viernes, 17 de mayo de 2019

Nora K. Jemisin: “Hasta ahora, la ciencia ficción y la fantasía han sido demasiado conservadoras"





Nora K. Jemisin: “Mi padre tenía prohibido mirar a los ojos a un hombre blanco”

Sus novelas fantásticas son multiculturales, alternativas y políticas. “No puede ser de otra forma”, asegura la escritora norteamericana en esta entrevista.



Hace 30 años no hubiese ni soñado con la carrera literaria que hoy posee. Era mujer, negra y vivía en Brooklyn, dice la estadounidense Nora K. Jeminsin, la primera afroamericana en ganar el Hugo de novela, el premio más importante que la industria concede a los libros de ciencia ficción y literatura fantástica y con el que ella ya se ha hecho tres veces. Antaño, ni pensarlo. Tampoco le han regalado nada a N.K Jeminsin. Su primera novela fue rechazada tres veces.

Podría decirse que el género literario que cultiva es la novela fantástica, aunque con una vuelta de tuerca. Ella lo llama ficción épica. Su carácter político es manifiesto. Desde que se dio a conocer con Los mil reinos (2010), la primera entrega de la llamada Trilogía de la Sucesión, sus novelas se han caracterizado por la multiculturalidad y la irrupción de personajes de distintas grupos y colectivos normalmente periférico. Su más reciente historia publicada en inglés, La quinta estación (Ediciones B), llega a ahora a España.

Como en la mayoría de las novelas de Jemisin, sus protagonistas tienen que superar el influjo de un poder superior, en este caso una cadena de terremotos que asolan la tierra. "La meta es sobrevivir; y la supervivencia implica el cambio", dice una de las tres mujeres que protagonizan esta historia. Porque todo en sus entregas parece ir más allá: tienen una moraleja evidente, un propósito. Las novelas de Jemisin buscan ir contra el status quo. "Hasta ahora, la ciencia ficción y la fantasía han sido demasiado conservadoras. Si algo amenaza a una civilización, en lugar de proponerse la supervivencia en un orden distinto, las novelas de fantasías siempre buscan reparar y sustituir al poder que ya mandaba. Si algo amenaza a un reino, todo en la trama ocurre para restituirlo, no para plantearse una cosa nueva… Por, cierto, ¿no está muy bien que diga esto en España verdad?”. Jemisin es una mujer directa, lúcida y consciente de cada palabra que dice.


Hace 30 años no hubiese ni soñado con la carrera literaria que hoy posee. Era mujer, negra y vivía en Brooklyn, dice la estadounidense Nora K. Jeminsin, la primera afroamericana en ganar el Hugo de novela, el premio más importante que la industria concede a los libros de ciencia ficción y literatura fantástica y con el que ella ya se ha hecho tres veces. Antaño, ni pensarlo. Tampoco le han regalado nada a N.K Jeminsin. Su primera novela fue rechazada tres veces.


Podría decirse que el género literario que cultiva es la novela fantástica, aunque con una vuelta de tuerca. Ella lo llama ficción épica. Su carácter político es manifiesto. Desde que se dio a conocer con Los mil reinos (2010), la primera entrega de la llamada Trilogía de la Sucesión, sus novelas se han caracterizado por la multiculturalidad y la irrupción de personajes de distintas grupos y colectivos normalmente periférico. Su más reciente historia publicada en inglés, La quinta estación (Ediciones B), llega a ahora a España.


Como en la mayoría de las novelas de Jemisin, sus protagonistas tienen que superar el influjo de un poder superior, en este caso una cadena de terremotos que asolan la tierra. "La meta es sobrevivir; y la supervivencia implica el cambio", dice una de las tres mujeres que protagonizan esta historia. Porque todo en sus entregas parece ir más allá: tienen una moraleja evidente, un propósito. Las novelas de Jemisin buscan ir contra el status quo. "Hasta ahora, la ciencia ficción y la fantasía han sido demasiado conservadoras. Si algo amenaza a una civilización, en lugar de proponerse la supervivencia en un orden distinto, las novelas de fantasías siempre buscan reparar y sustituir al poder que ya mandaba. Si algo amenaza a un reino, todo en la trama ocurre para restituirlo, no para plantearse una cosa nueva… Por, cierto, ¿no está muy bien que diga esto en España verdad?”. Jemisin es una mujer directa, lúcida y consciente de cada palabra que dice. "La fantasía debe de ser política".





“Se puede entender mi trabajo como una alegoría: plantear que todo se destruye como oportunidad de reconstrucción. La buena fantasía está en la raíz de la historia, por ejemplo Tolkien creó una civilización, un mundo, una sociedad. Lo hizo justo en los años  siguientes a la Segunda Guerra Mundial, cuando las personas necesitaban crear un lugar tras los años de horror. Esa también es una función política de la fantasía. También, claro, toda historia es susceptible de ser manipulada. Yo me he dedicado a estudiar la historia oral de muchos pueblos y llegado a descubrir cómo muchos antropólogos han cambiado el sentido original de la historia de muchas comunidades y tribus, al menos en Norteamérica”.

La idea de fondo en la literatura de Nora K. Jemisin es el cambio y la reinvención asociada a los procesos de ese tipo. El mundo cambia. Las civilizaciones cambian. La naturaleza cambia. Los errores se superan no por la vía del castigo colectivo, sino de la transformación. De ahí que sus héroes y heroínas nunca sean siempre distintos, desde los egipcios esclavizados de The Killing Moon hasta las tres generaciones de mujeres que intentan sobrevivir a un mundo que se cae a pedazos en La quinta estación.  "La humanidad no es blanca. Hay afroamericanos, asiáticos, egipcios… En EEUU hay gente de todo tipo, no sólo blancos. Aunque es cierto que con los cambios políticos que estamos viviendo, probablemente retrocedamos. Aunque pienso en lo que dicen mis padres: hija, esto nunca será peor de lo que ya vivimos”, explica la novelista durante su visita a la Feria del Libro de Madrid. “Mi padre no podía mirar a los ojos a un hombre blanco, lo tenía prohibido”, dice Nora K. Jemisin taladrando con la pupila a su interlocutor. En ella hay cierta distancia, una educada y desafiante frialdad. Una intensidad que transmite en su prosa y deja caer, como gotas, en la conversación.

 Tomado de Voz Populi





jueves, 16 de mayo de 2019

Umberto Eco: ¿De qué sirve el profesor?





Por Umberto Eco Para LA NACION

LUNES 21 DE MAYO DE 2007


¿En el alud de artículos sobre el matonismo en la escuela he leído un episodio que, dentro de la esfera de la violencia, no definiría precisamente al máximo de la impertinencia... pero que se trata, sin embargo, de una impertinencia significativa. Relataba que un estudiante, para provocar a un profesor, le había dicho: "Disculpe, pero en la época de Internet, usted, ¿para qué sirve?"

El estudiante decía una verdad a medias, que, entre otros, los mismos profesores dicen desde hace por lo menos veinte años, y es que antes la escuela debía transmitir por cierto formación pero sobre todo nociones, desde las tablas en la primaria, cuál era la capital de Madagascar en la escuela media hasta los hechos de la guerra de los treinta años en la secundaria. Con la aparición, no digo de Internet, sino de la televisión e incluso de la radio, y hasta con la del cine, gran parte de estas nociones empezaron a ser absorbidas por los niños en la esfera de la vida extraescolar.




De pequeño, mi padre no sabía que Hiroshima quedaba en Japón, que existía Guadalcanal, tenía una idea imprecisa de Dresde y sólo sabía de la India lo que había leído en Salgari. Yo, que soy de la época de la guerra, aprendí esas cosas de la radio y las noticias cotidianas, mientras que mis hijos han visto en la televisión los fiordos noruegos, el desierto de Gobi, cómo las abejas polinizan las flores, cómo era un Tyrannosaurus rex y finalmente un niño de hoy lo sabe todo sobre el ozono, sobre los koalas, sobre Irak y sobre Afganistán. Tal vez, un niño de hoy no sepa qué son exactamente las células madre, pero las ha escuchado nombrar, mientras que en mi época de eso no hablaba siquiera la profesora de ciencias naturales. Entonces, ¿de qué sirven hoy los profesores?



He dicho que el estudiante dijo una verdad a medias, porque ante todo un docente, además de informar, debe formar. Lo que hace que una clase sea una buena clase no es que se transmitan datos y datos, sino que se establezca un diálogo constante, una confrontación de opiniones, una discusión sobre lo que se aprende en la escuela y lo que viene de afuera. Es cierto que lo que ocurre en Irak lo dice la televisión, pero por qué algo ocurre siempre ahí, desde la época de la civilización mesopotámica, y no en Groenlandia, es algo que sólo lo puede decir la escuela. Y si alguien objetase que a veces también hay personas autorizadas en Porta a Porta (programa televisivo italiano de análisis de temas de actualidad), es la escuela quien debe discutir Porta a Porta. Los medios de difusión masivos informan sobre muchas cosas y también transmiten valores, pero la escuela debe saber discutir la manera en la que los transmiten, y evaluar el tono y la fuerza de argumentación de lo que aparecen en diarios, revistas y televisión. Y además, hace falta verificar la información que transmiten los medios: por ejemplo, ¿quién sino un docente puede corregir la pronunciación errónea del inglés que cada uno cree haber aprendido de la televisión?


Pero el estudiante no le estaba diciendo al profesor que ya no lo necesitaba porque ahora existían la radio y la televisión para decirle dónde está Tombuctú o lo que se discute sobre la fusión fría, es decir, no le estaba diciendo que su rol era cuestionado por discursos aislados, que circulan de manera casual y desordenado cada día en diversos medios –que sepamos mucho sobre Irak y poco sobre Siria depende de la buena o mala voluntad de Bush. El estudiante estaba diciéndole que hoy existe Internet, la Gran Madre de todas las enciclopedias, donde se puede encontrar Siria, la fusión fría, la guerra de los treinta años y la discusión infinita sobre el más alto de los números impares. Le estaba diciendo que la información que Internet pone a su disposición es inmensamente más amplia e incluso más profunda que aquella de la que dispone el profesor. Y omitía un punto importante: que Internet le dice "casi todo", salvo cómo buscar, filtrar, seleccionar, aceptar o rechazar toda esa información.

Almacenar nueva información, cuando se tiene buena memoria, es algo de lo que todo el mundo es capaz. Pero decidir qué es lo que vale la pena recordar y qué no es un arte sutil. Esa es la diferencia entre los que han cursado estudios regularmente (aunque sea mal) y los autodidactas (aunque sean geniales).


El problema dramático es que por cierto a veces ni siquiera el profesor sabe enseñar el arte de la selección, al menos no en cada capítulo del saber. Pero por lo menos sabe que debería saberlo, y si no sabe dar instrucciones precisas sobre cómo seleccionar, por lo menos puede ofrecerse como ejemplo, mostrando a alguien que se esfuerza por comparar y juzgar cada vez todo aquello que Internet pone a su disposición. Y también puede poner cotidianamente en escena el intento de reorganizar sistemáticamente lo que Internet le transmite en orden alfabético, diciendo que existen Tamerlán y monocotiledóneas pero no la relación sistemática entre estas dos nociones.

El sentido de esa relación sólo puede ofrecerlo la escuela, y si no sabe cómo tendrá que equiparse para hacerlo. Si no es así, las tres I de Internet, Inglés e Instrucción seguirán siendo solamente la primera parte de un rebuzno de asno que no asciende al cielo.

(Traducción: Mirta Rosenberg)

La Nacion/L’Espresso (Distributed by The New York Times Syndicate)

 Tomado de La Nación 


miércoles, 15 de mayo de 2019

CARLOS EDUARDO FRÍAS: Un escritor debe ser espejo del destino de su pueblo





  CARLOS EDUARDO FRÍAS | 25 DE DICIEMBRE DE 1943 




Preguntas sobre periódicos y literatos 







En Carlos Eduardo Frías coexisten dos ciudadanos. En él conviven el jefe de la poderosa agencia de publicidad ARS y un intelectual de prestigio.



Pertenece a la Cámara de Comercio y  la Asociación de escritores, al Rotary Club y al Ateneo. Ama la contabilidad y la poesía. Y no se confunden los guarismos con las metáforas.



Irrumpen en El Nacional las dos personalidades. El publicista Frías se detiene en la administración y expone un criterio positivista sobre nuestra pauta de avisos. Y luego el intelectual Frías sube las escaleras que conducen a la redacción para corregir las pruebas de su ensayo literario acerca de la cifra poética de Otto De Sola.


Frente a nuestro escritorio están los dos Frías, unificados en un risueño personaje de anchas espaldas. Magnífica ocasión para entrevistarlos a los dos.

‹¿Quieres contestarnos unas preguntas para El Nacional?

‹Encantado ‹responde el intelectual entre dientes, sin levantar la vista de las cuartillas que está corrigiendo.

‹A tu juicio. ¿Cuál periódico tiene mayor circulación en el país? ¿La Esfera o El Nacional?

El publicista alza el rostro aterrado. Es fácil leerle el pensamiento: Si digo que El Nacional me mata Suegart. Y si digo que La Esfera no salgo de aquí vivo. Pero el publicista de bien templados nervios se repone enseguida y dicta la respuesta cual si yo fuera su secretario:

El publicista: ‹Es sumamente difícil, aún para un publicista que tiene datos más fidedignos a la mano, determinar la circulación exacta de cualquier periódico venezolano. Hasta el presente nuestros cálculos son estimativos.

Y sonríe satisfecho de su escape tangencial. Yo insisto:

‹¿Y qué opinas de nuestro careo con La Esfera?

Ahora pisa terreno firme:

El publicista: ‹Considero muy saludable esta verificación de la circulación porque doy por sentado que todos los diarios de Caracas seguirán el ejemplo y obtendremos un censo general del tiraje. A los anunciadores en primer término, y a los lectores luego, les interesa despejar esa incógnita de la circulación exacta de los diarios venezolanos.

Otto De Sola


Y el intelectual Frías regresa a corregir sus pruebas. Pero la tercera pregunta va con él:

‹¿Qué es un escritor?

El intelectual: ‹Un escritor debe ser espejo del destino de su pueblo.

Es concisa la definición pero yo la entiendo. Y como en ese instante se acercan Antonio Arráiz y Otto DSola, la charla se generaliza sobre literatura y literatos. Antonio menciona a Arturo Uslar Pietri y ese nombre me sugiere la cuarta pregunta que ando buscando:

‹¿Es Arturo Uslar más útil a Venezuela como político o como escritor?

‹¡Eso no es una pregunta, eso es una bomba de tiempo! ‹interviene Otto DSola.

Pero el intelectual Frías se ha comprometido a responderme.

El intelectual: ‹Reconozco en Arturo un valor positivo nuestro. Por tanto, en el plano que actúe desempeñará un papel de primera importancia. Nuestras letras han perdido con su temporal ausencia una segura cosecha ejemplar.

Pero como nuestro principal problema es el político-social, estimo que Arturo en los actuales momentos es más útil porque se encuentra en el sitio donde hombres más capaces exige el país.

Carlos Eduardo Frías se despide. Pero luego regresa a preguntarme:

‹¿Qué te pareció mi respuesta sobre Arturo? ¿Qué hubieras contestado tú?

Y yo, a mi vez en un aprieto:

‹No sé. Para juzgar si un hombre es útil en política, las más veces hay que esperar que finalice su actuación política.


Tomado de El Nacional 


martes, 14 de mayo de 2019

La cineasta Isabel Coixet: Un ángel para dos personajes





Un ángel para dos personajes


Isabel Coixet escribe para El Cultural sobre los azarosos motivos que la llevaron, contra viento y marea, a rodar Elisa y Marcela, pelicula original de Netflix que compite en la Berlinale, que arranca este jueves.

ISABEL COIXET | 01/02/2019 |


Isabel Coixet en pleno rodaje de Elisa y Marcela



Son siempre misteriosos e impredecibles los caminos que te llevan a escoger un tema determinado para hacer una película. Sobre el papel, nada me llevaba hasta estas dos mujeres, Elisa y Marcela, que se amaron en la Galicia de principios del siglo veinte y llegaron a casarse en La Coruña, tras hacerse pasar una de ellas por un hombre. Sin embargo, tras leer el libro del catedrático Narciso de Gabriel Elisa y Marcela, un matrimonio sin hombre el destino, en forma de una instalación artística que realicé sobre la obra de John Berger, me llevó precisamente a La Coruña. Allí conocí personalmente a Narciso de Gabriel que me contagió su pasión por esta historia y me abrió los ojos a las múltiples interpretaciones a las que se prestaba. Tras explorar junto a él las aldeas donde estas mujeres habían vivido y los paisajes y las playas donde habían paseado, regresé a Barcelona con una idea que se convirtió en una obsesión: exploraría a fondo esta historia y escribiría un guión que la contara en toda su complejidad, en todas sus contradicciones, con todas sus lagunas e incógnitas.



Y así lo hice, con la ingenua idea de que una historia así no podía sino fascinar a cuanto productor se pusiera por delante. La escribí, a mi manera, con libertad, con cientos de datos reales pero tomándome licencias históricas, poniendo el acento en las cosas que a mí, personalmente, me fascinaban de ella, prescindiendo de hechos que entorpecían la trama. Cuando la terminé, regresé a Galicia, volví a recorrer los caminos de estas dos maestras, intenté ponerme en sus zapatos y en su piel. ¿Cómo vivían su sexualidad dos mujeres que no tenían ningún tipo de referentes queer? ¿Cómo se movían? ¿Cuáles eran sus gestos? ¿Qué leían? Una tarde en la playa de Caldebarcos, ví a dos niñas vestidas de blanco cogidas de la mano jugando con las olas. Las niñas podían ser de hoy mismo o de hace un siglo. Supe que tenía la escena que me faltaba. Y reescribí el guión hasta que sentí que estaba terminado, que hacía justicia a esta peripecia única en el mundo porque fue la primera: la primera vez que dos mujeres (aunque una se hiciera pasar por hombre) se casaron por la iglesia en la historia del mundo que conocemos. Empezó entonces otro viaje, el de llevar el guión a los que teóricamente tenían que financiarlo. Hasta seis productores tuvo la película, que no consiguieron encontrar el dinero para producirla. Empecé a familiarizarme con el no. Con muchos “no”. “No, porque es una película de época”. “No, porque ¿a quién le interesa una historia de dos mujeres que lucharon por casarse?”. “No, porque nadie quiere ver películas en blanco y negro”. “No, no no y no”.

Pasaron los años, hice otras películas (que tambien, a su vez, habían tardado años en hacerse). En mi recámara siempre estaban Elisa y Marcela, vigilantes, expectantes. Cuando la casualidad me llevaba a Galicia, me asaltaba una nostalgia tremenda por la película que aún era una incógnita. Y a pesar de todo, nunca perdí la fe en que la película se haría. Más tarde o más temprano, pero se haría. Siempre digo que lo único verdaderamente importante que se necesita a la hora de llevar adelante una película es cabezonería. Y estar vacunado contra el rechazo continuo.

Natalia de Molina y Greta Fernández son las protagonistas de Elisa y Marcela



Han pasado diez años. Se hizo por fin. Aquí está. Todas las imágenes, emociones y sentimientos que he llevado conmigo todo este tiempo están volcados en ella. Con la magia y el ángel de dos actrices, Natalia de Molina y Greta Fernández, que me han acompañado en este viaje y mas allá, dotando de vida y alma a dos personajes que se amaron contra todo y contra todos. Elisa Sánchez Loriga y Marcela Gracia Ibeas desaparecieron sin dejar huella en Suramérica. Espero que esta película sobre su fascinante peripecia vital las rescate en la memoria del espectador que se acerque a ella con expectación y curiosidad no exenta de ternura.

@CoixetIsabel 




Tomado de El Cultural





sábado, 11 de mayo de 2019

"Mi primera música me llegó en las voces de los animales": ALDEMARO ROMERO





ALDEMARO ROMERO | 25 DE ENERO DE 1971 


"Mi primera música me llegó en las voces de los animales" 




Si a Aldemaro Romero se le pidiera esa cosa llamada “currículum vital”, que se exige en las empresas notables cuando solicitan un empleado de jerarquía, tendríamos uno muy especial en el que se leería: “Hombre de voluntad sin títulos académicos, músico vocacional sin cuenta bancaria, venezolano integral con una herencia de oro: su infancia.

—El mejor recuerdo de mi infancia es mi padre, porque era ejemplar y porque me enseñó todo lo que sé. Me ha bastado con imitarlo y, aunque no he podrido llegar a ser tan bondadoso como él, todas mis actitudes van parejas con sus enseñanzas.




—Un día trajeron una pianola a la casa y la fiesta se hizo grande. Encaramado en el asiento de aquel instrumento fantástico, con los dedos puestos en el teclado, empezó mi noviazgo con la música bajo la complicidad de mi padre y su guitarra. Desde ese momento decidí que iba a ser músico. Como provengo de un medio extraurbano, mi primera música me llegó en las voces de los animales, junto con los arrullos de mi madre y las canciones que mi padre tocaba en la guitarra. Ese fue mi sedimento musical y es tan firme que ha soportado incólume toda la dilatada yuxtaposición de inquietudes y sonoridades que debe buscar y admitir un músico de nuestro tiempo. Soy, en suma –agrega Aldemaro– un sobreviviente. Porque de niño-músico llegué a ser hombre y músico. Todo ello a despecho de la incomprensión, de las malas escuelas y los peores maestros, del sistema torcido que exige la sumisión incondicional a cambio de títulos y premios y, especialmente a despecho del pseudobaldón de ser “artista”, en un medio esclavizado a los valores materiales.



—¿De qué manera mira su música?


—Acaso sea yo, más bien, un recopilador y el organizador de buena parte de un muy valioso acervo disperso. He trabajado en desventaja, en una larga tarea de rescate, recurriendo casi siempre y tan sólo a la memoria, pues no existe en nuestro medio un archivo tangible de la música del pueblo. Y en la labor de recrear la música popular de Venezuela, la más de las veces he tenido el santo de espaldas. Los críticos y los académicos, que los hay muchos, no ven con buenos ojos mi política de concesiones para lograr una divulgación masiva de nuestra música.

Tomado de El Nacional





miércoles, 8 de mayo de 2019

Victoria de Stefano: El arte es crisis.



Victoria de Stefano: "Escribo por y desde la liberación del lenguaje"

MARITZA JIMÉNEZ

05/12/2018

La fílosofo y escritora ítalovenezolana recibió recientemente la Orden di Cavaliere del gobierno de Italia



En el caso de Victoria de Stefano, podría afirmarse que “la literatura y la filosofía son empleos afines del espíritu”, como dijera hace poco el poeta Franco BordinoFilósofo de profesión, egresada de la Universidad Central de Venezuela en 1962, producto de su apasionada entrega al estudio y el arte, es su obra ensayística en la que destacan los títulos “Sartre y el marxismo” (1975) o “Poesía y modernidad, Baudeaire” (1984). 


Victoria De Stefano nació en Rímini, Italia, el 21 de junio de 1940 y a los 6 años se traslada con su familia a Venezuela, donde contrajo matrimonio con el también filósofo Pedro Duno, militante de izquierda, con quien tuvo dos hijos y vivió en en La Habana, Argel, Zurich, París, Barcelona y el Chile de Salvador Allende. A su regreso al país, trabaja como investigadora en el Instituto de Filosofía de la UCV e imparte clases de Estética, Filosofía Contemporánea y Teoría del Arte y Estructuras Dramáticas en las Escuelas de Filosofía y de Arte en la UCV. 

 Pero la novela, ese género que ambiciona a la vida como totalidad, presidió su aproximación a la escritura ya desde 1971, con “El desolvido”. Desde entonces, su producción ha sido intensa: “La noche llama a la noche” (1985), “El lugar del escritor” (1990), “Cabo de vida” (1993), “Historias de la marcha a pie” (1997), “Diarios 1988-1989. La insubordinación de los márgenes” (2010), “Lluvia” (2013), y esa de próxima edición, cuyo nombre, tomado de Gauguin, adelanta: “Vamos, venimos”. 

Sin embargo, se dice una escritora de lectores tardíos, a pesar del prestigio de que ha gozado en la comunidad literaria, reafirmado con los reconocimientos recientes de la revista “Cuadernos Hispanoamericanos” de España, el homenaje en la Feria del Libro de Chacao, y la Orden di Cavaliere della Repubblica Italiana que le otorgó el presidente de ese, su país de origen. 



¿En qué momento descubre, o siente, que sería escritora?

 -Yo nunca pensé quiero ser escritora. Simplemente desde muy joven empecé a leer y a escribir, leía mucho, difícil que pasara un día, una noche sin leer. Mi padre era un gran lector, mis hermanas leían, y en el colegio nos llevaban todas las tardes a la biblioteca, era una biblioteca decorosa pero ahí leí casi todo Julio Verne, Mark Twain, "La Cabaña del tío Tom". Casi todos los escritores dicen que cuando existe la avidez, esa curiosidad por leer, deriva necesariamente en el deseo de escribir. Virginia Woolf decía que no hay escritor sin experiencia, el escritor no surge por generación espontánea, la lectura, las buenas lecturas a las que joven llega por instinto o porque está atento a lo que escriben los escritores que admira, son su experiencia. Empecé a ejercitarme joven en la escritura, cuando leía o escribía me olvidaba del mundo literalmente. Escribí una novela, después ensayos, otra novela, otra novela, otros ensayos, entonces pensé, 'bueno, parece que soy una escritora'. Pero además, yo era profesora, y a los profesores se nos paga por recogernos a leer y estudiar. Leer para dar clases es una gran escuela de formación, es un ejercicio de memoria, de aprendizaje y una voluntad de comprensión. 

-¿Cómo se relacionan en su novelística la memoria y el lenguaje? Dos aspectos que la crítica ha destacado en su escritura. Uno siente una escritura que se adentra en los detalles cotidianos o el recuerdo, casi como una cámara cinematográfica, pero que en realidad lo que está allí es el deleite del lenguaje. 

-La pasión por el lenguaje la tuve desde muy niña, leía continuamente el diccionario, me encantaban las palabras que no eran de uso corriente. Sentía una gran necesidad de aprender el español, porque mi lengua materna, la que mis padres hablaban en casa, era el italiano, a pesar de que aprendí a leer y escribir en español. Leía con un cuaderno y un lápiz, palabra que no conocía la apuntaba, además llenaba mis cuadernos con citas, bosquejos, bocetos de cuentos, estrofas que imitaban poemas. -La memoria -continúa- es fundamental, pero la memoria del escritor no es la de “Funes el memorioso”, sino que pasa por un proceso de distanciamiento de lo personal en el que intervienen momentos de ficción, desdoblamientos, libertades imaginativas, cambios de estilos, saltos, brincos, rupturas, digresiones. Yo no escribo para mí, no escribo para nadie, escribo desde y para la liberación del lenguaje, de lo que lo tiene cautivo. Si lo logro o no ya es otra cosa. 

-José Donoso decía que el que se exilia ya no vuelve a tener patria. Tú naciste en Italia. Llegaste a Venezuela a los 6 años. Luego viviste, directa o indirectamente, un largo periplo por el mundo. ¿Cómo marcó esa experiencia su vida y su escritura?

-Yo no experimenté la venida a Venezuela como un exilio, sino como un cambio de país, de hogar, tal vez por la edad, lo viví más bien como un volver a nacer, como un principio inaugural. ¿En ese principio inaugural estaba la escritura? Creo que sí… Para mis padres quizás fue más que un exilio una pérdida, pero a nosotros jamás nos lo hicieron pensar. 

-¿Cree que la novela es un género en crisis o vive un proceso de renovación? 

-Todos los géneros literarios y las artes en general a lo largo de la historia han entrado en crisis, crisis y renovación van de la mano, los estilos literarios responden a cambios históricos, el barroco, el clasicismo, el romanticismo, el realismo, el naturalismo, la modernidad son respuestas a nuevas experiencias, esos cambios que no habríamos considerado posibles, se nutren de vuelta a ciertas tradiciones olvidadas, proscritas, para ser recuperadas con nuevos atavíos no por prurito de novedad sino por las variables que impone el proceloso mar del tiempo-ahora. No quiero sonar didáctica pero el arte es crisis, las líneas seculares de continuidad se fracturan, se recomienza una vez más con los desechos, los fragmentos, los cabos perdidos, mezclándolos, entreverándolos. 

-¿Está repercutiendo la actual diáspora venezolana en el arte y la escritura? 

-Obviamente que sí, aunque es demasiado pronto para un diagnóstico, se han ido muchos jóvenes muy bien formados, sin duda darán mucho de sí estén donde estén, pero el mundo para los jóvenes de hoy tiene otras connotaciones más amplias y abiertas que para los jóvenes de hace treinta años, ellos enfrentan esta crisis global, me parece a mí, con más entereza y menos nostalgia, la nostalgia puede ser una carga muy abrumadora. 



Tomado de  El Universal



martes, 7 de mayo de 2019

La Isla de Pascua sufre amenazas climáticas.


El Ahu Tongariki, de 200 metros de longitud, es la plataforma funeraria más grande de Rapa Nui o la Isla de Pascua. Tiene 15 estatuas de piedra volcánica o moai, ubicadas en la costa suroriental pascuence, frente al volcán Rano Raraku, y sobre ellas pende la amenaza del impacto del cambio climático en el vulnerable territorio insular chileno. Crédito: Orlando Milesi/IPS

Rapa Nui afronta amenazas climáticas para sus recursos y sus moai

HANGA ROA, Chile, 12 feb 2019 (IPS) - Activistas sociales y autoridades de Rapa Nui o la Isla de Pascua urgen a adoptar medidas para enfrentar el aumento de la temperatura del mar, la disminución de lluvias y una crecida de las marejadas que amenazan sus recursos pesqueros y sus moai, las misteriosas estatuas humanas de piedra volcánica.
En esta isla enclavada en el océano Pacífico, en la región de la Polinesia, a 3.800 kilómetros de las costas de Chile, el país del que es parte, ya son evidentes los efectos provocados por el cambio climático.
Ludovic Burws Tuki, profesor de la Aldea Educativa de Hanga Roa, donde los niños de la isla estudian educación básica y media, cuenta que con “el aumento de las temperaturas del agua algunos corales están empezando a blanquear” en las costas de Rapa Nui (rapa grande, en lengua rapanui).
“Miras la isla y ahora (febrero) debería estar amarilla, pero está verde. Hay un desfase de temporadas. Está lloviendo más en un momento en que no debería. Lluvia más fuerte, más corta y muy intensa que provoca erosión que llega al mar y cubre los corales”, relató a IPS.
“Ha subido la temperatura, pero mezclado con la basura, se ha generado una nueva alga en la profundidad de 80 metros (todavía en estudio), que empieza a crecer y a comerse el coral”, indicó Burws, quien también es asesor técnico de la organización Te Mau  o te Vaikava o Rapa Nui (Mesa del Mar de Rapa Nui).
Esa Mesa es un colectivo de 22 representantes de diversas organizaciones, que actúa desde 2014, con el objetivo de supervisar los problemas vinculados con el entorno marino de la isla de 163,6 kilómetros cuadrados, poblada por 8.000 habitantes permanentes, la mayoría del pueblo originario rapanui.
Otros daños provocados por el aumento de la temperatura es la casi desaparición del auke, una alga endémica “que antes era muy abundante”, explicó Burws.
Un problema que se une, dijo, a otro que también viene del mar y afecta a la población: “toda la basura que recibimos desde afuera se transforma en micro plástico que se comen los peces y luego comemos nosotros”.


El humedal Rano Kau, en el cráter del volcán del mismo nombre, aún no se ha secado como el situado en el cráter del Ranu Raraku. En este lugar se efectuaron ceremonias ancestrales, pero ahora el acceso está restringido pues su nivel de agua también descendió fuertemente. Crédito: Orlando Milesi/IPS
Pedro Edmunds Paoa, alcalde del municipio de Isla de Pascua, del que Hanga Roa es su capital, dijo a IPS que “desde que en 1984 se identificó la corriente de El Niño, la isla ha ido sufriendo mermas en su fauna y flora marina”.
“Hoy día se están pescando atunes chiquitos. Nosotros tenemos nombres para cada especie y cada tamaño. El que se está pescando se llama auhopu, que es un atún de 40 centímetros, un bebé atún. Porque en nuestras aguas el atún ova, nace, se cría y después migra”, contó.
“Yo quiero repoblar mi mar”, subrayó la autoridad municipal. “El mar nuestro sufrió y sufre el calentamiento global, se  calentó en cinco a seis grados sobre lo que normalmente debe tener”, describió con alarma.
Añadió que una medición, efectuada hace un tiempo por un barco científico de la estadounidense Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica (NOAA), “detectó a 800 metros mar afuera de Hanga Roa y a 40 metros de profundidad, temperaturas de 29 grados (centígrados)”. Tradicionalmente, la temperatura superficial en la zona no pasaba de 24 grados y a esa profundidad era muy inferior.
Para repoblar el mar, Edmunds impulsa un acuerdo con la chilena Universidad del Norte que tiene una estación de estudio, desarrollo y reproducción de especies, desde algas hasta peces azules como el atún, la vidriola, el pez espada y otros.

El humedal Rano Kau, en el cráter del volcán del mismo nombre, aún no se ha secado como el situado en el cráter del Ranu Raraku. En este lugar se efectuaron ceremonias ancestrales, pero ahora el acceso está restringido pues su nivel de agua también descendió fuertemente. Crédito: Orlando Milesi/IPS
Al alcalde le preocupa también la merma de corales, que “están acostumbrados a una cierta temperatura”. “Al matar corales se mata especies que nacen de ellos, porque los corales son vida que acoge otras vidas y a partir de ahí se va creando la  cadena de lo menor a lo mayor”, explicó.
Edmunds denuncia que el cambio climático no es el único responsable de la merma de atunes y otras especies marinas propias de la isla. La disminución, dijo, es favorecida también “por la pesca excesiva de naves extranjeras que entran a nuestras aguas, a pesar de que ellos insistan en que no pescan en nuestras aguas”.

“Vamos a tener una gran escasez del recurso hídrico  y también el patrimonio se va a ver muy afectado tanto por el aumento del mar como por el de las marejadas”, pronosticó a IPS la abogada Tiare Aguilera Hey, quien trabaja en la planificación urbana y territorial.
Ese patrimonio al que hace referencia está constituido por los moai, las míticas y gigantescas estatuas volcánicas que son exclusivas de Rapa Nui, y que junto con los ahus o altares ceremoniales, también pétreos, fueron declarados patrimonio de la humanidad en 1995 por la Unesco.
Es un patrimonio que “se concentra principalmente en zonas costeras”, destacó la especialista.
Además, “van a disminuir las precipitaciones y, por lo mismo,  la erosión, la acidificación y una serie de consecuencias que irán en desmedro de la agricultura y de la pesca, principalmente”, indicó.
Aguilera es originaria de la isla, a la que retornó en 2013 después de realizar estudios en España y China. Desde entonces, asesora a la Comisión de Desarrollo de la Isla de Pascua, un órgano de decisión indígena rapanui.
Un parque, un consejo y una zona para defender al mar
A mejorar la situación del entorno marino va a contribuir la entrada en operación del parque marino Motu Motiro Hiva, una iniciativa que quedó definitivamente plasmada en febrero de 2018,  con el decreto que lo instituyó, junto con Consejo del Mar, responsable de su manejo y cuyo plan debe estar listo en agosto.
Con 150.000 kilómetros cuadrados, el parque forma parte del Área Marina Costera Protegida de Usos Múltiples de Isla de Pascua, que se estableció en junio siguiente, que abarca 720.000 kilómetros cuadrados y es la más grande en su tipo de América Latina.
Hay más de 1.000 moai (estatuas humanas) en la Isla de Pascua (Rapa Nui en lengua indígena), construidos con roca volcánica. En el entorno del volcán Rano Raraku hay varios semienterrados que parecen salir de la profundidad de la tierra. Unos 120.000 turistas llegan cada año a la isla chilena de la Polinesia, atraídos por este mítico arte. Crédito: Orlando Milesi/IPS


También el 29 de junio de 2018 se eligió a los 11 integrantes del Consejo del Mar, que preside la gobernadora pascuenceLaura Terita Alarcón Rapu. Seis de sus miembros, como se determinó en su creación, son rapanuis y fueron electos en forma especial por su comunidad.
“Pero para un manejo que no sea de papel  se necesitan unos 8.000 millones de pesos (12,3 millones de dólares) y en el presupuesto 2019 del país no se destinan más allá  de 300 millones”, advirtió Burws, con base en estimaciones de organizaciones no gubernamentales.
El nuevo parque marino se suma al parque Rapa Nui, creado en 1996 y cuya administración el gobierno entregó en 2016 a la Comunidad Indígena Ma’u Henua.

Abarca 40 por ciento del territorio pascuense y en él se ubican las estatuas humanas moai, de uno a 10 metros, talladas en toba,  y los altares ceremoniales ahus, el mayor atractivo para los 120.000 turistas que llegan anualmente a la isla.
Aguilera destacó que la nueva administración indígena  va a contar con un departamento de cambio climático para estudiar los humedales, que disminuyeron considerablemente el nivel de agua dulce, entre otros instrumentos, dejados por el organismo gubernamental que era responsable del parque anteriormente.
“A nivel local se están adoptando muchas iniciativas desde instituciones diversas que han tomado la batuta con respecto al cambio climático”, elogió la especialista.
Aguilera citó también entre las medidas ambientales positivas surgidas en Rapa Nui, algunas promovidas por la Municipalidad (alcaldía), como una gran campaña de reciclaje o la transformación en sostenible de la fiesta anual cultural y deportiva denominada Tapati, así como acciones para reducir el uso de bolsas y bombillas plásticas y la creación de un sistema de transporte público.
Edición: Estrella Gutiérrez

Tomado de IpsNoticias