domingo, 12 de septiembre de 2021

Nieves Delgado: Las escritoras hemos sido invisibles durante siglos, y ahora nos estamos incorporando





Entrevista a Nieves Delgado: ‘Tenemos que empezar a tirar abajo todos esos estereotipos que han sido creados sin nosotras’


Ya estamos de vuelta en #UnAñoDeAutoras tras el merecido descanso estival. Y en esta ocasión os traigo una autora que es muy especial para mi: Nieves Delgado. Lo es por dos motivos principalmente, El primero es porque los temas en los que ahonda y especialmente las IAs son de mis temas favoritos dentro de la ciencia ficción. Esas maravillosas inteligencias artificiales que nos ponen frente a frente con los grandes conflictos que subyacen en lo más profundo de los seres humanos.

El segundo motivo es que, cuando hace un año y medio me lié la manta a la cabeza, abrí esta página y decidí que haría realidad mis sueños de escritora, fue de las primeras escritoras en español que descubrí, junto a Cristina Jurado. Es por ello, por lo que tengo un cariño especial a todo lo que he leído de ella hasta el momento. Después descubrí su cuenta de twitter (@NievesD36 ) y poder hablar sobre los derechos de las IAs con ella fue todo un privilegio.’

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Entrevista a Nieves Delgado: ‘Tenemos que empezar a tirar abajo todos esos estereotipos que han sido creados sin nosotras



¿Por qué las mujeres estamos siendo tratadas de manera diferente dentro del mundo literario?

Porque somos tratadas de manera diferente en la mayoría de los ámbitos. La literatura solo es uno más, uno en el que hemos sido prácticamente invisibles durante siglos, y ahora nos estamos incorporando. Eso no quiere decir que no hubiera escritoras antes, por supuesto, siempre las ha habido; pero no se las veía por cosas como que, por ejemplo, tenían que firmar con pseudónimo masculino o con sus iniciales para que las publicaran, o que directamente se las relegaba a los considerados «géneros femeninos». El caso es que la literatura, a lo largo de la historia, ha sido contada casi exclusivamente desde el punto de vista de los hombres y eso hace que la mirada masculina lo impregne todo. Incluso muchas mujeres han imitado también esa mirada, por el simple hecho de que no parecía haber otra, de que se consideraba “lo universal”. Ahora, las mujeres aparecemos y reclamamos nuestro derecho a contar las cosas con voz propia, y eso a algunos señores no les gusta, porque creen que estamos destruyendo algo que es suyo. Así que el mensaje ha de ser alto y claro: La literatura no os pertenece.

¿Qué podemos hacer para apoyarnos entre nosotras?

Ya lo estamos haciendo. En los últimos tiempos ha habido varias iniciativas de visibilización de autoras que han funcionado bastante bien y se han convocado antologías de participación exclusivamente femenina que han logrado el objetivo de hacer saber que existimos. Bien, pues ya saben que estamos aquí. Ahora, nuestra labor es diferente. Tenemos que empezar a tirar abajo todos esos estereotipos que han sido creados sin nosotras, ser valientes y experimentar hasta sentirnos cómodas. Ofrecer ese punto de vista, esa manera de ver el mundo que nace de una experiencia vital diferente a la que suele ser la vivencia masculina; solo así lograremos poner en valor lo que escribimos y desechar ese tópico de que lo que escriben las mujeres es objeto de consumo solo para mujeres. Y en lo próximo, difundir, apoyar, leer y dar a conocer a nuevas autoras. Fíjate que desde siempre he oído eso de que las mujeres somos terribles entre nosotras, pero yo a mi alrededor solo veo mujeres apoyándose entre sí. Como lectora, además, cada vez me interesan menos las historias con los esquemas de poder tradicionales, así que cualquier soplo de aire fresco es bienvenido; creo que una de las maneras más eficaces de promocionar las nuevas voces es señalar que ya estamos hartas de lo de siempre.

¿Te has sentido discriminada en alguna ocasión por ser mujer?

¿Por ser mujer? Claro, cientos de veces. Casi todos los días. Basta abrir una revista para ver discriminación ahí. Ahora, si te refieres al ámbito literario y a mi faceta como escritora, pues también.

Yo estuve en Alucinadas, la primera antología formada en exclusiva por mujeres, y aún recuerdo los señores furibundos que entraban en las redes sociales a gritar lo muchísimo que estaban siendo discriminados los hombres, como si jamás de los jamases se hubieran publicado en este país antologías formadas solo por hombres, como si nunca se hubiera ignorado a las mujeres en las selecciones de autores. Lo que no te vas a encontrar jamás en este mundo es a un señor editor que te diga “No, no te publico porque eres mujer”. Eso no funciona así. Los editores publican lo que creen que va a vender, pero ellos tienen también sus sesgos; hay editoriales cuyo porcentaje de autoras en catálogo es ridículo y responden airados si les preguntas por qué.

Portada de la antología Alucinadas.



Y luego está la propia inercia del mercado, hay géneros como la ciencia ficción que siempre han estado muy masculinizados y la presencia femenina, al ser más o menos exótica, es percibida como un riesgo, de tal manera que los compradores tienden a comprar sobre seguro, es decir, obras escritas por varones. Si no se hace un esfuerzo consciente por cambiar eso, la dinámica seguirá siendo la misma.

Pero la mayor fuente de discriminación, ahora mismo, creo que está no tanto en la publicación como en la difusión. Algún día lo documentaré con datos, pero es escandaloso el número de veces que los autores de género fantástico que son entrevistados por publicaciones de tirada nacional, resultan ser hombres. Las mujeres, para los medios, ni siquiera somos tenidas en cuenta. Yo creo que no saben ni que existimos. Salvo raras excepciones, claro, como Elia Barceló o Ana María Matute, que lograron traspasar la barrera. Y la visibilidad es importantísima en este negocio, si nadie sabe que existes, nadie querrá comprar tus libros. ¿Sufrimos discriminación las autoras? Por supuesto, pero con la boca pequeña. Los medios y los bloggers especializados hablan de apoyar a las mujeres, pero luego ves el porcentaje de mujeres en sus reseñas y sus entrevistas y te das cuenta de que «algo huele mal en Dinamarca».


Ana María Matute. Imagen tomada de El Mundo.



¿Qué consejo le darías a una compañera que acaba de iniciarse en este mundo y lucha por publicar su primer manuscrito?

Yo es que no creo que deba dar consejos a nadie. En serio, no soy la persona más indicada. De hecho, creo que podría salir en un manual sobre lo que NO se debe hacer para publicar nada. Lo único que puedo decir, porque es válido de manera universal, es que para crear una buena obra hay que leer mucho, escribir mucho y rodearse de buenos lectores cero, de los que dan caña. Y ahí se acaba mi consejo, porque yo tengo espíritu comercial cero y no sé venderle nada a nadie. Siempre he tenido suerte en este mundillo, de no haber sido así estaría haciendo puzles en mi casa.

Bueno, tal vez sí pueda darle un consejo a esa supuesta compañera; busca el apoyo de otras autoras. Hoy en día hay redes de escritoras que, al menos, podrán darte un mínimo de visibilidad dentro del mundillo; o, en cualquier caso, decirte qué pasos son los que deberías seguir en el proceso.

Actualmente trabajas como profesora de física, ¿qué te ha aportado como escritora la docencia?

Poco. O mucho, no sé; lo que quiero decir es que no me ha aportado mucho más que cualquier otra faceta de mi vida. Bueno, tal vez sí, puede que me haya aportado la necesidad de hacerme entender sin demasiada retórica. Creo que cada vez soy más minimalista en esto de la escritura y es posible que tenga que ver con la manera en que me comunico con mi alumnado. A ellos y ellas no les gusta que los marees, que des vueltas alrededor de un concepto sin que lleguen a entenderlo del todo. Y a mí tampoco. Soy fan de los mensajes directos e incontestables, supongo que es defecto de fábrica.

¿Y el hecho de estar constantemente sumergida en el mundo de los jóvenes donde todo se ve de manera tan diferente?

Eso me da la vida. Me convierte en mejor persona. En serio, tenéis que poner adolescentes en vuestras vidas. Mejor que no sean vuestros hijos o hijas, claro, porque eso ya es otro tema; pero los adolescentes son la vida. Todavía no han sido domesticados, todavía luchan por lo que creen y se rebelan ante la injusticia, todavía cuestionan la autoridad. Los ves cómo entran y cómo salen del sistema educativo y te das cuenta de que has contribuido a un proceso de adiestramiento que es, más que nada, empobrecedor. Que seguramente es mejor para ellos, para que se adapten bien a la sociedad y esas cosas; pero parte de la vida se la dejan por el camino. Yo a veces me veo como una vampira que se alimenta de esa sustancia vital que ellos van perdiendo.

Tus dos novelas cortas publicadas por Cerbero son “UNO” y “36”. Ambas llevan como título un número, ¿casualidad o pronto veremos otra novela con título numérico?

Antes de las novelas cortas ya estuvo «Dieciocho engranajes», mi antología de relatos, y «Cuatro», un relato que nunca llegó a ver la luz. Sí, me gustan los números. No obstante, 36 fue un título que me sugirió Israel Alonso, mi editor en Cerbero, porque el título provisional que había puesto yo era simplemente horrible (sí, tengo un talento especial para poner títulos horribles). En UNO, reconozco que fue buscado. Y sí, ahora ya se ha convertido en una especie de tradición y tengo toda la intención de seguir utilizando números, siempre que vengan al caso como título.

Portada de Dieciocho Engranajes de Nieves Delgado.

A mi modo de ver, 36 fue todo un descubrimiento para mí como lectora y futura escritora. Sin embargo, al leer UNO se ve una progresión tan fuerte de tu estilo como escritora que aún me sorprendo pensado de vez en cuando en la estructura tan característica de la novela. El final es simplemente, brutal.

¿Cuál fue tu principal fuente de inspiración para esta gran historia?

En realidad ese cambio de estilo es buscado. En 36 la prosa es más aséptica porque la historia lo requería así, lo que buscaba con ello era que quien la leyera se echara unos pasos hacia atrás para poder contemplar «la obra» con una cierta perspectiva, como sucede con muchos cuadros; y cuando digo «la obra» no me refiero a la novela, sino a lo que es el ser humano y la sociedad que ha construido, quería que se analizara eso a través de unos ojos externos, en este caso una IA. En UNO, sin embargo, tenía que implicar emocionalmente al lector, así que usé una prosa más lírica, que es como más me gusta escribir.

Portada de 36 de Nieves Delgado.


¿La fuente de inspiración de UNO? Sin duda, el vacío; pero no el físico, sino el psicológico. Es un tema que me interesa de una manera casi obsesiva, el saber que todos llevamos eso dentro, que todos intentamos escapar de él y que todos seguimos con nuestras vidas como si eso fuera lo más normal del mundo, como si fuera operativo ignorar algo así. El vacío existencial, nada menos. Y algo me dice que no va a ser la última vez que escriba sobre él.

Portada de UNO de Nieves Delgado.



 
Poniéndonos filosóficos, ¿podemos aspirar los seres humanos a sentir empatía por nuestros semejantes y trabajar de verdad por el bien común?

Poniéndonos filosóficos (y cuánticos); sí y no. Mi teoría es que el principal problema del ser humano es el miedo; el miedo que surge al percibirse separado del resto del universo, al sentir su propia individualidad como algo que lo separa de los demás. La autoconsciencia, podríamos decir. Nacemos solos, sabemos que en realidad vivimos solos todo el tiempo, aunque nos rodeemos de personas para intentar disfrazarlo, y, desde luego, vamos a morir solos, incluso si todos nuestros seres queridos rodean en ese último momento nuestra cama. Y no soportamos eso.

La empatía sería una buena solución, porque ponerse en el lugar del otro y entenderlo de verdad, entenderlo DE VERDAD, supondría dejar de verlo como algo ajeno a nosotros. Ahora bien, ese tipo de empatía requiere de una voluntad de la que mucha gente carece y, desde luego, no es posible de una manera global en este momento de nuestra evolución. Así que hay que buscar otros caminos, y precisamente eso es lo que hago en UNO.

Añade lo que quieras a continuación: 

Bien. Lo primero que quiero es agradecerte esta entrevista y que me reserves un espacio en tu web, que tanto está haciendo por las autoras de este país. Y también quiero agradecer a todas las personas que me siguen y a las que lean esta entrevista su apoyo y su interés.

Y ahora va el mensaje.

Quiero desde aquí contar algo que he decidido no hace mucho tiempo; voy a intentar no publicar nada que sea mediocre. Esto, que puede parecer una obviedad, para mí no lo es; puedo gustar más o menos, ser mis obras más o menos leídas, pero yo soy perfectamente consciente de cuándo escribo algo que A MÍ me parece bueno. Eso sucede cuando entro en una especie de trance en el que me cuesta parar de escribir, en el que noto cómo todo empieza a encajar de una manera tan perfecta e inesperada que roza el concepto de la magia. Y eso no siempre ocurre; he escrito cosas que, sin ser desastrosas, no me han llenado. Algunas han sido publicadas y es posible que alguna más aún lo sea en el futuro; pero nada, nada de lo que escriba a partir de ahora, será presentado a una editorial si no me siento plena con ello. Y eso no quiere decir que no voy a aceptar encargos; quiere decir que si los acepto y no consigo entrar con ellos en ese estado de escritura, no verán la luz. Así de simple.

Eso no quiere decir que todo lo que vaya a publicar sea bueno, ni que mucho de lo que he publicado hasta ahora sea malo, eso ya depende del juicio de quien me lee; quiere decir que tengo la grandísima suerte de tener una profesión, la de docente, que me encanta y de la que vivo de manera digna, así que puedo permitirme el no publicar si creo que no debo hacerlo, o escribir algo que permanezca guardado en un cajón (ordenador, más bien) durante años. No creo en esta locura de mercado que te obliga a publicar de manera regular y frenética para que el público no se olvide de ti, aunque luego esas publicaciones sean valoradas solo durante unos meses. No es mi modelo, no me interesa. Yo seguiré publicando siempre que haya gente que quiera leerme y editores que quieran editarme, y si el público se olvida de mí, pues entonces abriré una web en algún rincón perdido de internet (llevo fantaseando con esto mucho tiempo) y escribiré allí para mis cuatro amigos y algún despistado que se pase de vez en cuando.

Y una última cosa; yo empecé a publicar con cuarenta y cuatro años. Y no porque llevara tiempo llamando a puertas que no se me abrían, no; empecé a publicar cuando empecé a mandar textos para que fueran publicados. Antes escribía cosas para mí o para mi hija, pero nada serio, nunca se me pasó por la cabeza mandarlo a ninguna editorial (de hecho, no conservo casi nada de aquella época). Con esto lo que quiero decir es que la edad, en esto de la escritura, no es un impedimento. No soy yo de las que te dirán «Si quieres, puedes», porque no es cierto; yo no puedo ser campeona mundial de tenis por mucho que me lo proponga. Pero lo que sí es cierto es que, si vales, la edad no será un impedimento, así que deja de poner excusas y coge el ordenador de una vez.

Y creo que ya está. Como poder, podría hablar de muchas cosas más, pero tampoco quiero alargarlo demasiado. Además, habrá que dejar algo para una segunda parte, ¿no?

Ha sido todo un honor tenerte en Escribir Ciencia Ficción, Nieves. No olvides que estoy aquí para lo que necesites.  Te tomo la palabra para hacer una segunda parte cuando pase un tiempo, y cuenta con nosotros para estar entre los ‘despistados’ que siempre haremos por leerte. 

Y en cuanto a tí, que has llegado hasta aquí, te recuerdo que puedes unirte a la newsletter para recibir avisos cuando se publiquen post, haya novedades o promociones de cualquier tipo. Además, también te puedes acercar por el grupo de Escritoras de Ciencia Ficción en facebook, donde estamos creando una hermosa comunidad de apoyo. Nos vemos muy pronto, disfrutad al máximo de agosto. Un abrazo, a todos y todas.



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María del Mar González Gómez.

Escritora, profesora, bióloga y amante de la ciencia ficción.





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