jueves, 21 de noviembre de 2024

Aquel bosque de mujeres solas que construyeron la Colonia Tovar

 



Estimados Liponautas

Hoy tenemos el gusto de compartir con ustedes: "Aquel bosque que fuimos", un texto de nuestra amiga Marisol Marrero, dedicada a rescatar la memoria de todas esas mujeres solas alemanas que cruzaron el Atlántico para construír la Colonia Tovar, un asentamiento ubicado en el estado Aragua, Venezuela, fundado en 1843 por iniciativa del gobierno venezolano que buscaba recuperar poblacionalmente al país después del declive causado por la Guerra de Independencia ademas de, algo que pocas veces se dice, "blanquear"  a la población venezolana a través de la inmigración de colonos europeos.

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Aquel bosque que fuimos


Un homenaje a las mujeres que vinieron solas a fundar la Colonia Tovar

Por Marisol Marrero

Oigo voces que me llaman desde antes, son voces de las mujeres pioneras que habitaron este pueblo, mujeres que venían solas o con sus hijos, a presenciar el milagro de construir una nueva vida, haciendo de inmediato un inventario de aquel bosque que las rodeaba, nacientes de aguas escondidas (waldguellen) ojos de tigre que fosforecen en la oscuridad, rugidos que estremecen el corazón ante lo desconocido, son las cosas que aquí habitan, así como hierbas, grutas, troncos, raíces, juncos, bejucos, todas cosas que le servirán para construir la morada.

Lo que hoy es evidente ante sus ojos, una vez fue imaginario ¡Venir a fundar! Aquí comprendieron que todas las deidades germánicas residían en su temerario corazón y descubrieron lo infinito que hay en cada cosa, la poesía de una piedra, la magia de una concha de arbol, el ensueño del atardecer, en fin la vida nueva que no deja de asombrarlas.

A esas mujeres, a su esfuerzo, a su fortaleza, quiero hacer un homenaje. Espero que sus nombres vuelvan a repetirse en las nuevas generaciones.

Bárbara Ramnstein, de 29 años, venía con su hijo Hilhelm, de 8, Katharina Mutscheler, de 33 años, con su hija Josepha de 7 años, Marianne Gross y su hija Ricarda que murió durante el viaje, a su dolor dedico especialmente estas páginas.

María Anna Jäger, viuda de Mai, con sus hijas gemelas de 9 años, además de un hijo varón, Sophie Frasser, Khatarina Baldinger de 29 años, Barbara Futterer, de 33 años, Magdalena y Barbara Herr, Justine Lisele, Therese de 50 y Gertrud Frey, Therese Schutz, Katherine Müller de 30, Elisa Lowenstein, Euphrosina Mossbacher, Apolinea Grisbaun, Magdalene Göerig, María Anna Müssle, de 26, Emerenzia Fisher, de 24, y la costurera francesa Felice Greverig.

Después del impacto inicial de encontrarse en medio de la selva, luego de subirla intrincada montaña, llegaron a unos galpones aun sin terminar, cansadas y ateridas por el frío húmedo al cual no estaban acostumbradas. Si esta situación era engorrosa para una familia establecida, con el apoyo que llenen entre sí, cuál sería el impacto para las mujeres que venían solas, viudas, y algunas con sus hijos pequeños, a los cuales tenían que alimentar de inmediato, y la desolación de Marianne Gross a la cual se le había muerto su hija en el viaje. Solo de pensar en ella se me encoge el corazón, imaginando donde se agazaparla, en que rincón pensaría en su hija, la cual quedó como una rosa sobre el mar de fuego en el atardecer. Venía adonde no estaba él y de repente se encontró en un laberinto sin salida.

Este lugar está vivo, pensó María Anna Jäger, con su alegre carácter, aquí vivirán mis hijos, haré de esta tierra algo hermoso para ellos. Ella imprimía a las cosas que la rodeaban, los mismos caracteres que reconocía en si misma, con optimismo. La naturaleza como un ser viviente era su consuelo en esos momentos, hasta que le consiguió un compañero a su alegria.

A Emerenzia Fisher, la arrebatadora intensidad de su experiencia juvenil, caracterizada por la desmesura, ejercía en ella una atracción casi hipnótica, esta no la dejaba entristecerse. Era tan estrafalaria que contagiaba su alegría a las demás.

Creía en la suerte, es decir en si misma, por eso fue de las primeras que quiso reconocer el terreno que le había sido asignado, para de inmediato pensar donde debía poner su casa, sobre todo quería tener el horizonte frente a si, por eso estaba esperanzada en que su ubicación estuviera en lugar más alto, y también que tuviera un manantial, para verse la cara en el espejo de sus aguas ¡Era muy bella!

 




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Marisol Marrero Higuera

Nació en Tenerife, España, desde niña vive en Venezuela. Es socióloga y psicologa social, egresada de la Universidad Central de Venezuela. Tiene una maestría en Psicología social.Se ha desempeñado como profesora universitaria. Tiene varios libros publicados en poesía,novela y ensayos.En narrativa destacan: Las brujas modernas vuelan en la red (Editorial universitaria Tropykos,2001). Llote von Indien. La coloniera de Tovar (Caracas, Fundación Ludovico Silva, 2001); Segunda edición, 2003. Alonso e Isabel (2006). Niebla de pasiones Editorial Planeta, Autores Españoles e Iberoamericanos (2007). Rosas y duraznos (2011). Buitres en la sabana (2015). Chichiriviche ¿Primer pueblo fundado en Tierra firme? (Mérida, Editorial La Escarcha azul,2000).Tributo  de sangre. Saga Familiar (Ayuntamiento de Candelaria. Culturalias. Santa Cruz de Tenerife, España, 2022.)

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