lunes, 31 de mayo de 2021

EL BULEVAR un poema de José Pulido

 



Este poema es del año 2000. El maestro César Cortez lo usó como guion en una de sus obras cinematográficas. Lo pongo hoy para quienes no lo conocen. 


 César Cortez


No pude hallar los nombres de los fotógrafos que hicieron las fotografías. De una vez les solicito permiso y les pido que me perdonen por usar sus imágenes antes de que me respondan.


EL BULEVAR


Yo soy el que menos vende, de todos los que venden 

el fruto del trabajo de tu vientre, Jesús. 

Todo lo que empeora se convierte en canto de borrachera vieja, en grima de corazón sin ilusiones. Bluyines y pantaletas, sostenes y correas, yoyos, discos compactos, pintura de uñas, paraguas y pulseras, plástico multiplicado al ritmo de las cucarachas. 

Un tiranosaurio Rex ha vomitado en la avenida, una máquina invisible ha puesto sus huevos en el bulevar. Almohadas, mentoles, carteras, 

cosas desbordando a velocidad de vida y muerte. 

Como mujeres pariendo y hombres matándose. Lleve sus pañales infinitos, llévese sus niños desechables.

unos muslos sensuales se asoman y desaparecen

entre los parapetos de la mercancía

hay un rostro maquillado de mujer fatal

abajo siguen los muslos prometiendo sábados

y arriba está la cara comiendo tallarines

yo no quisiera ser tan infeliz

tú tampoco y él menos

ellos son culpables

por ignorantes y por ignorarnos

Por aquí pasó Vicente Gerbasi

con una guayabera blanca

¿Quién es Vicente Gerbasi?

a mí me suena a italiano

los italianos se fueron

de Sabana Grande

Los tubos enroscados con los tubos

se hincan ortopédicos en el fémur de la sabana

Por aquí aleteó la capa de Pascual Navarro

¿Quién es Pascual Navarro?

a mí me suena a brujo

pregúntale dónde tiene la gallina

los pollos están fritos en Sabana Grande

¿Por qué nosotros no tenemos el jardín de los cerezos?

¿por qué no ventean aquí los bosques del Amazonas?

pero hay un panare agachado, un indígena abrumado

La mujer que parece una virgen con el niño

es la indígena abrumada del panare agachado

¿y el río que teníamos? puras sombrillas

No hay espacios para que pase apuradito Salvador Garmendia

el cacique de Barquisimeto, el chamán de Altagracia

sombrillas y paraguas, frituras extenuantes

uñas postizas, Alá me ampare y me favorezca

¿Qué me importan la ausencia de Rafael José Muñoz y Rafael Cadenas

si una muchacha altanera me tienta con un ramo de lápices?

Agacho la cabeza ante las baratijas

voy a terminar este informe

pero seguiré buceando

debe haber algún tesoro oculto en esta civilización

pero perlas no hay




*******


José Pulido. Fotografía de Gabriela Pulido Simne



José Pulido:

Poeta, escritor y periodista, nació en Venezuela, el 1° de noviembre de 1945.

Vive en Génova, Italia. 

En 1989 obtuvo el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta. En el 2000 recibió el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos. Ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la Serie José Pulido pregunta y publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas.

(Ha fundado y dirigido varios suplementos y revistas de literatura. Si se requiere información detallada sobre estas publicaciones, favor solicitarla a este  correo: jipulido777@gmail.com)

Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, Salamanca, España, entre otras. Ha sido invitado a festivales en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España y Génova. Participó, en 2012, como invitado de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca. En el 2018 y en el 2019 invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova. 

Publicaciones más recientes:

El puente es la palabra. Antología de poetas venezolanos en la diáspora.

Compilación: Kira Kariakin y Eleonora Requena, para Caritas.

Poeti Uniti per il Venezuela, Parole di Libertà  (Poetas Unidos por Venezuela, Palabras de Libertad) publicado por Borella Edizioni, evento respaldado por la Associazione culturale Orquidea de Venezuela, con sede en Milán.

Poemario Heridas espaciales y mermelada casera editado por Barralibro Editores.




sábado, 29 de mayo de 2021

Zygmunt Bauman: "Una buena sociedad sería la que hace que las decisiones correctas sean las más fáciles de tomar."



 Zygmunt Bauman. Imagen tomada de Smythacademy.



12/01/12





Su pensamiento y su obra han sido analizados en una docena de libros. Hijo de una familia judía humilde, ex marxista polaco huido del estalinismo, se refugió en la universidad británica -Universidad de Leeds- y se convirtió en un superventas filosófico. Tirando del hilo de su concepto de modernidad líquida, que define los rasgos característicos de nuestra época, ha escrito sobre la vida líquida, el amor líquido, los miedos líquidos.


POR IMA SANCHÍS - La Vanguardia




Cuál es su descubrimiento más reciente?

Con un pie en la tumba intento hacer balance, y mi constatación es que acabaré donde empecé.
 
¿Buscando una sociedad perfecta?

Sí, hospitalaria para los seres humanos.
 
¿Qué ha aprendido en el trayecto?

He vivido bajo diferentes regímenes, ideologías, modas..., y lo que me resulta más sorprendente es que hay dos valores sin los cuales la vida humana sería impensable: la seguridad y la libertad.
 
Reconciliarlos es imposible, dice usted.

Cuanta más libertad tengamos menos seguridad, y cuanta más seguridad menos libertad. En la sociedad, la conquista de libertades nos lleva a una gran cantidad de riesgos e incertidumbres, y a desear la seguridad.
 
Y entonces nos sentimos ahogados.

Sí, conseguimos que no nos atraquen por la calle, que si caemos enfermos nos atiendan, pero nos volvemos dependientes, subordinados, y eso nos hace sufrir. Así que volvemos a evolucionar a una mayor libertad.
 
¿En qué punto estamos hoy?

Estamos asustados por la fragilidad y la vacilación de nuestra situación social, vivimos en la incertidumbre y en la desconfianza en nuestros políticos e instituciones. Estudiar una carrera ya no se corresponde con adquirir unas habilidades que serán apreciadas por la sociedad, no es un esfuerzo que se traduzca en frutos. Toda esta precariedad se expresa en problemas de identidad, como quién soy yo, qué pasará con mi futuro.
 
Y así llegamos a sus fluidos: sociedad líquida, amor líquido, miedo líquido...

Sí, la modernidad líquida, en la que todo es inestable: el trabajo, el amor, la política, la amistad; los vínculos humanos provisionales, y el único largo plazo es uno mismo.
 
Todo lo demás es corto plazo.

No se da el tiempo para que ninguna idea o pacto solidifique. Este enfoque ya forma parte de la filosofía de vida: hagamos lo que hagamos es de momento, por ahora.
 
Nada dura para siempre, ni siquiera el futuro.

Hoy nadie construye catedrales góticas, vivimos más bien en tiendas y moteles.
 
¿Y por qué lo considera un problema?

Objetos y personas son bienes de consumo, y como tales pierden su utilidad una vez usados. La vida líquida conlleva una autocrítica y autocensura constantes; se alimenta de la insatisfacción del yo consigo mismo.
 
Nos hemos quedado sin utopías.

La felicidad ha pasado de aspiración para todo el genero humano a deseo individual. Se trata de una búsqueda impulsada por la insatisfacción en la que el exceso de los bienes de consumo nunca será suficiente.
 
Y llegamos al consumidor consumido.

Hemos trasplantado unos patrones de comportamiento creados para servir a las relaciones entre cliente y producto, a otros órdenes del mundo. Tratamos al mundo como si fuera un contenedor lleno de juguetes con los que jugar a voluntad. Cuando nos aburrimos de ellos, los tiramos y sustituimos por algo nuevo, y así ocurre con los juguetes inanimados y con los animados.
 
Es decir, otros seres humanos.

Sí, hoy una pareja dura lo que dura la gratificación. Es lo mismo que cuando uno se compra un teléfono móvil: no juras fidelidad a ese producto, si llega una versión mejor al mercado, con más trastos, tiras lo viejo y te compras lo nuevo.
 
¿Qué efectos tiene en el ser humano?

Una actitud racional para con un objeto es una actitud muy cruel para con otros seres humanos. El consumismo es una catástrofe que afecta a la calidad de nuestras vidas y de nuestra convivencia. Creemos que para todos los problemas siempre hay una solución esperando en la tienda, que todos los problemas se pueden resolver comprando, y esto induce a error, nos debilita.
 
¿Por qué nos debilita?

Porque nos priva de nuestras habilidades sociales, en las que ya no creemos.
 
¿Cómo construirse a uno mismo, hallar la felicidad en este mundo líquido?

Hay dos factores que cooperan para modelar el camino de la vida humana, uno es el destino, algo que no podemos cambiar, pero el otro elemento es el carácter.
 
Ese sí lo podemos moldear.

El destino dibuja el conjunto de opciones que tienes disponible, siempre hay más de una opción. Luego el carácter es el que te hace escoger entre esas opciones. Así que hay un elemento de determinación y otro de libertad.
 
¿Hay que resistirse para ser libre?

Viviendo en una sociedad de consumidores, resistirse a ser un consumidor es una opción posible pero muy difícil. Por lo tanto, la probabilidad de que la mayoría de las personas decida resistirse al consumismo es una probabilidad muy lejana, aunque todas las mayorías empezaron siendo minorías.
 
¿Alguna solución individual?

Uno no sólo puede, sino que debe vivir su propia vida y el modelo de vida que le encaje, consciente de las consecuencias y costes que acarrea. Y el problema de mejorar la sociedad, y esta es la respuesta a todas las preguntas futuras que me pueda hacer usted.
 
¿...?

Se resume en hacer que la sociedad sea más benevolente, menos hostil, más hospitalaria a las opciones más humanas. Una buena sociedad sería la que hace que las decisiones correctas sean las más fáciles de tomar.







Zygmunt Bauman comenta el tema "Redes sociales"

jueves, 27 de mayo de 2021

José-Carlos Mainer: El antisemitismo de Pío Baroja desapareció con el Holocausto.






ANTONIO ASTORGA / MADRID


Día 02/06/2012 


  • El profesor José-Carlos Mainer ha investigado la vida de Pío Baroja en una biografía que desvela el alma de un escritor «a quien le debe mucho la prosa española actual»




—¿La posteridad ha podido ser el purgatorio de Pío Baroja? ¿Quién le arrojó al corazón de las tinieblas?
—Baroja ha tenido siempre más lectores que críticos y estudiosos, y cuando Ricardo Gullón pedía «sacar a Baroja del purgatorio» tenía razón: entre 1940 y 1970, del escritor teníamos o biografías amables de los «barojianos» o requisitorias malévolas de sus enemigos. Desde entonces, y más todavía desde finales del siglo pasado, ya no se puede decir lo mismo.


—¿Por qué Baroja «no era un escritor demócrata» y desconfiaba de las masas? Sin embargo, siempre fue un liberal y progresista, recibiendo el respaldo de Ortega, Azorín, Machado...

Baroja fue hijo de su tiempo. Los intelectuales finiseculares eran individualistas y nietzscheanos: solían ser liberales radicales (si pensamos en el significado histórico del «liberalismo», que tiene muy poco, o nada, que ver con el neoliberalismo actual), pero recelaban de la democracia y de la igualdad por prejuicios antropológicos y miedos sociológicos. Los tres mayores valedores de Baroja, que son los que usted cita, compartían muchas cosas con él: Ortega le reprochaba su individualismo montaraz; Azorín era mucho más reaccionario (y sabiamente cauto) que nuestro autor; Machado era un liberal populista y apreciaba lo que en Baroja había de humanismo popular y directo, heredero del romanticismo radical.
—¿Fue Baroja antisemita y a raíz del Holocausto ya no vuelve a decir nada contra los judíos? ¿Por qué ese antisemitismo inicial?
—El antisemitismo de Baroja es el del siglo XIX: no religioso sino político-económico. Y, de hecho, se acusó más en dos momentos de su obra: en su etapa republicana hacia 1910, cuando moteja de judíos a los catalanistas, y después de 1918, en plena crisis europea, como se ve en la trilogía «Las agonías de nuestro tiempo». Nunca fue otra cosa que una manía molesta y, desde luego, desapareció cuando tuvo noticias fidedignas del holocausto.

—Baroja legó un gran respeto por la mujer (su presunta misoginia no se sostiene), el horror por la maldad que proviene del fanatismo y la decidida bondad ante lo humilde. ¿Es así, profesor?

—Algunos de los personajes más perdurables de Baroja son mujeres: la Salvadora de «La lucha por la vida», la María Aracil de «La dama errante», la Lulú de «El árbol de la ciencia»… No se debe confundir la misoginia con el complejo nudo de experiencias y prejuicios que apartaron a Baroja del matrimonio y que explicó con bastante franqueza en «La sensualidad pervertida». En esto, como en lo demás, Baroja fue un hombre que aborreció la brutalidad y al fanatismo y que se acercó a la crueldad y a la violencia pero con íntimo horror.
—¿Con qué certezas emocionales barojianas se queda usted?
—He hablado de «certezas emocionales» como legado del escritor y supongo que habría que preguntar por ellas a los numerosos «barojianos»: imagino que admiran su sinceridad, la valentía de decir hasta lo inoportuno, la piedad de fondo por los desdichados, su empatía con el paisaje y con la música como expresiones de la sensibilidad.
—¿Qué hallazgos inéditos de don Pío introduce, profesor Mainer, en su magnífico estudio?
—No demasiados… Los más significativos, en todo caso, son algunas citas de la correspondencia familiar entre 1936 y 1940 y la descripción de algunas obras inéditas de la última época, cuya consulta debo a la generosidad de la familia Caro Baroja.
—¿Por qué Baroja sentía desazón por su tiempo? ¿Era escritor de camarillas?
—Decididamente, el siglo XX no le gustó, por su violencia y por su gregarismo; prefería el siglo XIX, a despecho de su hipocresía y su retórica… Y nunca fue escritor de camarillas: su tertulia de vejez, en su casa madrileña de Ruiz de Alarcón, no era una tertulia literaria, ni tampoco las que se formaban en librerías de viejo que frecuentó desde finales de los años veinte. Su hermano Ricardo sí era un tertuliano prototípico y quizá esto contribuyó a distanciarlos en la etapa en que vivían todos juntos en la casona de la calle de Mendizábal.
—El estilo de Baroja es uno de los más hermosos de la literatura en español. ¿Ha creado escuela?
—Su gran lección es la sencillez pero también cierta tensión lírica, que Baroja decía haber aprendido de Verlaine. Le debe mucho la prosa española actual: Cela, que siempre se creyó su sucesor, lo imitó… pero con algo de sonsonete ternurista; puede que Eduardo Mendoza o Andrés Trapiello, pese a no ser barojianos de observancia estricta, sean los que hoy recuerdan mejor aquella enseñanza.




«El antisemitismo de Pío Baroja desapareció con el Holocausto»
José-Carlos Mainer (Zaragoza, 1944), historiador de la literatura, crítico y ensayista, autor de ediciones críticas de Valle-Inclán y Machado, sostiene en una espléndida biografía sobre Pío Baroja (Taurus) que obras como «Zalacaín el aventurero», «Las inquietudes de Shanti Andia» o «El escuadrón del Brigante» ocuparían «un lugar de honor junto a las de Joseph Conrad».

Tomado de ABC

martes, 25 de mayo de 2021

José Alberto Gutiérrez: El hombre que adopta libros




Por: Sebú

07 DE ABRIL DE 2017 


José Alberto Gutiérrez es un hombre colombiano común y corriente. De 10 pm a 6 am trabaja en recolectar basura en los barrios más ricos de Bogotá. Después de que en uno de sus turnos encontrara una copia de Anna Karenina de Leo Tolstoy, tuvo una idea. Decidió tomar en sus manos una noble labor. Y es así como desde hace 20 años junta libros que la gente ha tirado y los redistribuye en las zonas más pobres.

Lo conocen como el “Señor de los libros”. Su primera biblioteca comunitaria la creó a partir de todos esos libros que encontró en la ciudad de Bogotá.

El problema en Bogotá es que las bibliotecas comunitarias que hay en la ciudad, están localizadas lejos de las zonas más pobres. Esto genera que no tengan fácil acceso.

Gracias a la idea de José Alberto, se generó la iniciativa “La fuerza de las palabras”. Ahí llevaron a cabo diferentes talleres y conferencias, entre otras actividades. Todo con la finalidad de fomentar la lectura.

Para llevar este programa aún más lejos, se hizo de una furgoneta. La cargó de libros y la paseó por todo Colombia. Llegó hasta las zonas indígenas más remotas.




El proyecto empezó con Alberto recogiendo lo que iba encontrando. Mientras su esposa reparaba carátulas destruidas, su hija los iba categorizando. El hijo menor ayudaba dando talleres y la hija menor ayudaba en ellos. Toda la familia estaba involucrada.

Terminaron montando una biblioteca en la planta baja de la casa.

José Alberto Gutiérrez comentó a The Associated Press que:

Quiero tener mi propio museo de libros.[…] Llevo muchos años recogiendo los que dejan en la basura, especialmente en el norte de Bogotá, pero en los últimos años, como ya me conocen, me han donado miles de ellos.[…]

Esto fue influencia de mi mamá, que tiene 80 años, y me leía (cuentos) todas las noches.[…] Ella hizo que yo le cogiera amor y  fe a los libros. Para mi son el mejor invento y son lo mejor que le pueden pasar a un ser humano.

En total ha rescatado alrededor de 20,000 ejemplares.


En Colombia pueden ayudar con su causa donando libros, material pedagógico en buen estado, computadores y transporte. www.lafuerzadelaspalabras.com 

Cel: 313 286 73 52


Tomado de Televisa News

lunes, 24 de mayo de 2021

José Pulido: entre la magia y un pasado que regresa en palabras

 

José Pulido.Imagen tomada de Escritores.org.



“EN POESÍA BOTO HASTA LA CÉDULA DE IDENTIDAD”



-Alberto Hernández-


** Todos los días me encuentro con gente que nació en la ciudad y siente nostalgia de algo que nunca ha visto. Por eso seguiré insistiendo en esto porque vivo a juro en la ciudad.


** Mi imaginario no es la nostalgia, es un mundo que se quedó atrás pero que sigue respirando en las páginas.


La calle se tropieza con los ojos de quien la escribe y la borra de un tirón. Un hombre, que en sus adentros viaja con dos tumbas serradas en una montaña, deja caer un pedazo de edificio cerca de sus pies. Se mira los pasos, regresa a aquel tiempo cuando el padre se enterraba hasta el cuello para espantar la fiebre y atraer a la muerte con la mirada puesta en un fantasma próximo a la curva de un camino. Un hombre, que llegó a ser un niño extraviado, peregrina en las palabras de José Pulido, el que escribe y borra, el que tacha y deja correr en la pantalla la historia de un país solitario e individual, nostálgico y renuente a cualquier pregunta que no tenga una respuesta precisa.


El novelista también intenta, con la premura de ser citadino por obligación, pasar la mano sobre el vidrio donde se mueven las imágenes agitadas de esa Caracas perversa, limitada en la incredulidad, en la falta de una agonía verdadera, que de una vez termine de ser desgarramiento, torcedura de grito, destello apagado.


La ciudad lo persigue. La ciudad lo confunde con un extraño, porque en verdad lo es. Venido de las tejumbres de Villa de Cura, siempre recién llegado por esa mala costumbre de aferrarse a los viejos portones, a los aleros de aquella infancia que terminaba en la última escalera de El calvario, donde el mundo era tan ancho y tan ajeno que no había lugar para otra mirada.


-¿Y esa otra mirada, la que rasguña la ciudad, es acaso la constante de quien se ve en su obra como desdibujado?


-Sí, mira, lo urbano no afloja en sus aspectos el pasado rural, de lo escarpado, de lo que en realidad nos ha construido, dibujado inicialmente. Fíjate, cada vez hay más gente con ganas de establecer pequeñas comunidades donde esté un árbol cerca, donde los animales sean un lenguaje que aproxime naturaleza y racionalidad. Estamos hablando de culturas híbridas: las calles nos miran desde un hombre que vende imágenes de José Gregorio Hernández hasta otro que se afana en meternos en el bolsillo un Mouse de computadora. Todos los días me tropiezo con gente que nació en la ciudad y siente nostalgia de algo que nunca ha visto. Por eso seguiré insistiendo en esto porque vivo a juro en la ciudad. Mi imaginario no es la nostalgia, es un mundo que se quedó atrás pero que sigue respirando en las páginas.



El novelista de Los mágicos (Monte Ávila, 1999) se encuentra con el cuentista de Vuelve al lugar que se te ha señalado (Contraloría General de la República), pero se recoge en Los poseídos (Editorial Pavilo), libro de poesía que no guarda nada, no esconde la voz de quien se transforma en “un funcionario” en narrativa. Tres títulos de José Pulido que han conocido nuevos lectores que se ha arriesgado a apostar por una entonación insistente, reveladora de atmósferas y topografías verbales asistidas por la memoria de quien retorna de continuo a su terredad.



-Los tres títulos que has publicado contienen algo en común. La magia, esa suerte de exorcismo en la trama interior de algunos personajes, el alarido, como un Ginsberg en medio del desierto, ¿no son acaso el mismo registro, la misma voz en distintos momentos? Porque estás haciendo una escritura en la que el tejido narrativo no se separa de una intención, pero el esqueleto favorece formas, motivaciones, sentidos del escribir.


-Sí, hay una línea muy delgada. Uno atiende a sus fijaciones. En este sentido me siento diferente con esas dos escrituras, la de la narrativa y la poesía. en el poema estoy completamente expuesto a todo: boto hasta la cédula de identidad. No me importa decir lo que quiero decir. Es mi vivencia. En cambio, en narrativa yo soy una especie de funcionario, un observador que trabaja para el lector.


-En este sentido, ¿de qué te cuidas?

-Ah, me cuido de no caer en el ridículo, a menos que me lo exija la trama, el tejido del relato. Le brindo al lector un laberinto por el que yo he atravesado. Digo, en el poema me desgarro, me atravieso yo mismo.


-¿Y de dónde proviene tu poesía?

-Para mí la poesía es una resultante de la narración. Cuando me “tranco” en narrativa, recurro a la poesía para vivir, para descubrir que allí, en ese interior profundo, habita la voz que me revitaliza.


La calle, la ciudad es una apuesta constante, un doblar la esquina en la que el hombre, el que imagina el pasado y lo reconstruye, mitifica el ruido frente al viejo silencio, se sacude los árboles imaginados: la magia llega con los ojos cerrados, cuando comienza la primera línea de la novela y se enreda con el tiempo y el espacio transgredidos. Poseída por las palabras, la historia abona la voz que se agita vertebradamente, entre la luz y la sombra, el poema.


https://josepulido.wordpress.com/


** (Abril, 2004)


(Tomado de “Voces de la memoria / Diálogos y monólogos inconclusos”. Cervantes @ Mile High City Editores, Denver, Colorado, USA, 2013)

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José Pulido. Fotografía de Gabriela Pulido Simne



José Pulido:

Poeta, escritor y periodista, nació en Venezuela, el 1° de noviembre de 1945.

Vive en Génova, Italia. 

En 1989 obtuvo el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta. En el 2000 recibió el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos. Ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la Serie José Pulido pregunta y publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas.

(Ha fundado y dirigido varios suplementos y revistas de literatura. Si se requiere información detallada sobre estas publicaciones, favor solicitarla a este  correo: jipulido777@gmail.com)

Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, Salamanca, España, entre otras. Ha sido invitado a festivales en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España y Génova. Participó, en 2012, como invitado de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca. En el 2018 y en el 2019 invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova. 

Publicaciones más recientes:

El puente es la palabra. Antología de poetas venezolanos en la diáspora.

Compilación: Kira Kariakin y Eleonora Requena, para Caritas.

Poeti Uniti per il Venezuela, Parole di Libertà  (Poetas Unidos por Venezuela, Palabras de Libertad) publicado por Borella Edizioni, evento respaldado por la Associazione culturale Orquidea de Venezuela, con sede en Milán.

Poemario Heridas espaciales y mermelada casera editado por Barralibro Editores.


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Alberto Hernández. Fotografía de Alberto H. Cobo.


Alberto Hernández, es poeta, narrador y periodista, Fue secretario de redacción del diario El Periodiquito. Es egresado del Pedagógico de Maracay con estudios de postgrado de Literatura Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar. Es fundador de la revista literaria Umbra y colabora además en revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Ha publicado un importante número de poemarios: La mofa del musgo (1980), Última instancia (1985) ; Párpado de insolación (1989),  Ojos de afuera (1989) ganadora del 1r Premio del II Concurso Literario Ipasme; Nortes ( 1991), ; Intentos y el exilio(1996), libro ganador del Premio II Bienal Nueva Esparta; Bestias de superficie (1998) premio de Poesía del Ateneo de El Tigre y diario Antorcha 1992 y traducido al idioma árabe por Abdul Zagbour en 2005; Poética del desatino (2001); En boca ajena. Antología poética 1980-2001 (México, 2001);Tierra de la que soy, Universidad de Nueva York (2002). Nortes/ Norths (Universidad de Nueva York, 2002); El poema de la ciudad (2003). Ha escrito también cuentos como Fragmentos de la misma memoria (1994); Cortoletraje (1999) y Virginidades y otros desafíos.  (Universidad de Nueva York, 2000); cuenta también con libros de ensayo literario y crónicas. Publica un blog llamado Puertas de Galina. Parte de su obra ha sido traducida al árabe, italiano, portugués e inglés.