jueves, 9 de septiembre de 2021

El Caso del Plan Qunita en Argentina

 

Imagen tomada de parlamentario.com



Rol Con


Caso Qunita

Todo empieza en el año 2013 o 2014, cuando un estudiante de diseño industrial de 21 o 22 años en ese momento, Santiago Ares, encuentra que el mayor índice de mortalidad infantil en zonas marginales de nuestro país, Argentina, no es como supondríamos desde nuestro sentido común, la desnutrición o enfermedades asociadas a la falta de higiene por carencias en servicios esenciales, como es la falta de agua corriente, electricidad o servicios sanitarios, o a casas precariamente construidas, sino lo que se denomina “colecho”.


Santiago Ares. Imagen tomada de Twitter.


Como cuenta su padre, Álvaro, la idea de crear el kit para recién nacidos se le ocurrió “cuando se enteró de que el colecho, cuando padres e hijos duerman en una misma cama, es una de las mayores causas de mortalidad infantil por asfixia o muerte súbita en los sectores más vulnerables”. Y acota: “Siempre tenía bien en claro la función social de todo lo que hacía”. No era su primer proyecto, en 2013 el premio Innovar, que otorga en forma anual el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (Mincyt). En ambos proyectos Tiago trabajó junto a sus compañeros del estudio de diseño Polenta, que fundaron cuando todavía eran estudiantes.

El colecho no es lo mismo según los sectores sociales, en sectores medios y altos es el dormir en la misma cama padres e hijo como forma de afecto y se da la discusión si esto es sano psicológicamente para le niñe; pero en sectores bajos es más una necesidad, no cuentan con los medios o el espacio para que le bebé tenga su lugar de dormir, por lo que la cama es un espacio compartido casi diríamos obligatorio, aparte que en invierno es una forma de mantenerle calentito y protegido.

En este segundo caso se agrava una consecuencia, le bebé es asfixiado por sus padres, 28,3 muertes cada 1.000 nacimientos, mientras duermen, que es lo que preocupo y dolió a Tiago, como le decían, y busca de qué manera es posible resolver esta cuestión.

Como en todo proyecto inicia la tarea buscando información sobre el tema antes de gastar esfuerzo reinventando la rueda y repitiendo errores o equivocaciones que ya se resolvieron. En esa búsqueda (en realidad, investigación, pero sé que muchos desconocen, incluso niegan, que el relevamiento de lo que se denomina “estado del arte” al momento de encarar un proyecto no es tomada como tal por muchos, siendo hasta desestimado) encuentra que en Finlandia desde 1938 o 1939 es política de estado el tema, con un kit de productos que completan la entrega de un moisés, esencial para evitar las consecuencias del colecho.


Caja cuna finlandesa. Imagen tomada de la BBC.


Junto con compañeros tanto de estudio como de militancia, Tiago integraba una organización de acción político-partidaria, entran a trabajar para desarrollar una versión propia del programa finlandés, diseñan el moisés, así como otros elementos que lo completen, y lo acercan al Ministerio de Salud para que integrara la asistencia a las beneficiarias del Programa de Asignación por Embarazo.

En el Ministerio de Salud toman su propuesta como la base y antecedente para desarrollar el Plan Nacional Qunita”, a pesar que el nombre que Tiago y sus compañeros lo habían bautizado Wawa, dado que se trata de un moisés, que se apoya en el suelo o en una mesa y no tiene los requisitos de solidez de una cuna.

Se pone en marcha el Plan Qunita, dando cuenta que el objetivo era dotar a las madres de recién nacidos de un kit de productos que permitieran bajar la mortalidad de bebés entre uno y seis meses. Por eso, el material incluido era un moisés con equipamiento,  ropa para el bebé, termómetro, chupete, instructivos para la madre, libros de cuentos, sonajero, crema hidratante: lo imprescindible a los que casi nunca tienen acceso en los sectores vulnerables.

Se elaboraron 140000 kits, de los que se entregaron en 79000 en todo el país.

Pero, siempre hay un pero, el 23 de junio de 2015, una legisladora de la oposición, Graciela Ocaña, presenta una denuncia por sobreprecios y no responder a condiciones mínimas de seguridad para les bebés.


Graciela Ocaña. Imagen tomada de Pharmabaires.com.


Hago una digresión, que hace al trasfondo de la denuncia, el 25 de octubre de ese año de 2015 se llevaban a cabo la primera vuelta delas elecciones presidenciales, y no fue la única denuncia presentada por los opositores, ni tampoco, llamativamente, que el sorteo del juez que se haría de las causas cayera en el mismo juez, ya fallecido, Claudio Bonadio, misterio estocástico que se venía dando y continúo a pesar de la improbabilidad estadística. Parafraseando a Macedonio Fernández, “el azar es chambón”, no sabe de la suerte.

El tema de la denuncia fue difundido por periódicos, radios, canales de noticias, medios web de dos conglomerados mediáticos que tienen un control superior al 70% de los estos medios, y que se veían amenazados de tener que desmantelar a partir de una polémica ley y de dictámenes judiciales que ponían en firme el cumplimiento de esa ley, la denominada Ley de Medios. Como noticia de color, luego de las elecciones, el partido que ganó, que integraba la denunciante, por un decreto deroga esa controvertida ley.

Dejando el pintoresco contexto y volviendo al tema, la diputada Ocaña fundamenta su denuncia a partir de un muestreo “casero” en el que consulta precios de algunos elementos en comercios del barrio de Once de la ciudad de Buenos Aires. Para los que no conocen Buenos Aires, se podría identificar a este barrio como una suerte de gran mercado con locales de venta de muchísimos productos, tanto para usuarios como de otros comercios minoristas, medias, ropa interior, de vestir y de cama y de baño, vajilla, enseres domésticos, pequeños electrodomésticos… valga la imaginativa metáfora, un bazaar alejado de la geografía de las mil y una noches pero con ese espíritu.

Y acá empiezan los asombros.

El juez pide se hagan pericias, y contra todo antecedente, exige que los peritos se reúnan en su despacho, y encuentra que los peritajes no se corresponden tanto en precios como técnicamente con las pruebas que la denunciante a aportado, tanto en cantidad (el muestreo ad hoc faltan catorce del cuarenta y dos productos que lo integran, la calidad y materiales no se corresponden con los del kit, el direccionamiento hacia empresas “asociadas” no se comprueba, las condiciones de seguridad de los elementos son insuficientes sino peligrosamente deficitarias respecto del kit cuestionado, y algunas exageraciones, tal como que la cunita o moisés no resistiría el peso de un “bebé” de siete años, cuando era explícito que era para usar hasta los seis meses, “hasta que el bebé se arrodillara y parara”. Dejo de lado la inevitable ironía, o crueldad, que supone tener a un  niño durmiendo en una cuna o moisés hasta los siete años, a menos que se deseé provocarle deformaciones)

A pesar de todo la causa avanzó, se procesó a funcionarios del gobierno saliente, se les inhibió del uso de bienes y se ordenó fueran quemados los kits que no se habían entregado.

Esto último provocó una serie de protestas y rechazos, por lo que el juez lo que decidió que se los guardara en un depósito, depósito al que le paga el estado nacional para mantenerlos allí.


Imagen tomada de El Juninense.



Durante estos años el tema volvía una y otra vez.

Por ejemplo, en el año 2017, y a partir de la sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1, se intimó al todavía Ministerio de Salud, meses después sería reducido a Secretaría, a que “en el plazo perentorio de treinta días” comience con la distribución de todos los elementos de los 27.200 kits almacenados, “con excepción de las cunas y los sacos de dormir”, que eran los que se sostenía a partir de lo aportado por la diputada no eran seguros, a partir de un requerimiento que realizó el titular de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima de Isla Maciel y presidente de la Fundación Isla Maciel. La Isla Maciel es una comunidad de extrema vulnerabilidad social pegadita a la ciudad de Buenos Aires.

Hubo apelaciones, tribunales de alzada decretaron la nulidad de lo actuado, otros volvieron a darle validez, hasta que con la muerte del juez original, pasó a la actual etapa, en donde la fiscal de juicio Gabriela Baigún que se hizo cargo llevó adelante todas las pericias que habían quedado suspendidas o descartadas, y en un informe detallado, tanto sobre la calidad de los productos, la solidez técnica, el análisis de precios finalmente pagados y los precios de referencia que se habían fijado, el análisis de los pliegos de licitación, y otros parámetros legales y económicos.


Gabriela Baigún. Imagen tomada de APU.

La fiscal aniquiló la denuncia de la diputada Graciela Ocaña, estableció que no hubo perjuicio para el estado, tal cual lo determinaron dos pericias, detalló que no se direccionó la licitación y que el kit cumplía con el objetivo de lograr “un comienzo de vida equitativo”, al punto que la propia fiscal fue la que activó la distribución de kits a madres de recién nacidos.

Dos perlitas para el final:

Por un lado la diputada denunciante (que tiene otra causa, que se conoce como de los “aportantes truchos”, en argentino trucho es falso, al haber usado listados de beneficiarios de planes de ayuda para blanquear aportes a su campaña electoral), deberá enfrentar una causa civil por falsa denuncia y daño al dejar sin acceso a personas necesitadas de la asistencia estatal.

La otra, dolorosa, Santiago Ares, a los 24 años, y en medio de las denuncias contra el Plan Qunitas, murió de cáncer de colon. Murió hace cuatro años, viendo cómo se desmantelaba su propuesta de resolver la muerte de bebés con algo tan simple como una Qunita.



Santiago Ares, Diseñador. Homenaje. // Sala Baliero




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