Imagen tomada de parlamentario.com |
Caso Qunita
Todo empieza en el año 2013 o 2014, cuando un
estudiante de diseño industrial de 21 o 22 años en ese momento, Santiago Ares, encuentra
que el mayor índice de mortalidad infantil en zonas marginales de nuestro país,
Argentina, no es como supondríamos desde nuestro sentido común, la desnutrición
o enfermedades asociadas a la falta de higiene por carencias en servicios esenciales,
como es la falta de agua corriente, electricidad o servicios sanitarios, o a casas
precariamente construidas, sino lo que se denomina “colecho”.
Santiago Ares. Imagen tomada de Twitter. |
Como cuenta su padre, Álvaro, la idea de crear el kit para recién nacidos se le ocurrió “cuando se enteró de que el colecho, cuando padres e hijos duerman en una misma cama, es una de las mayores causas de mortalidad infantil por asfixia o muerte súbita en los sectores más vulnerables”. Y acota: “Siempre tenía bien en claro la función social de todo lo que hacía”. No era su primer proyecto, en 2013 el premio Innovar, que otorga en forma anual el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (Mincyt). En ambos proyectos Tiago trabajó junto a sus compañeros del estudio de diseño Polenta, que fundaron cuando todavía eran estudiantes.
El colecho no es lo mismo según los sectores
sociales, en sectores medios y altos es el dormir en la misma cama padres e hijo
como forma de afecto y se da la discusión si esto es sano psicológicamente para
le niñe; pero en sectores bajos es más una necesidad, no cuentan con los medios
o el espacio para que le bebé tenga su lugar de dormir, por lo que la cama es un
espacio compartido casi diríamos obligatorio, aparte que en invierno es una forma
de mantenerle calentito y protegido.
En este segundo caso se agrava una consecuencia,
le bebé es asfixiado por sus padres, 28,3 muertes cada 1.000 nacimientos, mientras
duermen, que es lo que preocupo y dolió a Tiago, como le decían, y busca de qué
manera es posible resolver esta cuestión.
Como en todo proyecto inicia la tarea buscando
información sobre el tema antes de gastar esfuerzo reinventando la rueda y repitiendo
errores o equivocaciones que ya se resolvieron. En esa búsqueda (en realidad, investigación,
pero sé que muchos desconocen, incluso niegan, que el relevamiento de lo que se
denomina “estado del arte” al momento de encarar un proyecto no es tomada como tal
por muchos, siendo hasta desestimado) encuentra que en Finlandia desde 1938 o 1939
es política de estado el tema, con un kit de productos que completan la entrega
de un moisés, esencial para evitar las consecuencias del colecho.
Caja cuna finlandesa. Imagen tomada de la BBC.
Junto con compañeros tanto de estudio como de
militancia, Tiago integraba una organización de acción político-partidaria, entran
a trabajar para desarrollar una versión propia del programa finlandés, diseñan el
moisés, así como otros elementos que lo completen, y lo acercan al Ministerio de
Salud para que integrara la asistencia a las beneficiarias del Programa de Asignación
por Embarazo.
En el Ministerio de Salud toman su propuesta
como la base y antecedente para desarrollar el Plan Nacional Qunita”, a pesar que
el nombre que Tiago y sus compañeros lo habían bautizado Wawa, dado que se trata
de un moisés, que se apoya en el suelo o en una mesa y no tiene los requisitos de
solidez de una cuna.
Se pone en marcha el Plan Qunita, dando
cuenta que el objetivo era dotar a las madres de recién nacidos de un kit de productos
que permitieran bajar la mortalidad de bebés entre uno y seis meses. Por eso, el
material incluido era un moisés con equipamiento, ropa para el bebé, termómetro, chupete, instructivos
para la madre, libros de cuentos, sonajero, crema hidratante: lo imprescindible
a los que casi nunca tienen acceso en los sectores vulnerables.
Se elaboraron 140000 kits, de los que se
entregaron en 79000 en todo el país.
Pero, siempre hay un pero, el 23 de junio
de 2015, una legisladora de la oposición, Graciela Ocaña, presenta una denuncia
por sobreprecios y no responder a condiciones mínimas de seguridad para les
bebés.
Graciela Ocaña. Imagen tomada de Pharmabaires.com. |
Hago una digresión, que hace al trasfondo
de la denuncia, el 25 de octubre de ese año de 2015 se llevaban a cabo la
primera vuelta delas elecciones presidenciales, y no fue la única denuncia
presentada por los opositores, ni tampoco, llamativamente, que el sorteo del
juez que se haría de las causas cayera en el mismo juez, ya fallecido, Claudio Bonadio, misterio estocástico que se venía dando y continúo a pesar de la
improbabilidad estadística. Parafraseando a Macedonio Fernández, “el azar es
chambón”, no sabe de la suerte.
El tema de la denuncia fue difundido por
periódicos, radios, canales de noticias, medios web de dos conglomerados
mediáticos que tienen un control superior al 70% de los estos medios, y que se
veían amenazados de tener que desmantelar a partir de una polémica ley y de
dictámenes judiciales que ponían en firme el cumplimiento de esa ley, la denominada
Ley de Medios. Como noticia de color, luego de las elecciones, el partido que
ganó, que integraba la denunciante, por un decreto deroga esa controvertida
ley.
Dejando el pintoresco contexto y volviendo
al tema, la diputada Ocaña fundamenta su denuncia a partir de un muestreo
“casero” en el que consulta precios de algunos elementos en comercios del
barrio de Once de la ciudad de Buenos Aires. Para los que no conocen Buenos
Aires, se podría identificar a este barrio como una suerte de gran mercado con
locales de venta de muchísimos productos, tanto para usuarios como de otros
comercios minoristas, medias, ropa interior, de vestir y de cama y de baño,
vajilla, enseres domésticos, pequeños electrodomésticos… valga la imaginativa
metáfora, un bazaar alejado de la geografía de las mil y una noches pero con
ese espíritu.
Y acá empiezan los asombros.
El juez pide se hagan pericias, y contra
todo antecedente, exige que los peritos se reúnan en su despacho, y encuentra
que los peritajes no se corresponden tanto en precios como técnicamente con las
pruebas que la denunciante a aportado, tanto en cantidad (el muestreo ad hoc
faltan catorce del cuarenta y dos productos que lo integran, la calidad y
materiales no se corresponden con los del kit, el direccionamiento hacia
empresas “asociadas” no se comprueba, las condiciones de seguridad de los
elementos son insuficientes sino peligrosamente deficitarias respecto del kit
cuestionado, y algunas exageraciones, tal como que la cunita o moisés no
resistiría el peso de un “bebé” de siete años, cuando era explícito que era
para usar hasta los seis meses, “hasta que el bebé se arrodillara y parara”.
Dejo de lado la inevitable ironía, o crueldad, que supone tener a un niño durmiendo en una cuna o moisés hasta los siete años, a menos que se deseé
provocarle deformaciones)
A pesar de todo la causa avanzó, se procesó
a funcionarios del gobierno saliente, se les inhibió del uso de bienes y se
ordenó fueran quemados los kits que no se habían entregado.
Esto último provocó una serie de protestas
y rechazos, por lo que el juez lo que decidió que se los guardara en un
depósito, depósito al que le paga el estado nacional para mantenerlos allí.
Imagen tomada de El Juninense. |
Durante estos años el tema volvía una y
otra vez.
Por ejemplo, en el año 2017, y a partir de
la sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1, se intimó al
todavía Ministerio de Salud, meses después sería reducido a Secretaría, a que
“en el plazo perentorio de treinta días” comience con la distribución de todos
los elementos de los 27.200 kits almacenados, “con excepción de las cunas y los
sacos de dormir”, que eran los que se sostenía a partir de lo aportado por la
diputada no eran seguros, a partir de un requerimiento que realizó el titular
de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima de Isla Maciel y presidente de la
Fundación Isla Maciel. La Isla Maciel es una comunidad de extrema
vulnerabilidad social pegadita a la ciudad de Buenos Aires.
Hubo apelaciones, tribunales de alzada
decretaron la nulidad de lo actuado, otros volvieron a darle validez, hasta que
con la muerte del juez original, pasó a la actual etapa, en donde la fiscal de
juicio Gabriela Baigún que se hizo cargo llevó adelante todas las pericias que
habían quedado suspendidas o descartadas, y en un informe detallado, tanto
sobre la calidad de los productos, la solidez técnica, el análisis de precios
finalmente pagados y los precios de referencia que se habían fijado, el
análisis de los pliegos de licitación, y otros parámetros legales y económicos.
Gabriela Baigún. Imagen tomada de APU. |
La fiscal aniquiló la denuncia de la
diputada Graciela Ocaña, estableció que no hubo perjuicio para el estado, tal
cual lo determinaron dos pericias, detalló que no se direccionó la licitación y
que el kit cumplía con el objetivo de lograr “un comienzo de vida equitativo”,
al punto que la propia fiscal fue la que activó la distribución de kits a
madres de recién nacidos.
Dos perlitas para el final:
Por un lado la diputada denunciante (que
tiene otra causa, que se conoce como de los “aportantes truchos”, en argentino
trucho es falso, al haber usado listados de beneficiarios de planes de ayuda
para blanquear aportes a su campaña electoral), deberá enfrentar una causa
civil por falsa denuncia y daño al dejar sin acceso a personas necesitadas de
la asistencia estatal.
La otra, dolorosa, Santiago Ares, a los 24
años, y en medio de las denuncias contra el Plan Qunitas, murió de cáncer de
colon. Murió hace cuatro años, viendo cómo se desmantelaba su propuesta de
resolver la muerte de bebés con algo tan simple como una Qunita.
Excelente artículo
ResponderEliminarGracias por tu visita y comentario amable desconocido.
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