lunes, 6 de septiembre de 2021

Luis Alberto Machado:TALENTO CON PROBIDAD

 

Luis Alberto Machado. Imagen tomada de Wikipedia



TALENTO CON PROBIDAD



Por Eduardo Casanova


Si, como dijo Bolívar, el talento sin probidad es un azote, el talento con probidad debería ser una verdadera bendición. Pero en Venezuela, en los últimos años, parecería que el talento sin probidad se premia hasta con un ministerio y el talento con probidad se castiga, aunque el personaje haya tenido dos ministerios a falta de uno. Luis Alberto Machado (21 de enero de 1932 - 23 de febrero de 2016) ha sido uno de los hombres más talentosos y más probos de Venezuela y, a la vez, uno de los hombres más incomprendidos de nuestra historia. Y sin embargo nunca se resintió ni se amargó y siempre fue alegre y positivo. 


Para algunos autores de fama internacional, como Edward de Bono (1933-2921), médico y psicólogo maltés, autor de varios libros sobre la inteligencia humana, Martin Seligman (n. 1942), psicólogo, educador y escritor norteamericano, autor de varios libros importantes de autoayuda, y Robert J. Sternberg (n. 1949) psicólogo también norteamericano que ha publicado varios textos sobre inteligencia, creatividad, amor y odio, las ideas y el trabajo de Machado sobre la inteligencia constituyen una de las mayores y mejores contribuciones al tema de todos los tiempos. Ese reconocimiento mundial no tuvo en Venezuela el más mínimo eco, al contrario, Machado fue objeto de las burlas más crueles y no logró tener prácticamente ninguna influencia en su propio país. Visto en retrospectiva creo que fue un error grave designarlo “Ministro de Inteligencia”, como hizo el Presidente Luis Herrera Campíns en 1979. Era un título que se prestaba a todo tipo de burlas y que no se entendía. “Inteligencia” es un término demasiado amplio, que abarca demasiadas cosas, incluido el espionaje, y muy poca gente sabía que Machado había publicado en 1975 un libro llamado “La Revolución de la Inteligencia”, en el que planteaba la tesis de que todos los seres humanos tienen el derecho y la posibilidad real de desarrollar su inteligencia mediante determinados métodos y sistemas. 



Era una tesis muy atractiva y con claros visos de verosimilitud, y el gobierno ha debido ponerlo al frente del ministerio de Educación, en donde habría desarrollado una labor importante, además de llevar por buen camino la educación de todos los niños y jóvenes del país. Luis Alberto había sido ministro de la Secretaría durante el gobierno de Rafael Caldera (1968-74) y había hecho una muy buena labor, apoyada en su condición de probo, amplio e inteligente. Como ministro de Inteligencia trató de aplicar sus ideas, mediante la implementación de varios proyectos, entre ellos el que llamó “Aprender a Pensar” y otro para el aprendizaje del ajedrez para niños, ambos a nivel escolar. En su discurso ante el Congreso, en 1981, afirmó que “por primera vez en la historia se le ha otorgado al desarrollo de la inteligencia de todos los hombres el carácter de un asunto de Estado, de un problema de Gobierno, de una decisión política con una clara y precisa orientación democrática, porque se trata de desarrollar al pueblo y, en especial a los pobres, lo que traerá necesariamente un cambio radical y definitivo de todas las estructuras”. Por supuesto y como era de esperarse, sus palabras cayeron en el vacío, y el “ministerio de la Inteligencia”, llamado oficialmente “Ministerio para el Desarrollo de la Inteligencia” fue desmantelado y desapareció sin dejar huellas en cuanto Jaime Lusinchi asumió la presidencia de la República. 


En 1993, en las elecciones que ganó Rafael Caldera después de la injusta defenestración de Carlos Andrés Pérez, Machado se lanzó como candidato independiente, y apenas logró un 0,12% de los votos. Yo lo conocí personalmente cuando me incorporé al Círculo de Escritores de Venezuela, cuya presidencia ejercí entre 1999 y 2001, y nos acercó un experimento que hizo con una de las poetas más talentosas de nuestro país, Carmen Cristina Wolf. Luis Alberto sostenía que toda persona bien instruida puede hacer buena poesía, y para demostrarlo convino con Carmen Cristina la elaboración de algo que en ese momento yo denominé “libros paralelos”. Carmen Cristina escribió el “Canto al hombre” y Luis Alberto el “Canto a la mujer” (ambos publicados en 1996). Los dos libros me parecieron bastante buenos y escribí una reseña llamada, justamente, “Libros paralelos”, que ambos me agradecieron mucho. Tanto Alejo Urdaneta como Luis Beltrán Mago, mi cuñado Carlos Armando Figueredo y yo tuvimos el gusto y el honor de hacernos muy amigos de Luis Alberto y apreciar su talento y su excelente cualidad de buen conversador. Un par de años después Luis Alberto publicó un segundo libro, “Canto a Dios” (1998), que también me gustó mucho. 


Dejamos de vernos al terminar mi presidencia del Círculo, en 2001, debido a que me mudé a Mérida, en donde estuve hasta 2006, cuando me fui a vivir por cinco años a Caraballeda. En 2011 me instalé de nuevo en Mérida, en donde me ha quedado, supongo que para siempre. En 2016 me enteré de que Luis Alberto había fallecido y lo lamenté mucho. En el lapso en que nos frecuentamos pude apreciar su inteligencia y su rectitud, y me di cuenta de que era un admirable caso de talento con probidad. Por mucho tiempo fue militante de Copei, pero en ningún caso se puede decir que haya sido un copeyano cerrado y fanático. Reconocía los errores que su partido había cometido y elogiaba sin jactancias lo que consideraba aciertos del partido. 


Siempre vivió modestamente y era evidente que en ningún momento se aprovechó del poder político para obtener alguna prebenda o ventaja personal. Concebía la función pública como una forma de servir a los demás y al país. Jamás lo oí quejarse por la injusticia que con él se cometió, ni jactarse del reconocimiento internacional que se le dio a su trabajo, tan injustamente olvidado en su país. Creo que cuando Venezuela recupere su condición de país, va a ser obligatorio reconocer a Luis Alberto Machado como uno de los grandes venezolanos de nuestro tiempo.


 
Dr. Luis Alberto Machado en el programa "Buenos días" Venevisión Caracas Venezuela



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Eduardo Casanova



Estudió Derecho y Letras en la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad Nacional de Buenos Aires. En 1963 se estrenó su obra teatral Barrabasalia, escrita en colaboración con Arturo Uslar Braun, en 1975 se estrenó su comedia "El solo de saxofón". Luego, en 1968, recibió su título de abogado. Presidente de la Fundación para las Artes del Distrito Federal (Fundarte), 1984. Director del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG), 1984-1987. Premio Guillermo Meneses por su obra narrativa (2000). Presidente del Círculo de Escritores de Venezuela, 1999 y 2001.  

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