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domingo, 13 de octubre de 2024

LA MUERTE DE CARMEN DOLORES, LA ESPOSA DE RUFINO BLANCO FOMBONA

 

Carmen Dolores Casanova Tovar.


23 de marzo de 2016


LA MUERTE DE CARMEN DOLORES


Por Eduardo Casanova Sucre


Rufino Blanco Fombona (1874-1944) fue un buen escritor, pero su condición de aventurero con elementos románticos y desordenados lo frustró y lo dejó demasiado cerca del nivel anecdótico como para que pueda ser considerado un verdadero maestro. Fue uno de los primeros venezolanos con obra conocida fuera del país, pero es el típico caso de promesa que finalmente no se pudo cumplir. De él dice Domingo Miliani: “Rufino Blanco Fombona (1874-1944). Polígrafo, la dispersión de su obra le proyectó en muchos campos. Fue una de las más influyentes figuras continentales de su tiempo. Esa misma dispersión lo privó de consolidar una obra maestra.” Nació en Caracas el 17 de julio de 1874, hijo de Rufino Blanco Toro y de Isabel Fombona Palacio. En su infancia vivió en La Victoria. Sus primeros estudios fueron en los colegios “Santa María” y “San Agustín”, en Caracas. Empezó a estudiar derecho y filosofía, pero pronto dejó la universidad para estudiar en la Academia Militar. Participó en la Revolución Legalista y a los 18 años fue a tener a Filadelfia como Cónsul de Venezuela. En 1895, luego de tres años en los Estados Unidos, volvió a Caracas y se incorporó a “El Cojo Ilustrado”. En 1896 fue designado agregado en la Legación de Venezuela en Holanda. En 1898 regresó a Venezuela y publicó su primer libro. En 1899 actuó brevemente con Cónsul de Santo Domingo en Boston. Regresó a Venezuela para hacerse cargo de la Secretaría General de Zulia, nombrado por Cipriano Castro, que poco después lo nombraría Cónsul de Venezuela en Amsterdam (1901-1904). Como seguidor de Castro fue gobernador del Territorio Federal Amazonas en 1905. Al poco tiempo fue hecho preso en Ciudad Bolívar, en donde escribió “El hombre de hierro”. Al recobrar la libertad se exiló en Europa (1906-1908). A su regreso a Venezuela estuvo entre los que celebraron la caída de Castro y el ascenso al poder de Juan Vicente Gómez, que alentó su elección como Diputado. Pronto rompió también con el gomismo y de nuevo fue a tener a la cárcel. En 1910 fue desterrado, con lo que se inició su exilio de veintiséis años. En París estuvo de 1910 a 1914, y en España desde entonces hasta algo después de la muerte de Gómez. En España fundó la Editorial América y la Biblioteca Ayacucho, y publicó varios trabajos. Fue Cónsul de Paraguay en varios lugares, y durante la República Española fue Gobernador de Almería (1932) y de Navarra (1933). Luego de la muerte de Gómez, de regreso a Venezuela, fue Gobernador del estado Miranda, pero tampoco allí duró mucho. Ministro de Venezuela en Uruguay (1939-1941). El 16 de octubre de 1944, durante un viaje a Argentina, murió en Buenos Aires. Tenía setenta años, pero había vivido ciento cuarenta. En su vida hubo una gran mancha que siempre afectará su nombre: la muerte trágica de Carmen Dolores Casanova Tovar, con quien estuvo casado pocos días. Carmen Dolores era la única niña y la menor de los hijos de Carlos Evaristo Casanova Mendoza y Carmen Tovar Gascue. Por la rama materna era nieta de Fermín Tovar Tovar, músico, hermano de Manuel Felipe Tovar, el último mantuano que tuvo poder político en el país. Los Tovar, como todos los mantuanos habían perdido su posición social. De otra manera no se explica cómo se casó una Tovar con un Casanova, descendiente de canarios establecidos en Maracaibo, Santa Bárbara del Zulia y parte del estado Táchira, nieto de una expósita de Maracaibo. Pero, dados los cambios que se produjeron en Venezuela, y sobre todo en Caracas, a raíz de la Independencia, la Guerra Federal y otros hechos, esos Casanova Tovar eran gente importante de su tiempo, aunque, según las palabras del propio Blanco Fombona, no tenían dinero. 


Retrato de Rufino Blanco Fombona, fotografiado por Kaulak (1912)y recogido en la revista española Mundo Gráfico.

En sus memorias (“Camino de imperfección”, Editorial América, Madrid, 1933) Blanco Fombona cuenta que se enamoró de ella al conocerla, en 1905, cuando (ella) tenía apenas 14 años  y él 31. El 14 de junio de 1906 asentó en su diario: “Ayer hemos pasado un día de campo muy agradable en la hacienda “El Conde”, (…) Dulce charla de regreso con Carmen Dolores”. ¿Dulce charla entre un hombre de 31 años y una niña de 14? Mal comienzo. El diario del personaje, en 1908, ya permite intuir que algo va mal encaminado. Sin el más mínimo disimulo habla de estar enamorado de dos jóvenes, que además tienen el mismo nombre. De Carmen Dolores dice; “¡Qué desarrollo tan fresco y tan brillante de sus diecisiete años! No hemos podido conversar porque estaban presentes su madre, su padre y uno de sus hermanos. (…) Es, en el fondo de su espíritu, y aunque muy inteligente, una chicuela”. ¿Puede haber una mayor demostración de machismo? El 3 de diciembre de 1908 ese machismo, que en su caso se mezcla con una enorme dosis de egolatría, hace eclosión: “Estoy flirteando con dos mujeres, ambas jóvenes, ambas lindas, ambas del mismo nombre, ambas pertenecientes a las mejores familias de Caracas. Llamaré a la una, a la más joven, C(primera) y a la otra C(segunda). A C(primera) la conocí hace tres años, y pertenece a una gente ligada con nosotros por vínculos que debo respetar. Por eso, y por ella misma, la requiebro con más miramientos que la otra; cuenta apenas diecisiete años ¡Qué chicuela tan avispada y tan atrayente! (…) “C(segunda) tiene más mundo, como mujer de veinte años; es más elegante y mucho más apasionada. Como novia lisonjea más la vanidad de un hombre que C(primera). Pero se le conoce demasiado que desea casarse”. (…) “Cuando converso con cualquiera de las dos prefiero aquella con quien estoy; le hayo encantos que me detienen a su lado.” (…) “C(segunda) tiene un defecto para esposa: hábitos de lujo, parientes ricos y ella poca fortuna. La otra tampoco goza un porvenir económico envidiable; y se acomodaría más fácilmente a una vida modesta”. (…) “Creo que me decidiría por aquella de las dos supiera inspirarme celos, o que por otra habilidad supiera aprovechar un buen cuarto de hora. He pensado hasta en jugarme las dos, a ver cual gano; o tirar una moneda al aire y decidirme por la una si cae de cara, o por la otra si cae de sello. ¿Pero quien va a echarse esposa por el capricho del azar? Me he tranquilizado con esta reflexión: si nunca o casi nunca hacemos otra cosa. El azar entra en mayor escala que la previsión en nuestro destino”. El 6 de diciembre de 1908, sumido por completo en la aventura de llevar a Juan Vicente Gómez a la Presidencia de la República, escribe en su diario: “he visto a menudo a C(primera). Me siento más inclinado a ella. Tal vez llena más mi pensamiento que la otra”. Y el 9 escribe: “Me gustará más C(segunda)? Acabo de hablar por teléfono con ella y me parece que sí. Le gusta la política, tiene emociones fuertes y es muy elegante. He tirado una moneda al aire por tres veces para preguntarle al azar y por tres veces consecutivas ha salido C(primera). Me parece que el destino me ha hecho trampa. Sin embargo soy tan supersticioso que esta decisión de la moneda, va a pesar mucho en mí, ¡aunque no quisiera tomarla en cuenta!”. Y así, lanzando al aire monedas, orgulloso de su hazaña de enamorar a dos niñas del mismo nombre, mostrando los dientes de su machismo, siguió adelante hasta comprometerse de verdad con Carmen Dolores y aceptar que su padre la llevara a Madrid a casarse con él, que ha dejado atrás su gomismo pero no su machismo. Y el 23 de diciembre de 1916, en la Iglesia de la Parroquia de San Ginés de Madrid, Don Carlos Casanova Mendoza le entrega a su hija, Carmen Dolores, y muy poco tiempo después se embarca para La Guaira. Pero al llegar a Venezuela debe volver a España a buscar el cadáver de la niña que había entregado en matrimonio. Cuarenta y cinco días después de la ceremonia, Carmen Dolores cayó de un balcón. El viudo aseguraba que se suicidó, que se lanzó cuando él se negó a romper su relación con su “Bella Normanda, o La Divina Welquiria o Margarita Millet”, que le acababa de dar un hijo. Los Casanova dijeron siempre que él la empujó, lo que no parece probable puesto que no hubo actuación policial posterior. Desde luego, Blanco Fombona debe haber tenido una enorme carga de conciencia, porque siendo como era valiente y peleón, siempre huyó de los Casanova (mi abuelo y sus hermanos), que por cierto eran altos y fuertes. Las memorias de Blanco Fombona y las cartas de Carmen Dolores, llenas de detalles domésticos y de amor hacia el ausente, bien podrían servir para hacer una larga novela romántica con final trágico. Desafortunadamente, lo que puede deducirse del escritor es que, aun cuando era osado en lances personales, le faltó valor. Se dejó llevar por un machismo que nada lo honra, y que llenó de dolor innecesario a una familia caraqueña que merecía otra suerte. Muchos años después (1933) escribiría, como para justificarse, que su pecado fue cumplir con la palabra empeñada. Una cobardía más, que explica por qué, habiendo sido un buen escritor, careció de la grandeza de un Manuel Díaz Rodríguez, un Luis M. Urbaneja Achelpohl, un Enrique Bernardo Núñez, o un Rómulo Gallegos o un Arturo Uslar Pietri.


Foto de 



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Eduardo Casanova



Estudió Derecho y Letras en la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad Nacional de Buenos Aires. En 1963 se estrenó su obra teatral Barrabasalia, escrita en colaboración con Arturo Uslar Braun, en 1975 se estrenó su comedia "El solo de saxofón". Luego, en 1968, recibió su título de abogado. Presidente de la Fundación para las Artes del Distrito Federal (Fundarte), 1984. Director del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG), 1984-1987. Premio Guillermo Meneses por su obra narrativa (2000). Presidente del Círculo de Escritores de Venezuela, 1999 y 2001.  

lunes, 16 de octubre de 2023

“ARTURO USLAR PIETRI”, UNA VOZ EN EL VACÍO”, DE EDUARDO CASANOVA

 


 

Crónicas del Olvido


“ARTURO USLAR PIETRI”, UNA VOZ EN EL VACÍO”, DE EDUARDO CASANOVA


**Alberto Hernández**

1.-

El 9 de marzo de 1997, Arturo Uslar Pietri dejó escrito en su volumen “Pizarrón”, el artículo “Mi confesión en la Sorbona”, en la oportunidad de la presentación en francés de su novela “El camino de El Dorado”. En esas líneas finales dice:

“Hoy, con la caída del Muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética, desapareció el enfrentamiento y, con él, desde luego, la posibilidad de una “literatura comprometida”, por lo que, inevitablemente, se está regresando a la búsqueda del mundo perdido del hombre de pensamiento como testigo de su tiempo y como conciencia libre frente al mundo cambiante”.

En efecto, ese ´mundo cambiante´ nos ubica en un hombre que durante toda su obra, en todo el ejercicio de su pensamiento, estuvo al frente de una escritura, sí, comprometida, pero con lo que él mismo destaca, con el “pensamiento de su tiempo” y libre de escribir lo que le vino en ganas acerca de lo que pasó y pasaría en el país donde le tocó nacer, vivir y morir. 

Uslar Pietri era visto como un hombre controversial. Su historia así lo revisa y lo estudia. Quien lo haya leído sabrá que no ocultó sus preferencias por un país libre de fanatismos y atavismos que pudieran conducir el país al desastre. Pero su voz no fue escuchada y cuando alguien lo oyó lo convirtió en el “enemigo” de ciertas causas perdidas.

La obra de Arturo Uslar Pietri, desde su infancia hasta el día que le tocó marcharse ha quedado como una huella profunda en la conciencia nacional. Hasta los que lo adversaban han tenido que reconocer que el “amigo invisible” es una de las voces éticas y literarias más importantes de Venezuela. Su vida íntima, hogareña, familiar, y su vida pública forman parte del legado de su tránsito por la tierra, por la que se entregó a escribirla y a decirla con propiedad.

2.-

Eduardo Casanova, el novelista, el escritor, el que habla del país desde sus adentros, desde su lejanía cronológica, el que nos trae el país a diario en sus crónicas, el que escribió la bella biografía de otro grande como Vicente Gerbasi, hoy nos entrega “Arturo Uslar Pietri, una voz en el vacío”, donde el autor caraqueño revela su proximidad con el vejo novelista y sus hijos. Es decir, Casanova confiesa su familiaridad con los Uslar Braun, como la que tuvo con el autor de "Mi padre, el inmigrante".

Estamos frente a un trabajo que nos revela, que nos anima a encontrarnos nuevamente con ese hombre que hablaba con los ojos puestos en los televidentes cuando desarrollaba su programa “Valores humanos”, el mismo que escribía semanalmente su columna “Pizarrón” en el diario El Nacional en la que esculcaba el país y el mundo desde su mirada y desde sus críticas. Casanova nos acerca a las novelas de Uslar, nos allega a la calidad de cada una de ellas, donde estuvimos en el pasado de aquellas batallas que nos independizaron, con los personajes que hicieron posible la Nación que ahora se debate entre la vida y la muerte.

Por eso traigo las palabras de aquella vez en París, para ubicar al hombre en el instante en que nuestra biografía se contiene en la de él y nos hallamos bajo los restos de ese muro que no termina de caernos encima y de aquella URSS que aún persiste en sostenerse gracias a una herencia sangrienta que podría terminar con nuestra nacionalidad. 

Por eso es importante esta biografía de Uslar escrita por Eduardo Casanova, porque es nuestra historia vaciada en el hombre que siempre habló del país, el de nuestros adentros y el país que se reflejaba en el mundo, con sus errores y aciertos. 

3.-

La lectura de esta biografía nos llevará a todos los títulos escritos por nuestro personaje, como si no se agotara su ánimo para contarnos a Venezuela, la casi borrada del mapa emocional y la que se intenta borrar desde nuestros huesos aún en pie. Entonces nos leeremos en “Las lanzas coloradas”, en “Oficio de difuntos”, en “El camino de El Dorado”, en “La visita en el tiempo” y quedará la huella de los “30 cuentos” que siempre serán referencia en la narrativa de nuestro país y de la lengua castellana. 

Historia, literatura, poesía, polémica, ensayos, teatro: un hombre de todos los géneros. Un conversador insigne guiado por su enorme cultura.  

El título usado por Eduardo Casanova da cuenta del silencio de un país frente a las advertencias de quien sembró en la conciencia nacional la necesidad de verse en la tierra: cultivarla desde las mismas riquezas que ella nos aportaba para beneficio de todos. Queda, para muchos, como uno de los “notables” a quien le han endilgado otros apelativos.

Uslar es un hito en nuestra cultura política, literaria, teatral, poética. Es un punto de partida para muchos, desde su infancia durante la dictadura de Juan Vicente Gómez hasta la última palabra que pronunció un poco antes de morir.

Para no dejar espacio vacío en su biografía, en su rica historia personal y pública, esta biografía de Eduardo Casanova que acaba de ser publicaba en Amazon. Com.




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Eduardo Casanova



Estudió Derecho y Letras en la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad Nacional de Buenos Aires. En 1963 se estrenó su obra teatral Barrabasalia, escrita en colaboración con Arturo Uslar Braun, en 1975 se estrenó su comedia "El solo de saxofón". Luego, en 1968, recibió su título de abogado. Presidente de la Fundación para las Artes del Distrito Federal (Fundarte), 1984. Director del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG), 1984-1987. Premio Guillermo Meneses por su obra narrativa (2000). Presidente del Círculo de Escritores de Venezuela, 1999 y 2001.  

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Alberto Hernández. Fotografía de Alberto H. Cobo.


Alberto Hernández, es poeta, narrador y periodista, Fue secretario de redacción del diario El Periodiquito. Es egresado del Pedagógico de Maracay con estudios de postgrado de Literatura Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar. Es fundador de la revista literaria Umbra y colabora además en revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Ha publicado un importante número de poemarios: La mofa del musgo (1980), Última instancia (1985) ; Párpado de insolación (1989),  Ojos de afuera (1989) ganadora del 1r Premio del II Concurso Literario Ipasme; Nortes ( 1991), ; Intentos y el exilio(1996), libro ganador del Premio II Bienal Nueva Esparta; Bestias de superficie (1998) premio de Poesía del Ateneo de El Tigre y diario Antorcha 1992 y traducido al idioma árabe por Abdul Zagbour en 2005; Poética del desatino (2001); En boca ajena. Antología poética 1980-2001 (México, 2001);Tierra de la que soy, Universidad de Nueva York (2002). Nortes/ Norths (Universidad de Nueva York, 2002); El poema de la ciudad (2003). Ha escrito también cuentos como Fragmentos de la misma memoria (1994); Cortoletraje (1999) y Virginidades y otros desafíos.  (Universidad de Nueva York, 2000); cuenta también con libros de ensayo literario y crónicas. Publica un blog llamado Puertas de Galina. Parte de su obra ha sido traducida al árabe, italiano, portugués e inglés. 


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miércoles, 23 de agosto de 2023

Dos novelas de Eduardo Casanova: “LA NOCHE DE ABEL” Y “EL SOLO DE SAXOFÓN”

 



Crónicas del Olvido

Dos novelas de Eduardo Casanova:

“LA NOCHE DE ABEL” Y “EL SOLO DE SAXOFÓN”


**Alberto Hernández**

1.-

He releído dos novelas cortas de Eduardo Casanova: “La noche de Abel” (Monte Ávila Editores/ Colección Continente, Caracas, 1991) y “El solo de saxofón” (Círculo de Escritores de Venezuela, Caracas, 2000), y me he complacido por la belleza de la primera y por el humor de la segunda. En ambas, dos maneras de narrar, de decir desde la ficción, desde la inventiva, de la imaginación.

En la primera Eduardo Casanova relata las últimas horas de la vida del mariscal Antonio José de Sucre, quien habla con Abel como él mismo, desde el reflejo de un yo en el que tanto el personaje histórico venezolano se vierte en el bíblico, desde la voz de Bolívar cuando al ser asesinado al cumanés exclamó: “¡Han derramado la sangre de Abel!”.

Sucre es “Antonio” y Antonio es “Abel”. Dos personajes que se traducen en uno. Y desde el genésico la seguridad de que iban a matar al Mariscal. Y Antonio, desde la duda, pero también certidumbre de que tenía que morir para dejar la impronta de su personalidad como hombre de bien, como héroe inmaculado. 

Los diálogos:

“-Yo no tengo enemigos.

-Sí los tiene, General, y quieren matarlo”.

(…)

“-El arma ya está en la mano, General.

Antonio sonrió en silencio.

-Desde hace mucho tiempo”.

(…)

“Abel está junto a él, en la ventana. La ventana junto a Abel.

-¿Es inevitable?

-Ahora es inevitable. Tiene que ser.

(..)

“…Tú y yo, Abel, seguimos siendo niño.

-Por eso te van a matar.

-¿Y a ti no te mataron?

-Y a Cristo”.

(…)

“-Esas son las instrucciones de Caín.

-¿Tienen que ser cumplidas?

-Seguramente, Antonio. Es necesario. Lo fue también hace algún tiempo cuando mataron a Cristo.

-Me dijiste que tú fuiste Cristo.

-Y también tú”.

(…)

“-Tengo miedo- se atrevió, por fin a decir.

Abel se quedó en silencio”.

(…)

"Abel se dio cuenta de que Antonio flaqueaba.

-El pecado original se repitió aquí, Antonio, y se sigue repitiendo día a día. Ya no es pecado, ahora es crimen”.

Eduardo Casanova narra con destreza. Construye los diálogos con destreza. Rompe con el tiempo y funda varios tiempos. Deja que los personajes hablen, se descarguen: digan su historia, la que vivieron, la que murieron. Pero lo que más atrapa al lector, más allá de la maestría narrativa, es la belleza que esgrime su escritura. Los dos personajes se recrean. Se refundan. Abel asesinado por su hermano y Antonio sacrificado por aquéllos que él creí eran parte de la misma lucha, los mismos que conspiraban contra Bolívar. 

Esta novela de Casanova Sucre merece una nueva lectura.

2.-

Si bien “La noche de Abel” es una novela donde el autor trabaja con personajes ´reales´, ´históricos´, en “El solo de saxofón” la ficción se convierte en una ´realidad’ cuyos personajes se confirman en las costumbres pueblerinas, donde suelen ocurrir eventos como los contados por el narrador o por cualquier hijo de vecino. Es decir, se trata de sujetos referenciales que son comunes en los pueblos donde se crean mitos, leyendas, rumores, relajos, grandezas y admiraciones producto de la ignorancia y la desinformación.

“El solo de saxofón” es una demostración de la calidad narrativa de Casanova, quien se vale del humor, de la parodia y las paradojas. Un relato hiperbólico tan bien trabajado que el lector se lo cree y lo disfruta porque en los actantes se descubren los tantos sujetos que han existido en nuestros caseríos y pueblos donde reinan, ya dicho, la ignorancia y la exagerada admiración por un  sujeto extranjero, que dice ser maestro de saxofón pero que nunca aprendió a tocarlo. Una historia en la que se aborda el tema de una comunidad que admira lo que no se conoce. Que también ha sido engañada. Que también forma parte de un “poder” porque la ceguera y la sordera forman parte de las costumbres, del mutismo de la misma realidad circundante, creada por quienes siempre han creído ser ese poder.

Aquí, varios fragmentos de esta obra donde no falta el humor cáustico de Casanova:

“El saxofonista, el maestro Amazzagatti, infla y desinfla los carrillos mecánicamente, como soñando, como navegando en otras aguas o sobrevolando otras colinas o recorriendo de memoria los paisajes de su nativa Italia, su tierra de viñedos y soles amarillos, o de Suiza, ese mundo de montañas y de nieve puntiaguda que dejó una tarde para hacer la América…”

(…)

“Solamente el maestro Amazzagatti sabe que su saxofón es mudo. Siempre ha sido mudno como las piedras toscana, pero nadie lo ha notado. O casi nadie, porque una vez dos músicos jóvenes osaron afirmarlo y tuvieron que dejar el pueblo…”. 

Tatatuy es el pueblo donde se instaló el italiano que, por su fama, fue contratado por la retreta donde hacía falta un saxofón…pero el maestro nunca fue maestro de nada. Sólo soplaba en medio del ruido que hacía la retreta y quedaba como si hubiese ensordecido con su belleza los oídos de los vecinos de la población. No ensayaba, cobraba, follaba con una vecina, vivía a costillas de todos, porque era el maestro. Seguía siendo el maestro venido de Italia. Hasta que todo se descubrió y tuvo que salir de Tatatuy con el saxo en la cabeza…El día del gran concierto con la asistencia de autoridades del país, el instrumento no sonó. No sonó y el maestro fue descubierto.  

“Y entonces ocurrió lo que sólo el tiempo presentía: el saxofón era mudo. Mudo como las piedras y las nubes y los recuerdos lejanos. De su cuerpo de serpiente congelado salió sino un leve pujido, una especie de último suspiro de bufón acompañado a medias por la tímida sonrisa del viejo Amazzagatti. Continente decrépito derrumbado que viene a despedirse con aquel pujido final, un pujidito inocente y casto que apenas se atreve a elevarse como pícato venido en medio del más cristalino de todos los silencios, de las miradas más sombrías y solemnes”.

Habían sido décadas de mudez, en medio de homenajes, reconocimientos, alegrías…hasta que se descubrió todo.   

3.-

Dos novelas que no se tocan. Dos maneras de crear historias en las que nuestro autor luce su maestría como novelista. Dos historias en las que Eduardo Casanova logra resumir el caudal de su entrega a la ficción, a la imaginación, a unos personajes que lo habitan y que ha logrado entregarlos a los lectores para que escojan y puedan pasearse por sus vidas.



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Eduardo Casanova



Estudió Derecho y Letras en la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad Nacional de Buenos Aires. En 1963 se estrenó su obra teatral Barrabasalia, escrita en colaboración con Arturo Uslar Braun, en 1975 se estrenó su comedia "El solo de saxofón". Luego, en 1968, recibió su título de abogado. Presidente de la Fundación para las Artes del Distrito Federal (Fundarte), 1984. Director del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG), 1984-1987. Premio Guillermo Meneses por su obra narrativa (2000). Presidente del Círculo de Escritores de Venezuela, 1999 y 2001.  


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Alberto Hernández. Fotografía de Alberto H. Cobo.


Alberto Hernández, es poeta, narrador y periodista, Fue secretario de redacción del diario El Periodiquito. Es egresado del Pedagógico de Maracay con estudios de postgrado de Literatura Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar. Es fundador de la revista literaria Umbra y colabora además en revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Ha publicado un importante número de poemarios: La mofa del musgo (1980), Última instancia (1985) ; Párpado de insolación (1989),  Ojos de afuera (1989) ganadora del 1r Premio del II Concurso Literario Ipasme; Nortes ( 1991), ; Intentos y el exilio(1996), libro ganador del Premio II Bienal Nueva Esparta; Bestias de superficie (1998) premio de Poesía del Ateneo de El Tigre y diario Antorcha 1992 y traducido al idioma árabe por Abdul Zagbour en 2005; Poética del desatino (2001); En boca ajena. Antología poética 1980-2001 (México, 2001);Tierra de la que soy, Universidad de Nueva York (2002). Nortes/ Norths (Universidad de Nueva York, 2002); El poema de la ciudad (2003). Ha escrito también cuentos como Fragmentos de la misma memoria (1994); Cortoletraje (1999) y Virginidades y otros desafíos.  (Universidad de Nueva York, 2000); cuenta también con libros de ensayo literario y crónicas. Publica un blog llamado Puertas de Galina. Parte de su obra ha sido traducida al árabe, italiano, portugués e inglés. 


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lunes, 6 de septiembre de 2021

Luis Alberto Machado:TALENTO CON PROBIDAD

 

Luis Alberto Machado. Imagen tomada de Wikipedia



TALENTO CON PROBIDAD



Por Eduardo Casanova


Si, como dijo Bolívar, el talento sin probidad es un azote, el talento con probidad debería ser una verdadera bendición. Pero en Venezuela, en los últimos años, parecería que el talento sin probidad se premia hasta con un ministerio y el talento con probidad se castiga, aunque el personaje haya tenido dos ministerios a falta de uno. Luis Alberto Machado (21 de enero de 1932 - 23 de febrero de 2016) ha sido uno de los hombres más talentosos y más probos de Venezuela y, a la vez, uno de los hombres más incomprendidos de nuestra historia. Y sin embargo nunca se resintió ni se amargó y siempre fue alegre y positivo. 


Para algunos autores de fama internacional, como Edward de Bono (1933-2921), médico y psicólogo maltés, autor de varios libros sobre la inteligencia humana, Martin Seligman (n. 1942), psicólogo, educador y escritor norteamericano, autor de varios libros importantes de autoayuda, y Robert J. Sternberg (n. 1949) psicólogo también norteamericano que ha publicado varios textos sobre inteligencia, creatividad, amor y odio, las ideas y el trabajo de Machado sobre la inteligencia constituyen una de las mayores y mejores contribuciones al tema de todos los tiempos. Ese reconocimiento mundial no tuvo en Venezuela el más mínimo eco, al contrario, Machado fue objeto de las burlas más crueles y no logró tener prácticamente ninguna influencia en su propio país. Visto en retrospectiva creo que fue un error grave designarlo “Ministro de Inteligencia”, como hizo el Presidente Luis Herrera Campíns en 1979. Era un título que se prestaba a todo tipo de burlas y que no se entendía. “Inteligencia” es un término demasiado amplio, que abarca demasiadas cosas, incluido el espionaje, y muy poca gente sabía que Machado había publicado en 1975 un libro llamado “La Revolución de la Inteligencia”, en el que planteaba la tesis de que todos los seres humanos tienen el derecho y la posibilidad real de desarrollar su inteligencia mediante determinados métodos y sistemas. 



Era una tesis muy atractiva y con claros visos de verosimilitud, y el gobierno ha debido ponerlo al frente del ministerio de Educación, en donde habría desarrollado una labor importante, además de llevar por buen camino la educación de todos los niños y jóvenes del país. Luis Alberto había sido ministro de la Secretaría durante el gobierno de Rafael Caldera (1968-74) y había hecho una muy buena labor, apoyada en su condición de probo, amplio e inteligente. Como ministro de Inteligencia trató de aplicar sus ideas, mediante la implementación de varios proyectos, entre ellos el que llamó “Aprender a Pensar” y otro para el aprendizaje del ajedrez para niños, ambos a nivel escolar. En su discurso ante el Congreso, en 1981, afirmó que “por primera vez en la historia se le ha otorgado al desarrollo de la inteligencia de todos los hombres el carácter de un asunto de Estado, de un problema de Gobierno, de una decisión política con una clara y precisa orientación democrática, porque se trata de desarrollar al pueblo y, en especial a los pobres, lo que traerá necesariamente un cambio radical y definitivo de todas las estructuras”. Por supuesto y como era de esperarse, sus palabras cayeron en el vacío, y el “ministerio de la Inteligencia”, llamado oficialmente “Ministerio para el Desarrollo de la Inteligencia” fue desmantelado y desapareció sin dejar huellas en cuanto Jaime Lusinchi asumió la presidencia de la República. 


En 1993, en las elecciones que ganó Rafael Caldera después de la injusta defenestración de Carlos Andrés Pérez, Machado se lanzó como candidato independiente, y apenas logró un 0,12% de los votos. Yo lo conocí personalmente cuando me incorporé al Círculo de Escritores de Venezuela, cuya presidencia ejercí entre 1999 y 2001, y nos acercó un experimento que hizo con una de las poetas más talentosas de nuestro país, Carmen Cristina Wolf. Luis Alberto sostenía que toda persona bien instruida puede hacer buena poesía, y para demostrarlo convino con Carmen Cristina la elaboración de algo que en ese momento yo denominé “libros paralelos”. Carmen Cristina escribió el “Canto al hombre” y Luis Alberto el “Canto a la mujer” (ambos publicados en 1996). Los dos libros me parecieron bastante buenos y escribí una reseña llamada, justamente, “Libros paralelos”, que ambos me agradecieron mucho. Tanto Alejo Urdaneta como Luis Beltrán Mago, mi cuñado Carlos Armando Figueredo y yo tuvimos el gusto y el honor de hacernos muy amigos de Luis Alberto y apreciar su talento y su excelente cualidad de buen conversador. Un par de años después Luis Alberto publicó un segundo libro, “Canto a Dios” (1998), que también me gustó mucho. 


Dejamos de vernos al terminar mi presidencia del Círculo, en 2001, debido a que me mudé a Mérida, en donde estuve hasta 2006, cuando me fui a vivir por cinco años a Caraballeda. En 2011 me instalé de nuevo en Mérida, en donde me ha quedado, supongo que para siempre. En 2016 me enteré de que Luis Alberto había fallecido y lo lamenté mucho. En el lapso en que nos frecuentamos pude apreciar su inteligencia y su rectitud, y me di cuenta de que era un admirable caso de talento con probidad. Por mucho tiempo fue militante de Copei, pero en ningún caso se puede decir que haya sido un copeyano cerrado y fanático. Reconocía los errores que su partido había cometido y elogiaba sin jactancias lo que consideraba aciertos del partido. 


Siempre vivió modestamente y era evidente que en ningún momento se aprovechó del poder político para obtener alguna prebenda o ventaja personal. Concebía la función pública como una forma de servir a los demás y al país. Jamás lo oí quejarse por la injusticia que con él se cometió, ni jactarse del reconocimiento internacional que se le dio a su trabajo, tan injustamente olvidado en su país. Creo que cuando Venezuela recupere su condición de país, va a ser obligatorio reconocer a Luis Alberto Machado como uno de los grandes venezolanos de nuestro tiempo.


 
Dr. Luis Alberto Machado en el programa "Buenos días" Venevisión Caracas Venezuela



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Eduardo Casanova



Estudió Derecho y Letras en la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad Nacional de Buenos Aires. En 1963 se estrenó su obra teatral Barrabasalia, escrita en colaboración con Arturo Uslar Braun, en 1975 se estrenó su comedia "El solo de saxofón". Luego, en 1968, recibió su título de abogado. Presidente de la Fundación para las Artes del Distrito Federal (Fundarte), 1984. Director del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG), 1984-1987. Premio Guillermo Meneses por su obra narrativa (2000). Presidente del Círculo de Escritores de Venezuela, 1999 y 2001.  

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jueves, 2 de septiembre de 2021

José Antonio Abreu: TALENTO SIN PROBIDAD

 

Abreu y Gustavo Dudamel, en un acto en San Francisco en 2012.L. R. / GETTY. Imagen tomada de El Pais.



TALENTO SIN PROBIDAD

Por Eduardo Casanova

Si Simón Bolívar no se hubiera dedicado en cuerpo y alma, como militar y como Estadista, a lograr la independencia de la América española y propiciar la creación de nuevos países en donde había colonias de España, habría pasado con gloria a la posteridad como escritor, y muchas de sus frases se habrían convertido en grandes máximas citadas por miles de escritores, lectores y educadores. Y una de sus frases más afortunadas fue aquella que dice “el talento sin probidad es un azote”, contenida en una carta al General cumanés Francisco Carabaño, escrita en Bogotá el 8 de octubre de 1828. Ciertamente, a lo largo y ancho de la historia ha habido muchos individuos dotados de un gran talento que le han hecho un daño enorme a la humanidad. 


Desde luego, entre ellos están Stalin, Hitler, Mussolini, Fidel Castro y muchos otros gobernantes que por egoístas y ambiciosos se convirtieron en jefes de sus naciones y le hicieron enormes daños a millones de personas, pero hay otros que no llegaron a ser gobernantes, pero igualmente dañaron a muchos con su falta de probidad. Uno de los casos más notables entre nosotros fue José Antonio Abreu, un hombre muy inteligente, muy talentoso, pero carente en absoluto de probidad y de moral, que engañó y sigue engañando a mucha gente, y que encabezó un proyecto aparentemente lleno de ventajas y virtudes, pero que en sus manos se convirtió en fuente de inmoralidades, de riqueza inmerecida y, sobre todo, de equívocos que no compensan sus muchas fealdades. 


Hablo del tan cacareado “Sistema”, de las orquestas infantiles y juveniles que le han proporcionado un oficio a centenares o miles de jóvenes venezolanos, pero a la vez han sido una fuente de corrupción que ha servido para que unos pocos, encabezados por el propio Abreu, hayan ganado un dinero que no se merecen y una fama que merecen menos todavía, y ha perjudicado el buen desarrollo de la música académica en Venezuela. Me tendrán que perdonar que hable de este tema en primera persona del singular, pero se trata, en mi caso, de un simple caso de conciencia sucia, pues tuve mucho que ver con la creación del monstruo. Es un caso en el que se puede aplicar aquello de que el que no oye consejos no llega a viejo, porque aunque en diciembre cumplo ochenta y dos años, es decir, llegué a viejo, llegué con algunos cargos de conciencia, y uno de los más pesados es el de haber sido protagonista de la creación de la Orquesta Juvenil y, por ende, del Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles. 

Imagen tomada de Contrapunto.


He contado más de un vez cómo fue el proceso: en 1974 Diego Arria, uno de mis mejores amigos de juventud, me designó Director Civil y Político de la Gobernación del Distrito Federal, que a pesar del pomposo nombre era en realidad la oficina que se ocupaba de todo lo que tuviera relación con la cultura en el Distrito Federal, es decir, en Caracas y alrededores. Mi antecesor, José Luis Alvarenga, copeyano, lo había hecho muy bien, y me propuse mantener su nivel y, de ser posible, acrecentarlo. Uno de los que había colaborado en Alvarenga era Luis Morales Bance, violinista, compositor y director de orquesta, hermano menor de José Enrique Morales, condiscípulo de Diego y mío, que había sido también uno de mis mejores amigos entre nuestros compañeros de La Salle. 


En los primeros días de mi gestión Luis me visitó y se ofreció a trabajar también conmigo, oferta que acepté de inmediato. La música académica siempre había sido uno de los aspectos más importantes de mi vida, y para mi trabajo ya contaba con varias personas que podían ayudarme en materia de folklore, artes plásticas, literatura, etcétera, pero no tenía a nadie relacionado con la música académica, de modo que la oferta de Luis me venía de perlas. Poco tiempo después Luis llevó a la Gobernación a otros músicos, como Domingo García, Frank Di Polo y José Antonio Abreu, que era evidentemente el Alfa del grupo, y empezamos a trabajar con la idea de formar una orquesta de cámara auspiciada por la Gobernación, que ya tenía un orfeón formado en tiempos de Alvarenga. Le presenté el proyecto a Diego, que lo rechazó con cierta violencia a causa de la presencia de Abreu, que había organizado una gran estafa, la llamada Pirámide, con lo que había perjudicado a mucha gente importante, como Miguel Ángel Burelli. Diego me aconsejó que me apartara del todo de Abreu, a quien yo había conocido cuando ambos estudiábamos en la Universidad Católica Andrés Bello, varios años atrás, y es por eso por lo que digo que llegué a viejo a pesar de no seguir el consejo, pero llegué con la conciencia sucia, porque, en vista del rechazo de Diego no me alejé como habría debido hacerlo de Abreu, sino en un almuerzo muy bien regado en un restaurant de la Plaza Venezuela, en el que también estuvo mi segundo de a bordo, Antonio José Moreno Castillo, le informé que el proyecto de orquesta de cámara se caía y le propuse a Abreu, como alternativa, la idea de hacer una Orquesta Juvenil, partiendo de que en Copenhague una de mis dos secretarias de la Sección Consular de la embajada era violinista de la Juvenil de Copenhague y me había invitado a un par de conciertos. Calculé, y por desgracia mi cálculo no estuvo errado, que Diego no rechazaría un proyecto tan importante dirigido a los jóvenes. 


Virginia Betancourt me recomendó que enfatizara el hecho de que un proyecto destinado a niños y jóvenes de pocos recursos apartaría a muchos del camino de la delincuencia y las drogas. Así lo hice y el resultado fue que la GDF aportó 100.000 bolívares, equivalente entonces a algo más de 23.000 dólares americanos, que hoy será poco más o menos unos 50.000 dólares, suficiente según el propio Abreu para el arranque y seis meses de funcionamiento, y dos autobuses que servirían para transportar regularmente a Caracas muchachos de Maracay y Barquisimeto, y así se materializó en proyecto. Poco después tuve un indicio de lo que pasaría, cuando en el discurso inaugural de la Juvenil Abreu se deshizo en adulancias hacia Diego y a mí y a “Pepino” Delfino (que fue el que aportó los autobuses) ni siquiera nos mencionó. Y de allí en adelante, Abreu, a punta de adulancia, paciencia, humillaciones y engaños, logró construir ese gran universo, en el que se han consagrado reputaciones y se han hecho notables fortunas no muy santas, además de haberse producido varios casos de pederastia, etcétera. Más de una vez he sido agredido por distintos tipos de gente por haber cometido el crimen de tratar de que se vea la realidad sobre Abreu


En una ocasión hasta me amenazaron de muerte. Abreu llegó nada menos que a ser ministro de Cultura, y como era de esperarse, arrimó todas las sardinas a su brasa. Acabó con proyectos tan útiles y buenos como Solistas de Venezuela, un proyecto adelantado por Luis Morales Bance, Olaf Ilzins y yo, es decir, su maestro en Barquisimeto y los dos que le permitieron fabricar su imperio. Así paga el diablo a quienes lo ayudan. Todo lo cual me multiplica la certeza de que el talento sin probidad es un terrible azote.



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Sobre José Antonio Abreu, Fundador del Sistema de Orquestas de Venezuela



José Antonio Abreu: “Educación artística se afirma como eminente derecho social de nuestros pueblos”



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Eduardo Casanova


Estudió Derecho y Letras en la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad Nacional de Buenos Aires. En 1963 se estrenó su obra teatral Barrabasalia, escrita en colaboración con Arturo Uslar Braun, en 1975 se estrenó su comedia "El solo de saxofón". Luego, en 1968, recibió su título de abogado. Presidente de la Fundación para las Artes del Distrito Federal (Fundarte), 1984. Director del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG), 1984-1987. Premio Guillermo Meneses por su obra narrativa (2000). Presidente del Círculo de Escritores de Venezuela, 1999 y 2001.  


Actualizada el 28/01/2023