viernes, 26 de septiembre de 2025

La llama del arcángel Uriel



"Angel Wing", Alas de ángel, una fusión de galaxias en el momento de su colisión.
Imagen tomada del Cronista.





Estimados Liponautas


Hoy le hacemos llegar la mas reciente narración hecha por nuestra amigo Paco Mancera Romero, tomada de la página habitual.

 Disfruten de la entrega.


Atentamente


La Gerencia.        


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Por Paco Mancera Romero


Si encuentra este manuscrito, por lo que más quiera, difúndalo por todos los medios posibles a todo el mundo. Es necesario que se sepa lo que está pasando en este planeta infernal. Por Dios se lo pido.


Primera anotación


El piloto nos avisó: “Venid, merece la pena verlo”. Efectivamente era singular. No fui capaz de deducir si el planeta recibía o emitía un potente rayo anaranjado que iluminaba el tenebroso espacio que lo rodeaba. Dada la distancia a la que nos encontrábamos el fenómeno debía ser descomunal, una de las siete maravillas del universo. El planeta no era gran cosa, un tipo III con una densa atmosfera respirable, lo que permitía que la vida de base chon[1] se adaptara perfectamente. Eso era lo poco que sabíamos del planeta al que nos acercábamos. Nos preparamos con los equipos de seguridad y material para el desembarco. Los marines se adentraron en sus lanzaderas de asalto, con la aparatosidad que sólo los militares saben desplegar. No éramos la primera misión que nuestra empresa organizaba a este planeta perdido, pero si esperábamos ser la primera en volver.


Inmediatamente comenzaron los problemas en la nave. Los sistemas comenzaron a fallar, el impulso y la gravedad nos acercaban peligrosamente al planeta. El piloto hizo lo que pudo, redujo la velocidad antes de estrellarnos. El impacto fue colosal, todos perdieron la vida salvo yo, tuve muchísima suerte, aún hoy no sé cómo y porqué me libre de morir. Los retorcidos hierros y plásticos de la destrozada nave hicieron las veces de tumba de la tripulación. Ninguna lanzadera militar llegó a salir del hangar. Enterrar los cuerpos me habría exigido un tiempo y un equipo del que no disponía, ni tampoco tenía ningún sentido hacerlo.


Me alejé de los restos del desastre y provee suerte con las comunicaciones. Nada, los transmisores estaban muertos. De hecho, todo el material con el más mínimo componente electrónico estaba inoperativo. No sabía qué hacer, casi con seguridad el planeta estaría desierto. Me adentré en el denso follaje, por ocuparme, por hacer algo y distraer mi mente para no caer en la desesperación.


Anduve y perdí la noción del tiempo. Posiblemente daba vueltas. No iba a durar mucho: Sin forma de orientarme, sin conocimientos del entorno, con poca comida y sí encontraba agua, no tenía forma de saber si era potable, ni como potabilizarla. Escribo estas notas, por intentar no caer en la desesperación.


Segunda anotación. Algunos días después.


Efectivamente querido lector, tiene usted razón, algo debió ocurrirme, en caso contrario no estaría narrando en pasado mis desgracias en este mundo. Le ubico, y así me organizo mentalmente: estoy en un planeta supuestamente olvidado, perdido dirían algunos y probablemente deshabitado. La corporación Weyland-Yutani, mi empresa, había fletado hasta tres naves expedicionarias, contando con la mía. Y evidentemente las tres fallidas. Personalmente se me escapaba el porqué de estas expediciones. Yo fui el primero de los economicistas en aceptar formar parte de esta tercera expedición, el sueldo no era malo y aunque no entendí nada de lo que tenía que hacer: acepté. No fui, ni de lejos, al primero al que se lo propusieron. Seguramente, en sus negativas pesaría bastante la leyenda urbana que circulaba sobre otras catastróficas expediciones de caza y captura de unos hambrientos xenomorfos.


Tuve la inmensa suerte de ser encontrado por una patrulla militar. Al final, los más que sospechosos rumores sobre el interés de la competencia en el planeta, eran ciertos. El parche en sus hombros los identificaba: Tyrrell Corporation. No reconocí el extraño armamento que portaban. Y lo que me dejó sin habla es que no tenían vehículos, caminaban.


Me llevaron a su base y fui tratado como un espía o algo parecido. No tuvieron ni que preguntarme, yo solito desvelé el propósito de la misión que tenía asignada, donde chocó la nave y cualquier dato que pensé que pudiera interesarles. Canté desde el primer momento, más y mejor que cualquier diva de la ópera. La verdad es que la remuneración de mi contrato no era tan elevada y para disfrutarla es mejor estar completo, vaya de cuerpo entero y no en cachitos como una vulgar macedonia.


Tercera anotación. Dos semanas después.


Tras mi interrogatorio y registro de mis pertenencias, me dejaron tranquilamente encerrado en un calabozo aislado. Me imaginé que estarían verificando mi historia. No dejaba de pensar ¿Qué riesgo le suponía un economicista como yo? Incluso creí que se habían olvidado de mí. Por mantener la esperanza, por no desmoronarme, escribo en primera persona, en pasado y refiriéndome a usted querido, futuro e improbable lector.


Cuarta anotación. Dos meses después.


El resto de este mundo de pesadilla resultó ser un paraíso, al menos el trozo que conocí. Supongo que finalmente, debieron verificar mi historia y considerar que un economicista empleado de Weyland-Yutani no suponía un riesgo y me ofrecieron “un empleo” a cambio de mi libertad y comer como un ser humano. Acepté.


Tardé muy poco en descubrir que la fauna nativa era escasa y de poca potencia física. Fue fácil, en primer día de trabajo, tuvimos que ir andando (yo, y el resto de los trabajadores) a la mina. Pico y pala, y venga, a extraer y cargar el mineral en unos simples carros, que nosotros mismos teníamos que empujar hasta unos amplios almacenes del asentamiento. Todo ello bajo la atenta mirada de los soldados que nos custodiaban.


Los mandamases de la base llamaban tanzanita al mineral azul y púrpura que arrancábamos del planeta con nuestro sudor. No lo había oido en mi vida, ni nadie sabía para que podía servir. Debía ser muy valioso, mantener el asentamiento lleno de humanos debía ser costoso, muy costoso, sobre todo cuando el trabajo lo podían hacer más rápido unos cuantos robots y un par de replicantes Nexus 6. Descubrí que cada seis meses (según la forma de contar el tiempo terrestre) los almacenes se vaciaban. Mientras todos los civiles estamos en la mina. Cuando se acercaba esas fechas los militares se mostraban muy nerviosos. Algo lógico, ya que la mitad de la dotación era sustituida, a la vez que nos reabastecían.





Quinta anotación. Cinco meses después.


No era un preso dentro del recinto, pero no era un hombre libre fuera de él. Entre los demás siervos, porque eso es lo que éramos: siervos, el ánimo estaba por los suelos. Eran reacios a hablar, pero poco a poco me fui ganando su confianza. Todos eran presos que habían aceptado reducir su condena a cambio de realizar trabajos forzados. Nadie les avisó que serían trasladados a este mundo para extraer la tanzanita. Ningún siervo había vuelto a casa, subiéndose en esa supuesta nave que recogía el mineral, traía suministro y relevaba a la mitad de los soldados cada seis meses. Nadie había cumplido su condena y aún faltaba mucho tiempo para que el primero lo hiciera. Eso era lo que pensaban los más optimistas.


Aún no había despuntado el día, cuando fuimos atacados. Pequeñas explosiones, pero muy destructivas llenaron el aire de polvo y un fuerte olor a quemado. Las armas que portaban los enemigos producían fogonazos que lanzaban pequeños trozos de metal. Los soldados de la Tyrrell repelían la agresión con armas parecidas. Ni rayos láser, ni escudos de electroplasma, ni fluido de ondas, no se usaron ninguna de las armas usuales. Los soldados de ambos bandos iban muriendo. Bueno, también murieron siervos. Eso me dejó perplejo, absolutamente desconcertado ¿Por qué no había robots? ¿Dónde estaban los drones? ¿Y los cazas? ¿Dónde estaban los blindados? ¿Y los haces de infrarrojos disparados desde los satélites? Nada, nada de eso se usó, nada de eso había. Sólo bombas de manos y los lanza fragmentos de metal.


Vencimos, bueno repelimos el ataque. Finalmente, algunos siervos recogimos del suelo las armas de los soldados caídos. Y por emulación, copiando lo que hacían los nuestros, comenzamos a luchar.  El enemigo retrocedió, llevándose sus caídos, pero un par de cuerpos se quedaron en el campo de batalla. Eran idénticos a nuestros soldados salvo que el uniforme era distinto y en el parche del hombro derecho ponía: Cyberdyne Systems[2].


El arrojo que demostramos los siervos gustó a los mandos militares. En honor a la verdad, me sorprendí a mí mismo, jamás pensé que me lanzaría a una batalla. Este planeta me está cambiando. Bueno ya me ha cambiado.


Sexta anotación. Ocho meses después.


Tras la escaramuza, la disciplina y las duras condiciones a las que estábamos sometidos se relajaron. Ya no éramos siervos, ahora éramos trabajadores. Incluso recibimos cierta formación militar, aprendimos que el arma que usábamos se llamaba fusil y disparaba, (no lanzaba) balas.


Me costó litros de cerveza convencer al teniente que nos instruía. Aunque antes me comentó que el rayo naranja del planeta le recordaba la llama oro-rubí del arcángel Uriel. Me gustó mucho el nombre; Uriel suena poderoso. No quiso explicarse más de la cuestión del arcángel. De hecho, creo que contestó a mi insistente pregunta, por desviar el tema de conversación. “No usamos armas más sofisticadas porque simplemente no funcionan”. Y sí, también nos permitían acceder a la cantina a tomar cerveza. Era una mejora, una gran mejora. Y eso que a mí nunca me gustó la cerveza, definitivamente Uriel me ha mutado.


Séptima anotación. Doce meses después


El tiempo pasa despacio en Uriel, pero incluso aquí, acaba pasando. Llegaron nuevas naves que retiraban el mineral, nos reabastecieron, relevaban a la tropa e incluso llegaron nuevos trabajadores. Estos respondían al esquema ya conocido: presos que aceptan reducir su condena por trabajos forzados, pero sin ser avisados que sería en otro planeta, que sería en Uriel. Los nuevos soldados traían nuevas armas, pero con el mismo principio de funcionamiento que las anteriores. Eso sí, más rápidas, más ligeras, más eficientes a la hora de matar enemigos. Siempre se nos ha dado bien lo de matarnos entre nosotros.


No hubo más ataques. Aunque nuestros militares salieron a una incursión en terreno de Cyberdyne Systems, tardaron dos semanas en volver. Sufrieron bajas, pero se les veía contentos, venían cargados con bolsas que por su volumen no podía ser de tanzanita. Nada se filtró, salvo que habían muerto once de los nuestros.


Octava anotación. Diecisiete meses después.


Querido e improbable lector, retomé la escritura de estas reflexiones por puro aburrimiento. Cada día me apetece menos escribir. He entrado en una asfixiante monotonía. Hace tiempo que ya no me preocupa mi suerte personal. No veo factible que me dejen volver con algunos de los presos-obreros cuando cumplan su condena. Soy un empleado de Weyland-Yutani que lleva retenido más de cuatro años por tropas de Tyrrell Corporation en un planeta olvidado, en medio de una mina esclavista, mientras los guardias se entretienen con incursiones al campamento de Cyberdyne Systems.


Novena anotación. Veinticuatro meses después.


Ayer se fueron los primeros presos-obreros a casa. Tengo dudas, nunca sabré si llegaron o no. El mundo fuera de esta base sigue exactamente igual, al menos eso es lo que se desprende por los comentarios de los nuevos presos, e incluso de los soldados de reemplazo. Nadie conoce este planeta, lo que se hace aquí y su porqué. Es como si a su vuelta los soldados, y navegantes de las naves de abastecimiento no dijeran nada… absolutamente nada.


Décima anotación. Treinta meses después.


Todo se va renovando, para quedarse exactamente igual. Se produjo otro ataque que también repelimos. Nuestras bajas fueron importantes, tanto en la tropa como entre los mineros. Hasta la llegada del siguiente reemplazo las guardias de vigilancia tuvieron que realizarse con algunos mineros armados como complemento. Lógicamente la producción se redujo bastante. Al menos, a los ojos de los mandamases, la base era más importante que la producción.


Pero el motivo de esta entrada es que he concebido un plan para mandar mis anotaciones a casa. Al descargar la tanzanita en los almacenes observé que había un cajón metálico que era renovado cada vez que se vaciaba el almacén. Tras varios intentos conseguí abrirlo. Contiene un artefacto que va marcando una línea en un rollo de papel grande, muy grande. No sé qué es, pero parece un medidor que deja detalle de sus medidas. Lo importante es que hay el suficiente espacio libre en el cajón para dejar mi manuscrito. Seguro que algún operario de la Tyrrell Corporation recogerá esas medidas y algo hará con ellas. Al hacerlo tendrá que ver mi paquete. Pondré algún mensaje del tipo: Por favor difunda el contenido de este documento. Ahora sólo me falta esperar la llegada del próximo carguero espacial y que recoja la tanzanita. Aún falta tiempo, lo que me permitirá pulir mis conjeturas economicistas sobre Uriel, para eso me contrató Weyland-Yutani y no para apresar a cualquier lamentable alienígena, con el que nos cruzásemos.


"Ángel de Einstein", anillo de Einstein. Imagen tomada del Debate


INFORME SOBRE EL PLANETA URIEL


Por el economicista ███████████████████[3] número de colegiado ███-█-██ del Colegio nº 423 (Maseru)


Hechos verificados:


Los equipos, vehículos, robots y armas con componentes electrónicos no funcionan en el planeta ni en su entorno.


Uriel presenta un extraordinario y descomunal fenómeno visual (rayo naranja), que tendrá otras consecuencias no contrastadas, tanto en su superficie como en su entorno.


En Uriel están asentadas las megacorporaciones: Tyrrell Corporation y Cyberdyne Systems. La primera con un campamento minero protegidos por tropas armadas. No hay certezas sobre el campamento de Cyberdyne Systems, salvo la existencia de tropas armadas. Ambas empresas entran periódicamente en episodios de conflicto armado con bajas humanas.


Una tercera megacorporación: Weyland-Yutani ha mandado misiones armadas para establecer una base permanente en el planeta, por ahora sin éxito aparente.


Deducciones. Parece ser que:


El mineral que se extrae: Tanzanita, debe ser valioso para las corporaciones. Mantienen emplazamientos humanos de extracción, al no ser posible realizarlo con los más usuales y rentables robots.


Las tres megacorporaciones compiten entre ellas de forma privada y secreta; evitando que la humanidad esté al tanto de este planeta y lo que se hace en él.


La tanzanita está detrás del mal funcionamiento de cualquier equipo electrónico y del fenómeno visual de Uriel.


Existen naves de Tyrrell Corporation que son inmunes al fenómeno descrito anteriormente o al menos consiguen aterrizar y despegar de Uriel.


Extrapolación. Fantaseando un poco:


Las megacorporaciones sobre el planeta desean crear una tecnología para dominar el efecto sobre los equipos electrónicos, una suerte de PEM[4] sin necesidad de una explosión atómica. Lo que sería una formidable arma que modificaría la forma actual de combatir.


Fin del informe.


Postfacio del editor de la 2ª edición.


La primera edición del presente texto y sus diecinueve reimpresiones generaron un gran revuelo mundial. Ya ha pasado mucho tiempo de la fatídica explosión que mató a Carlos Piegari destruyendo completamente las oficinas de su editorial. Aún restan ecos de la gran campaña de negación y desvinculación con la traumática desaparición del editor de Neaconatus por parte las tres megacorporaciones implicadas. Negación que aún hoy mantienen con poca credibilidad social.


Instantáneamente con la primera publicación, un importante grupo de conspiranoicos hicieron suyas las conclusiones de este documento. Grupo que lenta, pero constantemente, ha ido creciendo. Crecimiento que se ha vuelto exponencial, desde que el reputado físico Isaac Krugman publicó su obra Las propiedades electromagnéticas de la tanzanita constreñida. Con el más que sugerente subtítulo: Un primer acercamiento al control temporal y espacial de los PEM que genera. donde se evidenciaba la capacidad de este mineral de generar un pulso electromagnético a voluntad en extensión y duración.


Ha sido un placer y un honor trabajar en la segunda edición de este texto que, se ha convertido en piedra angular de un movimiento contestatario a la barbarie que suponen las guerras, donde humanos matan humanos.


También es cierto que ya se han puesto en marcha varios proyectos privados y públicos para protegerse de los efectos perniciosos de PEM locales y salvaguardar el buen funcionamiento de los sistemas electrónicos, tanto civiles como militares. En el mejor de los casos, estamos asistiendo a un nuevo capítulo de la eterna lucha entre el escudo y la lanza.


[1] Nota del editor de la 1ª edición. CHON es un acrónimo mnemotécnico de los cuatro elementos más comunes en los organismos vivos: carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno. En el cuerpo humano, estos cuatro elementos componen alrededor del 96 % del peso.


[2] Nota del editor 1ª edición. La megacorporación Cyberdyne Systems Corporation cambió su nombre al nombre muchos más sencillo: Skynet, nombre que sigue usando en la actualidad (el texto en cursiva ha sido añadido por el editor de la 2ª edición).


[3] Nota del editor de la 1ª edición. Se suprime el nombre y número de colegiado para mantener la privacidad del autor y de sus allegados, ante posibles represalias.


[4] Nota del editor de la 1ª edición. PEM es la abreviación de pulso electromagnético. Tras una explosión nuclear se genera una gran cantidad de energía electromagnética, gran parte en radiación gamma que es altamente penetrante e interactúa con la materia irradiando, ionizándolo todo, incluido el propio aire circundante. La radiación gamma se consume rápidamente y crea un campo electromagnético zonal de kilómetros de diámetro que daña e inutilizaban todos los aparatos electrónicos.



https://neaconatus.wordpress.com/2025/08/27/la-llama-del-arcangel-uriel/




       

Uriel - Soul Thing

https://m.youtube.com/watch?v=9Ipjlwj16Qo&pp=ygUSdXJpZWwgbcO6c2ljYSByb2Nr


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by PacoMan (Paco Mancera Romero)

En 1968 nace. Reside en Málaga desde hace más de tres lustros.

Economista y de vocación docente. En la actualidad, trabaja de Director Técnico (aunque no sabemos a cual equipo de fútbol asesora, las cursivas son nuestras).


Aficionado a la Ciencia Ficción desde antes de nacer. Muy de vez en cuando, sube post a su maltratado blog.

Y colabora con el blog de Grupo Li Po




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