lunes, 30 de septiembre de 2024

Eugenio Montejo: Blaga, el rumano, vivirá lo que viva su lengua una de las más hermosas y más apta para el arte de la poesía






Ensayo sobre Lucian Blaga

BLAGA, EL RUMANO

 

 

 

   Cuando en 1956 los académicos suecos consideraron el otorgamiento del Premio Nóbel de Literatura, ganado finalmente por Juan Ramón Jiménez, un nombre había entre los finalistas casi desconocido fuera de Rumania, su patria, casi desconocido todavía entre nosotros: el del poeta y filósofo Lucian Blaga. La más oriental de las lenguas románicas, la lengua de la tierra adonde Ovidio fue deportado, asomaba por una de sus voces mayores el vigente reclamo de atención a la -madurez de su lirismo. En la obra de Blaga, sin duda, podían verificar una alta concreción de la poesía rumana. Uno de esos momentos en que el espíritu de un pueblo cristaliza en algunos libros que ponen de manifiesto vasta tradición y acendrada experiencia colectiva.

 

   Resulta difícil, después de tanto, estimar el resultado del premio concedido a un poeta de nuestro idioma, sin solidaria satisfacción. Difícil resulta también, cuando el demonio de la objetividad ronda cerca de nosotros, desconocer que Blaga, el rumano, lo habría merecido con solvencia nada inferior al andaluz. A la postre, consignando tal parecer quizá otorguemos al famoso premio una importancia mayor que la señaladamente publicitaria que éste suscita. Pero el hecho que tiene ver, de modo vidente, con la proyección de las lenguas actuales en el ámbito occidental. El asunto adquiere notoria importancia entre los escritores de nuestros días, sobre todo entre aquello que, por heredar un campo lingüístico de influencia restringida, ven limitado el conocimiento de sus obras sólo en un número reducido de lectores.

 

   A la hora del exilio no han sido pocos los que, al mudar de tierra, tuvieron que mudar la lengua. La mudanza es tan dolorosa como arriesgada, y sólo en raras ocasiones resulta recompensada a por el éxito. Lo contrario es, como se sabe, siempre más probable, El ruso Nabokov pudo, gracias a su genio, convertirse en maestro de la moderna prosa inglesa. El rumano Cioran es hoy merecidamente reconocido, si no por su pensamiento, acibarado y cáustico, sin duda por el señorío del buen estilo francés que ha logrado hacer suyo. Sabemos que la poesía, lo sabemos por los poetas desde Ovidio y Dante, puede soportar el exilio y sobrevivir en la tierra nueva; más difícil es, sin embargo, pedirle que sobreviva cambiando de lenguaje. De otro rumano, Mircea Eliade, recordamos su reiterada preocupación por el tema. En su Diario una y otra vez vuelve a referirse al triste destino de quienes se ven fatalmente replegados a las cortas fronteras de sus lenguas de origen. Con insistencia poco convincente, Eliade menciona el caso de Blaga, su amigo, y de otros rumanos, tal vez sin reparar en que la cantidad de sus posibles lectores cuenta muy poco en la misión que se proponen. Digamos también que Eliade, al anhelar un cambio de lengua por parte de tales creadores, acaso desee que las más difundidas logren vislumbrar algo del arte que se oculta en aquellos idiomas menos divulgados. No sé qué habría podido pensar Lucian Blaga, políglota calificado, que poseyó el alemán desde su niñez, sobre el intento de verter su canto en moldes ajenos, pero no es extremado suponer que prefiriese la mudez a la privación de su idioma natal.

 

   La mudez, en todo caso, fue el ámbito de su privilegio. Se sabe que en su infancia tardó más que el común de los niños en articular palabra. Por ello, no se aparta de la verdad cuando, al componer en plena madurez su breve y enigmático Autorretrato, se dibuja a sí mismo en estos términos:

 
Lucían Blaga es mudo como un cisne. 

En su país, la nieve del ser

ocupa el lugar de la palabra.

 

   Por otra página del Diario de Eliade llegamos a enterarnos de lo incómodo que a éste le resulta en ciertos instantes su visita a la casa del poeta, cuya conversación se limitaba a uno que otro vocablo pronunciado cada tres minutos. Lo más extraño, pese a todo, le ocurría al despedirse, cuando la señora Blaga lo instaba a volver, agradecida por tanto como hacía hablar a su marido. La mudez de Blaga contrasta, sin embargo, con el ingente volumen de su obra, impresionante por su variedad, que comprende la reflexión filosófica, el ensayo humanístico y literario, trabajos científicos en el campo de la biología, la traducción de cinco idiomas que dominaba a perfección y el destello de su propio lirismo, única porción de su obra que hasta ahora parece tentar a los traductores occidentales.

 

   Lucian Blaga nace en Lancrarn, Transilvania, el 8 de mayo de 1895. Lancram, al que llama en poema filial " pueblo de lágrimas sin remedio". Pueblo de la región que en otro tiempo formó parte del imperio austro-húngaro y que quedaría incorporado a Rumania a partir de 1918, Hijo, como Gottfried Benn, de un Pastor instruido, Blaga asiste en su niñez a una escuela alemana, más tarde sigue estudios de Teología y obtiene finalmente su doctorado en Biología en la Universidad de Viena, hacia 1920, La Viena de Wittgenstein, para decirlo con el título del magistral estudio de Allan Janik y Stephen Toulmin, que es también la de Freud , Shoenberg, Kokoschka, Karl Kraus y tantos otros espíritus notables. En la capital austríaca pudo imbuirse no sólo en el pensamiento científico y filosófico, sino también en el movimiento expresionista, una dirección espiritual de la que su obra, no obstante, su sello personalísimo, se reconocerá deudora. Desde el inicio alternará su producción en ambas vertientes, atraído a la vez por el conocimiento y el misterio. Una búsqueda múltiple que parece ofrecernos en su tentativa otra comprobación del llamado complejo fáustico, el de la insaciable necesidad de conocer. Y al señalarlo hemos de anotar que dejó, por cierto, al decir de Da rio Novacianu, la más lograda traducción rumana del Fausto de Goethe.

 

   En 1919 aparecen sus Poemas de la luz; y los aforismos de Piedra para mi templo, a los que seguirían una docena de títulos de poesía, otros tantos de teatro y tres densas trilogías filosóficas: la del conocimiento, de la cultura y del valor, que, sepamos hasta ahora no divulgadas fuera de su patria. Esta obra multiforme y reveladora es también la de un silencioso diplomático, cuya carrera se cumple sucesivamente en Varsovia, Berna, Viena y Lisboa, de donde regresa definitivamente a Rumania. Fallece en Cluj, en 1961. Habría podido sumarse a la diáspora que aventó por el mundo a tantos de sus coterráneos. Blaga prefirió en cambio el exilio hacia dentro, la vecindad inenajenable de su tierra. Lo que es un memorable ensayo definió como "el espacio miorítico", el espacio de la Mioritza, la oveja de la célebre balada rumana, le era imprescindible para vivir.

 

   Poemele Luminii (Los poemas de la luz) es el título que dio a su primera obra lírica, el mismo bajo el cual, atinadamente, han reunido sus editores rumanos la casi totalidad de su producción poética. En pocos líricos contemporáneos la reiteración de las imágenes lumínicas alcanza un sentido tan preferente en el alfabeto de sus visiones. Se trata, por momentos, de una contemplación profunda, que parece surgir del fondo 'arquetípico de la memoria, asombrada ante los relámpagos de la caverna platónica. Esta contemplación de la luz, en el juego dialéctico de claridad y oscuridad, viene asociada, como afirma Ramul Munteanu, si no con una visión trágica, al menos sí con una expresión angustiosa, que desnuda el ser y está lejos de proporcionarle, como a otros artistas, sentimientos de seguridad. "¿De dónde viene la luz del paraíso?/ Yo lo sé: es el infierno que lo alumbra con sus llamas", escribe en un texto en que es posible advertir algún lejano eco de Blake.

 

   En Blaga van a convivir, a lo largo de su vida creadora, un poeta y un filósofo en tan cordial acuerdo como para reforzar sus mutuos aportes sin acarrearse hostilidad alguna, vale decir, sin que el uno se adueñe de la voz del otro. El desconocimiento y el misterio constituyen los dos polos por los que su sensibilidad se muestra intensamente atraída, pero en ningún momento el yo lírico disputa sus hallazgos a su doble, el versado filósofo. No pueden tomarse por tanto sus poemas como meras ilustraciones de sus teorías, como ya lo advierte Munteanu. Y diríamos más: acaso porque sabe como pocos abordar el pensamiento sistemático, no se siente tentado a contagiar el poema con la rigidez objetiva del intelecto. La hondura que logra trasmitirnos es la de la palabra poética aislada en su propia revelación, -la que emana del diálogo sentimental con la tradición de su lengua y de sus gentes. Observemos que la misión que reconoce al poeta es la de un redentor, la de alguien capaz de "sacar las palabras de su estado natural y llevarlas a su estado de gracia". Declaración de fe vecina; en cierto modo, a la proclamada por Mallarmé, que distingue al poeta como el señalado para purificar las palabras de la tribu, si bien Blaga se halla lejos del credo glacial y por instantes deshumanizado del maestro francés.

 

   Acaso la frecuentación temprana del expresionismo, de la cual va a librarse no obstante después, preservó su escritura poética de la frialdad razonadora que, en los tiempos actuales, en grave contraste con el arte del pasado, es objeto de un culto tan frecuentado. Otra razón la hemos de hallar en la atención que reservó a "la cultura popular folclórica;' y "más específicamente a la creación anónima nacida del espíritu cristiano como de la proveniente de herejías", donde creyó reconocer la verdadera fuente de la creatividad rumana. Una devoción próxima, en este caso, a la manifestada por Antonio Machado respecto del acervo popular español.

 

El arte de Blaga, aunque se nos aparece cabalmente inserto en las circunstancias de su hora, ahonda y rezuma las experiencias de una tradición, al punto que parece recorrido por un ansia intemporal, confrontado siempre con las preguntas de todos los siglos. Es moderno, porque moderno es su tono, la presentación de sus imágenes y la construcción del poema, pero su modernidad no resulta adrede ni declarativa. Al reparar en que le tocó vivir en una época sacudida por sucesivos experimentos en todos los géneros del arte, la fidelidad a su propia voz adquiere el distingo de un mérito infrecuente. Como Supervielle o Ungaretti, como Machado o Saba, sus contemporáneos, Blaga cava en el hontanar de su lengua, de la cual apenas se reconoce un fervoroso traductor: 

Aun cuando escribo versos propios 

 no hago más que traducir. 

   Traduzco siempre. Traduzco 

 para la lengua rumana 

 un canto que mi corazón 

 suavemente va dictándome en su lengua.

 

   Con los años su poesía, confrontada con sus hondas ralees mitológicas, va profundizando gobernada por una desnudez ascética. Ascética, aclaremos, no en el sentido que hoy se traslada al término en la crítica de poesía, para aupar cierta mutilada sequedad huérfana de toda gracia. Es verdad que esta obra no acusa alteraciones ni cambios de óptica que distingan de modo ostensible los hitos de su periplo creador. En tanto que espectador y participe en las convulsiones artísticas que tienen lugar a comienzos de siglo, Blaga se nos presenta sorprendentemente unitario. Si abandona ciertos recursos expresionistas, visibles en su comienzo, ello resulta de su lealtad a la voz rumana, que él prolonga, tanto como de la atención reveladora con que su palabra busca encarnar el espacio miorítico. Pero en lo esencial la propensión aforística, el registro de las imágenes, la obsesión angustiosa por la luz, "el fantasma del tiempo" y el tono denso e impredecible que gobierna su universo lírico serán siempre reconocidamente los mismos.

 

   A su primer libro ya citado pertenece el siguiente poema, donde fija para siempre la sugestiva proposición d su itinerario lírico. Me permitiré citarlo íntegramente porque creo que nos deja ver, pese a la mengua de la traducción, algo de la precisión verbal y la difícil gracia que hacen de su autor uno de los más altos poetas europeos de nuestro tiempo:

 

Yo no aplasto la corola de milagros del mundo

 ni destruyo

 con la mente los misterios que hallo 

 en mi camino, 

 (en las flores, los ojos, sobre labios o tumbas. 

 La luz de los otros 

 estrangula el insondable hecho oculto 

 en abismos de sombra, 

 pero yo, 

 yo con mi luz multiplico el misterio del mundo. 

 Y así como la luna con sus blancos rayos 

 no disminuye, sino trémula, 

 torna más grande el misterio de la noche, 

 así yo enriquezco también el sombrío horizonte 

 con estremecimientos de sagrado misterio

 y todo lo que es incomprensible

 se convierte en misterio más grande todavía
 
 ante mis ojos 

 porque yo amo

 flores y ojos y labios y tumbas.

 

Blaga, el rumano, vivirá lo que viva su lengua. En el actual mapa lingüístico de Occidente, la suya no sobrepasa los mares ni desborda los límites de la tierra que nombra; es quizá, desde una perspectiva literaria, la menos difundida entre las neolatinas, pero él nos invita a comprobar que es también una de las más hermosas y más apta para el arte de la poesía. Pudo escribir en otras que dominaba y asegurarse, de este modo, más amplia audiencia; pudo también traducirse. En su elección de lealtad a la voz de su tierra se concreta, a mi ver, una sabiduría y una dignidad que nos hablan tanto como la grandeza de su poesía.

 



Este artículo fue tomado de la Revista de la Universidad de México, nueva época, diciembre de 1983.

 
 


Eugenio Montejo (Caracas, 1938-Valencia, Venezuela, 2008) es uno de los poetas venezolanos de mayor trascendencia del siglo XX. Se desempeñó como profesor universitario, investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, director literario de Monte Ávila Editores y diplomático, siendo consejero cultural de la embajada de su país en Lisboa (1988-1994). Vivió algunas temporadas también en Francia, el Reino Unido y Argentina. En la ciudad de Valencia (Venezuela), cofundó las revistas Azar Rey, Poesía y Zona Tórrida. A partir de la década de los sesenta su labor como escritor empieza a difundirse y, a partir de los ochenta, a conocerse internacionalmente, con traducciones al inglés, el portugués, el italiano y el francés, entre otros idiomas. En su país recibió doctorados honoris causa de la Universidad de Carabobo y de la Universidad de los Andes, así como el Premio Nacional de Literatura, en 1998; en México, en 2004, el Premio de Poesía y Ensayo Octavio Paz.

 

En Pre-Textos se han publicado: Obra completa Tomo III. Blas Coll y los colígrafos (2023), Obra completa Tomo II. Ensayo y géneros afines (2022), Obra completa. Poesía I (2021), El cuaderno de Blas Coll y dos colígrafos de Puerto Malo (2007), Fábula del escriba (2006), Papiros amorosos (2002), Partitura de la cigarra (1999).

 
Lucian Blaga (1895-1961) fue uno de los creadores más importantes de la primera mitad del siglo XX de Rumanía. Personalidad polifacética, es autor de más de cincuenta libros de poesía, teatro, filosofía, traducciones y memorias. Su obra poética, iniciada en 1919 con Los poemas de la luz, continúa en vida del autor con Los pasos del profeta (1921), En el gran tránsito (1924), La alabanza del sueño (1929), En la divisoria de las aguas (1933), En las cortes de la añoranza (1938) y Los insospechados peldaños (1943). La edad de hierro, Navíos con cenizas, La canción del fuego y Qué oye el unicornio son libros póstumos publicados en el volumen Poemas en 1962.

 

Fuente biográfica: Editorial Pre-Textos

 

Tomado de Revista El Golem


miércoles, 25 de septiembre de 2024

El Árbol Peregrino de Vytautas Subacius

 



Estimados Liponautas

Hoy tenemos el agrado de compartir con ustedes el libro EL ÁRBOL PEREGRINO , un poemario  de Vytautas Subacius. Ahora podrán leer el prólogo del Dr. Miguel Herrera Estraño

El libro pueden leerlo o descargarlo gratis.




Prólogo


 Escribir el prólogo para la publicación de un poeta no es una tarea fácil para alguien como yo, sin experiencia en rimas, métricas y recursos estilísticos, a quien le agrada y complace escribir como afición, pero resulta un hermoso desafío que no es posible eludir, sobre todo si es una sorpresiva y honrosa solicitud de alguien que no conocemos personalmente sino mediante la referencia de sus colegas y múltiples ahijados, más de una docena de promociones de su Facultad de Ciencias de la Salud, quienes le felicitan y se enorgullecen de él como uno de sus maestros en la profesión hipocrática, tanto en el área de la clínica médica como por su disciplina y productividad para escribir y publicar poemas en las redes sociales, donde establecimos el primer contacto y allí comenzó a tejerse una amistosa red, algo así como la conformación de una especie de holograma.

Cuando en el 2020 comencé a leer sus poemas, una época de pandemia viral en Italia y en la gran parte del mundo, me atreví con esa audacia de quien descubre un área que no practica habitualmente, a realizar algún que otro comentario a la producción poética del profesor Vytautas Subacius, atraído por su transparencia y apertura en interesantes temas de contenido humano, social y ecológico, con sus matices, intencionalidades y tonalidades, que me condujeron a identificarme con el tema de la inmigración o cambio de país, por el estado de deterioro de un territorio de inmensos recursos humanos y naturales desaprovechados por la ingenuidad y capacidad de autoengaño de muchos de sus habitantes, como por ejemplo elegir emocionalmente administradores que desconocían hasta el significado de dicho término y que tenían muy bien encubiertas sus conductas de transgresores de las reglas de convivencia social, auto denominados “revolucionarios”: fachada para encantamiento de masas desposeídas y que buscaban, por supuesto desde mi perspectiva, tan solo como coartada, detener el progreso de las múltiples corruptelas populistas en curso creciente para el inicio del milenio, solo para superarlas. 


En el momento que escribo este honroso encargo para el “récipe poético” que publica el colega clínico, docente y amigo Vytautas, en el país donde ambos egresamos de nuestra Alma Mater, la Universidad de Carabobo. país que en la actualidad atraviesa una profunda y existencial crisis que parece definitoria, una etapa compleja de incertidumbres y arbitrariedades que se niega a desaparecer y dar paso a otra más deseable, armoniosa y democrática que pugna por aparecer y acabar con el injusto peregrinar de millones de habitantes en diáspora, tal como lo anticipa, cuasi proféticamente el inspirado y afortunado título que nuestro amigo poeta ofrece para la reflexión, el deleite y mensaje de buen vivir, acompañado de una polisémica expresión poética, para el espíritu de sus muchos lectores.


¿Y qué significa el árbol peregrino?, una metáfora vegetal de una vida de devoción, de viajar en cumplimiento de una búsqueda cuasi religiosa hacia un sitio de culto, algo así como “el camino de Santiago” o de una forma errante de viajar sin un destino fijo, extraño o exótico, voluntariamente o por fuerzas circunstanciales.


Me propongo expresar aquí tres vertientes: primero, la imagen que refleja el profesional creador quien me concede este honroso privilegio; segundo, pergeñar algunas ideas extraídas de mi percepción subjetiva de media docena de los 54 poemas seleccionados por el autor, y por último, un intento de concebir el retrato de un vivir apasionado y con propósito definido que me impresiona en esta reveladora obra. 


Sin conocer personalmente a Vytautas, emergió en mí una corriente de empatía generada por la admiración, reconocimiento y afecto que recibe de sus múltiples amigos, alumnos y colegas, característico de alguien que no parece buscarlo sino de quien descubre y agradece los merecidos elogios de su obra poética y mucho más por ser quien es para aquellos que le conocen íntimamente al haber compartido las vivencias de su exitoso actuar profesional tanto en cardiología como en docencia, investigación y cultura universitaria. 


Conozco al profesor Subacius por su trayectoria académica universitaria, por sus labores de investigación, por sus publicaciones y por su prolífico compromiso cultural, su disciplinada incursión en el teatro y la poesía universitarias, su participación en los encuentros internacionales de poesía en la sede de la UC. Se que nació en una fronteriza población lituana, Vosiunai, limítrofe con Bielorrusia y que emigró a Venezuela con sus padres para vivir en el sur de Valencia, como lo refleja en uno de sus poemas.


 ¿Cómo lo describiría?, una persona de tendencia independiente, sociable y agradecida que rinde culto a la amistad, que no es proclive a reunirse con cierto tipo de personas que carecen de valores positivos como lo revela en su poema Yo no marcho con ustedes y que sus numerosos ahijados de promoción en la Facultad de Ciencias de la Salud nos muestran su excepcional brillantez en la docencia universitaria y nos deja una profunda huella de su calidad humana.


Además, tengo la fortuna de conocer a muchos de sus amigos y colegas quienes podrían dar Fe, mejor que yo, de sus excepcionales cualidades personales y profesionales.


¿Qué percibo en una pequeña selección de sus poemas? 


En A la sombra de un árbol se muestra la aparición de diversas emociones, sentimientos, vivencias y experiencias mediante la metáfora del árbol y su localización en dos mundos diferentes, el destierro, el amor, la soledad, desilusiones, el desamparo, el encierro como coraza defensiva y el consejo paterno de transformar realidades.


…cierro los ojos y vienen a mi encuentro otros tiempos,

grandes amores también desilusiones.


******


Mi padre, cual inefable sabio de Lemuria

me transporta a mundos olvidados con cipreses y abedules


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De pronto mi soledad se puebla de breves paraísos,

aparece la luz perdida,

aquella que aún en lo más profundo de las grutas resplandece,

la que me ayudó a cerrar puerta y abrir ventanas

evitar el extravío en el encierro y escudarme contra engaños.


 *******


El velo se despeja, trae consuelo a mi errancia,

apacigua el desencuentro y torna soportable el destierro.

Abro los ojos, el árbol cuya sombra me ampara no es bucare ni samán.


Otoño en Coventry. Aquí parece resurgir la sensación de pérdida, del no retorno del destierro, la percepción de la “tierra arrasada”, la preocupación ecológica interviene creativamente en el proceso de elaboración del duelo, la mezclada de la lluvia con las  lágrimas, el resplandor otoñal y la metáfora del verdor vegetal.


prosigo, me integro en la colorida sinfonía otoñal,

observo con deleite la danza ocre de las hojas, en su despedida del follaje

para alfombrar mi caminería


*******


Regreso a la otra realidad a la cual sin querer pertenezco


 *******


Invita a purgar el alma mediante la compasión.


En Sueños, el poeta ensaya una categorización que atrae mi atención como Psiquiatra, al que le entusiasmaba analizarlos con satisfactorios aciertos en algunos momentos particulares de la práctica psicoterapéutica. En este poema se reflejan sentimientos de pérdida, otros de felicidad y buenos augurios. Se recuerda mejor aquello que evoca sentimientos profundos.


Hay sueños que al abrir los ojos se desvanecen,

 sueños que nada dicen, exhalan silencios,

despertar en blanco sensación de perdida.

Hay sueños reveladores, irradian madrugadas con sonrisas en los labios

Hay sueños melancólicos, premoniciones de días tristes, de soledad


***


Hay sueños nítidos, recuerdo de amores que marcaron


 ***


Renazco de viejas cenizas siendo el mismo y sin embargo otro


***


Hoy despierto y siento que hay paz en mi alma,

                        la realidad es otra

                                                   “y los sueños, sueños son”



Calles muestra el recorrido habitual de diversas calles con los sentimientos, experiencias, inquietudes y reflexiones que pueden quedar en el pavimento, angustias, alegrías, fracasos y éxitos. Una invitación a la libertad sin expresión de temores.


Cada quien espectador de su propia vida y del entorno

                              cómodos en la paradoja,

                   sin desear mando ni ser mandados,

                                no ser líder ni guiado,

            sin genuflexiones ni ciega obediencia

                                  Con el alma libre

        sin temor a la noche ni a lo que ella esconde.


Árbol. La metáfora inspiradora del texto que ocupa nuestra atención, una descripción de todos los beneficios y acompañamientos que le ofrece el árbol al ser humano y al cual el autor le incorpora la única función que no puede realizar del todo, “ser peregrino” como el ser humano, por necesitar de sus raíces y de un terreno distinto para cada especie, lo que impide  que muchos no puedan ser trasplantados. Este peregrinar complementario lo asumen en el poema las nubes.


Finaliza con el símbolo del madero, cruz del eterno médico de cuerpo y alma, el eterno peregrino de los creyentes.


El alma del árbol nos brinda afecto,

extiende sus ramas en fraterno abrazo,

cobijo solitario,

protección contra la locura que nace del asfalto

consuelo por las pérdidas sufridas

en el holocausto de valores y conciencia dormida.

Junto a sus raíces están nuestras raíces,

sus ramas son nuestras ramas

arraigados ambos estamos en la tierra que nos nutre,

con la mirada vuelta hacia nubes peregrinas.

*******


Hay quienes en su infinita ignorancia

abusan del bosque donde tu habitas,

te hacen mercancía para rebozar sus insaciables arcas.

Son los que Jesús expulsó del templo.

También fuiste utilizado para segar vidas;

una veloz saeta.

ramas para cumplir sentencias,

la cruz para aquel que vino a redimirnos.

Pero de eso fuiste inocente.


*******


renaces una y otra vez

con fulgor verdoso en primavera.


Si regreso. Son las preguntas sin respuesta del reencuentro, de la esperanza, del mito del eterno retorno, la esperanza que alberga el peregrino, ese anhelado deseo que se explicita en los momentos del encuentro consigo mismo, con nuestra Esencia.


Volar o morir me dije

como aquella pequeña ave migratoria

que atraviesa el océano

sin saber que no regresará.

Si regreso

¿hallaré las mismas calles?

¿Qué respuestas darán a mis preguntas?

¿Quién me dará la bienvenida?

 *******

 los que habitaron mis ausencias?

los del sentir universitario?

los vencidos por la esperanza vana?

Serán las ramas secas

con pájaros sin nido las que me saludarán?

Seré el hijo pródigo que vuelve

o tan solo una sombra de lo allá vivido?


*******


Las distancias cobran un precio establecido,

caducan los boletos de retorno

y solo un eco del intento

queda dando vueltas.


Para no alargar más este prólogo, solo deseaba que la tercera vertiente, el retrato de la concepción de un vivir apasionado y con propósito, pudiese ser diseñada como una especie de muestra de investigación cualitativa, para lo cual me hubiera gustado utilizar un recurso como el “Atlas Ti”, pero para no exceder el espacio del que dispongo, realizaré una breve síntesis de las categorías temáticas y el análisis de los poemas relacionándolos con las vivencias del autor utilizando, para la categorización de los tópicos de este nutritivo y original poemario, el esquema de los cuatro cuadrantes propuestos por el filósofo Ken Wilber como herramienta integral de análisis de los fenómenos humanos desde perspectivas múltiples, representando dimensiones de la realidad y asociándolos con los niveles Lógicos de Bateson y Dilts, dos instrumentos de mi interés didáctico.


En el Cuadrante superior derecho u Objetivo (Exterior-individual): de nivel Entorno o

Conductual: A la sombra de un árbol, en un café, Mallorca, Otoño en Coventry, En Coventry, Sombra, Lluvia, Calles, Siempre en un café, Puertas, Caminería, Música, Cuarentena, Diciembre, Camposanto, Errancia, el viejo café, Amor I, Amor II.


En el Cuadrante superior izquierdo o Subjetivo: Interior-individual) de nivel Capacidades, Creencias: Sueños, Soledad, mi Ítaca, Tiempo, Otredad, Flor, Ciudad de Noche, Árbol, Al encuentro del otro, Fui joven, Al final del camino, Regresan, Puentes, Vigilia, Mi Credo, Amanecer, Huellas, Soliloquio, Dualidad crepuscular, Intemperie, Dos caminos, Si regreso, Recuerdos, Amor IV.


Cuadrante inferior Izquierdo o Cultural (Interior colectivo): nivel Identidad, Valores: Crecí en el sur de la ciudad, Yo no marcho con ustedes, Liturgia.


Cuadrante Inferior derecho o Social (exterior colectivo) nivel Espiritual: El amor fue nuestro aliado, Eva Lucia, Sarah, Amor III.


Dr. Miguel S. Herrera Estraño*



*El Dr. Miguel S. Herrera Estraño es Médico Cirujano egresado de la Universidad de Carabobo en 1968 (Promoción V). Psiquiatra en el Centro de Salud Mental del Estado Miranda y Docente universitario (jubilado) de Psicopatología y Clínica Psiquiátrica en la Universidad de Carabobo, sede Aragua. Life Coach desde 2009. Doctorado en Patología Existencial e Intervención en Crisis en la Universidad Autónoma de Madrid, 2010






Vytautas Subacius. Ensayista. Fundador del Teatro Universitario de la Universidad de Carabobo.

Profesor y médico cardiólogo. Perteneció a la redacción de la revista Poesía del departamento de literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo. Fue miembro del comité del Encuentro internacional de Poesia Universidad de Carabobo. (EIPUC)




El Arbol Peregrino by Dimitri Lipo



martes, 24 de septiembre de 2024

Ibsen Martínez, escritor, a Milagros Socorro: No soporté La vida es bella de Begnini

 


EL CINE SEGÚN

El cine según… Ibsen Martínez


Milagros Socorro 


Con tres ediciones agotadas en menos de dos meses, la novela de Ibsen Martínez “El mono aullador de los manglares”, editada por Grijalbo-Mondadori, lo ha convertido en el autor de moda en Venezuela. Aquí su filmografía privada.

Imagen tomada de Deportescineyotros


-¿Qué estrella de cine persiste en su admiración desde su infancia?


-Jack Lemmon. Por su empática e inerme bonhomía de hombre común en El apartamento, su apostura no demasiado glamorosa en Irma la Dulce, su inefable sentido de la farsa en Una Eva y dos Adanes, su fragilidad varonil en Días de vino y rosas, por la integridad llevada al plano de la neurosis en El prisionero de la Segunda Avenida, por su dilatado matrimonio tragicómico con Walter Mathau y la paródica misoginia de Extraña Pareja (y de todas las secuelas de esa maravilla de Neil Simon que dirigió Billy Wilder). Por la dimensión trágica de su creación actoral en Atrapen al tigre.

The Apartment (1960) | Official Trailer | MGM Studios



-¿Qué final de película le gustaría reescribir y qué cambios le introduciría?


-El final de Lo que el viento se llevó. Tal como termina parece prometer una secuela. En mi opinión, Scarlet O’Hara debe conservar Tara, su plantación, y también a su cuñado aburrido que tanto procuró birlarle a su hermana por puro espíritu de contradicción: sería el mejor castigo a la majadería de ponérsele difícil a Rhet Butler, su hombre, genuino sapo de la misma charca de Scarlet.


-¿Cuál es la película con la que más ha llorado?


-Cuando era niño, con el final de El puente sobre el río Kway; ya grandecito, lloré mucho con Fanny y Alexander. Hace poco lloré un río con Estación Central.


-¿Qué película tiene ganada una reputación injusta?


Casablanca, de Michael Curtiz. Las razones pueden hallarse en [el volumen de recopilación de críticas cinematográficas ] Un oficio del siglo XX, de Guillermo Cabrera Infante. Las suscribo por completo. Y admito sólo lo que él también menciona como excepcional en Casablanca: es un prodigio de casting.




-¿Qué papel le gustaría interpretar usted y vivirlo en la realidad?


-El de Harvey Keitel en Smoke (film basado en un guión del novelista norteamericano Paul Auster, donde Keitel encarna al propietario de una tienda de tabaco donde recalan todos los personajes y sus conflictos. El personaje de Keitel es, además, fotógrafo y ha llevado por años el registro gráfico de la esquina donde se ubica la tabaquería).

Smoke (1995) Official Trailer 1 - Harvey Keitel Movie



-¿Cuáles son los malos actores cuyas interpretaciones usted, sin embargo, disfruta?


-Arturo de Córdova, Charles Bronson.




-¿Cuál fue la última película cuya proyección abandonó antes de finalizar?


La vida es bella. Y me perdonan.



-Si pudiera elegirlos personalmente, ¿qué actores –de cualquier cinematografía del mundo- le gustaría tener en la adaptación al cine de su novela?


-La Vicky está entre Maribel Verdú y Fabiola Colmenares; Raúl Juliá sería Aurelio Sotolongo; Robert Downey Jr. sería Guillermo Cabañas; Antonieta podría ser Emma Thompson o Assunta Serna; Rafael Villaurrutia sería Pepe Sacristán; José Gregorio Hernández sería Flavio Caballero y Dimas El Caminante sería Oswaldo Guillén.


-¿Qué es lo que en verdad no soporta en una película?


-Que rehuya el final feliz sólo por dar gusto a los snobs que desdeñan los finales felices.


-Cuando se lleve el cine su vida, ¿qué genero preferiría? ¿quién le gustaría que la dirigiera? ¿qué actor le gustaría que hiciera su papel? ¿qué actores y actrices quisiera que estuvieran en los otros roles? ¿cómo empezaría la película y cuál sería la escena cumbre?

Román Chalbaud

-Una comedia costumbrista, eso sería mi vida. Dirigida por Román Chalbaud y protagonizada por un Joe Pesci hispanohablante. La secuencia de títulos de la película comenzaría en un aula de clases, durante un examen de reparación. La cámara me descubre al final del salón, escuchando con audífonos un radio transistor que trasmite la serie mundial Baltimore-Dodgers,a mediados de los años 60. Willy Davies comete su legendario tercer error al campo y yo lo transmito con júbilo al resto de la clase y me expulsan en la creencia de que estoy “soplando”: repito el cuarto año de bachillerato. En la secuencia final, genuina escena cumbre, despierto de mi locura, recupero el juicio, perdono a todos mis enemigos y muero para congoja infinita de mi fiel Sancho Panza y mi sobrina.


 Tomada de Milagros Socorro




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Fotografía coloreada de Vasco Szinetar






Periodista y escritora venezolana nacida en Maracaibo en 1960. Trabaja como periodista independiente en diversos medios impresos, como la revista Exceso, el diario El Nacional y la revista Bigott. Ha publicado Una atmósfera de viaje (cuentos, 1989), Catia, tres voces (testimonio, 1994), Alfonso "Chico" Carrasquel. Con la V en el pecho (testimonio, 1994) y Actos de salvajismo (cuentos, 1999) con el que obtuvo el premio de narrativa de la Bienal José Antonio Ramos Sucre (Cumaná), en 1997. Sus textos se pueden leer en La BitBlioteca.
Ganadora del premio Nacional de Periodismo en el año 1999 y del premio La Haya el Premio Oxfam Novib/PEN por su interminable labor a favor de la libertad de expresión.

Fotografía original de Vasco Szinetar
 Tomada de Prodavinci



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