Todos sabemos que, tarde o temprano, vamos a morir. La muerte es un
punto fijo al que nadie quiere acercarse, nadie quiere asumir que se trata de
un punto final. Por eso, preferimos cerrar los ojos y hacer como si no
existiera; pero existe, y enfrentarla adecuadamente es uno de los mayores retos
que tiene por delante la sociedad.
No obstante, también debemos
ser conscientes de que esta perspectiva sobre la muerte no es compartida por
todo el mundo. Hay personas para las que, por diferentes motivos, la muerte
puede significar un alivio. ¿Debe la sociedad permitir que el individuo tenga
capacidad de elección sobre su muerte? ¿Debe, incluso, ayudar a morir a
aquellos que así deciden hacerlo? Es un debate difícil, porque parece entrar en
conflicto directo con el derecho a la vida, base fundamental de todo
ordenamiento jurídico. Pero, ¿debería existir también un derecho a la
muerte?
Para la asociación Derecho a Morir Dignamente, la respuesta es un rotundo “Sí”. Defiende el derecho a la
eutanasia y a la libre disposición de las personas sobre su vida y su muerte.
En el siguiente artículo, su presidente en Madrid, Fernando Marín, analiza un
poco el tema y nos da sus razones para explicar la postura de DMD. Una voz que
merece ser escuchada.
Nieves Delgado
Docente de secundaria y escritora
La muerte voluntaria: un elefante en una cacharrería.
Fernando Marín, Asociación DMD Madrid. fmarin@eutanasia.ws
Al oír hablar de muerte voluntaria, a bote pronto, lo primero que uno
puede pensar es que nadie quiere morir. Es posible que “desde la vida”,
en posición de personas la mayoría sanas, con un proyecto vital mucho o
poco satisfactorio, el deseo de morir irrumpa en nuestra cotidianeidad
como un elefante en una cacharrería, causando ruido y desorden, en
una sociedad que culturalmente ignora la muerte y estigmatiza al suicida
como un trastornado mental.
Antes de seguir, para evitar interpretaciones maleficentes sobre la Asociación DMD, aclararemos
algo. Primero. Desde el respeto a la libertad de todo ser humano para
decidir cuándo y cómo finalizar su vida, este texto no habla del
suicidio como problema de salud pública, sino exclusivamente de la
excepcionalidad: la muerte voluntaria y el suicidio racional, decisiones
de las que se pueden dar razones, no para justificarlas -que no es
asunto nuestro-, sino para explicarlas y tratar de comprenderlas.
Segundo. Entre las razones para morir existe un concepto fundamental que es la irreversibilidad. Este componente objetivo, el deterioro de la vida sin posibilidad de mejoría, es
imprescindible para explicar la muerte voluntaria (por qué morir), pero
no es suficiente, requiriendo de otras variables tan subjetivas que son
mucho más difíciles de manejar o colocar en un informe clínico. ¿Cómo
se mide el sufrimiento de un ser humano que siente que su vida enferma
ha perdido todo sentido, que su biografía está completa y que por ello
desea morir?
Mar Adentro.2004 |
Estaríamos de acuerdo en que nadie quiere morir, así, sin más. Los
enfermos que deciden morir no sienten una atracción macabra hacia la
Parca, no están “seducidos por la muerte” (como dice un libro publicado
en 2009, que es un compendio de disparates). La referencia determinante no es la muerte, sino la vida.
Desean morir porque aman todo aquello que hace que la vida sea humana:
la libertad, la independencia, la relación con los demás y con el mundo,
el arte, la literatura, la música… Efectivamente, nadie quiere morir
“porque sí”, pero algunas personas prefieren la muerte a seguir
soportando una vida que les impide realizarse como personas, continuar
con su proyecto y disfrutar de su existencia: “No me da miedo la muerte,
lo que quiero es dejar de vivir así”, decía una mujer unos días antes
de morir.
¿De verdad existen personas que desean morir? Obviamente sí, de lo contrario no existirían asociaciones como Derecho a Morir Dignamente (DMD),
ni leyes que regulan la eutanasia, ya sea para despenalizarla en
algunas circunstancias (como en Holanda, Bélgica o Suiza) o
para castigarla en todos los casos, como en España (situación que, por
cierto, no la evita, sino que la desplaza a la clandestinidad, como así
lo reconocen los médicos cuando se les pregunta). Los casos que
periódicamente aparecen en los medios de comunicación demuestran que
siempre ha habido gente que desea decidir cuándo y cómo morir. Los miles
de socios de DMD, algunos de los cuales solicitan la Guía de Muerte Voluntaria y la utilizan, son otra prueba de este hecho.
Sin embargo, algunos expertos, profesionales en contacto diario con moribundos, prefieren negar la evidencia: que hay un elefante en la cacharrería.
Afirman que cuando un enfermo manifiesta su deseo de morir es porque
está deprimido, es decir, no sabe lo que quiere, o porque no está bien
atendido por un equipo de cuidados paliativos capaz de aliviarle
el sufrimiento. Tales afirmaciones obedecen a que ven el mundo como les
gustaría que fuera y no como es, prevaleciendo su creencia personal en
la sacralidad de la vida, sobre los objetivos profesionales: ayudar a
vivir y ayudar a morir en paz a los pacientes.
Sentirse triste, perder el interés o el placer por las cosas de la
vida, andar justitos de autoestima, dormir mal, comer fatal, el
cansancio, la dificultad para concentrarse y la falta de expectativas en
que la situación mejore, son síntomas de depresión, pero también
del proceso de deterioro irreversible. ¿Tiene sentido hablar de depresión en este contexto? Probablemente
no, pero este tema “es otro cantar” sobre el que ahora no
procede profundizar. Y, en cualquier caso, ¿Por qué esa esa persona no
puede decidir cuándo morir?
Por otra parte, quien afirme que con cuidados paliativos los enfermos
avanzados no sufren es un ignorante o un necio. Sin ninguna duda, la
medicina paliativa ha demostrado su eficacia mejorando el dolor y el
confort de los enfermos terminales, pero la vida es mucho más que estar tumbado cómodamente en un sillón (en el mejor de los casos), hablamos de palabras mayores como: sentido, esperanza o dignidad, que están fuera del alcance la medicina. Los cuidados paliativos no son la tierra prometida,
todo lo que pueden hacer frente al sufrimiento que es consecuencia de
un sentimiento de indignidad es reconocerlo, acompañarlo, consolarlo y
respetarlo.
La Dama y la Muerte.2010 |
“Si puedes curar, cura;
si no puedes curar, alivia;
si no puedes aliviar, consuela; (Edad Media)
y ayuda a todo el que puedas a morir en paz,
respetando siempre su voluntad” (Siglo XXI).
(Texto aparte titulado: Aforismo medieval “actualizado”)
Un ejemplo de esta metáfora del elefante y la cacharrería fue el caso de Inmaculada Echevarría,
una mujer que durante los últimos diez años de su vida vivió en un
centro en el que recibía unos cuidados paliativos excelentes, hasta que
dijo: “¡basta, aquí me quedo!”. El problema no es el elefante (la
voluntad de morir), sino la cacharrería: la rigidez del
sistema sanitario, la relación médico paciente paternalista, los
sectores fundamentalistas que tratan de imponer sus creencias (como la
iglesia y los colegios de médicos), la indiferencia hacia el sufrimiento
de los políticos y el ruido de algunos medios de comunicación, que
amplifican mentiras y tergiversaciones, haciendo propaganda de miedos
infundados, de una forma que poco tiene que ver con el derecho a la
información.
El testimonio público de Inmaculada y de personas, son un impulso
importante para que la muerte decidida por uno mismo deje de ser un
problema (un elefante). Se trata de mostrar al mundo por qué morir, de
dónde nace esa voluntad, cuáles son las dudas, cómo se lleva a cabo el
proceso de toma de decisiones, qué nos retiene y qué nos empuja a
dejarlo todo y enfrentarnos a la nada, con el fin de allanar el camino a
los que vienen detrás, facilitar la reflexión, el afrontamiento y
aportar algo a una sociedad en la que no se sabe morir:
Se muere mal cuando la muerte no es aceptada,Consejo de Europa, 1981
se muere mal cuando los que cuidan
no están formados en el manejo de las reacciones emocionales
que emergen de la comunicación con los pacientes,
se muere mal cuando la muerte se deja a lo irracional,
al miedo, a la soledad,
en una sociedad, donde no se sabe morir.
¿Por qué morir? Esa es la pregunta que aborda el documental Arderás,
al que le invitamos a colaborar, dejando como parte de su legado su
testimonio, un gesto altruista que esperamos contribuya a mejorar el
proceso de muerte de todas las personas. ¿Cómo se llega a la conclusión
de que la mejor opción es morir, cómo se toma la decisión de adelantar
su muerte?
Hamlet. 1948 |
“Ser o no ser… He ahí el dilema. ¿Qué es
mejor para el alma, sufrir insultos de Fortuna, golpes, dardos, o
levantarse en armas contra el océano del mal, y oponerse a él y que así
cesen? Morir, dormir… Nada más; y decir así que con un sueño damos fin a
las llagas del corazón y a todos los males, herencia de la carne, y
decir: ven, consumación, yo te deseo. Morir, dormir, dormir… ¡Soñar
acaso! ¡Qué difícil! Pues en el sueño de la muerte ¿qué sueños
sobrevendrán cuando despojados de ataduras mortales encontremos la paz?
He ahí la razón por la que tan longeva llega a ser la desgracia”(…)
Hamlet es un ejemplo del juego psicológico que se produce en la
persona que desea morir, pero no acaba de decidirse. Morir no es fácil,
enfrentarse a la finitud, terminar con todo.
Continuará…
Tomado de Arderás
Ahora disfruten del cortometraje animado español La Dama y la Muerte del año 2010 que muestra de manera jocosa un acercamiento al tema de la muerte
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Nieves Delgado. |
Nieves Delgado (Coruña) Estudió astrofísica y actualmente ejerce como profesora de educación secundaria en la comunidad autónoma de Galicia. Escribe relatos de ciencia ficción y terror que han sido publicados en las revistas digitales “Portalycienciaficción” , “Ianua Mystica” y “Los zombis no saben leer”, así como en la web “Sitio de Ciencia-Ficción”. Así mismo, su relato La Condena formó parte de la Antología SdCF de Relatos de Ciencia Ficción 2012. En el año 2014 su cuento Casas Rojas fue incluído en la antología de relatos de ciencia ficción en español escritos por mujeres Alucinadas.
Podéis leer algunos de sus relatos en su perfil de Wattpad:
La ficha bioliteraria de Nieves Delgado fue tomada de Ficción científica.
El Derecho a morir dignamente tiene que ser un derecho básico, incluso con una eutanasia bien legislada, de un modo sensato y racional.(XLMP)
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