miércoles, 27 de octubre de 2010

"El zoológico literario de Valencia, la de Venezuela"




El club de Corazones solitarios del Sargento Letras. A ver si identifican a todos los escritores venezolanos que están allí. Hay muchos del zoologico en esa jaul. Esta imagen nos fue enviada ayer 27 de agosto de 2016



Estimados Amigos


Hoy le obsequiamos este texto de Carlos Yusti donde habla del mundo literario valenciano con su pequeña carga de hiel habitual. Esperamos disfruten del texto y esperamos sus comentarios.



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Solamente diré lo que oí y vi... que ninguna añada palabra ni razón ni lenguaje...

La Lozana Andaluza Francisco Delicado


En la ciudad de Valencia hay buenos, segundones e insufribles poetas y escritores. Karl Kraus escribió: En Austria se vive como entre parientes. No se cree en el talento con el que se ha crecido. Algo similar se podría decir de Valencia. O sea que allí no se alcanza jamás la estatura en ningún aspecto de la vida y mucho menos sí de Artes se refiere. Estamos condenados a ser enanos siempre, aunque se convierta uno en un clásico archivado como le ha sucedido a José Rafael Pocaterra

De izquierda a derecha: J. M. Villarroel París, Eugenio Montejo, Reynaldo Pérez Só, Alejandro Oliveros y Teófilo Tortolero



El poeta más viejo que conocí, de manera y circunstancial, fue Teófilo Tortolero. Lo visité un año antes de que su vida se transformara en una metáfora luminosa. Acompañé a Yuri Valecillo, un amigo fotógrafo, a visitarlo. Eéste quería hacerle unas fotos. ninguno de los dos sabíamos que serían las últimas. Vivía en el poético pueblo de Nirgua. El alcohol había minado su aspecto apuesto y distinguido de gran poeta. Estaba excedido de peso y tenía los dedos hinchados como salchichas debido a su afición de beber sin darse respiro. Su rostro sin afeitar me recordaba la faz agrietada de tristeza y sin brillo de los dipsómanos callejeros. Como no estaba en casa nos dijeron que fuésemos a un bar ubicado al final de la calle. Nos recibió con extrema sutileza. Se dejó hacer las fotos a pesar de su aspecto, al tiempo que conversaba de lo humano y lo divino. Luego fuimos hasta su casa y pasó a mostrarnos unos hermosos cuadros pintados por él. Afición que lo había ocupado los últimos diez años de su existencia.

Teófilo Tortolero. Fotografía de Yuri Valecillo



Los libros de poemas de Tortolero, Demencia Precoz (1968) y Las Drogas Silvestres (1968) marcaron un hito en el ambiente lírico de una ciudad goda y presuntuosa preocupada por el origen de los apellidos y el desfile militar para celebrar La Batalla de Carabobo. La poesía de Tortolero no venía de los poetas franceses, que era la moda de esos días, sino de los españoles como Góngora y compañía.

Poesía
(ese sórdido y cándido infierno
de mentir musitando. a solas, en dolor, contra el sol,
frente a la pared blanca, a la augusta puerta del llorar
frente a las cruces doradas de flores; de beber por el sueño el topacio y el vidrio,
por las tapias tejados y rosas que tu mano
desprende;
(...)

Otros poetas que traté con regularidad fueron Reynaldo Pérez Só  y Adhely Rivero.

Reynaldo Pérez Só

El poeta Pérez Só tuvo fama de complicado y neurasténico. Venía de un viaje de montaña rusa complicado de rebeldía juvenil con los rollos que todo eso implica, incluso un suicidio frustrado.

Con semejantes antecedentes no era para menos que fuera un chinche. Aunque conmigo se ha comportado con equilibrada inteligencia. Su conversación es fluida y algo cáustica. Habla de la poesía con honestidad de orfebre, con claridad de artesano y escrupulosidad de estudioso.

Sus libros Tanmatra, Para morirnos de otro sueño, Nuevos poemas, Matadero#039;, Reclamo y PX, dan cuenta de un trabajo constante y evolutivo. Dirigió por años la revista "Poesía" que es referencia obligada para enterarse de que va la lírica a nivel internacional. 




Siempre echaba un pie por su cubículo en la Universidad de Carabobo. Me atendía con efusiva amabilidad y hasta me obsequiaba libros. En otras oportunidades, disgustado quizá con las musas, apenas me saludaba. Cierta vez discutíamos de los nuevos poetas y caímos en la gente de Tráfico. Pérez Só me dijo: El único problema con Tráfico es que ellos primero hicieron los manifiestos y luego se dieron a la tarea de escribir. Para andar colocaron los bueyes delante de la carreta. La poesía de Pérez Só es breve, cuestión que la vincula con la poética japonesa, de la cual es un acucioso investigador. El mismo Pérez Só me ha aclarado que su poesía nada tiene que ver con el estilo poético de oriente. Su influencia hay que buscarla también en la poesía ibérica.

no hay
ningún pino
torcido
en mi alma
un rey descansa sobre su muerte 
y espera
el atardecer del imperio
ningún pino puede crecer
en una vida así
de flotante
pero el rey se sustenta
de ver las sombras
y la noche completa
enmudece los árboles. 


lunes, 25 de octubre de 2010

"Morfemas asiáticos en lenguas amerindias de Tierra Firme"

por Omar Idler




 

                                                                                                                                          Omar Idler*



El lingüista Wernerd Shad referido en la obra «Las Lenguas Aborígenes» del filólogo Pérez de Vega 1960 [Salazar 1991] ha propuesto un parentesco lin­güístico entre algunas lenguas caribes y el idioma japonés, usando como ejemplo —entre otros—, la voz Amacuro. la que nombra específicamente a un curso de aguas negruzcas en el Delta del Orinoco, la misma voz que se hizo extensiva a todo el abanico de ríos que desde antiguo se conoce como el Delta Amacuro designando finalmente al respectivo estado venezolano.

Según    el    deltano    Salazar-Quijada, siguiendo a los investigadores nombrados, el parentesco  lingüístico con el idioma japonés quedaba claramente evidenciado en la palabra compuesta ama curo la cual traduce, tanto en lengua japonesa como en lengua caribe. «Agua Negra». Sin embargo, el mismo Salazar se mostraba escéptico puesto que para aquel momento no se contaba con un vocabulario caribe que tradujera tales voces con la conceptualizacion señalada por los investigadores citados [supra], desconociéndose sobre todo la parcialidad o subgrupo de la gran familia lingüística caribe en cuya lengua se albergaban estos morfemas. Pero hoy. es importante aclararlo, han sido publicados nuevos glosarios lingüísticos, entre ellos los diccionarios caribes Yukpa y Kariña. donde pueden apreciarse voces que incorporan la partícula «kuru» o «kuro» con la acepción «negro- como detallaremos luego.Por su parte, el investigador Sadao Hashimoto quien fuera adjunto cultural de la Embajada de Japón en Venezuela, y quien durante mucho tiempo dirigió el Colegio Japonés de Caracas. Trabajó activamente en Lingüística Comparada, logrando reunir un importante listado de voces caribes concordantes con el japonés, tanto en el significado como en sus grafías y fonías [Straka:1980]:


CAGUA                     KAWA                        Río
KARI                         CARI                           Cazar
WARAU                    GUARAU                    Risa
KUROMBO              KUROMBO                Hombre negro
GUAKARE               GUAKARE                  Partida
TOKUYO                 TOCUYO                    De poco valor
TEPPEN                   TEPUY                         Cumbre
TAKATA                  TACATA                      Lugar alto
KURO                      CURO                           Negro
AME                         AMA                            Lluvia, agua

Los arqueólogos Sanoja y Vargas [1992], han corroborado el origen de los pueblos amerindios que poblaron la América del Sur, como antiguos descendientes de grupos asiáticos, los cuales evolucionaron a partir de una vieja cepa de Sinántropos: «En general podemos hablar de la existencia de un extenso poblamiento [...] que ocupaba todo el extremo del Noreste de Sudamérica [...] el Finis Terrae de los descendientes de aquellas viejas poblaciones asiáticas que penetraron en el continente americano hacía más de 40.000

Nuestro remoto origen asiático explicaría el por qué de la presencia de vocablos comunes que pudieran haberse difundido acaso desde tiempos muy remotos y desde lugares distantes o, más recientemente, unos 5000 años a. p. producto de contactos transpacíficos fortuitos y ocasionales entre pescadores del archipiélago japonés y habitantes de las costas ecuatorianas que dieron origen a la cultura Valdivia, desde donde pudieron difundirse vocablos japoneses que encontraron refugio en algunas lenguas amazónicas.

Por otra parte, en la lengua latina está presente la palabra «obscuro» [obs - curo], palabra en la que el radical curo - curu, al cual se antepone el prefijo obs, dio origen a derivados como «obscuridad» y «obscurecer» y por evolución a «oscuro» y «oscurana»; oscuro traduce «no está iluminado» como en «cueva oscura». Dícese del color «casi negro» como en «traje oscuro». «Estar a obscuras» equivale a «sin luz», «sin ver» [Larousse 1987]. Es probable que este morfema se haya abierto paso en el mundo de la antigüedad clásica desde su origen en el lejano oriente, permaneciendo con el significado de «negro», vertido finalmente a la lengua hispana.

Para tratar de arrojar más luz sobre el planteamiento de Shad y Pérez recurrimos al vocabulario yukpa [caribe] colectado por Alfredo Jahn [1973]. En este vocabulario se recoge la voz kurumascho [curum - ascho], utilizada para denominar al zamuro [Cathartes atratus], la misma voz con la que se nombra a los misioneros católicos por su virtual ropaje negro y a los hombres de tez obscura, a los negros, por la evidente pigmentación de su piel. Este mismo radical se localiza en la voz curumo [curum - o], variante empleada para denominar también al zamuro en la región centro-oriental de Venezuela; esta variante es de procedencia caribana [Chaima-Cumanagoto] y ha sido perpetuada como nombre de la urbanización caraqueña «Cumbres de Curumo». No cabe duda de que la voz curumascho [o curumo] le fue dada al zamuro por el color predominantemente negro que posee su plumaje. En el mismo vocabulario se colectó además la voz koróscha o corosha [coro - sha] para distinguir a las nubes negras, próximas a precipitarse, de las nubes blancas [kamuro]; de esta manera observamos como al radical curo se le imprimió el viraje hacia coro para denotar la cualidad de coloración negra que pueden presentar algunos elementos de la naturaleza. Los virajes del radical curo han quedado evidenciados en palabras como curiana [curi - ana], nombre de un río o como en caruto, nombre que los mismos caribes asignaron a ese fruto tintóreo. El morfema encontró toda su fuerza significante al ser utilizado para designar al fruto del aguacatero conocido desde el período prehispánico con la voz «curo». 

*Profesor investigador del período prehispánico y miembro de la Academia de la Historia del estado Carabobo.

 Publicado originalmente en la revista Urtext.


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Actualizada el 04/03/2024

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viernes, 22 de octubre de 2010

"Los venezo­lanos están muy bien acostumbrados a exaltar la virtud de la mediocridad y a desdeñar y reprochar el feo vicio del genio"

SOBRE LAS BASES DE UNA NUEVA GENERACIÓN

por Andrés Mariño Palacio


Andrés Mariño Palacio. Ilustración de Orlando Oliveros


SOBRE LAS BASES DE UNA NUEVA GENERACIÓN 


"Como en la batalla el vencedor lo es siempre a costa de haber dado muerte a sus enemigos, en arte el triunfo es cruel, y al conseguirlo una obra aniquila automáticamente legiones de obras que antes gozaban de  estimación". 


Ortega y Gasset


I


En Venezuela, se entiende por generación un grupo formado por dos o tres escritores de talento y obra realizada, a quienes siguen cinco o diez más que no poseen ni obra esquematizada ni talento alguno a que apelar para realizarla, pero que tienen magníficas cualidades de comerciantes y nobles condiciones de buenos burócratas. De allí, que cuando usted lee uno de esos pintorescos y divertidos baedeker o guías telefónicas que escriben nuestros críticos, se topa con la notable, aunque ya presentida sorpresa de que la mayoría de los señores que allí figuran son excelentes padres de familia, tenaces defensores del vino y la ginebra, pero desconocedores en absoluto de los elementales principios del arte literario y decididos a permanecer hasta el fin de sus días ocupando sitio honorable y bien ganado en la respectiva antología y en el estudio respectivo que se haya escrito sobre el género que cultivan. Confieso, que este primer enunciado me atemoriza un poco para escribir acerca de lo que yo catalogo y considero como una nueva generación, — con identidad de ideales, afán de cultura y aspiración estética —, pero que no desea verse representada por los tres escritores de talento y obra realizada, sino que todos dicen tener talento y todos están tratando de escribir una obra por su propia cuenta. (El amor al comercio y el cariño por la dulce burocracia aún se mantiene y se manten­drá en pie en todas las generaciones que broten en nuestra tierra. . .).

¿Cuáles son los signos y señales y anuncios específicos que evidencian la aparición de nuevos escritores poe­tas y artistas? Hay muchos anuncios, señales y signos, pero los principales —  parodiando a Plutarco, según cita Ortega en Las Edades del Hombre —, son aquellas que hacen exclamar en respectivo orden a las tres es­calas de la vida literaria en esta forma: 

Los viejos escritores: "Nosotros hemos sido los más grandes literatos de Venezuela". 

Los jóvenes escritores: "Nosotros somos los literatos más grandes de Venezuela". 

Los muchachos que quieren ser escritores: "Nosotros seremos los escritores más grandes y más "geniales" de Venezuela".

En total cada uno de estos bandos forma mutuas y ade­cuadas líneas de ataque y defensa. Cuando están frente a frente dedícanse deliciosas sonrisas y primorosos abrazos de amistad y camaradería, pero cuando se dan las espaldas enarbolan al unísono esa ultramoderna hacha de sílex que es el arte de la maledicencia, y los jóvenes les dicen cretinos a los viejos y los viejos les dicen cretinos a los jóvenes.

Desde este punto de vista no sé cómo juzgar la cues­tión. Hay jóvenes que parecen viejos verdes de las letras y escriben como hotentotes, y, a su vez, existen viejos verdes de las letras que parecen hotentotes y escriben como jóvenes. De todos modos —  y para no caer en largas explicaciones que nos conducirían al "existencialismo en dosis inofensivas" y Kierkegaard en "robe de chambre"—, opinaremos que los venezo­lanos están muy bien acostumbrados a exaltar la virtud de la mediocridad y a desdeñar y reprochar el feo vicio del genio.

De allí que nuestras históricas generaciones sean tan semejantes y parecidas como dos calvos pelados al rape.



II


Una de las principales características de la nueva ge­neración es su decidido afán por llegar a la meta del éxito lo más pronto que les sea posible. En esto, se diferencian absolutamente de otras generaciones nues­tras — muy despreocupadas en cuanto a dejar una obra sólida —, pero que desde un comienzo tenían asegura­da la inmortalidad por haber ennegrecido dos o tres cuartillas. El dato más cierto sobre lo lamentable de nuestra producción en cuanto toca al trabajo y labor de los escritores venezolanos lo hallamos dando un revisorio vistazo al pasado de las letras nacionales. El crítico menos agudo, más benévolo y ausente de intuición, puede fácilmente enjuiciar y oponer serios reparos a la obra que dejaron la mayoría de nuestras glorias nacionales. Ya que — como escribiera una vez Ortega con respecto a España y por ende a todo el universo —: "un escritor no empieza a ser "gloria nacional" hasta que no repiten que lo es las gentes incapaces de apreciar y juzgar su obra".

Consecuentemente, si los que hoy son jóvenes implantan un Sistema de Medidas Literarias mediante el cual el valor de cada literato se mida en relación a su obra y no a los baratos y empalagosos elogios recibidos, serán muchos y quizás demasiados, los estereotipados nombres que saldrán por la puerta de atrás de nuestras antologías y procesos literarios. Aquello que decíamos al comienzo de este ensayo con respecto al concepto de generación en nuestro país, es algo muy cierto y evidentemente resaltante. Los pocos escritores de talento y obra que se dan entre nosotros, necesitan para sub­sistir del aliento que les participen cuatro, cinco o diez seudoescritores, de esos que confeccionan sus sonetos alineando versos de canciones populares, y que a la larga escribirán ensayos, estudios, notas críticas, pano­ramas literarios, y legarán al futuro. — como inverosí­miles juglares de una inédita gesta— las hazañas y glo­rias de los héroes que acompañaron. Así, — en esta forma grotesca y descarnada, sobre papel de bodega —, es como se ha escrito en muchas ocasiones la viva historia de las letras y del arte nacional.

Si en el presente — disciplinada y armoniosamente —, una legión de escritores jóvenes, casi todos estudiantes universitarios o periodistas militantes, se dedican a hacer del escribir una honorable profesión y un culto decente, no vemos la razón que impulse a ciertos biliosos de prosa hepática a hablar de pedantería, petulancia y exhibicionismo en quienes han sabido trabajar con disciplina y entusiasmo y fervorosa dedicación en una atmósfera que es tan inculta y árida como la de las prehistóricas cavernas de la edad de piedra. ¿Será pedan­tería y exhibicionismo que Ramón González Paredes se interese en desentrañar en largos ensayos el aporte estético de notables autores universales? ¿Será impertinencia y petulancia que Pedro Díaz Seijas, con exacto y responsable sentido crítico, escriba una introducción al estudio del ensayo venezolano donde rechaza a todos esos haraganes y reaccionarios diletantes que aspiran a encontrar su nombre en todos los trabajos de crítica? ¿Puede llamarse inconsecuencia que Ernesto Mayz Vallenilla — aunque lo haga con prosa ahumada y algebraica—, se entregue a los estudios filosóficos y existenciales? ¿Y es un delito, un crimen, una blasfe­mia, un escándalo, un horror que todos nosotros aspiremos a implantar una conciencia estética en el arte nacional? ¿Qué pidamos y reclamemos una crítica exigente y no esa innoble labor de perdonavidas que vienen haciendo algunos torpes escritores de notas bibliográficas y secciones de crítica? ¿Que tratemos de eliminar para siempre en nuestra novela y en nuestro cuento el ya amarillo y desvencijado cuadro criollista que algunos se empecinan en alentar? Y, finalmente, ¿será pecado, vicio, impertinencia o petulancia nuestro unánime afán por erradicar de nuestra atmósfera literaria todo lo que sea cursi, todo lo que sea mediocre, todo lo que indique y evidencie humana estupidez?


III


Es natural y lógico, que ante posiciones tan radicales y profilácticas, no se sientan muy bien aquellos  escri­tores y poetas elegantes que ven en la literatura un entretenimiento social, o un cómodo, divertido y peripatético sucedáneo del ocio. Sabemos que ellos, y su camarilla de incondicionales, mirarán con no disimulado aspaviento todo lo que escriban, digan y hagan los jóvenes escritores en pro de un adecentamiento de nuestra vida literaria. A sus ojos, debe resultar absurda e inverosímil nuestra actitud, puesto que ellos no piensan en el arte con respeto y altura, sino como si se refirieran al rummy y al Continental que juegan en  sus  tés y  vespertinas  poéticas.

Mientras que ese otro grupillo que sitúa su medio­cridad en las peñas literarias — o Ligas para la Supresión del Talento —, tampoco deben de estar muy de acuerdo con nuestros juicios, opiniones y escritos.

Y quizás sea mejor así porque coincidir con alguien o  con  alguienes  debe  ser  la  más  horrible  calamidad que le pueda ocurrir a una joven generación en Ve­nezuela.


///

Ensayos. Andrés Mariño Palacio. Selección hecha por Rafael Pineda. Biblioteca Popular Venezolana. Nº 110. Editorial Arte, Caracas, Venezuela. 3 de diciembre de 1967.





miércoles, 20 de octubre de 2010

La poesía Japonesa en El Arpa Jubilosa, sección dedicada a la poesía en la desaparecida Revista Tricolor. Parte 2



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Miro en tus ojos,
caballito del diablo,
 montes lejanos.

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Al Fuji subes
 despacio - pero subes,
 caracolito.

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Luna montañesa:
también iluminas
 al ladrón de flores.

               Kobayashi Issa
///



Quietud:
los cantos de la cigarra
penetran en la roca.

 ///

Maravilloso:
ver entre las rendijas
la Via Láctea.

///


¡Qué irrisión!
Bajo el yelmo del héroe
un grillo canta.

///

Es primavera:
la colina sin nombre
entre la niebla.




En Occidente, en esta región que habitamos, no es común tal forma de pensar.

El practicante del budismo zen, en este caso el poeta, nos transmite las maravillosas e infinitas relaciones del hombre y las cosas que lo rodean.

El haiku es un poema corto. Los primeros fueron escritos en el sido XIII, pero se estima que su origen puede remontarse a siglos anteriores.

Matsuo Basho (1644-1694), Yosa Buson (1716-1783) y Kobayashi Issa (1763-1827), conforman la muestra poética que hoy dedicamos a nuestros pequeños e imaginativos lectores.

José Quiaragua.

La traducción de los poemas es de Octavio Paz.

lunes, 18 de octubre de 2010

La Poesía Japonesa en El Arpa Jubilosa, sección dedicada a la poesía en la desaparecida Revista Tricolor. Parte 1








Estimados Amigos:

Hoy le obsequiamos otra página de la Revista Tricolor. Esperamos que la disfruten.


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EL ARPA JUBILOSA

Poesía Japonesa

                  

                                                                                                     
Llovizna; plática
de la capa de paja
 y la sombrilla.




Arbol en flor.
Ella lee la carta
 bajo la luna




Sencillez vital, paz interior y armonía entre los seres que pueblan el universo, son temas tratados en la poesía japonesa. Los poetas transmiten la quietud, el ciclo de las estaciones, el curso de los astros. Los pensamientos de los hombres que han purificado el corazón y los sentidos para ver mejor la verdad.



En esta poesía pura que no quiere transmitir ideas sino la realidad misma de las cosas: la esencia misma de las cosas -como la definiera un estudioso- se encuentra siempre presente la naturaleza.



Para estos poetas no existe antagonismo entre el hombre y la naturaleza, entre Dios y la naturaleza, y todo se conjuga, se une, para buscar una sola identificación. El Uno se confunde con el Todo.


sábado, 16 de octubre de 2010

Célebres palabras de Oscar Wilde,

el dia de su cumpleaños




Un día como hoy, un 16 de octubre, pero de 1854, nace el escritor irlandés Oscar Wilde, autor de famosas obras tales como "El retrato de Dorian Gray", "La importancia de llamarse Ernesto" , "El principe feliz" o "El fantasma de Canterville". En este ultimo relato muestra satiricamente las profundas diferencias existentes entre las costumbres británicas y las estadounidenses.

Un gran amante de la vida y todo un Dandy, corrió la suerte de parar con sus huesos a la carcel durante dos años debido a su homosexualidad, conducta que era considerada un  ultraje a la moral. "De Profundis" una carta cargada de profundo resentimiento contra Lord Alfred Douglas (a causa de la relación con él fue encarcelado) y  "La balada de la cárcel de Reading" un poema que toma como pretexto el suicidio de un compañero para  mostrar sus más vivos sentimientos sobre el mundo carcelario, fueron sus ultimas obras. Murió en París el 30 de noviembre de 1900, abrazando la fe de la mayoría del pueblo irlandés: El catolicismo.

Richard Montenegro

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Hoy le obsequiamos una célebres palabras de este mágnifico escritor.


  • La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella.
  • Sólo hay una cosa en el mundo peor que estar en boca de los demás, y es no estar en boca de nadie.
  • Es absurdo dividir a la gente en buena y mala. La gente es tan sólo encantadora o aburrida.
  • A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.
  • Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo.
  • El hombre puede soportar las desgracias que son accidentales y llegan de fuera. Pero sufrir por propias culpas, esa es la pesadilla de la vida.
  • El sufrimiento es el medio por el cual existimos, porque es el único gracias al cual tenemos conciencia de existir.

  • Adoro los placeres sencillos; son el último refugio de los hombres complicados.
  • La educación es algo admirable; sin embargo, es bueno recordar que nada que valga la pena se puede enseñar.
  • Detesto la vulgaridad del realismo en la literatura. Al que es capaz de llamarle pala a una pala, deberían obligarle a usar una. Es lo único para lo que sirve.
  • El mundo llama inmorales a los libros que le explican su propia vergüenza.