerto poco antes en Irak. Suárez habló primero en inglés y luego en español, como lo hace frecuentemente en todo el país, y su corazón apenas podía latir por la tristeza.
Federico García Lorca |
Tal vez en Oaxaca los niños todavía están escuchando historias que cuentan los ancianos, pero estos niños en Salinas están siendo criados por aparatos de televisión: son niños de llave. Sus padres trabajan en su mayor parte en el campo y en hogares ricos. Si estás hipnotizado por la estupidez de la televisión, y no llegas a escuchar o leer historias sobre su mundo, estarás confundido y engañado, pensando que el mundo no es milagroso y si lo es.
La atención de los medios de comunicación atrajo suficiente dinero, buena parte era lo recaudado ese mismo día, para mantener las bibliotecas abiertas durante todo un año. Puede que esto no te parezca un milagro, pero si hubieras estado en la jornada de “lectura de emergencia”, verías que fue al menos el comienzo de uno.
Un puñado de artistas normalmente obsesionados con sí mismos se unieron para decir a la gente de Salinas: Nos preocupamos por tus hijos, tus historias y tu libertad. Algo ha ido tan mal en este país que necesita arreglo, y eso nos preocupa. La lectura y los libros son medicina. Las historias son escritas y contadas por y para personas que han sido quebrantadas, pero que se han levantado, o se levantarán, si se les presta atención. Esas personas somos tú y nosotros. Las historias y la verdad son milagros para el alma, y eso hace que hoy en día esta sea una reunión sagrada.
Biblioteca John Steinbeck, Salinas, California, 2009
Anne Lamott es una aclamada novelista y escritora de no ficción, así como una apasionada activista política, oradora pública y profesora de escritura.
Tomado de Universo Abierto
Tomado de Universo Abierto
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HAPPY BIRTHDAY ANNE LAMOTT!
Anne Lamott is an acclaimed novelist and non-fiction writer, as well as a passionate political activist, public speaker, and writing teacher. But, it’s her tireless support of public libraries that we would like to spotlight and celebrate today. In that spirit, we are proud to present Anne’s moving contribution to our just released book The Public Library: A Photographic Essay.
Steinbeck Country
In Salinas, word went out. This is how many tribal stories begin: word goes out to the people of a community that there is a great danger or that a wrong is being committed. This is how I first found out that the governor planned to close the public libraries in Salinas, making it the largest city in the United States to lose its libraries because of budget cuts.
Without getting into any mudslinging about whether or not our leaders are clueless, bullying, nonreading numbskulls,let me just say that when word went out that the three libraries—the John Steinbeck, the Cesar Chavez, and El Gabilan—were scheduled for closing, a whole lot of people rose up as one to say, This does not work for us. Salinas is one of the poorest communities in the state of California, in one of the richest counties in the country. The city and the surrounding area serve as the setting for so many of Steinbeck’s great novels. Think farmworkers, fields of artichokes and garlic, faded stucco houses stained with dirt, tracts of ticky-tacky housing, James Dean’s face in East of Eden, strawberry fields, and old gas stations.
Now think about closing the libraries there, closing the buildings that hold the town’s books, all those stories about people and wisdom and justice and life and silliness and laborers bending low to pick the strawberries. You’d have to be crazy to bring such obvious karmic repercussions down on yourself. So in early April, a group of writers and actors fought back, showing up in Salinas for a twenty-four-hour “emergency read-in.”
César Chávez |
Now think about closing the libraries there, closing the buildings that hold the town’s books, all those stories about people and wisdom and justice and life and silliness and laborers bending low to pick the strawberries. You’d have to be crazy to bring such obvious karmic repercussions down on yourself. So in early April, a group of writers and actors fought back, showing up in Salinas for a twenty-four-hour “emergency read-in.”
My sad sixties heart soared like an eagle at contemplating the very name: emergency read-in. George W. Bush and John Ashcroft had tried for years to create a country the East German state could only dream about, empowering the government to keep track of the books we checked out or bought, all in the name of national security. But the president and the attorney general hadn’t counted on how passionately writers and readers feel about the world, or at any rate, the worlds contained inside the silent spines of books.
We came together because we started out as children who were saved by stories, stories read to us at night when we were little, stories we read by ourselves, in which we could get lost and thereby found. Some of us had grown up to become people with loud voices, which the farmworkers and their children needed. And we were mad. Show a bunch of writers a free public library is a revolutionary notion, and when people don’t have free access to books, then communities are like radios without batteries. You cut people off from essential sources of information—mythical, practical, linguistic, political—and you break them. You render them helpless in the face of political oppression. We were not going to let this happen.
Writers and actors came from San Francisco and San Jose, from all around. Maxine Hong Kingston came from Oakland. Hector Elizondo drove up from Los Angeles, as did Mike Farrell. The poet José Montoya drove from Sacramento, four hours away. Alisa Valdes-Rodriguez flew all morning to be there. I drove down from the Bay Area with the Buddhist writer and teacher Jack Kornfield.
When we arrived, the lawn outside the Chavez library held only about 150 people—not the throngs we had hoped for—but the community was especially welcoming and grateful, and the women of CODEPINK, who helped organize the event, kept everyone’s spirits up. It’s hard to be depressed when activists in pink feather boas are kissing you. Many people had pitched tents on one side of the library, where they could rest through the night while the readings were proceeding onstage.
Can you imagine the kind of person who is willing to stay up all night in the cold to keep a few condemned libraries open? Well, not me, baby.
I was going home to my own bed that night. But then I saw some of my parents’ old friends who were planning to stay, people who have been protesting and rallying in civil rights and peace marches since I was a girl, people who had driven from San Francisco because they’ve always know that the only thing that keeps a democracy functioning is the constant education of its citizens. If you don’t have a place where the poor, the marginalized, and the young can find out who they are, then you have no hope of maintaining a free and civilized society.
We were there to celebrate some of the rare intelligence capabilities that our country can actually be proud of—those of librarians. I see them as healers and magicians. Librarians can tease out of inarticulate individuals enough information about what they are after to lead them on the path of connection. They are trail guides through the forest of shelves and aisles—you turn a person loose who has limited skills, and he’ll be walloped by the branches. But librarians match up readers with the right books: “Hey, is this one too complicated? They why don’t you give this one a try?”
Inside the library were Hispanic children and teenagers and their parents, and a few old souls. They sat in chairs reading, stood surveying the bilingual collection, and worked at the computers. These computers are the only ones that a lot of people in town have access to. The afterschool literacy and homework programs at the libraries are among the few safe places where parents can direct their children, away from the gangs.
On this afternoon, parents read to their children in whispered Spanish, and the air felt nutritious. As Barry Lopez once said, “Sometimes a person needs a story more than food to stay alive.”
I went back outside. Poets of every color were reading. People milled around with antiwar placards—“¡Libros si!¡Bombas no!” Older members of the community told stories from legends, history, their own families. Fernando Suarez stepped up to the mike and spoke of his nineteen year-old son, who had died not long before in Iraq. Suarez spoke first in English and then in Spanish, as he does frequently around the country, and your heart could hardly beat for the sadness.
Maybe in Oaxaca children are still hearing stories that the elders tell, but these kids in Salinas are being raised by television sets: they are latchkey kids. Their parents work for the most part in the fields and in wealthy homes. If you are mesmerized by television stupidity, and don’t get to hear or read stories about your world, you can be fooled into thinking that the world isn’t miraculous—and it is.
The media attention brought in enough money, partly as a result of that day, to keep the libraries open for a whole year. You might not call this a miracle, exactly, but if you had been at the emergency read-in, you would see that it was at least the beginning of one.
A bunch of normally self-obsessed artist types came together to say to the people of Salinas: We care about your children, your stories, and your freedom. Something has gone so wrong in this country that needs to be fixed, and we care about that. Reading and books are medicine. Stories are written and told by and for people who have been broken, but who have risen up, or will rise, if attention is paid to them. Those people are you and us. Stories and truth are splints for the soul, and that makes today a sacred gathering. Now we were all saying: Pass it on.