Estimados Liponautas
Hoy tenemos el agrado de compartir con ustedes un monólogo del escritor cojedeño Francisco Aguiar. en este blog es la segunda vez que publicamos un monólogo de su autoría. el primer monólogo publicado fue LA ALCANTARILLA.
Cat on a Hot Tin Roof (1958) Official Trailer 1 - Elizabeth Taylor, Paul Newman Movie HD
El titulo de esta pieza nos hizo recordar el filme del año 1958, Una gata sobre el tejado caliente protagonizados por Elizabeth Taylor y Paul Newman. Película basada en una obra de teatro de Tenesse Williams titulada Una gata sobre el tejado de zinc.
Disfruten de la obra
Atentamente
La Gerencia.
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ACTO ÚNICO
Escenario: cámara negra. Sobre el mostrador de la boutique: cajas con vestidos de novia, velos, coronas, una cartera y un celular. En los costados; maniquís exhibiendo prendas nupciales. En el lateral derecho: una mesa con una botella de whisky, un vaso, una rosa y una silla. En la parte superior; las cámaras de vigilancia que grabarán a Mercedes Oropeza hablándole a una audiencia imaginaria. Al abrirse el telón debe escucharse de fondo, al menos por dos minutos, Panis Angelicus de César Franck u otra pieza sacra de la iglesia católica. La luz es opaca, pero conforme se va deteniendo la música gana brillantez.
Mercedes Oropeza: Dicen que toda mujer debe salir de velo y corona de su casa. ¿Lo creen? ¿De verdad creen que casarse es un logro? (Reflexiva) Mi mamá lo creía y celebró, cual si fueran logros: sus bodas de algodón, de cuero, de seda y así hasta llegar a las de plata. (Va a la mesa. Prepara un vaso de whisky. Toma un poco) Dedicó veinticinco años de su vida, al dizque "sagrado sacramento del matrimonio" para que papá la cambiara por la hija de su mejor amiga. Una mujer treinta años menor que mamá… pero, créanme, eso no fue lo que causó su desasosiego, su crisis moral y alcoholismo. Lo causó el hecho de no haber celebrado - tal como lo hizo mi abuela - sus bodas de oro. (Pausa) La sentencia de que debía estar junto a mi padre hasta que la muerte los separara, a sangre y fuego, se grabó en sus entrañas.
En lo que a mí respecta ya voy para las bodas de estaño, es decir, dentro de poco se cumplirá una década de haberme casado con Rubén... con el Dr. Rubén Ramírez. (Pausa) Mercedes Oropeza de Ramírez ¿y qué he logrado? Pues una úlcera (Extiende los brazos) y esta prestigiosa boutique (Deja el vaso en la mesita). Soy la flamante propietaria de BELLEZA BLANCA. La boutique que tiene los mejores vestidos de novia de este país. (Señala con el índice a algún señor o señora). ¿Cierto que su hija se casó con uno de mis vestidos? Aunque, aquí entre nos, de nada sirvió pues me enteré que abandonó a su esposo antes de cumplir los seis meses de casada. (Se carcajea) Si al año de habernos casado se celebran las bodas de papel... su hija no celebró ni las bodas de capullo.
Perdón, perdón, creo que me extralimité. No fue mi intención burlarme. ¿En qué estaba? Ah sí, que mi boutique se llama BELLEZA BLANCA. Hermoso nombre, ¿no creen? Bauticé mi negocio de esta manera por el adagio que dice que "la belleza blanca es lo que da el cariz a la luna de miel". Por cierto, todos concordamos que lo mejor del matrimonio es la luna de miel y es, como bien sabemos, lo que menos dura. "Que todas las noches / sean noches de boda / que todas las lunas / sean lunas de miel". Ay, si se pudiera lograr el deseo de Joaquín Sabina. El deseo de ese soñador. Poeta tenía que ser.
De mi luna de miel quizá les hable más adelante, pero como soy diseñadora de modas quiero hablarles de mi vestido ¿les parece? (Se dirige al mostrador y levanta una de las cajas que contiene uno de los vestidos que debe entregar dentro de poco. La acaricia). Con un vestido de corte imperio y lindos encajes en tul me casé. Uno como este, ya que crea una línea limpia y fluida que cae suavemente hasta los pies. (Pausa corta). Para no aburrir diré que esas cajas contienen vestidos de corte princesa, sirena, redondo y trompeta o, mejor dicho, trumpet. (Avergonzada). Perdonen mi francés. No domino del todo el idioma del amor, pero en cuanto a los diseños - modestia parte - soy una verdadera autoridad.
La dueña de este vestido (Vuelve a mostrar la caja. La deja en su sitio) me comentó que no estaba segura de llegar hasta el altar con su prometido, de dar ese paso, puesto que ama a otro hombre. En ese comentario estaba su llamado de alerta, su voz de auxilio y saben qué le dije: "Que siga con esa cuchara, aunque le dé boquera". Le dije eso en vez de lo que anhelaba oír con todas sus fuerzas. (Pausa) Las palabras que deseaba oír le habrían dado el coraje de mandar todo a la mierda, de salir corriendo. (Camina frenéticamente por la boutique. Tiene una crisis) ¿Soy una mala mujer o simplemente estoy condicionada por mi madre, mi abuela, mi bisabuela y así ad infinitum? Reflexiónese la respuesta. El condicionamiento es lo que ha ocasionado mi úlcera, pues reprimo cada una de las infidelidades de Rubén. Por no arrojar platos o decir unas cuántas groserías - a modo de expresión - tengo una úlcera que me está matando.
Me arde aquí, aquí (Se toca el abdomen. Va hacia la mesa, levanta la silla, se sienta. Toma otro trago). No, no me vean así. Sé que el whisky no beneficia en nada a mi úlcera, pero a mí sí. Me desinhibe, me hace locuaz, me suelta. Tanto como para hablarle a esta audiencia imaginaria que en nada beneficiará a mis problemas existenciales. Pero a quién puedo hablarle: ¿A mi marido?, ¿a la alcohólica de madre?, ¿al zángano de papá?, ¿a la solterona de mi hermana?, ¿a mi perro? (Pausa larga. Suspira). Si al menos tuviera un perro... (Mira hacia una de las cámaras de seguridad de su boutique. La señala con el índice derecho. Se estremece). Menos mal que soy la única persona que tiene acceso a las cámaras de seguridad, pues cualquiera que me viera hablando sola, mejor dicho, hablándole a una audiencia imaginaria creería que estoy loca y a eso le tengo miedo... le tengo miedo al qué dirán. El qué dirán me aterra. ¡Por eso finjo que mi vida es perfecta! (Llora).
Les pregunto: ¿Soy un monstruo o una paradoja? (Se levanta de la silla y apoya sus manos sobre la mesa. Mira desafiante al público) Soy como el dantesco personaje que en su juventud tuvo el deseo vehemente de ser veterinario y terminó, tiempo después, convertido en el dueño del matadero más grande de este país. ¿Se dan cuenta de la paradoja que soy? (Pausa) Yo envío a las chicas que vienen a esta boutique a esa empresa desprestigiada que se llama matrimonio. Eso hago. Las envío al matadero, pero de algo hay que vivir. (Sarcástica) No me miren así. No olviden que el progreso se alimenta de carne humana y vaya que he progresado. Mis ingresos han aumentado de forma considerable. (Camina hacia el mostrador) Mi vida es tan desgraciada como la de cualquiera de ustedes, pero sufro con dinero. He allí la diferencia.
¿Recuerdan que les comenté que mi mamá lamentó no haber celebrado sus bodas de oro, tal como lo hizo mi abuela? Bueno, un día le pregunté a mi abuela que cómo hizo para soportar, durante más de cincuenta años, a Don Ramiro… ya que - por lo que me cuentan - era mujeriego y no conforme con eso: la maltrataba. Respondió: "Pues nada. Me quedé con la cuchara que elegí, aunque me diera boquera". (Pausa) Se fijan, fue lo mismo que le recomendé a la pobre muchacha dueña de este vestido (Señala una de las cajas que están sobre el mostrador). Como pueden ver es un asunto familiar. Algo de vieja data. (Pausa larga) Que el matrimonio a nivel mundial ha decrecido - y han aumentado los divorcios - lo sé. Pero el matrimonio jamás podrá erradicarse de la tierra y, como esto es así, personas como yo se lucrarán por siempre de las desgracias ajenas. (Sarcástica) Cuestión de números.
Con respecto a la solterona de mi hermana debo decir - ahora que lo pienso -: que tengo con ella una insospechada sociedad. (Cínica) Yo hago que las chicas se casen y ellas las divorcia. Aunque nunca me he llevado bien con María Eugenia, me he visto - en más de una oportunidad - entregando las tarjetas de presentación del bufete de abogados de mi hermana. (Pausa) OROPEZA Y ASOCIADOS. Le va muy bien. Le llueven clientas. (Pausa) Se especializa en dejar a los hombres en la calle. Si debe quitarles la casa, la empresa, el carro o lo que sea: lo hace con el mayor de los gustos. (Pensativa) No sé qué le habrá hecho Javier - el único novio que le he conocido -, pero lo que hizo debe ser muy grave, pues la misandria de María Eugenia es palpable. (Pedante) ¿No saben que es? Dios, qué incultura. Es lo opuesto de misoginia, es decir, si la misoginia es el odio o aversión hacia la mujer… la misandria es el odio o aversión hacia el hombre. En fin, mi hermana odia a los hombres. A todos.
¿Quieren que les hable de cómo Rubén me pidió matrimonio? (Va hacia su cartera. Saca un espejito y maquillaje. Se maquilla). Ya va. Ya va. La lloradera arruinó mi maquillaje y primero muerta que sencilla. ¿En dónde iba? Ah sí, que ustedes quieren que les cuente cómo Rubén me pidió matrimonio. Bueno, me lo pidió en el último año de mi carrera. Si mal no recuerdo ya les dije que soy diseñadora de modas. (Pausa) Me pidió que me casara con él en el cafetín de mi universidad. No me lo pidió en un restaurante lujoso como de seguro imaginaron. Sin embargo, fue lo mejor, ya que las chicas de las diferentes facultades que se encontraban merendando, desde ese momento, empezaron a mirarme con envidia. (Muestra el anillo de matrimonio. Lo acaricia) Nunca me lo quito y nunca me lo quitaré. Este anillo es mi mayor orgullo. Prosigo: en pleno cafetín - delante de todos - se arrodilló y me dijo: "Mercedes, ¿quieres ser mi esposa?". Como pueden entrever dije que sí y el recinto se llenó de aplausos. Ay, ¡qué bello recuerdo! Lástima que la rutina haya apagado el fuego inicial.
Por cierto, anoche tuve un sueño raro, un sueño de esos que rayan con el absurdo. (Toma la rosa que está en la mesa con delicadeza. La huele. Se dirige al proscenio) Soñé que estaba en el jardín de mi casa. Estaba amaneciendo y por el canto de las aves entreví que estaba a punto de llover. De repente me percato que en el tejado se encontraba una bella rosa. (Paladea) UNA ROSA EN EL TEJADO. Un ente decorativo, pero absurdo. Absurdo como yo. Como la vida misma. ¿Me comprenden? Visto desde otra perspectiva sería un sueño hermoso. Sin embargo, sé que no lo es. Sé que es mi inconsciente mostrando algo que no logro descifrar del todo. (Pausa) Yo no soy esta coraza. Soy la rosa que alguien cortó y colocó con sutileza sobre el tejado de una casa lujosa para que el mundo pueda apreciarla. ¿Ustedes aprecian la rosa que soy? (Triste) Espero que sí. (Coloca la rosa con delicadeza, en el proscenio, para que el público la aprecie).
Basta de cosas tristes. ¿Quieren que les cuente sobre el día más feliz de mi vida? Por lo que veo han esperado esta historia con ansias. (Transición. Las luces bajan intensidad. Evoca el pasado) A ver, ¿por dónde empiezo? Ah sí, empezaré por el Ford blanco que me paseó - por toda la ciudad - hasta llegar a la catedral. Un Ford Mustang descapotable propiedad de mi tío Steven. Un clásico. Una belleza. (Pausa) Me sentía una reina. En el trayecto la gente me saludaba y me llenaba de palabras cargadas de buenos augurios y bendiciones. De repente, al cruzar la esquina contigua de la plaza, apareció la catedral. El auto se detuvo. Me ayudaron a bajar. En esas mi padre me presentó su brazo y entramos a la casa de Dios (Se coloca un velo o uno de los vestidos de novia de la boutique. De fondo se escucha la Marcha nupcial. Danza por todo el escenario. Se detiene intempestivamente. Las luces vuelven a la intensidad normal. Prosigue su relato). En el altar - como es la costumbre - me entregó a mi prometido y el sacerdote empezó la ceremonia. Por cierto, Rubén estaba nervioso y cuando le tocó colocarme el anillo (Lo muestra) la mano le temblaba.
¿Qué más quieren que les diga? Ah sí, para cerrar con broche de oro: les diré que - en cuanto nos cayó la lluvia de arroz a la salida de la catedral - mi tío le entregó las llaves del descapotable a mi esposo para que nos dirigiéramos al festejo. (Pausa) Las latas, que estaban amarradas en la parte trasera del auto, durante todo el trayecto anunciaron con su delicado estruendo que iba pasando la mujer más feliz del mundo.
No he olvidado que debo hablarles de mi luna de miel. ¿Qué dónde fue? No coman ansias. Calma. Tengan calma. Acá les va: fue en Cancún. Nos hospedamos en el Hotel Emporio. (Pausa) Por si no lo saben es un hotel emblemático ubicado en el corazón de la zona hotelera. Es famoso porque tiene acceso directo a la playa y por ofrecer una experiencia de lujo y confort. ¿Quieren más detalles o voy directo al grano? Bueno, acá les va. En el Hotel Emporio perdí mi virginidad. (Con orgullo) Yo seguí los pasos de mi abuela - no como otras -. Yo sí llegué virgen al matrimonio. Me entregué a Rubén en cuerpo y alma. Me entregué como deber ser. (Pausa larga) Lástima que estuvimos en Cancún sólo cinco días.
¿Quieren que les dé un consejo gratis? No les revisen el celular a sus esposos. Era feliz hasta que me puse a buscar lo que no se me había perdido. Hallé fotos, conversaciones. Lo necesario para saber que desde hace año y medio me está poniendo los cuernos con una enfermera. No se fíen de las enfermeras. No se fíen de esa gentecita. (Pausa) Desde hace dieciocho meses mi vida ha sido un infierno. (Toma el celular del mostrador. Lo muestra) Y lo peor es que todo lo que le escribe esa maldita mujer puedo leerlo… hackeé el teléfono de Rubén para que eso ocurriera. Se encontrarán en El Hotel Central a las nueve de la noche y el infeliz me dijo que hoy le tocaba guardia en el hospital. (Fúrica) Mentira. Una vil mentira. ¿Saben qué me provoca? Me provoca confrontarlo. Decirle que lo sé todo. Mostrarle las evidencias. Pero no, seguiré fingiendo pues yo no quiero terminar como mi mamá. Yo sí celebraré mis bodas de oro. (Transición. Vuelve al mostrador. Deja el celular. Toma su cartera, la abre y saca una pistola. Deja la cartera en su lugar. Armada se dirige al proscenio. Mira desafiante a los espectadores) ¿Sigo con mi vida perfecta o me dirijo al hotel donde van a revolcarse este par de tortolos? (Pausa larga) Soy la rosa que alguien cortó y dejó de manera absurda en el tejado (acaricia la pistola) y mis espinas son estas balas. ¿Qué quieren que haga? ¿La mato a ella? (Dispara). ¿Lo mato a él? (Dispara). ¿O los matos a ambos? (Dispara en dos oportunidades. Conmocionada por lo que acaba de hacer deja caer el arma. Se dirige al público). Aquí no ha pasado nada. Volveré más tarde. Iré a borrar todo lo que quedó grabado (Señala hacia arriba) en esas malditas cámaras. (La luz decrece. Oscuridad).
Telón
UNA ROSA EN EL TEJADO, monólogo de Francisco Aguiar
Esta pieza será presentada en el III Festival Local de Monólogos que se llevará a cabo los días 16,17 y 18 de Octubre en la Casa Cultural Nélson Mandela. Específicamente el viernes 17 de octubre de 2025, a las 6 pm. La entrada es gratuita.
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La pieza será interpretada por la actríz valenciana Marivic Jiménez
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