Estimados Amigos
Hace unos día se celebró otro aniversario más del Cine Arte Patio Trigal, exactamente el 29 de septiembre, y por esta razón compartimos con ustedes esta refelexión que Rafael Simón Hurtado escribió en el momento del irregular cierre de la sala de cine en el año 2012.
Ahora es el momento de hacer un balance del alcance de la funcion cultural del Cine Arte Patio Trigal y como se ha articulado con la ciudad de Valencia tomando en cuenta el pasado, el presente y el futuro de las actividades cinematográficas culturales en este ingrato burgo.
Disfruten del texto
Richard Montenegro
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8 de septiembre de 2012
Con la anuencia del administrador de este sitio, me permito colocar algunas reflexiones de espectador sobre la experiencia que, como sala de exhibición cinematográfica, ha sido para mí Cine Arte Patio Trigal, -y lo que debe ser-, respondiendo a la solicitud de los propios administradores y como punto central de la propuesta. Aclaro, que de ninguna manera son reflexiones expertas.
EL CINE, EN CUANTO ACTO DE MAGIA, existe para satisfacer la necesidad de la ilusión, que es, como se sabe, una indispensable necesidad humana. Cuando se escribe, se pinta, se componen o se ejecutan piezas musicales, se recrea la ilusión, es decir, se abre la puerta de la realidad por donde se ingresa a aquello que anhelamos como seres humanos hacia lo que creemos que es la belleza, o lo estético. De esta manera, quienes somos espectadores de la representación cinematográfica sabemos que el cine es una representación del mundo, mediante una ilusión; eso sí, viviendo esa ilusión como si fuese una realidad.
Cine Arte Patio Trigal, durante más de 20 años (incluidos sus períodos de cierre), ha contribuido a recrear esa ilusión, con la cual se ha confirmado que “las fronteras son inventos de los hombres, de acuerdo a la película La gran ilusión de Jean Renoir.
Ha habido aciertos, también errores; pero lo incuestionable ha sido que ese tránsito ha venido dejando una huella en la mirada del espectador.
Este foro puede ser un testimonio de esa huella.
Hoy, cuando se promueve la reapertura de la sala, por distintas vías y conforme a diferentes puntos de vista, se vuelve a insistir en las razones que han impedido que esa huella sea más profunda o que la pisada del espectador sea más frecuente.
Se cuestiona las decisiones de las autoridades universitarias, -actuales y pasadas-, en cuanto a la remoción o nombramiento de las directivas. Se discute sobre el acierto de algunas iniciativas que han conducido al cierre temporal de la sala. Una de las “quejas cronificadas” es la ausencia de público. En este sentido se habla de promoción insuficiente, de apatía del espectador, de las causas externas al propio cine, como un servicio de transporte público que desestimula la asistencia, sobre todo en las funciones nocturnas; del miedo a la inseguridad, que algunos admiten.
A ello se agregan la falta de iluminación callejera, la vigilancia nocturna, la pérdida en el poder adquisitivo de los salarios, la inflación, y hasta el cine mismo que, sometido a fórmulas ya superadas, no ha sido capaz de sortear la desbandada con mejor calidad de la que ofrecía en otras épocas.
Otro tema es el de la carencia presupuestaria institucional, que también otros aceptan como verdad y otros no. Del poco o inexistente apoyo de la empresa privada, sin que ello suponga la sustitución del gasto público…
Al parecer, de lo que nadie duda es sobre la calidad de las muestras, la necesidad de la propuesta y la efectividad de los convenios que, hasta ahora, han garantizado esas muestras. Incluso, hay quienes consideran que la presencia del profesor Daniel Labarca, -dentro de los cuales me incluyo-, fue fundamental para sostenerse y permanecer con criterios de un cine de arte. El profesor Daniel Labarca (con sus errores, que seguramente los tuvo, y sus aciertos, que son los más evidentes), mantuvo una iniciativa desde la pasión y el gusto personal por el cine.
En este punto de la historia, cuando la UC vuelve a abrir la sala, se renuevan las preocupaciones: ¿Se mantendrá el estatus de Cine de Arte? ¿Es idónea la directiva para asumir estas responsabilidades? ¿Es adecuada la nueva imagen que se le está dando a la sala?, por sólo nombrar algunas.
Todavía no tengo las respuestas para estas preguntas.
De lo que no tengo dudas es que debe ser la Universidad de Carabobo, con sus autoridades actuales y futuras, la responsable legal de la ejecución de una política cultural de exhibición cinematográfica. Es la institución la que debe actuar para desatar los nudos que han distanciado a los estudiantes, profesores y empleados, -y al público en general-, del ejercicio de la ilusión cinematográfica, según lo ha manifestado reiteradamente, por ejemplo, el periodista Alfredo Fermín en El Carabobeño.
Yo, como espectador, como amante del cine, puedo exponer mis pareceres, dar mi opinión, en cuanto a lo que este espacio debe ser. Someter mis juicios a la directiva con la esperanza de que puedan ser tomados en cuenta.
Más allá del valor de la sensibilidad, de la creatividad, del conocimiento, de la comunicación y de la expresión humana que el Cine Arte Patio Trigal proporciona, mis planteamientos como espectador se dirigen a manifestar mis preocupaciones para que la sala no pierda su humanidad. Esta es una de las materias pendientes de la Universidad de Carabobo.
La naturaleza original de la proyección visual pública, es una propuesta de viaje, para la que se requiere que el espectador sea debidamente provisto de la atmósfera necesaria.
Entendida cada sesión cinematográfica como una puesta en escena colectiva, ver una película, sin embargo, es un acto individual, que se reconoce en la finalidad última de llegar al momento mágico del encuentro con el contenido de la cinta.
Es así como el ritual de presenciar una película, debe rodearse de una particular forma de recibir, atender y guiar al espectador en un itinerario especial.
Ante la avalancha de las nuevas realidades, el cine universitario –y sus espacios de proyección-, desde la entrada misma tienen que trabajar para conseguir establecer esa diferencia, usando, incluso, algunas de las herramientas de las que se vale el cine llamado comercial, pero sin perder su espíritu.
El entretenimiento es cada vez más elaborado y exigente por la perfección de la imagen, al ambiente de proyección y a la comodidad que busca el espectador. Por eso es necesario desarrollar toda una cultura que tome en consideración una ubicación estratégica, que ya se tiene: el Centro Comercial Patio Trigal, en donde se pueda incorporar el centro comercial al cine, y no el cine al centro comercial. Un lugar rodeado de magia, desde que se ingresa al mismo centro comercial.
En esto puede contribuir la apertura de tiendas, librerías, exposiciones, que aborden el hecho cinematográfico. El diseño de los carteles, los anuncios en electrónicos de publicidad en lugares estratégicos del centro comercial, la comodidad de las antesalas, el cuidado de los cuartos de baño, la decoración con cuadros y esculturas, la atención de los acomodadores, el diseño del empaque para la venta de chucherías, la humanización del comercio de la imagen, con dignidad; la elaboración creativa de los anuncios en prensa, radio, televisión e internet, deben estar dirigidos a envolver al espectador de esa magia.
Y no me digan que sueño, porque no hago otra cosa que seguir uno de los postulados del propio cine.
Pero además, como acto social, la puesta en escena debe revelar una cultura que nos identifique a todos sin excepción. Aumentando estos atributos se puede competir en algunos aspectos con la televisión e Internet.
A ello hay que añadir lo que es esencial a la exhibición: las películas. Aquí entra en juego la planificación de la creación, la clasificación de las películas por géneros, la tipología de los actores, las tendencias, los directores, en cuyo trabajo de expertos, no deben quedar por fuera las sugerencias del espectador.
Fachada nueva del Cine Arte Patio Trigal |
Ante la iniciativa de reapertura ya propuesta, creo que se deben presentar aportes que den respuestas, además de los necesarios cuestionamientos.
El gran reto del Cine Arte Patio Trigal es presentarse como una propuesta para la intimidad respetuosa de la exhibición, en contra de los “grandes centros comerciales cinematográficos”; para poder vivir la ilusión de la que ya hemos hablado, desde la comodidad de nuestros asientos; un poco antes y un poco después…
Además del lucro financiero, al que no se le debe tener miedo, si fuese el caso, la sala debe cumplir con objetivos esenciales: culturales, artísticos o educativos. Las ganancias económicas que se obtengan por el uso del espacio como un recurso de autofinanciamiento (sala de usos múltiples, por ejemplo), debe y tiene que interesar en la medida en que ayuden a mejorar el cumplimiento de los objetivos anteriores.
Se debe aprender a vivir en un mercado competido ofreciendo servicios de calidad, humanizados. Por esa razón se debe tratar de distinguir a la sala no sólo por los criterios de programación, por la excelencia de su proyección y sonido, por la calidad física y el buen trato del material que se exhibe, por la seguridad y comodidad de sus espectadores, sino también por la eficiencia de los servicios adicionales que se ofrezcan, como los de información, crítica, publicaciones, en beneficio de la formación de un público.
Cine de Arte Patio Trigal debe hacer énfasis en lo alternativo como un atributo de distinción que la diferencia de otras salas, en medio de un comportamiento estandarizado, común. Lo alterno es una fortaleza con la que se debe hacer referencia a la variación, al cambio, a lo que es diferente, a lo tradicional, lo institucional, lo clásico.
Esto no significa que se deba descartar el llamado cine comercial. Como sala alternativa, se debe presentar el cine comercial, y cualquier otra tendencia, con dinámicas de reflexión que permitan situar y comprender el contexto de realización de cada película; porque lo comercial no se contradice con lo estético y lo cultural. Una producción audiovisual cuyo interés es fundamentalmente económico, no la hace mejor ni peor, estética o culturalmente hablando. De la misma manera que una producción nacida de meritorios propósitos culturales o políticos, pueden ser tanto exitosas como desafortunadas, estética y comercialmente hablando.
Uno de los grandes retos a vencer es la propia cultura audiovisual como público, que tras años de ver el mismo tipo de cine y la misma televisión, seguramente estamos demasiado condicionados a satisfacer nuestro gusto con el mismo tipo de películas y programas.
El nuevo recibidor del Cine Arte Patio Trigal |
A ese cine que se ofrece ahora masivamente, al lado de la ropa, los comederos, los grandes estacionamientos, los bancos, los servicios de vigilancia y seguridad, que a veces no funcionan, y las comunicaciones de todo tipo, que nos mantienen convenientemente aislados, debemos oponer un cine que nos garantice el disfrute democrático y la comunicación; un cine que abra las puertas del mundo, sin sesgos de ningún tipo, un cine de la diversidad, que nos asegure nuestro propio imaginario, y que nos permita recuperar y proponer nuevas imágenes nuestras.
Otra propuesta es la desarrollar foros como éste, con becas servicios entrenados y supervisados por un personal que esté en capacidad de responder a las inquietudes de los espectadores, y en donde se genere un intercambio de opiniones y sugerencias para enriquecer la programación de la sala.
Las posibilidades son amplias, y aunque estoy consciente de los obstáculos, -financieros, culturales, sociales y hasta políticos-, pienso que la Universidad de Carabobo debe y puede procurar el encuentro, el diálogo, la participación, el reconocimiento, en procura del funcionamiento de la sala, de la formación de un público espectador crítico, pero tolerante; y más allá, en la configuración de un ciudadano culto, imaginativo, emprendedor y libre.
Perdonen lo largo.
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Rafael Simón Hurtado. " Al fondo la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá en Maracaibo. Estado Zulia |
Rafael Simón Hurtado
Escritor y periodista venezolano. Licenciado en comunicación social egresado de la Universidad Católica Cecilio Acosta (Maracaibo, Zulia). Ha obtenido el Premio Municipal de Literatura Ciudad de Valencia (años 1990 y 1992), el Premio Nacional de Periodismo Científico (2008), el Premio de Periodismo “Jesús Moreno” (Universidad de Carabobo, 2009) y el Premio Nacional de Literatura “Rafael María Baralt" (2016). Ha publicado el libro de cuentos Todo el tiempo en la memoria y las crónicas literarias “Leyendas a pie de imagen, croquis para una ciudad”. Fue editor-director de la revista cultural Laberinto de Papel y de las publicaciones de divulgación científica Saberes Compartidos y A Ciencia Cierta, todas de la Universidad de Carabobo.
Ficha tomada de Letralia.
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