Rapa Nui afronta amenazas climáticas para sus recursos y sus moai
- Activistas sociales y autoridades de Rapa Nui o la Isla de Pascua urgen a adoptar medidas para enfrentar el aumento de la temperatura del mar, la disminución de lluvias y una crecida de las marejadas que amenazan sus recursos pesqueros y sus moai, las misteriosas estatuas humanas de piedra volcánica.
En esta isla enclavada en el océano Pacífico, en la región de la Polinesia, a 3.800 kilómetros de las costas de Chile, el país del que es parte, ya son evidentes los efectos provocados por el cambio climático.
Ludovic Burws Tuki, profesor de la Aldea Educativa de Hanga Roa, donde los niños de la isla estudian educación básica y media, cuenta que con “el aumento de las temperaturas del agua algunos corales están empezando a blanquear” en las costas de Rapa Nui (rapa grande, en lengua rapanui).
“Miras la isla y ahora (febrero) debería estar amarilla, pero está verde. Hay un desfase de temporadas. Está lloviendo más en un momento en que no debería. Lluvia más fuerte, más corta y muy intensa que provoca erosión que llega al mar y cubre los corales”, relató a IPS.
“Ha subido la temperatura, pero mezclado con la basura, se ha generado una nueva alga en la profundidad de 80 metros (todavía en estudio), que empieza a crecer y a comerse el coral”, indicó Burws, quien también es asesor técnico de la organización Te Mau o te Vaikava o Rapa Nui (Mesa del Mar de Rapa Nui).
Esa Mesa es un colectivo de 22 representantes de diversas organizaciones, que actúa desde 2014, con el objetivo de supervisar los problemas vinculados con el entorno marino de la isla de 163,6 kilómetros cuadrados, poblada por 8.000 habitantes permanentes, la mayoría del pueblo originario rapanui.
Otros daños provocados por el aumento de la temperatura es la casi desaparición del auke, una alga endémica “que antes era muy abundante”, explicó Burws.
Un problema que se une, dijo, a otro que también viene del mar y afecta a la población: “toda la basura que recibimos desde afuera se transforma en micro plástico que se comen los peces y luego comemos nosotros”.
Pedro Edmunds Paoa, alcalde del municipio de Isla de Pascua, del que Hanga Roa es su capital, dijo a IPS que “desde que en 1984 se identificó la corriente de El Niño, la isla ha ido sufriendo mermas en su fauna y flora marina”.
“Hoy día se están pescando atunes chiquitos. Nosotros tenemos nombres para cada especie y cada tamaño. El que se está pescando se llama auhopu, que es un atún de 40 centímetros, un bebé atún. Porque en nuestras aguas el atún ova, nace, se cría y después migra”, contó.
“Yo quiero repoblar mi mar”, subrayó la autoridad municipal. “El mar nuestro sufrió y sufre el calentamiento global, se calentó en cinco a seis grados sobre lo que normalmente debe tener”, describió con alarma.
Añadió que una medición, efectuada hace un tiempo por un barco científico de la estadounidense Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica (NOAA), “detectó a 800 metros mar afuera de Hanga Roa y a 40 metros de profundidad, temperaturas de 29 grados (centígrados)”. Tradicionalmente, la temperatura superficial en la zona no pasaba de 24 grados y a esa profundidad era muy inferior.
Para repoblar el mar, Edmunds impulsa un acuerdo con la chilena Universidad del Norte que tiene una estación de estudio, desarrollo y reproducción de especies, desde algas hasta peces azules como el atún, la vidriola, el pez espada y otros.
Al alcalde le preocupa también la merma de corales, que “están acostumbrados a una cierta temperatura”. “Al matar corales se mata especies que nacen de ellos, porque los corales son vida que acoge otras vidas y a partir de ahí se va creando la cadena de lo menor a lo mayor”, explicó.
Edmunds denuncia que el cambio climático no es el único responsable de la merma de atunes y otras especies marinas propias de la isla. La disminución, dijo, es favorecida también “por la pesca excesiva de naves extranjeras que entran a nuestras aguas, a pesar de que ellos insistan en que no pescan en nuestras aguas”.
“Vamos a tener una gran escasez del recurso hídrico y también el patrimonio se va a ver muy afectado tanto por el aumento del mar como por el de las marejadas”, pronosticó a IPS la abogada Tiare Aguilera Hey, quien trabaja en la planificación urbana y territorial.
Ese patrimonio al que hace referencia está constituido por los moai, las míticas y gigantescas estatuas volcánicas que son exclusivas de Rapa Nui, y que junto con los ahus o altares ceremoniales, también pétreos, fueron declarados patrimonio de la humanidad en 1995 por la Unesco.
Es un patrimonio que “se concentra principalmente en zonas costeras”, destacó la especialista.
Además, “van a disminuir las precipitaciones y, por lo mismo, la erosión, la acidificación y una serie de consecuencias que irán en desmedro de la agricultura y de la pesca, principalmente”, indicó.
Aguilera es originaria de la isla, a la que retornó en 2013 después de realizar estudios en España y China. Desde entonces, asesora a la Comisión de Desarrollo de la Isla de Pascua, un órgano de decisión indígena rapanui.
Un parque, un consejo y una zona para defender al mar
A mejorar la situación del entorno marino va a contribuir la entrada en operación del parque marino Motu Motiro Hiva, una iniciativa que quedó definitivamente plasmada en febrero de 2018, con el decreto que lo instituyó, junto con Consejo del Mar, responsable de su manejo y cuyo plan debe estar listo en agosto.
Con 150.000 kilómetros cuadrados, el parque forma parte del Área Marina Costera Protegida de Usos Múltiples de Isla de Pascua, que se estableció en junio siguiente, que abarca 720.000 kilómetros cuadrados y es la más grande en su tipo de América Latina.
También el 29 de junio de 2018 se eligió a los 11 integrantes del Consejo del Mar, que preside la gobernadora pascuence, Laura Terita Alarcón Rapu. Seis de sus miembros, como se determinó en su creación, son rapanuis y fueron electos en forma especial por su comunidad.
“Pero para un manejo que no sea de papel se necesitan unos 8.000 millones de pesos (12,3 millones de dólares) y en el presupuesto 2019 del país no se destinan más allá de 300 millones”, advirtió Burws, con base en estimaciones de organizaciones no gubernamentales.
El nuevo parque marino se suma al parque Rapa Nui, creado en 1996 y cuya administración el gobierno entregó en 2016 a la Comunidad Indígena Ma’u Henua.
Abarca 40 por ciento del territorio pascuense y en él se ubican las estatuas humanas moai, de uno a 10 metros, talladas en toba, y los altares ceremoniales ahus, el mayor atractivo para los 120.000 turistas que llegan anualmente a la isla.
Aguilera destacó que la nueva administración indígena va a contar con un departamento de cambio climático para estudiar los humedales, que disminuyeron considerablemente el nivel de agua dulce, entre otros instrumentos, dejados por el organismo gubernamental que era responsable del parque anteriormente.
“A nivel local se están adoptando muchas iniciativas desde instituciones diversas que han tomado la batuta con respecto al cambio climático”, elogió la especialista.
Aguilera citó también entre las medidas ambientales positivas surgidas en Rapa Nui, algunas promovidas por la Municipalidad (alcaldía), como una gran campaña de reciclaje o la transformación en sostenible de la fiesta anual cultural y deportiva denominada Tapati, así como acciones para reducir el uso de bolsas y bombillas plásticas y la creación de un sistema de transporte público.
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