En busca del misterio de los númidas
Jacinto Antón/
Barcelona/
19 MAR 2012
Arqueólogos catalanes desentierran en las ruinas de Althiburos, en Túnez, el pasado de los jinetes más famosos de la antigüedad
Eorum in equitatu maxima laus fuit”. Su mayor gloria fue la
caballería. La palabra númidas conjura la vertiginosa imagen de la
caballería ligera más famosa y decisiva de la antigüedad. Los jinetes
que ayudaron a Aníbal a convertirse en leyenda, que luego colaboraron
resolutivamente a su derrota en Zama y que más tarde cabalgaron junto a
César en sus campañas en la Galia. Convertida en indispensable fuerza
auxiliar de las legiones, la caballería númida era tan emblemática como
los honderos baleares, los arqueros cretenses o los nadadores bátavos.
Tito Livio, admirado de su virtuosismo ecuestre los comparó con los desultores
del circo, los acróbatas caballistas, por tener la misma capacidad de
saltar de un caballo a otro, incluso en pleno combate. ¿Pero quiénes
eran esos númidas ágiles y veloces que han dejado un rastro de
sobresaltado respeto en el mundo antiguo?
Originarios de Numidia (abundante en feroces leones, decía Plinio),
un reino que comprendía partes de Argelia, Túnez y Marruecos, entraron
en contacto con los cartagineses, que los usaron como mercenarios (Serge
Lancel ha dicho que fueron para Cartago lo mismo que los cosacos para
el imperio ruso), y luego con los romanos. Divididos en tribus y
facciones, a menudo enfrentadas, los númidas apoyaron a Cartago o a Roma
y guerrearon contra una y otra en las Guerras Púnicas. Entre sus
caudillos figuran grandes personajes de la antigüedad como Sifax, aliado
de Cartago y casado con la desgraciada Sophonisba, entregada por su
padre Asdrúbal Gisco; Naravas, inmortalizado por Flaubert en Salambó; Masinisa, amigo de Escipión el Africano, y Jugurta, que tuvo en jaque a la república romana con sus guerras y sobornos.
Las fuentes clásicas nos dan información escasa y confusa sobre el
pueblo númida, más allá de su relación con Roma, y la historiografía y
la arqueología no los ha tenido muy en cuenta. Así que en realidad son
unos grandes desconocidos y si historia está llena de enigmas. A
resolverlos en lo posible se dedican ahora sobre el terreno un grupo de
arqueólogos de la Universidad de Barcelona (UB)
encabezados por Joan Sanmartí que excavan desde 2006 en el yacimiento
númido-romano de Althiburos (actual el Medeina), en el noroeste de
Túnez, en la provincia de el Kef, a 215 kilómetros de la capital del
país y a menos de 50 de la frontera argelina.
Las excavaciones, un proyecto catalano-tunecino en el que colabora el
Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC), trata de sacar a los
númidas de la oscuridad de la historia y de momento ya ha conseguido
hacer retroceder su pasado la friolera de medio milenio, hasta al menos
el siglo IX antes de Cristo. Alguno puede pensar que la cronología
númida no es algo para quitarnos el sueño y menos con la que está
cayendo, pero descubrir que hubo una gente en el Magreb que ya se había
sedentarizado y construía núcleos urbanos antes del contacto con
cartagineses y romanos es un puntazo para nuestra arqueología.
“La idea de excavar allí nació al observar el vacío de conocimientos
que tenemos del mundo africano pre romano”, explica Sanmartí en su
abigarrado despacho de la UB en el que destaca una vieja reconstrucción
de la Acrópolis y la más bien incoherente foto de un grupo de guerreros
apaches, entre ellos Jerónimo. “Existe un gran desequilibrio en
comparación con lo que sabemos de la historia de la otra orilla del
Mediterráneo, situación que tiene que ver con los planteamientos
colonialistas con los que se ha trabajado en el Magreb, una arqueología
de legitimación de la ocupación occidental que exaltaba y ponía en valor
el pasado romano ignorando e incluso ocultando las muestras de
civilización autóctona”. En Althiburos, como en la mayor parte del norte
de África, esas huellas están bajo las ciudades romanas, si exceptuamos
las grandes tumbas reales númidas.
Otra razón que ha llevado a Joan Sanmartí y su
equipo a excavar es el interés por estudiar el proceso de formación de
los Estados antiguos
Otra razón que ha llevado a Sanmartí y su equipo a excavar es el
interés por estudiar el proceso de formación de los Estados antiguos. La
misión de la UB ha aprovechado las buenas relaciones catalanas con
Túnez y la receptividad tunecina ante el proyecto, aunque luego se han
encontrado con la Primavera Árabe y la revolución que derrocó al
presidente Ben Alí, lo que les costó no poder excavar el año pasado.
Regresan el próximo día 30.
“De los númidas sabíamos que en la Segunda Guerra Púnica, en el siglo
III antes de Cristo ya eran importantes, así que en el siglo IV cuando
menos ya debía existir un Estado númida. La Numidia de las fuentes
clásicas, como Salustio, es un mundo de grandes monarcas sometido a
tensiones y turbulencias sucesorias, que Roma aprovecha y a menudo
instiga. ¿Pero qué había antes?”. Le pregunto al estudioso antes de
seguir cómo hemos de imaginarnos físicamente a los númidas. “Eran
bereberes, paleo bereberes si quieres, hay una continuidad muy clara con
ellos, de idioma, de escritura, el amazigh. Su estructura política era
de base tribal, no tenían una idea de estado nacional moderno; una serie
de grandes señores elegirían a un primus inter pares como rey.
Las fidelidades eran variables y fáciles de comprar. Esa propensión a
cambiar de bando que observamos en los númidas también se da en los
iberos”.
Allthiburos está en un altiplano a casi 800 metros, un lugar muy
bonito en el que destacan las ruinas de la ciudad romana, foro,
capitolio, teatro. “Excavamos a lado y lado del capitolio, donde
podemos; hemos encontrado los niveles antiguos númidas. No hay elementos
visualmente espectaculares pero hemos hallado la pared de piedra más
antigua de África, descontando las estructuras prehistóricas. Del siglo
IX o X a. de C. No conocíamos ni una sola pared númida anterior al siglo
III a. de C. Como ves resulta un salto temporal extraordinario”.
Sanmartí subraya que se aprecia en la estratigrafía una evolución fluida
y una continuidad cultural. “Es el primer paso para hacer una
documentación científica de este mundo. Cierto, el interés monumental es
muy pequeño, pero hemos llevado a los númidas 500 años atrás en la
historia, hasta el siglo X a. de C, medio milenio antes de lo que nos
mencionaban las fuentes escritas. Ahora sabemos que eran sedentarios en
ese momento tan remoto, cultivaban viña, y luego olivo; no eran nómadas,
se habían asentado. Y lo habían hecho puramente por desarrollo propio y
no por influencia de Cartago. Había empezado el camino hacia
estructuras estatales”.
Le pregunto a Sanmartí que habría pasado de no mediar los
cartagineses y romanos. “Es una ucronía, ¿habrían desarrollado conceptos
de ciudadanía como los del mundo griego y luego romano? No parece, su
base era muy tribal, no creo que hubiesen dado lugar a una gran
civilización de referencia”. En todo caso, recalca, para un país como
Túnez es muy importante descubrir la dimensión histórica de su pasado,
aunque también es cierto, matiza, que se recela en algunas instancias de
los orígenes identitarios amazigh, bereber. Se ve a los númidas como
paganos remotos, preislámicos. Más sospechosos que los cartagineses, al
fin y al cabo de lengua semita.
Dese el punto de vista humano, Sanmartí está encantado con la
experiencia. “La gente en el mundo rural tunecino es muy hospitalaria y
amable; conservan identidades tribales”. No considera que los cambios en
Túnez hayan traído un clima malo, y es optimista sobre el futuro del
país. Los trabajos de la UB, de los que se acaba de publicar un
impresionante primer volumen de memoria científica, no acaban en
Althiburos: realizan prospección en todo el valle, estudian monumentos
megalíticos, quieren excavar un gran túmulo. .. Los viejos jinetes,
pues, seguirán revelando sus secretos.
Tomado de El País