viernes, 27 de junio de 2014

En contra de las presentaciones de libros en México o en cualquier parte del mundo







Dice Maslow que las necesidades humanas se pueden clasificar en una estructura jerárquica estricta y con forma geométrica: la pirámide de Maslow. Que hasta que no se cubren satisfactoriamente las necesidades del primer escalón: alimento, vestido, cobijo… no se pasa a cubrir las necesidades del siguiente escalón, y así sucesivamente. Pues de los últimos escalones se encuentra la necesidad de reconocimiento, de reconocimiento social, que no médico. Desconocía que la alta sociedad mexicana cubría esta necesidad escribiendo y publicando libros. Pero al igual que el chiste; lo importante no es tener un affaire con Claudia Schiffer, lo prioritario es contarlo.  

Claudia Schiffer
  Por analogía, lo importante para conseguir el reconocimiento social (sobre todo inter pares) es tener una impactante y lucida presentación del libro. Una presentación ampliamente cubierta por los medios de comunicación, sobre todo de los locales (aquí el localismo prima a la universalidad). Y en este punto es donde encaja el amigo redactor de Daniel Espartaco Sánchez. En este artículo Espartaco nos disecciona con humor y un punto de acidez ese acto social que es la presentación de un libro. Sin necesidad de reverdecer los méritos de alcanzar la universalidad desde el localismo, el color local que DF imprime a esta crónica no imposibilita, de ninguna manera, el reconocimiento de los arquetipos humanos que intervienen. Los mismos que aparecen en los actos sociales de la créeme de la créeme allí donde se celebren.

Portada de Cosmonauta, una novela de Daniel Espartaco Sánchez


Lentamente y entre los girones del texto, aparecen los motivos de la obsolescencia económica y técnica de la presentación de libro. Se hace inevitable rememorar al argentino Julio Cortázar y su memorable: Sobre el serio, angustioso y argentino predicamento de encabezar una carta, disponible en este mismo blog. 


Internet, ¡Ay internet! Que todo lo cambia para que nada cambie… En este caso parece que si está modificando la industria del libro. Tanto es así, que las presentaciones (físicas) de los libros han quedado para acto social de la alta sociedad mexicana o para acto a mayor lucimiento de políticos, próceres económicos y demás paniaguados del poder en España. La promoción de la novedad editorial se ha convertido en un esfuerzo de autopromoción y bombo del autor, sobre todo si el libro ha aparecido en una de las miles de microeditoriales. Y no digamos nada, si lo edita el propio autor. Los trepidantes y efímeros voceros de las redes sociales digitales se llenan de mensajes y refrescos de estos: informando de la obra unas veces, valorando la obra otras, aumentado el presupuesto inicial de la obra siempre y por fin poniendo la bandera en la cubierta de la obra [1] las menos de las veces. 


 by PacoMan





[1] La bandera se pone en el tejado de una casa en construcción cuando "se han cubierto aguas" que se puede explicar cómo que se ha terminado la cubierta superior o tejado. Normalmente implicaba que el empresario pagaba una comida a los trabajadores  para celebrarlo.





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Daniel Espartaco Sánchez presntando Gasolina y Autos usados en una feria de provincia

En contra de las presentaciones de libros



Cuando recién me fui a vivir a la ciudad de México tenía un amigo que trabajaba para un semanario literario llamado Op Cit, el cual no solo publicaba notas sobre las novedades editoriales, y entrevistas infumables a escritores de los que no volví a saber nada, y cuyas declaraciones llenas de clisés eran los encabezados de la publicación (cosas al estilo de “Escribo para que me quieran mis demonios” o “Escribo para exorcizar a los que me quieran”), sino que además pretendía cubrir semanalmente las presentaciones de libros en la ciudad. Mi amigo no ganaba mucho dinero, era un artista del hambre, y cuando el periódico comenzó a tener problemas financieros terminaron debiéndole muchas notas, muy al estilo de la cultura editorial mexicana. A mí, como buen joven provinciano veinteañero, recién bajado del autobús, me gustaba acompañarlo a las presentaciones no solo por los bocadillos y el vino barato gratis, sino también por una sincera necesidad de empaparme del mundillo literario (ingenuo yo).

Carlos Monsiváis

Sabrá Dios cuántas presentaciones de libros se hacían en la ciudad de México a la sazón, de lo que sí estoy seguro es que una buena parte de ellas corrían a cargo de Carlos Monsiváis. Libros de cocina, de fotografía, novelas, autobiografías, todos ellos escritos por señoras y señores de la alta sociedad a los que Monsiváis les cobraba una buena cantidad de dinero (suponía yo). Mi amigo cubría a veces varias presentaciones por día, y yo llegué a pensar que Monsiváis tenía el don de la ubicuidad (como el perrito Droppy de los dibujos animados). Recuerdo un jueves lluvioso en el que estuvimos en una presentación en el sur, en Coyoacan, en la que estuvo el autor de la columna “Por mi madre, bohemios”. Cuando esta terminó, y nos desplazamos a otra presentación al norte, en Polanco —con muchas dificultades, debido al tráfico y a la lluvia—, Monsiváis ya estaba ahí, antes que nosotros, confortable y seco como un bebé al que le acaban de cambiar los pañales, hablando del libro de una emperifollada matrona de la alta sociedad.

Una vista de Daniel Espartaco Sánchez presentando Gasolina y Autos usados


—¿Se habrá venido en helicóptero? —dijo mi amigo, mientras nos sentábamos, empapados, y veíamos a Monsiváis en el estrado junto a la autora, quien lo presentó como su “gran amigo”.

Acompañar a mi amigo un par de semanas en sus periplos me bastó para desengañarme de las presentaciones; desde entonces les tengo más que aversión. Solo voy a las de mis amigos (de la misma manera en la que solo voy a las bodas de mis amigos), aunque muchas veces no puedo llegar, y también procuro presentar lo menos posible mis propios libros. Confieso que respecto a esto último he tenido que transgredir mis convicciones debido a la amistad con mis editores, los cuales consideran, erróneamente, que las presentaciones de libros sirven para algo (sobre este punto hablaré más adelante). Aunque espero en un futuro muy próximo prescindir de estas ceremonias.


¿Existe algo más absurdo, más ridículo, un espectáculo de pueril vanidad más fatuo que la presentación de un libro? Sí, tal vez el informe anual del presidente, o de un gobernador o, en el peor de los casos, de un presidente municipal. Este tipo de reuniones, o “eventos”, como los llaman los burócratas y los periodistas, generalmente se celebran en alguna olvidada casa de cultura de una delegación, con el nombre de una vaca sagrada muerta. En la mesa está el “moderador”: un burócrata que gana 12 mil al mes y se odia a sí mismo y a los demás, pero tiene secretaria sindicalizada que gana más que él. A su lado está el autor del libro (generalmente con un título pretencioso con la fórmula sustantivo pedante + adjetivo pedante, al estilo de Estuario carmesí, o bien Noche trashumante, etcétera), una joven promesa que dejó de ser joven y promesa hace algún tiempo. Y en medio está el compadre del autor (de camisa blanca y relamido, o bien, con boina y paraguas y saco de tweed). No puede faltar la vaca sagrada viva y disponible, de primera o segunda o tercera categoría, dependiendo de las relaciones sociales del autor. Entre el público podemos ver a la mamá y a la abuelita del autor y a los amigos íntimos.



Nunca falta tampoco el desdichado que llega ahí porque iba pasando o porque era el novio de la hermana del autor y está todavía en la etapa en la que pretende quedar bien y es capaz de tragarse muchas cosas. Primero, tragarse al compadre de autor, quien dice no venir preparado para hablar de un libro tan complejo como Estuario trashumante o Noche carmesí (whatever!), pero que saca del bolsillo trasero de su pantalón o de un morral estilo guatemalteco, de esos que venden en Coyoacan, un manojo de 10 o 12 cuartillas escritas a espacio sencillo y a 9 puntos, mismas que piensa leer de la manera más tediosa posible, sin ningún respeto para los presentes, quienes ya quieren que todo acabe para ir a la verdadera celebración, a una cantina.


Hay que ponerse en el lugar del novio de la hermana. Después de esos interminables treinta minutos en los que el compadre comparó al autor con Joyce, con Beckett, con Mickey Mouse, llega el turno de la vaca sagrada, quien obviamente no leyó el libro (aunque cobró buena plata para estar ahí), pero se pone a hablar de Góngora y Quevedo, y la rivalidad que estos tuvieron, y luego de Teresa de Ávila, etcétera. Hay que decir que esta parte puede ser interesante si la vaca sagrada es un buen orador y sabe salpimentar las rancias anécdotas con algo de sexo o de revisionismo histórico al estilo de “Góngora era gay”.



El novio de la hermana ya está en las últimas, cabecea, le sudan las manos y las muñecas; mira con impaciencia la mesa, cubierta con un mantel lleno de hoyitos de cigarros, con los canapés y el vino tinto chileno apenas apto para consumo humano, pero que es bueno para limpiar utensilios de cobre. Cuando termina las segunda intervención, el novio de la hermana está a punto de levantarse cuando mira con tristeza cómo el micrófono va de un lado a otro de la mesa, hasta el que alguna vez imaginó como cuñado (pero ya no está tan seguro). Esta es la parte donde el autor habla de todas las dificultades por las que pasó para escribir Trashumancia nocturna, como si esto pudiera interesarle a alguien. Luego un breve momento de silencio. Se oye un murmullo. La gente está a punto de levantarse cuando alguien detrás del novio de la hermana habla y le pide al autor que lea algo de su obra. El novio de la hermana quisiera voltearse para estrangular al tipo, pero no lo hace.

Asi terminan muchos en las presentaciones de libros :Zombies


—Ya que el público insiste… —dice el autor.


Toma agua de una botellita, con parsimonia, y abre el libro en una parte que ya ha sido previamente señalada (aún cuando no tenía pensado leer) con un separador de texto con tema de Remedios Varo, y lee, lee, lee… lee.


Para el novio de la hermana es como si se tratara de una especie de competencia entre el compadre y el autor para ver quién es capaz de torturar más al público. Veinte minutos después todo ha terminado y los asistentes, hambrientos, se lanzan a la mesa con los canapés y las copas de vino. ¿Qué sentido tiene todo esto? Algunos dirán: es para dar a conocer el libro al público. ¿Cuál público? Me resisto a creer que seis gatos sean un público. Otros dirán: es como una fiesta de quince años del libro, o algo así, una especie de ceremonia de bautismo. En este caso lo mejor sería hacer una fiesta en casa, y poner a la abuelita a hacer pozole y comprar una caja de botellas de tequila. Siempre llega un momento en la que esta clase de autores se preguntan frente al espejo por qué nadie los lee. Respuesta: por pretenciosos. En mi pueblo tenemos una expresión: “si así está el caminito, cómo estará el ranchito”. Si se está en una presentación tan soporífera, ya puede uno imaginar cómo está el libro. También está el argumento de que la presentación sirve para vender libros. Supongamos que llegan treinta personas, y que estas compran el libro. ¿Tanta alharaca para vender treinta libros?


Pero hay algo peor que esta presentación modelo estándar.  Y esa es la presentación modelo De Luxe® en el Palacio de Bellas Artes. Ahí, rodeado de todo ese mármol, de todo ese bronce, de toda esa historia, la joven promesa se siente homenajeada en vida, siente que está entre los grandes del panteón nacional, junto a Paz y a Fuentes y la Pony. El procedimiento es el mismo, solo que con mármol, bronce y más aburrido, y con menos público porque la institución a cargo de dichas presentaciones las programa siempre a una hora en la que es imposible llegar al centro en auto, en metro y está muy lejos caminando. El asunto resulta ser menos animado que un funeral. Hay que agregar un aspecto de estas ceremonias que nunca tiene éxito, pero que a nadie se le ha ocurrido suprimir: la parte donde el funcionario moderador se dirige al somnoliento público y dice:


—¿Alguna pregunta?

No olviden la firma


La mayoría de las veces un arbusto seco pasa rodando por el pasillo entre la mesa con los presentadores y las sillas del público; desafortunadamente no siempre es así, y de entre el público se levanta otro compadre del autor (¿cuántos compadres puede tener un autor?) y pregunta algo incoherente, o lo felicita, o simplemente hace un comentario aún más incoherente sobre Nocturnidad trashumantita. He sabido de casos en los que suceden las tres cosas al mismo tiempo, pero, gracias a Dios, no he estado ahí.


Y aunque el lector no lo crea, hay algo peor. Volvamos a aquel novio de la hermana del autor. Después de aquella experiencia traumática decide que ya no quiere emparentarse con esa familia en la que dichas ceremonias son motivo de alegría, pues no lo comprende. Así que termina con la hermana del autor y decide vivir libremente. Decide volver a ver a sus amigos, y se cita con ellos en una cantina del centro para hablar de futbol, o del trabajo, es decir, de cosas que realmente importan. Van por la cuarta cerveza, el ex novio y sus amigos, la música está a todo lo que da (música popular, entrañables canciones de amor que duran tres minutos), y de pronto esta se apaga, las luces se encienden y a un lado de la barra hay una mesa con un mantelito, y sentados frente a ella hay tres tipos, un autor, un compadre y una vaca sagrada, con sendas botellitas de agua, porque, ¿cómo decirlo?, uno ya no está seguro en ningún lado. Ahora hay autores que creen que las presentaciones de libros son tan aburridas que hay que hacerlas en otros lados (es decir: llevar el aburrimiento a otros lados). Autores que además se creen tan buena onda, tan cool, que presentan sus libros en cantinas, en escuelas, en peluquerías, en arenas de lucha libre, habitaciones de hotel y hasta me han contado de uno que lo hizo en una carnicería. Y pretenden disfrazar su propio tedio ególatra con elementos casi oníricos: performances, tríos románticos, máscaras de luchadores. A veces parece que los autores están más preocupados por la presentación que por el contenido de sus libros. Eso ya no hay quien lo aguante.

Daniel Espartaco Sánchez leyendo su libro, ya merece el infierno por eso

Habría que añadir la modalidad “Presentación en feria del libro de provincia con dos gatos y medio (los presentadores y el moderador)®”, pero resultaría infinitamente tediosa.


Aunque esta historia tiene un final feliz. De las pocas cosas buenas que han traído las redes sociales es que ahora más que nunca podemos prescindir de esos patéticos espectáculos de vanidad llamados presentaciones de libros. Si la finalidad original de estas era dar a conocer una obra a un público, ahora lo podemos hacer por Facebook o por Twitter. Si tienes unos dos mil seguidores o contactos siempre puedes escribir “este es mi nuevo libro”, poner la foto de la portada, y punto (ahí está tu presentación); muchas más personas se van a enterar de que existe; muchas más que los asistentes a la Casa de Cultura Regional Juanito Popochas en el Municipio de Rajatlán de las Tunas. Eso, señores, es lo que llaman la globalización. Ahora que si el objetivo es celebrar la aparición de un nuevo libro (algo no solo comprensible sino loable), pues hagan una fiesta en casa, e inviten, pero no hablen de su libro, es de muy mal gusto.



 
Tomado de Letras Libres


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En 1968 nace. Reside en Málaga desde hace más de tres lustros.

Economista y de vocación docente. En la actualidad, trabaja de Director Técnico.

Aficionado a la Ciencia Ficción desde antes de nacer. Muy de vez en cuando, sube post a su maltratado blog.


Y colabora con el blog de Grupo Li Po


 

domingo, 22 de junio de 2014

Los muchachos con faldas y nada locos en Francia en contra los prejuicios hacia las mujeres y para solidarizarse con el matrimonio gay



Cartel español de Some like it hot.


Pues esto parece una tontería pero no lo es. Vivimos en un mundo en el que en muchas sociedades a la mujer aún se la trata como a un ser inferior y no solo en una práctica diaria, más o menos oculta y semi justificada por conceptos tales como la tradición o la costumbre. Hay varios países que en la actualidad mantienen leyes en las que simplemente la mujer es un ciudadano de segunda. Por eso estos gestos, estos símbolos dentro de la Europa que parece que está de vuelta de todo gracias a las libertades gestadas y promovidas en su corazón en épocas pasadas, siguen siendo necesarias. 


La auténtica libertad del ser humano reside en su capacidad de elección, en el libre albedrío judeocristiano, y la imposición de una uniformidad lo que hace es subyugar la individualidad al tiempo que predispone a ciertas actitudes que se reflejan en las instituciones que promueven estas prendas. El dimorfismo sexual en la especie humana es más que evidente y no es necesaria remarcarlo con ropa que además inclinan a los alumnos a presuponer roles supeditados al género. 


Por otra parte la propia confección de la falda, en su patrón y diseño, es un elemento que coarta la movilidad de quien lo viste. Alguien con falda no puede luchar, difícilmente correr o trabajar, es una mordaza domestica e inculcada. Sí, siempre puedes levantarte las faldas para realizar cualquiera de estas actividades, pero esto choca de frente con otra de las grandes cadenas que las mujeres deben soportar todavía en nuestros días: el pudor. Nada baladí; en la Atenas clásica, ante la ola de suicidios femeninos, se decretó que los cadáveres de aquellas que se suicidasen serían expuestos en público, desnudos y sin mortaja. Pudo más el pudor que el instinto de supervivencia.


En latinoamérica la película fue llamada Una Eva y dos Adanes

 Nenes con falda, me parece genial. En «Lisístrata» de Aristófanes, muchos hombres travestidos conseguían comprender algo mejor a sus mujeres. A mucho macho de ahora, de esos que gustan de «llevar los pantalones» habría que ofrecerles una falda de corte lápiz o tubo y lanzarle al campo de batalla de nuestro día a día.

Cartel de la película española Lisístrata






"Tan real como quieras que sea, nene."

 
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Jóvenes protestan contra el sexismo en Francia

Un centenar de estudiantes usaron falda en 27 colegios para apoyar la campaña.






A pesar de la polémica nacional –o de pronto gracias a ella– un centenar de muchachos franceses, mujeres y varones, respondieron este viernes al llamado que hicieron asociaciones estudiantiles de la ciudad de Nantes y llegaron al colegio luciendo una falda.


Cerca de tres decenas de establecimientos de secundaria participaron en una jornada contra el sexismo denominada "Ce que soulève la jupe". La expresión es un juego de palabras entre el gesto de "levantarse" la falda y las cuestiones que plantea el tradicional atuendo femenino. En particular, los prejuicios contra las mujeres.




Las estudiantes se exponen a la burla, los chistes de doble sentido e incluso los insultos cuando van al colegio en falda. En un contexto social donde se mezcla un puritanismo vagamente religioso y la influencia de las películas pornográficas, esta prenda se ha convertido en un tabú. Inclusive las maestras se muestran reacias a llevarla.

De ahí el valor simbólico que tiene para quienes preconizan la igualdad entre los sexos que al menos una vez al año las chicas, pero también los chicos, se atrevan a desafiar la presión social y asistan a clase vestidas con esa ropa. Es una forma de sensibilizarlos al problema y hacerlos tomar conciencia de lo que padecen a diario numerosas mujeres.





Esto es lo que defienden las asociaciones estudiantiles que proponen la jornada, la cual fue autorizada y respaldada por las autoridades educativas locales, sobre la base del voluntariado, es decir, sin ninguna obligación para los rectores de adherir a la iniciativa. De los 220 colegios de la zona, 27 decidieron participar.


Pero la jornada también tuvo sus enemigos: asociaciones conservadoras, en particular el movimiento que lucha contra el matrimonio homosexual, pidieron que fuera anulada. Estos grupos critican esta manera de luchar contra la desigualdad entre los sexos.


Trailer de Una Eva y dos Adanes


El hecho de cruzar en la calle a varones vestidos de mujer lo que realmente está vehiculando, según ellos, es la idea de "indiferenciación" entre los sexos, es decir, que no existiría ninguna diferencia entre el hombre y la mujer. Este último es un postulado que se derivaría de los "estudios de género", teoría muy criticada en los medios tradicionales.


Una diputada de derecha increpó justamente al ministro de Educación en la Asamblea Nacional preguntándole si iba a "acabar con la empresa de demolición sistemática de las referencias que estructuran la construcción de nuestros hijos". La líder de una asociación de familias estimó que "el papel del colegio no es ocuparse de estos aspectos tan personales".




"Reacción histérica y polémica estúpida", denunció por su parte un sindicato de profesores que subrayó que el año pasado la misma jornada no había suscitado ningún tipo de debate. Esto es probablemente cierto pero el clima social ha cambiado en este país.


Trailer de Lisístrata 


La derecha y la extrema derecha se han percatado de los beneficios políticos que pueden sacar del combate contra iniciativas como la autorización del matrimonio gay, que desencadenó protestas masivas y minó la imagen del presidente de Francia, François Hollande, que se ha convertido en el presidente más impopular en la historia de Francia. El mandatario cuenta con menos de un 20 por ciento de opiniones favorables y la extrema derecha podría llegar en primer lugar en las elecciones europeas del 25 de mayo.




"Tocamos fondo", dijo precisamente la líder del ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, a propósito del caso de la falda. "En materia de defensa de los valores de nuestra civilización, de nuestra cultura, hemos tocado fondo".



Tomado de El Tiempo

 Enlace Relacionado:




Acualizada el 20/12/2022

jueves, 19 de junio de 2014

"Al abdicado Juanito Borbón, desde hispanoamerica con humor"

Una carta de Laureano Márquez al Rey


Juan Carlos I de España








Tras leer la irónica, brillante y cargada de razones carta de Laureano Márquez P al abdicado rey de España; “Juanito”, lo primero que a uno se le acude a la cabeza es la frase: “Al Cesar lo que es del Cesar”… pero no, eso sería demasiado sencillo y falaz.




Discurso de Su Majestad el Rey Juan Carlos I el 23 F de 1981


En Economía se conoce como externalidad positiva a aquella acción (de producción o de consumo) que genera un efecto positivo en los demás que el ejecutor de la acción no puede capitalizar en su favor o dicho de otro modo no puede privar a los demás, independientemente de que lo quiera o no. Ejemplos: un apicultor genera un efecto positivo en los campos circundantes gracias a la mayor polinización que las abejas procuran, cuidar un bonito jardín privado embellece las vistas de los vecinos.  Juan Carlos I realizó un acto (aunque hay quien ve algunas sombras sospechosas), en la madrugada siguiente al 23 de Febrero de 1982. La democracia sobrevivió al intento de golpe de Estado. Evidentemente ese acto generó una importante externalidad positiva… pero 39 años de reinado es una más que merecida paga a aquella acción. Los republicanos han guardado un silencio respetuoso en pago a esa externalidad positiva. ¿Qué razón hay para que Felipe VI siga “cobrando los réditos” por aquella madrugá de hace más de 30 años?




La cancion de Els Pets  Jo vull ser Rei es del disco: Brut Natural editado en 1994

Laureano hace un hábil juego de espejos, una comparación, donde no salen bien parados los comparados. Verdades como puños y pullas que son unas nuevas Lanzas Coloradas.

Portada de la novela del venezolano Arturo Úslar Pietri en la edición de la Biblioteca básica Salvat del año 1970









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Juanito posando con el paquidermo al que le arrebató la vida



Señor:


Ya ve usted qué diferentes son los países. Lo digo por la ligereza con la que se ha tomado su abdicación. Nada debe ser más difícil que reinar sobre el alma española, cuya complejidad y contradicciones hemos heredado los hispanoamericanos, en muchos casos agravadas por los propios ingredientes que la historia particular de ambiciones y demagogias ha puesto en cada caso. Usted, en mala hora, mató un elefante en África (por cierto, pidió públicas disculpas por el asunto, algo que jamás le hemos oído a un gobernante nuestro en 200 años de independencia y créame que a veces las han puesto más grandes que un elefante) y con ello se pretende anular 39 años de brillante reinado que tantas vidas le ahorró a la España de charanga y pandereta, llena de heridas de bando y bando.



El rey Juan Carlos se disculpa por su cacería en Botsuana

 Nosotros llevamos más de 40 muertos humanos, amén de innumerables torturas y violaciones a los derechos humanos en los últimos meses y más de 24.763 muertos en 2013 (según la ONG Observatorio Venezolano de Violencia) por la inseguridad —que verdaderamente es la única que aquí reina por completo y sin visos de que vaya a abdicar— y la izquierda alcahueta de su país no dice ni esta boca es mía. Las muertes de la “izquierda” definitivamente son menos muertes que las de la derecha. Siempre ha pasado en la historia: no es lo mismo Hitler que Stalin o Mao, ni Fidel que Pinochet. No hay museo de la memoria para los muertos, torturados y desaparecidos de las dictaduras de izquierda.




Una intervención de Juan Carlos I más conocida en Venezuela: "¿Por que no te callas?"



Qué fácilmente olvidan algunos el difícil tránsito del franquismo a la democracia, que Suárez y usted llevaron con tanto tino; el establecimiento de un sistema de libertades inexistente en España y el respeto a una pluralidad cultural en la que no hay nada más español que negar la hispanidad. A los mismos que les parece excelente que Fidel traspase el poder a su hermano, sin que los cubanos hayan votado nunca una monarquía, les parece mal que usted abdique en favor de su hijo Felipe, cuyo mayor inconveniente será, sin duda, que siendo el sexto de su nombre, inevitablemente, quedará asociado su reinado a Camilo, que es el único Sesto que España ha conocido en los últimos tiempos.

Camilo Sesto, el único monarca español coronado por propia mano



Renunciar al poder, de cuyo ejercicio efectivo además usted carece, por tratarse la suya de una monarquía constitucional que aleja de sus manos las tareas de gobierno, es algo que desconcierta nuestras ambiciones de poder perpetuo. Nosotros al independizarnos cambiamos la monarquía por una caterva de reyecitos que nunca han sido constitucionales. Se quedaron en la monarquía absoluta y creen que su poder está fundado en el derecho divino, pero no de Dios, sino de lo divino que es permanecer en el gobierno, más como caporales que como estadistas. Otra tacha que lanza sobre su reinado esa ambivalente izquierda española, cuyo eco oímos por aquí, es el tema de su yerno, censurable también, pero debidamente investigado por los tribunales. Le aseguro que por estos lares nadie se atrevería a abrirle ningún juicio ni siquiera a un primo (aunque sea de Rivera) del cuarto grado de consanguinidad. De hecho, la malversación de nuestras “familias reales” es pública y notoria y ningún juez se atreve siquiera a levantar la venda de la justicia ni un milímetro, para ver que nuestros “reyes” andan siempre desnudos. Hemos visto desde nuestros predios, donde no se consigue ni papel para limpiarse el culo (que en España no es mala palabra), cuestionar su gestión por la crisis económica en la que España se ha visto sumida. Los que se ofenden por los 7 millones de euros que cuesta el sostenimiento de la Casa Real (por cierto, 12,6 menos que en el 2010), son los mismos que se han dilapidado 3.000.000 x 100 x 31 x 12 x 16 dólares y para los cuales 7 millones de euros seguramente es el sencillo de una buena comisión o negocio fraudulento. Y no le cuento del presupuesto de nuestra Presidencia, no solo por evitarle un real soponcio, sino porque no sé a qué euro debe calcularse, si negro, Sicad I o II, pero créame que le llevan una morena.



Camilo Sesto interpretando "Vivir así es morir de amor"


En fin, le escribo ahora que ya no será más rey para que nadie diga que le adulo. Además, no podrá usted nombrarme marqués, porque el marqués de Márquez suena ridículamente cacofónico. Me encantan los árboles caídos. Usted y Benedicto XVI son para mí lo más parecido a eso que se denomina “héroes de la retirada”. Los que en su renuncia se engrandecen y muestran que hay otros intereses colectivos por encima del ego personal, que no es poca cosa en un rey: ahí tiene usted a Isabel, que con tal de que su hijo nunca llegue a ser rey está dispuesta a vivir 150 años. Usted fue, simultáneamente, el peor error de Franco y el mejor acierto de la España moderna. Lástima que los españoles se avergüencen tanto de sus aciertos y, como nosotros, celebren tanto las metidas de pata.







Jo vull ser rei. Letra en catalan y castellano


Jo vull ser rei,
ser per collons cap de l'Estat,
tenir-ho tot fet
només per ser fill de papà.
 
Fer-ho tot bé,
mai ser escollit, mai ser votat,
sempre trobar
la moto amb el motor
engengat.
 
Tan aborrit d'estar envoltat
per una colla de llepons,
suant infal·libilitat
com un cacic o un dictador.
 
Fotre un polvet
amb la total seguretat
de que el xiquet
tindrà el futur encaminat.
 
Tenir a en Porcel
per a poder-me defensar,
o fer un discurs
que ben segur que aplaudiràn.
 
Tan aborrit d'estar envoltat
per una colla de llepons,
suant infal·libilitat
com un cacic o un dictador.
 
Se sap que som iguals
devant la llei
per què collons jo mai
podré ser rei?
 
Reivindicar
al que em va colocar on sóc
sense parlar
res que no sigui l'espanyol.
 
I viatjar molt,
sigui oficial o per plaer,
que ja se sap
que a Suïssa s'esquia molt bé.
 
Tan aborrit d'estar envoltat
per una colla de llepons,
suant infal·libilitat
com un cacic o un dictador.
 
Se sap que som iguals
devant la llei
per què collons jo mai
podré ser rei?
  Yo quiero ser rey,
ser por cojones jefe de Estado,
tenerlo todo hecho
sólo por ser hijo de papá.
 
Hacerlo todo bien,
nunca ser elegido, nunca ser votado,
siempre encontrar
la moto con el motor
en marcha.
 
Tan aburrido de estar rodeado
por un puñado de chupaculos,
sudando infalibilidad
como un cacique o un dictador.
 
Echar un polvo
con la total seguridad
de que el chiquillo
tendrá el futuro encaminado.
 
Tener a Porcel
para poderme defender,
o hacer un discurso
que seguro que aplaudirán.
 
Tan aburrido de estar rodeado
por un puñado de chupaculos,
sudando infalibilidad
como un cacique o un dictador.
 
Se sabe que somos iguales
ante la ley;
¿por qué cojones yo nunca
podré ser rey?
 
Reivindicar
al que me colocó donde estoy
sin hablar
nada que no sea español.
 
Y viajar mucho,
ya sea oficial o por placer,
que ya se sabe
que en Suiza se esquía muy bien.
 
Tan aburrido de estar rodeado
por un puñado de chupaculos,
sudando infalibilidad
como un cacique o un dictador.
 
Se sabe que somos iguales
ante la ley;
¿por qué cojones yo nunca
podré ser rey?



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En 1968 nace. Reside en Málaga desde hace más de tres lustros.

Economista y de vocación docente. En la actualidad, trabaja de Director Técnico.

Aficionado a la Ciencia Ficción desde antes de nacer. Muy de vez en cuando, sube post a su maltratado blog.

Y colabora con el blog de Grupo Li Po