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jueves, 5 de octubre de 2023

La soledad del escritor José Carlos de Nóbrega

Por Sol Linares

 

En la foto, tomada en las (bar de Salamanca) tenemos de izquierda a derecha a William Torrealba, José Carlos De Nóbrega, Sol Linares, Eva Guerrero, María Elisa Núñez y Carmen Ruiz Barrionuevo. ¡Enhorabuena por este diálogo entre España y Venezuela! Texto y foto tomada de crónicas salamantinas.
Un amigo la tituló:
Como estar solo acompañado. Lo cursivo es del editor



04/10/2023


La soledad de los escritores


Hoy me golpea la noticia de la muerte de José Carlos de Nóbrega, escritor, poeta y crítico venezolano. Me hubiera gustado decir “mi amigo Carlos”, pero ni un pan, ni un vaso de agua pude darle en sus peores momentos.

Murió como mueren muchos escritores y escritoras, abandonados por los aplausos y los homenajes. En la enfermedad no hay fotos con Ministros, ni en el hambre, ni en la soledad. Así Renato Rodríguez, miserable en su lecho de muerte después de darnos “Al sur del Equanil”, “El embrujo del olor a huevos fritos”. Tantos Renatos, tantas Renatas.

Nadie sabe muy bien para qué se escribe, ni por qué, con tanta persistencia. Nadie sabe para qué elegir la soledad de las palabras y la vida austera, la vida rara, de ambiciones inconcebibles.

Acaso un premio por allá, para llenar la nevera de chorizos; una invitación por aquí, para beber champaña gratis, oler el cuero de un asiento de avión, salir a dar la cara por la estética literaria de un país uno que otro día, de esos buenos.

 Como los mendigos frente a las puertas de las iglesias, los escritores a las puertas de editoriales. 

Recuerdo a Carlos, caminamos juntos por las calles de Salamanca porque a veces, como dice Serrat, “la vida nos besa en la boca”. Alcohólico, de gran ingenio, brillante conversador, enamoradizo de todos los personajes femeninos de la literatura clásica a quienes llamaba sus novias, tenía más don de gente que tanta gente junta en toda una generación. 

Me conmovía su humildad, que aceptara sin remedio su postración por las palabras.

Casi siempre este tipo de palabras llegan tarde a la vida de los escritores, incluso las mías hoy. Llegan tarde las banderas, las buenas intenciones, las flores y los abrazos.

En la muerte, todos seremos un poco César Vallejo.

Solo queda impedir la literatura nos mantenga lejos de la vida, los amigos, los seres que amamos.


Sol Linares



Sol Linares. Imagen tomada Cantabria. Europa Press


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Para efecto de los gastos funerarios de nuestro amigo José Carlos De Nóbrega, solicitamos su valioso aporte, el cual puede hacerse vía pago móvil a:
Antonio De Nóbrega cédula: 6.931561. Teléfono: 0412- 4123997. Banco Provincial.

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Enlaces relacionados:


José Carlos De Nóbrega: Vivimos en un mundo donde se premia la mediocridad y la mayoría se inclina ante el poder, que está administrado por una burocracia estúpida e indolente





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CRÓNICAS INVERTIDAS SOBRE PARAÍSOS ARTIFICIALES.

UNA RESEÑA DEL LIBRO "FANTASMAS" DE LUIS LAYA.

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Crónicas patibularias o el mundo de José Carlos de Nóbrega





Blasina de Los sauces. Un cuento de José Carlos de Nóbrega





"Confesiones de un poeta" por Ledo Ivo. Una traducción de José Carlos de Nóbrega





Los Salmos de color canela

Un acercamiento al libro "Salmos compulsivos" de José Carlos De Nóbrega





El Presidente ha de prestar atención de las demandas de las Fuerzas Vivas sin ofender a las Fuerzas Bolsas

EL PRESIDENTE.

Un texto de Aníbal Nazoa





Invitación al recital de EN/CLAVE POËTICA





LAS CELESTIALES: UNA PARODIA DE LOS DISCURSOS AUTORIZADOS





25 POEMAS: UNA REEDICIÓN EN LOS AFECTOS por José Carlos De Nóbrega





Invitación a las presentaciones de los libros: Palabras españolas de origen Árabe de Aref Accad y Salmos Compulsivos de José Carlos De Nóbrega





Invitación a la charla: "Dos textos lúcidos sobre el diablo"





Conversatorio sobre la obra literaria y fotográfica de Juan Rulfo





Presentación de los poemarios "Mareas" y "caballo de escoba" de los escritores Mirih Berbín y Arnaldo jimenez





Invitación a una charla sobre la novela Blanco Nocturno de Ricardo Piglia





BESTIARIO Y ENSOÑACIÓN DE RICHARD CAMACHO por José Carlos De Nóbrega





Invitación: Elogio panorámico a Reynaldo Pérez Só




ELOGIO PANORÁMICO A REYNALDO PÉREZ SÓ por José Carlos de Nóbrega





¡EL GRUPO LI PO VIVE!

por José Carlos De Nóbrega





LA ODISEA LÚDICA DE RICHARD MONTENEGRO

Un acercamiento al libro 13 fábulas y otros relatos

por José Carlos De Nóbrega





INSERCIÓN DE LA REVISTA “POESÍA” EN EL PANORAMA POÉTICO VENEZOLANO DE LOS ÚLTIMOS TREINTA AÑOS por JOSÉ CARLOS DE NÓBREGA





REVISTA POESIA: APROXIMACION AL AMPARO DE LA ESTRIDENCIA.





PRESENTACIÓN DEL CUADERNO Nº 4 DEL PARLATINO: "REPÚBLICA SAHARAUI: TRES MIRADAS". LIBRERÍAS DEL SUR VALENCIA, SÁBADO 11 DE DICIEMBRE DE 2010





UN PÚBER TERCO ARRIBA A 14 AÑOS:

RAFAEL SIMÓN HURTADO LA REVISTA LITERARIA EN MINIATURA"MUESTRAS SIN RETOQUES"





Una Jornada Lúdica sobre la Literatura en el Liceo Pedro Gual en Valencia, la de Venezuela





Descarga la Antología Terrorista del Grupo LI PO





JUAN CALZADILLA,CAMARADA DEL AMANECER





ACENTO DE CABALGADURA O LA TILDE QUE PREFIGURA EL DECIR

por JOSÉ CARLOS DE NÓBREGA





"Voy a extrañar varias cosas de Venezuela: la gente que conocí, el paisaje, el acento, la múltiple aplicación de la palabra "vaina", y también las largas explicaciones del presidente Hugo Chávez Frías"

CRÓNICAS LIBRESCAS. Parte III/III: Un acercamiento a la Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN, 2007)





"Nos asamos en la pre­sentación de Laura Antillano"

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REVISITA AL CÓMIC, LA CIENCIA FICCIÓN Y LA FANTASÍA EN VALENCIA:

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Andrés Mariño Palacio y Salvador Garmendia: dos voces de la diáspora. Parte II /II.





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Invitación a charla del Grupo Li Po sobre cómic, ciencia ficción y fantasía





ALEJANDRO ROSSI (1932-2009). CUATRO TEXTOS BREVES y una nota de José Carlos De Nóbrega





Andrés Mariño Palacio. Reseña Biográfica.

Texto de José Carlos De Nóbrega e Ilustración de Orlando Oliveros





PRESENTACIÓN DEL LIBRO "SALMOS COMPULSIVOS POR LA CIUDAD" DE JOSÉ CARLOS DE NÓBREGA. POR GUILLERMO CERCEAU





INVITACIÓN A LA PRESENTACIÓN DE MI LIBRO "SALMOS COMPULSIVOS POR LA CIUDAD"





UN POEMA DE VINICIUS DE MORAES:BALADA DE LOS MUERTOS DE LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN (Traducción de José Carlos De Nóbrega)





"TEOREMAS DE LOS ADIOSES Y LOS AJUSTES DE CUENTA"





LÍNEAS AGRADECIDAS A III FILVEN 2007





AFICHES EQUÍVOCOS DE GUILLERMO CERCEAU & LUIS MAVILLA.





GUILLERMO CERCEAU, CRONISTA FORENSE DE ELEFANTES Y CIRCOS.

UNA RESEÑA DEL LIBRO EL ELEFANTE MUERE





"LA CIUDAD NOVELADA DEL POETA GUANAREÑO JOSÉ JOAQUÍN BURGOS O DE LA SUAVE LLUVIA DEL PIANO"





DANIEL DI MAURO Y SUS TÍTERES EN LA LIBRERÍA KUAI MARE





domingo, 5 de mayo de 2019

SOBRE EL VERBO ENVEJECER.


Imagen tomada de Ideas que Ayudan.



SOBRE EL VERBO ENVEJECER

(Sol Linares)


A mí misma, y mis etcéteras


(1) La edad es mucho más que la suma del tiempo


En nuestra edad no cabe todo lo que hemos vivido. Como en una ventana no cabe todo el cielo, como en un telescopio no caben todas las galaxias, o en una escalera todos nuestros pasos. Si lo intentas, ¿pueden caber en tu cama todos tus amores? ¿Acaso caben en una cucharilla todos tus sorbos? ¿O en la almohada todos tus sueños? En mi reloj de pulsera no caben las 359.160 horas que he vivido hasta hoy. Ni en mis zapatos todas las millas que he viajado. De los 14.695 días gastados, cada uno ha sido diferente al otro aunque cada día haya repetido la rutina de despertar, bañarme, comer, estudiar, cagar, trabajar, dormir. Siempre ocurre algo que lo hace distinto: un paisaje, una persona, una ciudad, una anécdota, un sabor, un dolor. Nada ocurre de la misma manera, lo cual hace pensar que un día es una progresión de 24 horas donde una o más cosas ocurren de múltiples formas para obtener infinidad de sentidos. Entonces, ¿qué miden nuestros años? La edad es mucho más que la suma del tiempo. Es un resultado interior que acopia los accidentes, las acciones ajenas y cada una de nuestras decisiones que nos han modificado hasta hoy. Siendo la edad una categoría del tiempo, también lo es del acontecimiento. De modo que la suma del tiempo y el acontecimiento dan un resultado de singular belleza: la transformación. La edad es la medida de nuestras transformaciones. Será por eso que nuestras líneas de expresión son el dibujo de las emociones más usadas.

(2) La autenticidad es un constructo de los años

Hermoso párrafo el anterior, ¿cierto? Parecen cosas de Unamuno, Yourcenar, o Sábato. Es la edad, uno abre la boca y de pronto salen tantas parábolas… Todo indica que ha llegado el momento de eructar sentencias al mundo, y lo peor es que no pediré disculpas por ello. ¿De qué sirve envejecer si seguiremos pidiendo disculpas por todo? No vale la pena envejecer y seguir pidiendo permiso para vivir, pensar, amar, cambiar de opinión, disentir, follar, rendirse, desear, ambicionar, ganar o perder. En realidad no vale la pena envejecer para seguir huyendo, temiendo, tosiendo si te preguntan algo vital. Debe haber una edad para la desfachatez sin revanchismo, para las verdades sin sectas. Bella la edad en que no buscas convencer a nadie ni ser convencido, en que respondes lo que te preguntan, si te lo preguntan, y que sea problema de la gente la respuesta. Como comer chocolate en una hamaca eso de librarse de la angustia de tener siempre la razón, la última palabra, la palabra clave. Fantástico también eso de dejar de ver en cada evento una ocasión para imponerte u oponerte. ¿De qué sirve envejecer y seguir confundiendo las luchas triviales con las batallas de tu vida? ¿O cambiar de dirección por seguir a ciegas al primer pingüino que busque un acantilado, o al primero que pronuncie la palabra justicia? De nada sirve, y continuar imitando, gritar si todos gritan, correr si todos corren. De nada sirve envejecer y seguir temiendo equivocarse, hacer el ridículo, o preguntar lo que no se sabe. De nada sirve envejecer para guardar los mismos rencores. No vale la pena llenarse de años para seguir protocolos al pie de la letra, oler el vino sin saber de bodegas, aplaudir una obra que no nos gusta, saludar solo si te saludan, ser valientes para todo, disimular los bostezos mientras izan la bandera. La posibilidad de quitarse las máscaras en todas las ocasiones, es una de las raras ventajas que reconozco de la vejez, dijo Margaritte Yourcernar. ¿Qué otra ventaja podría darte envejecer, sino la de ser lo más verdadero posible?

(3) La edad es una medida engañosa de comparación

Envejecer es uno de esos verbos que solo se usan frente al espejo, frente a un ex, o frente a un viejo amigo del cole. Nunca se está demasiado viejo sino en relación a algo o alguien. Al lado de una estrella somos algo menos que un ácaro no nacido; al lado de un bebé somos más o menos un rascacielos de días. No se sabe cómo, encontrar a un ex compañero de clase en el minimarket es una experiencia esquizoide. Pasamos de la alegría de ver al amigo a la compasión por su deterioro, luego al terror de vernos igual, y finalmente, a la oculta y tibia satisfacción de creernos menos envejecidos. Nos despedimos secretamente triunfantes. Pero el amigo o el ex, cruza la calle invadido por la misma piedad hacia nosotros.

(4) La edad nos interroga

Tengo 41. Y lo digo despacio: cua-ren-ta-yu-no. Después de los 40 la edad se pronuncia lentamente, separada en sílabas sentimentales. Es como preguntarle a un número quién somos. Antes no, antes un cumpleaños jamás es motivo de reflexión. Cumplir años a lo sumo representa lo siguiente:
            De 1 a 3 años (heroísmo): Solo importa vencer el fuego y apagar las velitas.
            De 4 a 6 (emoción): La torta es la rockstar.
            De 7 a 11 (egoísmo): Los regalos son más relevantes que las personas.
            De 12 a 21 (pupularidad): Mientras más amigos haya más genial somos.
            De 22 a 32 (autodestrucción): Procurar las más profundas y consecutivas borracheras menzclando ron, tequila, cocuy, whisky, drogas, compañía, lugar, hora, religiones, tesis, antítesis.
            De 33 a 37 (exclusividad): Estar borracho solo con amigos verdaderos.
            De 38 a 45 (existencialismo sobrio): Mierda, ya estoy viejo. ¿Quién soy? ¿Qué he hecho?


Fotograma de Up.


(5) A los 40 todo es confuso

Los 40 traen un profundo desconcierto, esa desgraciada sensación de estar a la mitad. Es una edad confusa, en la que siendo viejo todavía se es joven, y para las cosas de jóvenes, se está un poco viejo. Sigues llevando tu ropa de los 30, la sobriedad de los 36, el entusiasmo de los 25, hablas como de 50, amas como de 20, pero te dicen señora o señor en los buses, en las tiendas, y en la taquilla de los bancos. ¿Señora, yo? Confuso comenzar a ser una señora, o un señor. Sobre todo en un mundo donde las sillas se destinan a los ancianos y los peligros a la pubertad. Donde, de haber una tragedia, se salvan primero a los ancianos y a los niños: a los de 40 que se los coman los perros. Es un error de cálculo. ¡En realidad el mundo está gobernado por gente de 40! Pero nadie parece notarlo, entonces uno queda como atorado en un limbo, como atorado en la embajada de un país que todavía no existe. En las fiestas, los de 40 tampoco sabemos si conversar con los de 25 o con los de 60, es decir, hablar de Maluma o de la osteoporosis. Uno se va haciendo el tonto y se mete en la cocina. Allá te ponen a picar cebollas, pimientos y a hablar de los bonos. Hablar de los bonos empeora todo; ese tono confuso entre alegría, mendicidad y suerte te da un aspecto bobalicón. Lo cierto es que a los 40 uno pica aliños, habla de política (el verbo correcto es arrecharse de política), reparte galletas, va al baño a cada instante a vaciar la vejiga, y termina bailando con los de 25.  

(6) Los extraños efectos de la palabra Señora -Señor-

Cada vez que me dicen señora se me pega un susto… Parece que me van a culpar del holocausto, o de los pecados de Gloria Trevi, o que me van a poner a barrer los montones de basura que dejan en el Woodstock. No sé, no sé, me da un susto cuando me dicen señora…  Siento que van a culparme por la muerte de Lennon, o a pedirme una receta de lasaña, o pedirme remedios naturales contra los parásitos, o a ponerme a coser botones. Qué mierdas sé yo. Es como si alguien fuera a pedirme una tijerita que debería tener en el bolsillo para cualquier emergencia. Como si alguien fuera a pedirme aspirinas, o anís estrellado para el cólico, o ácido bórico para... no sé para qué coño es el ácido bórico. O como si alguien desesperado fuera a pedirme un lado en la cama porque teme a la oscuridad. Cuando alguien te dice señora, es como si fueran a multarme por las canciones de Alanis Morissette, o a pedirme prestado un destapacaños. Me da un vacío en el estómago… Como si hubieran descubierto que eres feliz y vinieran a pedirte que devuelvas la bicicleta, o que apagues el cigarrillo. Y también me da susto porque cuando la gente me llama señora, siento que esperan de mí una mujer confiable y sabedora, una mujer cabal y generosa. Y la verdad es que no. No estuve en el holocausto ni en el Woodstock, no maté a Lennon, ni sé pegar botones, ni luchar contra los parásitos, ni tengo tijeritas en los bolsillos, ni aspirinas, ni anís estrellado, ni ácido bórico (ahora que recuerdo sirve para envenenar a las cucarachas), ni tengo destapacaños. La verdad es que solo sé preparar lasaña, bailo las canciones de Gloria Trevi, canto las canciones de Alanis Morissette en la ducha hasta que me cae jabón en los ojos. La verdad es que no soy confiable, ni sabia, ni cabal, ni generosa. Y bueno, le tengo miedo a la oscuridad. ¿Señora yo? Será por eso que salgo confundida de la taquilla de los bancos, buscando entre la gente una mujer de mi generación a ver cómo es una señora que escucha a Pink Floyd, a ver qué cosas enseña, que cosas dice, que enfermedades cura, cómo usa su época para invalidar la siguiente, y cosas así.

(7) Del cuerpo

Uno pasa lentamente de ser humano a Shair Pei. Gabriel García Márquez dijo algo como que el cuerpo no está preparado para los años que uno pudiera vivir. Pues que viva lo que pueda, a lo Bukowski, a lo Pizarnik, a lo Sabina, a lo Mahatma Gandhi. Total, el cuerpo es el mejor cómplice, el testigo más cercano, la insatisfacción más dolorosa, la víctima más placentera y el enemigo más dulce.

(8) Del amor y el tiempo

El miedo a la vejez no es otra cosa que el miedo a dejar de ser amado. Por eso nos drogamos las bocas con botox, las tetas con silicón. Reducimos los cueros, estiramos las carnes. Lo hacemos por no perder el privilegio del amor y del sexo. No hay más razones que estas para querer vernos más jóvenes. Porque nadie quiere seguir siendo el “pata en el suelo” feliz, el pasajero idiota del mundo, el copiloto, el inexperto en la cama, el chulo, el inquilino endeudado, el mantenido, el encapuchado de guerrillas fútiles, el suicida por todo, el exagerado por nada. De la juventud se añora solo la juventud. La flexibilidad para tener sexo en la ducha, las carnes duras para que cuando te quites el brassier tus tetas apunten a un solo hombre y no a dos, la lozanía del rostro por si alguien viene y te acaricia. Si algo pudiéramos cambiar de nuestra vejez, es ese cuerpo derritiéndose. Todos quisieran tener la experiencia, el confort, la sabiduría, la pericia, el guaguancó de los 40, 50 o 60 en un cuerpo de 30. Por eso amar y ser amado es la batalla más feroz que plantea el tiempo, el fin que justifica los medios. Moraleja: Hay que ponerle botox al corazón, hasta que aguante.

 (10) La vejez no existe: existe la actitud

No sé quién construye estas expresiones cursis que lo empeoran todo. Ya está bueno eso de ponerle fresas a la sopa de pescado. Detesto esas frases ambigüas como “pareces de 33”, “no aparentas esa edad”, “mantienes la alegría de la juventud”. Es como halagar pellizcando, como dar un caramelo escupido. La verdad es esta: uno llega a la vejez como llegó a la pubertad, uno llega a la vejez como llegó a la adultez: siendo amargo o alegre, optimista o pesimista, apasionado o apático, quejumbroso o satisfecho. La alegría, el optimismo o la amargura no son categorías del tiempo. Pertenecen al reino de la personalidad. Así que voy a morir con las convers puestas. Caminaré por las ciudades como una coqueta Shar Pei con zapatos de lona gastada, bajo una sombrilla de flores, cantando las canciones de Alanis sin entender para qué llevo tijeritas en el bolsillo, y si esas bolitas duras son las baterías del dildo o las aspirinas.


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Sol Linares

Escritora venezolana (1978). Ganadora del primer lugar en el concurso ”Cuento, ensayo, poesía” (Universidad de los Andes, ULA, 2002) por el cuento “Bitácora de ti”; del primer lugar en la III Bienal Nacional de Literatura Ramón Palomares 2007 con el libro de cuentos Cuentafarsas (Fondo Editorial Arturo Cardozo, 2007; Fundarte, 2010); del primer lugar en el Concurso Internacional de Novela Alba Narrativa 2010 con Percusión y tomate (El Perro y la Rana, Venezuela, 2010; Fondo Cultural Alba, Cuba, 2011; La Oveja Roja, España, 2016; Acirema, Venezuela, 2018); del Premio Municipal de Literatura Luis Britto García 2014 por su novela Canción de la aguja (Fundarte, 2013), y del Premio Municipal de Literatura Luis Britto García 2015 por su libro de cuentos La silla cruza las piernas (Fundarte, 2014). Autora del libro de cuentos La circuncisa (Monte Ávila Editores, 2011). Muestra de su trabajo narrativo ha sido recogido en las antologías Antología sin fin (Escuela Literaria del Sur, 2012), De qué va el cuento (Alfaguara, 2013) y Nuestros más cercanos parientes (Kalathos Editorial, España, 2016).


Tomado de Letralia



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Actualizada el 04/03/2024

viernes, 3 de mayo de 2019

Todos mis amigos parecen personajes de series de comedias televisivas: Sol Linares, escritora venezolana.





Sol Linares: “Vivo cargada de esa sensación confusa entre la ternura, lo siniestro, el humor y lo grotesco”.


Si algo define a la escritura de Sol Linares son dos formas de llegar a la literatura. La primera es la descripción, la segunda es la profundidad. No obstante, existen muchas formas de acercarse a la narrativa de Linares, una que colinda lo poético, un poco de locura, otro tanto de realidad, y por supuesto calidad literaria. Luego está la mujer que escribe. Quienes conocemos a Sol, podemos describirla como irreverente, audaz, lectora incansable de filosofía y buenos títulos, observadora, y lo más importante es su compromiso con la narrativa. Para ella contar historias es todo un modo de vida. Su praxis radica en verse en los ojos del lector, le aterra fastidiarlo, pienso que, ese momento de conexión con el otro, funge como la más bella expresión de su método narrativo.
twitter: @alasfatales

JMN: Entras en la categoría de la narrativa, en ella te radicas en dos momentos, el cuento/relato y la novela. ¿Qué eres más? ¿Cómo defines ese desprendimiento en un mismo género literario? ¿Existe alguna diferencia entre novelar y relatar?


SL: Ahora que lo pienso, siempre me he sentido más cercana al cuento. Sustraen la versatilidad y la atmósfera de mi forma de vivir. Un latido diario que parte de mi percepción de las cosas, tal vez por su naturaleza anecdótica. Vivo cargada de esa sensación confusa entre la ternura, lo siniestro, el humor y lo grotesco. Y en este caso, el cuento me facilita expresar aquellas impresiones que voy atrapando en mi tela de araña interior. A diario vivimos momentos insólitos, en un país que produce tanto petróleo como situaciones extravagantes. Siendo serios, ¿podemos establecer la diferencia entre la realidad y la ficción en un mundo tan absurdo? No lo creo. Pero si a este país le sumo el hecho de que todos mis amigos parecen personajes de series de comedias televisivas a quienes veo casi a diario —por cierto, entre los cuales te encuentras tú—, más la tragicomedia de la identidad, y el discurso siempre ocurrente de lo cotidiano, entonces puedo decir que el cuento es fabuloso para ejercitarme. El cuento es un ejercicio de vida. La novela, en cambio, solemniza todos estos procesos, saca de mí alientos más largos y sostenidos, e impone una actitud temática más profunda. Aunque te digo, lo que tiene en común escribir un libro de cuentos y una novela, es que ambos me producen un extraordinario lumbago.




JMN: Al momento de leer tus cuentos/relatos uno siente esa cotidianidad, lo grotesco que al mismo tiempo es belleza Poesia. Leer esa Sol resulta especial, mágico y en algunos casos uno siente dolor y reflexión. Tus personajes guardan una ética consigo mismos y con los otros, es tu mayor virtud al momento de crearlos, tú indagas en una psicología profunda, creas situaciones complejas. Mantienes una tensión de principio hasta el final del cuento/relato, describes lugares, sentimientos, formas y miradas, sabes llegar al punto máximo de lo humano y lo mejor, Sol, es que uno se ríe, nos brindas esa oportunidad, adentro de una narrativa seria y compleja, tus descripciones apelan a un tino preciso que todo lector agradece. Menciono a Clarice protagonista del cuento La circuncisa o decálogo de la mutilación de tu segundo volumen de cuentos La circuncisa 2012. —¿Cómo mantienes vivos a los personajes en ese instante creativo, cómo sobreviven a ti, a tanto exceso?

SL: ¿Qué clase de pregunta es ésta? Me aterra. ¡Es una comprensión de “mi poética”! En primer lugar, a la vida la sostiene una extraordinaria tensión: entre la risa y la gravedad de nuestros aconteceres los desenlaces son inciertos. Yo no he inventado eso, solo lo uso para efectos narrativos. La risa es hermana de la conmoción, como la belleza es hermana de lo feo, etcétera. La intensidad emocional se manifiesta en la medida en que los opuestos se disputan la mente de cualquier ser humano, guerra de la cual no escapan los personajes de la literatura universal. La risa de Sol es nerviosa, neurótica, defensiva, y por más que lo intente no logro evitar que esa risa penetre mis historias. En cuanto a mis personajes, ¿son personajes o situaciones psicológicas? No lo sé. Ellos evolucionan violentamente con las situaciones. Aparece un personaje y de inmediato exige más, exige ser llevado al límite, como si necesitara ponerse a prueba constantemente. Ellos no sobreviven a mí; yo sobrevivo yo a ellos.

JMN: ¿Y Clarice?

SL: Ese cuento, La circuncisa y el decálogo de la mutilación, es una clara demostración de lo que he dicho. Clarice se va despojando violentamente de los verdaderos temores y tabúes que impiden que amemos con real franqueza. Se va quitando todo lo que en ella figura como un obstáculo para el amor. Acaba con sus propias farsas, persigue la pureza de la amante. Pero no está sola, es acompañada igualmente por su pareja que recibe cada parte de ella con estupor y lealtad. Quise escribir una historia de amor y salió así, un poco extrema.

(Oscurece, ya no queda café, Sol piensa, fuma y escribe. Contemplo el alrededor sus libros, pienso en sus lecturas. Sobre “la Circuncisa o decálogo de la mutilación” se ha dicho que es un homenaje a Clarice Lispector, en una entrevista pasada hecha por Gabriel Payares, Sol dice que Clarice Lispector llega tarde a su vida)

JMN: Siempre tuve la inquietud de conversar contigo sobre tu primer libro Cuentafarsas, siendo también tu primer volumen de cuentos/relatos. Acá expones un universo rural, paisajista sobre un entorno humilde, creo que tus personajes apelan a una cotidianidad para salvarse de su profundidad —neuróticos— tal vez (risas). ¿Acaso se tratará de una escritura arqueológica de ti misma? —Cuéntame de la Sol de aquellos años, de tu inicio en la narrativa.

SL: Ya no recuerdo a esa Sol. Ahora me es totalmente ajena. No vivo como antes, no amo como antes, no pienso como antes. Tampoco he llevado una vida demasiado rural ni soy una mujer de raíces profundas, pero admito que en su momento estuve muy cerca de la naturaleza mítica de estos pueblos y de una geografía de la inocencia. En general, mis personajes vienen de estratos pobres, marginales, abandonados. En Cuentafarsascomienza una obstinación personal de comunicarme con el individuo (ser un individuo, en estas sociedades, es un milagro). Esa es mi verdadera intención al escribir, comunicarme no con la masa, sino con un individuo que está tan aterrado como yo, tan solo como yo. A Cuentafarsas le debo mostrarme el camino del cuento para hartar esta necesidad, y descubrir la maravilla de los efectos que produce una técnica adecuada si uno quiere que esa comunicación sea efectiva. Ese libro me dejó esa sensación de haber sido mordida por un género literario insaciable. Desde entonces no he podido parar. Soy hija de mi primer libro de cuentos.

(Hablar del pasado nos condujo a nuestros recuerdos. No somos los mismos, el país tampoco. Sol saca de alguna parte una máquina de escribir silver, me la muestra, se abre un portal hacia la melancolía, en esa máquina comenzó la magia)

SL: Que una novela traiga problemas es un buen síntoma de que está sirviendo de algo. Percusión es una novela incisiva, desfachatada. La escribí en pocos meses y me divertí un montón. Ella da para reflexionar sobre cualquier cosa, la realidad está en quirófano con el pecho abierto, y los personajes son los médicos que la diseccionan. La novela, como género literario, también es un personaje, al igual que Caperucita, Tavita, Babela. 




JMN: Sobre lo que pudo pasar y no pasó. ¿Por qué no enviaste Percusión y tomate tu primera novela, ganadora del Alba Narrativa 2010 al Rómulo Gallegos del 2012?

SL: Por estúpida. O mejor, por inexperta. Entonces tenía treinta años, era joven incluso para entender la dinámica del mundo literario. Me privé de la experiencia de participar en el concurso más importante de Latinoamérica porque sentí una especie de pudor al pretender participar con la misma novela, que había ganado un premio internacional, en otro certamen internacional. Algún ángel bobo de mi cabeza me convenció de que aquello era trampa o síntoma de avaricia. Después entendí que todo el mundo lo hace y es natural. Y quise darme un tiro. Fui víctima de una honestidad infundada; confundí la intrepidez con un pecado capital. Solo cuando dejas pasar grandes oportunidades, te das cuenta cuán adiestrados nos tienen las moralejas bobas a vivir como héroes morales de un cómics grasiento. No perdía nada con enviarla. Ni siquiera perdiendo, perdía. Bolaños lo hizo; Juan Pablo Montoya lo hizo, etcétera. Los escritores participan en concursos porque es la forma más expedita de recibir un beneficio monetario por un trabajo que todos alaban pero pocos reconocen económicamente. No digo que si hubiera participado habría ganado, el Rómulo Gallegos se ha vuelto esquivo para los venezolanos, es como si nos hubiera caído una maldición. Pero uno recuerda en paz sus fracasos cuando al menos lo intentó todo.





Tomado de Agencia literaria del Sur.




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José Miguel Navas. Venezuela, 1992. Poeta y licenciado en Comunicación social. Ha publicado los poemarios La Próxima textura (2014), La Rosa Abstracta (2015) y Esteban corre (2017). En 2015 fue invitado a la Feria Internacional del libro de La Habana. Invitado en varias ocasiones en el Festival de Poesía de Maracaibo. Es facilitador de la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello. Con su poemario Fanny obtuvo el Premio de Poesía “Descubriendo poetas segunda edición” Ciudad de Puerto Ordaz Venezuela en 2018.



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Sol Linares

Escritora venezolana (1978). Ganadora del primer lugar en el concurso ”Cuento, ensayo, poesía” (Universidad de los Andes, ULA, 2002) por el cuento “Bitácora de ti”; del primer lugar en la III Bienal Nacional de Literatura Ramón Palomares 2007 con el libro de cuentos Cuentafarsas (Fondo Editorial Arturo Cardozo, 2007; Fundarte, 2010); del primer lugar en el Concurso Internacional de Novela Alba Narrativa 2010 con Percusión y tomate (El Perro y la Rana, Venezuela, 2010; Fondo Cultural Alba, Cuba, 2011; La Oveja Roja, España, 2016; Acirema, Venezuela, 2018); del Premio Municipal de Literatura Luis Britto García 2014 por su novela Canción de la aguja (Fundarte, 2013), y del Premio Municipal de Literatura Luis Britto García 2015 por su libro de cuentos La silla cruza las piernas (Fundarte, 2014). Autora del libro de cuentos La circuncisa (Monte Ávila Editores, 2011). Muestra de su trabajo narrativo ha sido recogido en las antologías Antología sin fin (Escuela Literaria del Sur, 2012), De qué va el cuento (Alfaguara, 2013) y Nuestros más cercanos parientes (Kalathos Editorial, España, 2016).


Tomado de Letralia



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Actualizada el 04/03/2024