Imagen tomada de Sapos y princesas. |
viernes, 27 de mayo de 2022
La Economía de la Atención frente a la Economía del Monedero
jueves, 26 de mayo de 2022
LOS PECADOS CAPITALES DE CINCO CURAS
Fuentes:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-6959-2011-12-30.html
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-6959-2011-12-23.html
miércoles, 25 de mayo de 2022
Gustavo Coronel: Necesitamos fabricar ciudadanos en Venezuela .
agosto 23, 2020
Fabricar ciudadanos
La madre se ilusiona al ver a la hija de cuatro años con tutú y zapatillas. Da por sentado que al crecer continuará abrazada a Terpsícore, pero no entiende que tendrá que esperar a que la niña crezca, se desarrolle y evidencie condiciones físicas y disposición de oído y sensibilidad artística y musical. Tendrá que esperar a que el tiempo haga posible que su ilusión se convierta en auténtico alborozo porque puede ocurrir lo contrario: que al crecer en lugar de líneas esbeltas y armoniosas, como exige el ballet, la niña muestre excesivas protuberancias y un cuerpo macizo o descolorido.
De igual manera tendremos que esperar el paso del tiempo para saber si el niño será médíco, abogado, poeta, mecánico latonero, carpintero o afinador de piano. La educación, la formación universitaria requieren tiempo; piden serenidad para ordenar los movimientos que se suceden a medida que avanzamos en la edad y el conocimiento.
Cuando nací hace noventa años en una Caracas decididamente provinciana se decía de ella que contaba con doscientas mil almas. Una manera de alta nobleza para señalar la beatitud de espíritu de sus gentes. Hoy puede contar con cinco millones de habitantes, muchos de ellos convertidos en usuarios y muy pocos en ciudadanos equipados de conciencia civil, conocedores de los deberes y derechos señalados y otorgados por una Constitución sin manchas y por leyes sin piquetes al revés.
Gustavo Coronel. Imagen tomada Editorial Dahbar. |
Hoy escucho una voz que pide ser escuchada. Es la voz de un venezolano que considero irrepetible llamado Gustavo Coronel. No tengo espacio para hacerlo y dejo que sea Google quien diga cuáles son los méritos de Gustavo Coronel. De entrada, él afirma que “con gente como Maduro, la familia Chávez, El Aissaimi, Padrino López y sus cómplices y colaboracionistas nunca tendremos una Venezuela digna.” Y advierte: “con un gentío silencioso, sin masa crítica ciudadana, seguiremos chapoteando en el atraso. Si no nos vemos en el espejo tal cual somos, nunca podremos salir adelante!”
Bajo el socialismo del siglo 21 el país sufre lo indecible, pero para Gustavo Coronel el problema de fondo está en la mediocridad de la sociedad venezolana y establece que de los 32 millones de venezolanos cinco son buenos ciudadanos activos; 15 son potenciales buenos ciudadanos que viven pasivamente; 10, son gente indiferente que solo se preocupan de su propio bienestar a costa del bienestar colectivo; 2 millones son criminales y delincuentes, desde hampones a ministros, carecen por completo de conciencia ciudadana y solo persiguen la acumulación de poder y de riquezas mal habidas, no importa cómo. Los 20 años de este siglo XXI, dice, han sellado la tragedia y han llevado al país a la ruina.
Gustavo Coronel propone un Plan que debería considerarse como política de estado. ¡Lo encuentro magistral! Se extendería a lo largo de dos generaciones: el Plan no es otro que ¡fabricar ciudadanos! “Después de 45 años de casi continua declinación y deterioro se requiere un cambio actitudinal profundo que solo puede ser efectuado por un país de ciudadanos. El cambio que necesita el país no es el cambio que se dio en 1999, ése de una democracia ineficiente y mediocre a una dictadura cruel y corrupta. No necesitamos cambiar para empeorar. La única manera de mejorar es mejorando la materia prima ciudadana y ello debe ser el producto de una labor perseverante que tomará dos generaciones. Convertir al país en una fábrica de ciudadanos. No hay atajos, no hay caminos verdes populistas y mágicos. Este es el único camino que nos llevará a la meta deseada. Y llevarlo a cabo es perfectamente posible si existe la convicción de que es indispensable y se acomete como parte de una política de estado que trascienda los quinquenios políticos.
Si nuestro liderazgo no lo entiende así y persiste en ignorar esta verdad tan elemental, el país siempre quedará al nivel de los más atrasados del planeta”.
Se trata de una utopía necesaria y realizable que adoptaría eficaces técnicas educativas; sería permanente en el tiempo y de caracter obligatorio; se evaluaría con regularidad y contaría con ayuda internacional.
Gustavo Coronel se pregunta: si la necesidad de fabricar buenos ciudadanos activos es evidente, por qué no se ha llevado a cabo este Plan? Y él mismo responde: “porque la medición de sus efectos tomaría mucho tiempo, más allá de lo que el liderazgo político generalmente considera deseable para sus fines. En efecto, la medida de tiempo usual para un proyecto político es de seis años, es decir, la duración de un ciclo de gobierno. De allí que cada nuevo gobernante traiga consigo su visión particular, casi siempre con abandono de toda la precedente”.
“En Venezuela los presidentes del siglo XX estructuraron programas denominados como La Gran Venezuela, El Gran Viraje, El Pacto Social y La Reestructuración del Estado, El Cambio Va, cada uno de ellos orientado a darle un vuelco a la situación del país en el breve término de un mandato de seis años”.
“Fabricar ciudadanos es una tarea que tomará entre una y dos generaciones para que el país sienta su pleno impacto en la conducta y actitud ciudadana de sus pobladores. Para que el liderazgo político asuma el compromiso de iniciar y mantener en el tiempo un proyecto de esta naturaleza deberá ejercer su poder político con grandeza y visión de largo plazo”.
Me enorgullece, digo yo, apoyar un Plan como éste de educación civil capaz de fabricar ciudadanos y estoy dispuesto a prolongar cincuenta años mas mi nonagenaria edad sólo para verlo florecer y dar los frutos que anhelamos.
Tomado de El Nacional.
Rodolfo Izaguirre. Fotografía de Gaby Oraa. Imagen tomada de Prodavinci. |
martes, 24 de mayo de 2022
Félix de Azúa: No hay mayor placer que saludar a un joven maestro y decirle "¡Salve! Ahora nos toca aprender de ti".
Patricio Pron. Imagen tomada de Diario Vivo |
lunes, 23 de mayo de 2022
Orlando Chirinos a Rafael Simón Hurtado: Escribo para ser querido.
Orlando Chirinos. Foto de José Antonio Rosales. |
Orlando Chirinos: Escribo para ser querido. Una entrevista de Rafael Simón Hurtado
Orlando Chirinos: Mi tiempo literario está inscrito en mi tiempo vital
11/01/2010
A Orlando Chirinos no le gusta el bronce de los homenajes. Cargar con el peso del metal, aunque sea metafóricamente, le abruma. “Tengo miedo a los homenajes. Si acepté éste, ofrecido por el Departamento de Literatura de la Universidad de Carabobo, no fue por vanidad. Estoy muy lejos de eso. Lo recibo para corresponder al afecto con el que me ha sido ofrecido”.
Orlando Chirinos nació en 1944, en el estado Zulia, pero su niñez y adolescencia transcurrieron en el estado Falcón. Fundamentalmente en la sierra de Curimagua y en la ciudad de Punto Fijo, en la península de Paraguaná. A Valencia llegó hace treinta años.
Conocer los datos geográficos de su nacimiento es necesario, pues nos permite comprender la materia de la que está hecho el metal de sus palabras. Chirinos ha grabado en cada uno de sus libros “una atmósfera espiritual y anímica a través del lenguaje, del carácter de sus personajes, de la descripción de los ambientes y de la fuerza narrativa con la que emprende, incluso, el ejercicio lúdico y experimental”. Última luna en la piel, 1979; Oculta memoria del Ángel, 1985; En virtud de los favores recibidos, 1987 y 2000; Adiós gente del sur, 1991; Mercurio y otros metales, 1997 y Parte de guerra 1998, son algunos de sus trabajos. Libros con los que ha alcanzado el derecho a ser reconocido como un autor importante. De “peligrosa calidad”, al decir del escritor Luis Barrera Linares.
Aunque “no se escribe para ser reconocido, afirma; ni siquiera para ser conocido, si no para ser querido. Lo que me complace de la literatura es conseguirme con alguien que haya sido capaz de conmoverse por algo que uno ha escrito. Que haya sido capaz de ser tocado por una línea puesta en uno de mis libros. Me reconozco en ese lector que me hace sentir que lo que he escrito no ha sido en vano”.
Su viaje literario lo emprendió aquí en Valencia hace treinta años, con un paisaje prefigurado de lo que quería encontrar. En este sentido el viaje fue para él una metáfora del deseo. Un deseo construido desde la carencia o desde la necesidad del afecto. El viaje tuvo de este modo sentido: viajando se pudo reencontrar con lo que no conocía de sí mismo. Y entre los efectos producidos se topó con el romper, el trizar de la rutina, para dar espacio a la exploración. A una gramática del azar, de lo no totalmente previsible.
-“Cuando realizo un viaje pienso en los avatares que me va a deparar ese viaje. La gente que voy a conocer, en qué circunstancia lo voy a realizar, cómo va a concluir el viaje, los sinsabores o las cosas gratas que me pueda deparar, pero dejando muchas cosas en manos del azar. De la misma manera la literatura también es un viaje hacia alguna parte. Es un gran descubrimiento. Pero un cuento, una novela, un poema reclaman su propio derrotero, su propia vida para hacer ese viaje.
Más allá está el misterio de la existencia, el misterio del texto, de la escritura, y el escritor actuando como un intermediario. Por eso desconfío de los escritores y de los poetas que se erigen como seres especiales. Yo trato de vivir desde otra perspectiva. Primero soy un ser humano con alguna capacidad para transferir lo que sucede o lo que imagino”.
Y aunque la literatura es lo más serio que hay en su vida -la ha perseguido siempre, leyendo o escribiendo-, no se cree el cuento de ser escritor, a pesar de que la profesora de literatura Esther Fernández, a quien recuerda con gratitud, se lo afirmara. No se lo cree ni siquiera por algunos mensajes que ha estado recibiendo desde hace algún tiempo: Premio I Bienal de Literatura Alfredo Armas Alfonzo (1982), Premio del Concurso de Cuentos del diario El Nacional (1983), Premio Municipal de Literatura (1984) y Mención en el Concurso de Cuentos Premio Juan Rulfo (1987).
-“No me lo creo, dice. Me resisto, tal vez porque alguna gente maneja un estereotipo con el que no concuerdo: el escritor, como ese ser de vida exquisita que, encerrado en una torre, otea la vida de los demás desde lejos. Por el contrario yo creo que un escritor se debe a la vida. El escritor es un intermediario entre el libro, el texto y los lectores, que debe estar asistido de una sensibilidad especial -eso sí-, para captar la atmósfera de su época, y con la formación suficiente que le permita transformar en literatura lo que se vive en esa atmósfera”.
En los tiempos que corren los escritores ya no entretienen reyes, antes bien, muchas veces son menospreciados por los dirigentes políticos. Porque son tiempos de radicalización en los que el escritor se convierte en un vehículo de Dios, que se pone en sus manos y debe convertir a sus personajes en servidores de la causa de su tiempo.
-“Este es un tiempo propicio para que el escritor venezolano se impregne de su entorno y lo interprete. Pero lo que ocurre es que estamos muy adentro para hacer un análisis ponderado. Hay nombres en nuestra literatura que están produciendo cosas muy buenas: José Luis Palacios, Slavko Zupcic, Juan Carlos Méndez Guédez, Juan Carlos Chirinos, sólo por mencionar algunos. Quienes ya han comenzado a trazar los rasgos que caracterizan un movimiento”.
-“Son los rasgos que predominan en nuestra novísima literatura. Por ejemplo, la presencia de la ciudad. Con algunas añoranzas, todavía, por una forma de vida que hoy está en desventaja. Me refiero a esa ciudad-aldea que Eugenio Montejo nombra en sus textos. Esas ciudades habitables, humanizadas que se han ido borrando de la realidad, pero no de nuestra memoria, porque quedan impresas, precisamente, en la literatura. Otro rasgo característico es la violencia. Con una mirada precisa y audaz, los autores indagan en las nuevas formas del sometimiento de los habitantes de la ciudad, sus miedos, sus estados de ánimo”.
Hoy, al parecer de manera paulatina, se vuelven a llenar los huecos que el goce de la literatura reclama sean llenados, no sólo para satisfacer afanes academicistas, sino para tener una visión total y completa de la realidad, a través del texto narrativo. No existe, sin embargo, una voz que represente a una corriente entera, cada voz es personal y puede recibir influencias de distintas corrientes según el momento. Las influencias, en todo caso, siempre deseables y enriquecedoras, dice Orlando Chirinos, no deberán colocarse por encima de la voz del escritor.
-“Los venezolanos siempre hemos estado enceguecidos por la literatura foránea, yendo detrás de modelos, de formas expresivas, extrañas a nosotros. Esto no es un fenómeno nuevo. La gente del movimiento literario Contrapunto, de la década de 1920, reconoció cómo había sido influida por la literatura norteamericana y alguna literatura europea. Pero no es que las influencias sean un hecho negativo. No, por el contrario. Lo que ocurre es que no hemos sabido asimilar esas influencias, nos hemos dejado arrastrar por las influencias de forma avasalladora. Una cosa es reconocer influencias en nuestra escritura y otra muy distinta es dejarse invadir totalmente por ellas. Esta situación ha llevado a algunos de nuestros editores y críticos a desconfiar de la literatura producida en el país. Temen, no se arriesgan con nosotros. Como sí lo hacen otros países latinoamericanos como México, Argentina y Colombia, que sí respaldan y apuestan por sus escritores”.
Apuesta que se traslada a todas las formas posibles de aupar la literatura, de manera que quien se inicia, también tenga un espacio para crear y dar a conocer sus obras. Orlando Chirinos cree que la riqueza de la literatura está no sólo en el trabajo de los autores consagrados, sino también en la creación anónima de aquellos que intentan cada día encontrar un espacio para manifestarse.
-“Venimos de un concurso de literatura en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Carabobo, en narrativa y en poesía. Yo estuve dentro del comité organizador, encargándome de todo lo relacionado con la publicidad, la conformación de los jurados, la revisión y clasificación de los textos. Con algunos inconvenientes que produjeron el retardo de la recepción, la discusión y la notificación pública del veredicto. Pero eso sí, con un dictamen dado con total transparencia, en el que resultaron ganadores Rafael Victorino Muñoz, en narrativa, y Dayana Alastre, en poesía. Pero nada es perfecto. Después de todo el trabajo, realizado con amor y entusiasmo, el decanato de la Facultad de Educación, que es la institución que otorga el premio, no dispone de los recursos para entregar el premio, según se me ha dicho, porque no hay dinero, lo que a mí me parece una falta de consideración y respeto para los creadores y para quienes hicimos el trabajo de organización con mucha fe. Después de esto a uno le queda el sentimiento de que la literatura es adorno. Pareciera que no hay forma de hacer entender que la literatura es un oficio respetable. La literatura no es ocio, ni vagancia”.
En el inciso que le toque o en el espacio que le corresponda, ese forcejeo empieza para Orlando Chirinos en los detalles de su vida diaria: lo perdido, darlo por perdido para el país, el amor o la literatura, pero por lo menos devolverlo con las sombras de una derrota todavía calificable; con un gran cascabel para oír y reconocer el recuento degradado. La vuelta al espejo, pero medidos con la vara de una sensibilidad crítica que reconstruya la farsa o la verdad a modo de retrato.
-“Mi tiempo literario está inscrito dentro de mi tiempo vital. A Mario Vargas Llosa, de quien discrepo ideológicamente pero a quien reconozco como un gran escritor, le oí decir en alguna ocasión que a él la literatura le organizaba la vida. Yo digo que a mi me ocurre todo lo contrario: a mi la vida me organiza la literatura. En muchas ocasiones yo he decidido diferir planes de escritura de cuentos, de poemas, de novelas, en función de las cosas que vivo en ese momento.
Cuando yo estudiaba en la UCV, regresaba muy tarde en la noche a Valencia, en el último autobús. En ese recorrido yo leía mucho, de ida y de venida. Pero un día me di cuenta de que me estaba perdiendo lo que ocurría a mi alrededor. Comprendí que el texto, por leer o por escribir, podía esperar por mí; siempre iba a estar ahí, a mi alcance, pero la vida no. Entonces preferí estar más atento de lo que ocurría en la vida”.
-“He decidido, entonces, estar atento de las cosas apremiantes de la vida. De realizar las que, por alguna circunstancia he pospuesto, como aprender a nadar, por ejemplo. Nado, metafóricamente, pero en las aguas de la literatura; en las de verdad, no. Me gustaría también viajar: a Grecia, a Bolivia, a Argentina, a México, a España. Me gustaría aprender un idioma. Vuelvo sobre algunos libros y sobre algunos autores como el escritor noruego Knut Hamsun, en quien siento una energía primitiva con la que me reconozco. En uno de sus libros dice: “El ser humano también busca el cementerio mientras vive para descansar, es la isla en el mar del sur, pero no hay ningún sitio en donde la vida luche y venza como aquí. Aquí se encuentran los árboles más grandes y los gusanos más llenos de vida”.
-"La literatura, dice, es eso: un universo que pretende erigirse para competir con el universo de la realidad, un deseo de prolongarse, pero no por un deseo de fama, sino por el deseo que tiene el hombre de ir más allá de la realidad, de sobrevivir”.
Tomado de Biblióntecario
Rafael Simón Hurtado. " Al fondo la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá en Maracaibo. Estado Zulia |
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