Estimados Liponautas
Hoy compartimos con ustedes otra entrevista al profesor de filosofía (¿o será profesor de historia de la filosofía?) español Eduardo Infante que con su más reciente libro busca "actualizar" la antigua filosofía cínica. ¿Es eso posible? Diógenes, el filósofo cínico por excelencia, vivía con lo estrictamente necesario: un manto, un zurrón, un báculo y un pocillo o cuenco. Una vez tomando agua de una fuente con su pocillo vio como un niño se acercaba a la fuente para beber agua usando su mano. Después de ese evento desechó el pocillo. ¿Después de conocer esta anécdota podríamos creer que Diógenes en la actualidad usaría celular y las redes sociales digitales para subir memes y estados? Sin duda no lo haría porque el buscaría lo más cercano a la naturaleza. No estamos seguros de que se negara a grabarse perreando o bailando twerking. Pero seguramente usaría el teléfono para contactar (y donde aún existiera la telefonía pública con certeza usaría ese servicio) a alguien pero no estaría pendiente de ver reels o TikToks. Y con certeza no tendría muchos (en realidad no tendría ni uno) "me gusta".
Sin duda la imagen de Diógenes el cínico perreando es una imagen poderosamente perturbadora... pero no sabemos si lo suficiente como para impulsar un cambio civilizatorio.
Nos gustaría saber cuantos de ustedes después de leer esta nota fueron capaces de arrojar el pocillo, porque aún nosotros no hemos podido hacerlo...
Disfruten de la nota
Atentamente
La Gerencia
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Eduardo Infante, el filósofo que quiere que seamos muy cínicos
Este profesor de filosofía de bachillerato propone, en su último libro, recuperar el cinismo bien entendido para hacer frente a la mayoría de los males de la sociedad actual y que la pandemia ha exacerbado
Este filósofo es el autor de los #Filoretos de Twitter que han triunfado más allá de sus alumnos del instituto de Gijón en el que imparte clase y que le llevaron a publicar su primer libro ARIEL
ALBERT MOLINS RENTER
BARCELONA
03/04/2021 00:05 Actualizado a 03/04/2021 00:50
El onubense Eduardo Infante (1977) es profesor de filosofía en un instituto de Gijón, ciudad a la que llegó por amor, “porque la historia de un hombre, siempre la escribe una mujer”, explica.
Pero este licenciado en Humanidades por la Universidad de Huelva y en Filosofía por la Universidad Pontificia de Salamanca no es un profesor al uso. Parte de sus clases tienen lugar en Twitter... y en los parques, y en las calles de Gijón. Pero no siempre fue así.
“Un perro puede enseñarnos un estilo de vida más pleno, natural y auténtico que el de muchos ‘influencers’”
Un día mientras daba clase, vio a una alumna que miraba distraída por la ventana. Se acercó y le preguntó qué era eso que miraba y si era más importante que el examen que tenía el jueves. La alumna le respondió: “La vida”.
“Fue demoledor. Me di cuenta de que enseñaba filosofía como una asignatura alejada de las preocupaciones de mis alumnos”.
Así que al día siguiente se los llevó al parque y les “pedí que me explicaran qué les preocupaba”. Pero hizo algo más.
“Los jóvenes acceden a la información a través de sus móviles. Muchos ya ni lo hacen con un ordenador. Viven en el mundo virtual, se comunican así, no son autistas, y si no estamos allí educando, en las redes campan a sus anchas las fake news , las pseudociencias, el dejarse llevar por las emociones... Así que les metí la clase de filosofía en la pantalla”.
De esta manera, nacieron los #FiloRetos , preguntas filosóficas que Infante lanza a sus alumnos en Twitter, siempre vinculadas con la actualidad y con sus preocupaciones. Estas lecciones se sustanciaron en un libro, Filosofía en la calle. #FiloRetos para la vida cotidiana (Ariel) “que es el manual que a mi me hubiera gustado tener”, reconoce.
El próximo 7 de abril, Infante publicará No me tapes el sol , en el que trata de actualizar la filosofía cínica “como salvavidas para subsistir”. Para este filósofo, “el clima social y político de crisis de la Grecia en el que los cínicos desarrollaron su pensamiento es muy parecido al que vivimos actualmente. En ambos casos la normalidad se había ido al garete y había una pérdida de libertad en todos los sentidos. Los cínicos enseñaron a vivir sensata, libre y dignamente en ese mundo”.
Ante esta situación, “el cinismo se levanta como una filosofía que invita a luchar contra el desánimo, a recuperar nuestra vida y a entender que vivir en plenitud depende enteramente de nosotros mismos y no de las modas, de los bienes externos o del consumo. No sabemos vivir bien, porque no sabemos qué es lo bueno para el ser humano. Lo bueno no es lo deseable. De hecho, en una sociedad consumista como la nuestra, el deseo no nos pertenece. Deseamos lo que otros desean que deseemos. Hemos confundido la vida buena con la vida confortable”, explica este filósofo.
Para Infante, ahora vivimos “la crisis de la modernidad, de la incapacidad para construir una sociedad de ciudadanos. Somos infantiles y hemos delegado la vida comunitaria en nuestros políticos”, asegura.
Ante esta situación, los cínicos proponen que “la razón guíe nuestra conducta para no vivir de forma autómata, gregaria, y sí hacerlo de manera virtuosa, siguiendo el modelo socrático de justicia, equilibrio, moderación y templanza”.
Para el cínico, un perro puede mostrarnos un estilo de vida más pleno, natural y auténtico que el de muchos influencers . “¿Cómo viviría un cínico”, se pregunta Infante.
“No miraría a un influencer para aprender cómo vivir, sino a un perro. Observando su conducta se puede aprender a vivir bien: necesita poco para ser feliz. El perro nos recuerda que somos animales, y nos invita a recuperar nuestra naturaleza”.
El cinismo nos impulsa, también, recuperar la franqueza: “Hay que volver a decir la verdad. Ahora solo vale la demagogia que nos polariza y nos enfrenta. La verdad ha perdido valor ante la necesidad de imponer, cada cual, su propio relato”.
Tradicionalmente se asocia el vocablo cínico con alguien que actúa con falsedad o desvergüenza, “pero en alemán hay dos términos para referirse al cinismo. Por un lado, tenemos zynismus para referirnos a esta conducta, y kynismus para la escuela filosófica ”, explica.
“Nada importaba más a los cínicos que sus congéneres, y es cierto que se comportaban de modo desvergonzado como una forma de provocación, pero siempre con mucho sentido del humor, para animar a vivir según uno piensa”.
Este autor es un enamorado de las Humanidades, materia que considera que la sociedad actual desprestigia, y que no es por casualidad. “El sistema nos quiere competentes como productores e incompetentes como ciudadanos. Quiere personas que hagan muy bien lo que quiere que hagan y que sean fácilmente manipulables, lo que nos lleva a una sociedad dócil”. Ante esta situación, Infante cree que “la filosofía es una buena herramienta para crear ciudadanos que no se dejen llevar”. Y ser un “cínico de los buenos”, también.
Tomada de La Vanguardia
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