Robert Redford saboreándose a los Liponautas |
Este cuento que hoy les presento es una nueva entrega de las
desventuras de Manuel Martínez Aragón y de un servidor, en una de las cantinas
universitarias de la UMA (Universidad de Málaga). Si bien es cierto que los
personajes son una trasnposición de nosotros, hay ciertos aspectos de sus
opiniones que están exageradas o incluso son contrarias a lo que opina quien lo
expone.
Estos personajes ya tuvieron una primera desventura el 12 de
marzo de 2023 en Diablos,
móviles y ajedrez en esta misma web grupolipo. Ahora, el 23 de
junio de 2023 en el tiempo interno de la narración, vuelven a la divina carga.
Tal como narra el mismo cuento, fue mi regalo del cincuenta
cumpleaños de Manuel, junto a una botella de bourbon Jack Daniels. Y sí, hubo
fiesta al día siguiente: concurrida y muy divertida. El pudor y el derecho a la
intimidad me impiden aportar elementos gráficos del evento, espero que sepan
comprender.
No les privo más de su tiempo, les dejo con Sindiós,
un cuento… un cuento… eso, un cuento.
Sindiós
Lo vi reflejado en la cara de un
par de profesoras visitantes. Cualquiera diría que un Robert Redford de 50 años
y no de 86, que son los que le corresponden al actor americano, hubiera entrado
en nuestra cantina universitaria. Ni me tomé el trabajo de girarme mientras
exclamaba:
—¡Profesor Martínez! Haga usted
el favor de sentarse aquí, conmigo.
Robert Redford y Jane Fonda en Descalzos en el parque |
Una nueva cara, esta vez de
estupefacción brotó en los rostros de las ya mencionadas profesoras. Fue para
enmarcar. Para lo que va quedando uno… con lo que se ha sido, en fin. Y no, ese
fin no lo es de este cuento, no ha acabado, sólo ha sido un lamento por el
tiempo que ya ha pasado, más de 27 años en el trasiego que nos compete.
—Profesor Mancera.
Me levanté y me fundí en un
abrazo con Manuel Martínez Aragón, profesor de Historia del Arte en la facultad
de Arquitectura, mi amigo y a veces mi Barry Kripke[1].
De izquierda a derecha: Barry Kripke y Sheldon Cooper |
—¿Qué tal vuestras vacaciones por
el Pirineo? ¿Y el viaje de más de 1000 kilómetros de vuelta? ¿Carmen empezaba
hoy?
Hubiera seguido haciendo
preguntas, pero me interrumpió levantando la mano. Llamó al camarero y pidió su
desayuno.
—Bien todo. Vente a cenar a casa
y te contamos con más detalle, viendo los videos y fotos.
—Vale, ¿a las 8 de la noche? Por
cierto, feliz cincuenta cumpleaños. Así esta noche lo celebramos.
Robert Redford. Fotograma de de The old man an the gun. |
—No, mi cumple es este viernes 23
de junio, y lo celebramos en una fiesta sorpresa este sábado. Carmen te avisará
hoy, supongo—. Me apuntó con el dedo y sonriendo disparó
—: Sin que yo deba enterarme.
—Ah, vaya. Bueno… y ¿Cómo le ha
ido a tu sustituta en tus clases?
Llegó el camarero con la comanda.
Se saludaron y tras un breve diálogo protocolario, me contestó:
—Mal. Surgieron “complicaciones”,
vaya un sindiós.
—¿Y eso?
—Sabes que estas vacaciones han
sido fruto de la precipitación. No lo teníamos planeado, pero ha surgido por lo
del enésimo problema estomacal de Carlota, ya sabes. Y no me ha dado tiempo a
instruir a la doctoranda que le dirijo la tesis. Como bien sabes, por las veces
que lo hemos comentado, yo no creo en esa forma de hacer, tan de catedrático.
Pero no me quedó otra, la instruí en todo lo que podía pasar.
—¿Y qué pasó? — Comenté mientras
me arrellenaba en mi asiento dispuesto a escuchar con detalle la explicación.
Un chafardeo siempre es bienvenido.
—Lo que no pude prever que
pasaría: pasó. O por mi falta de capacidad o por falta de tiempo previendo. Da
igual, nunca más lo volveré a hacer.
—Sabes, salvando las distancias,
me recuerda a la Teoría de Juegos— Comente, aunque en el fondo estaba
frustrado, pues no en vano, Manuel me había privado de los sabrosos detalles
del affaire. Y si bien es cierto que mi alma es ominosa como la poza más oscura
del páramo más remoto, no me da para repreguntar.
—¿Es esta una de tus “manceradas”?—
Me encasquetó Manuel, con una de sus sonrisas Profidén.
—Espera, espera que ya verás como
acaba. Total, que cuando explico a mis alumnos el equilibrio perfecto en
subjuegos, les comentó que es una forma completa de jugarlo. Que es como si se
fueran de vacaciones y dejarán una explicación completa a alguien de como jugar
el juego en su lugar. Cada vez que le toque o pudiera tocar decidir, se le
indica que es lo que debe hacer. Y eso define una estrategia. Las estrategias
de equilibrio (una por jugador) son las que definen el equilibrio frente a la
tendencia natural de asociar el equilibrio a los pagos, lo que obtienen los
jugadores. Incluso a pesar que a veces, la propia decisión de un jugador
excluye la posibilidad de volver a decidir en otro punto, pues el juego sigue
otro derrotero. Y eso, porque insospechadamente “se comenten errores” y es
bueno saber que hacer en cualquier eventualidad. Como habría sido menester con
tu doctoranda en tus clases.
—Justo, eso es lo que nos pasó,
acabamos en una situación no prevista y por tanto no había pensado que decidir.
Por eso, como ya hemos hablado varias veces: no me gusta explicar lo que tiene
que hacer, sino que aprenda a decidir por sí misma lo que hay que hacer. Es lo
de "Si ves a un hambriento, no le des arroz; enséñale a cultivarlo”, que
dicen que dijo Confucio.
—Eso es la mayor estupidez que he
oido en mi vida, lo más recalcitrantemente reaccionario que uno se puede echar
a la cara…
—Vale, vale. No sigas, ya me lo
has contado.
Y para que no me obcecará con
Confucio et al, añadió a pies juntillas, en un zafio intento de desviar la
inevitable lógica de la mancerada que había iniciado.
—¿Sabes el chiste del catalán? Ese
que todos los días en la iglesia pedía: “Dios, que me toque la lotería”, hasta
que un día Cristo, harto de oírle le dice: pero juega, coño, juega.
—Profesor Martínez, sí, si lo
conocía. ¿Cómo no iba a conocerlo? Si siendo catalán, todos están locos por
contármelo.
Llame con la mano al camarero para
pedirle otra ronda de… cafés. Aún era temprano para las cervezas y el viernes,
el día de los “manolitos” no era más que una leve promesa: una luz al final del
túnel. Túnel largo de cojones, por cierto. Cuando estuvo lo suficientemente
cerca, hice el pedido con un único gesto de mi mano izquierda. Ya son muchos
años yendo a los mismos sitios, pidiendo lo mismo a los mismos camareros…
escuchando los mismos chistes. Comenté, con el mismo mimo (Fátima Romero Álvarez tiene razón, por mis venas corre puro rococó):
—Es curioso que pedir a Dios sea tan barato a los católicos. Y aunque no te lo creas, retomo punto por punto mi loca idea inicial, allí donde la has intentado abandonar, como hacen los desalmados con sus perros, cuando se cansan de ellos.
Dustin Hoffman y Robert Redford en "Todos los hombres del presidente". |
Sabía que a Manuel este tema le iba a llamar la atención, su reciente evolución personal y una larga tradición familiar condicionan, pero no irremediablemente.
—¿Qué quieres decir exactamente con eso?
—Pedirle al Dios católico es
gratis. Incluso cuando te lo concede no “cobra” nada, no tiene coste. Es cierto
que nunca escucha y no mueve un dedo por sus creyentes, pero en las contadas
ocasiones que, si lo hace, no tiene coste para el demandante. Y eso rompe el
equilibrio natural de las cosas— argumenté.
—Claro, por eso es Dios. Él lo
puede todo, él todo lo creo ¿no? ¿Por qué iba a costarle cambiarlo?
—Manuel, es muy extraño que el
Dios católico que es bastante compatible con la ciencia esté todo el día
rehaciendo su obra, tocando aquí y allá. Es decir, él podría haber dado sólo un
empujón inicial (el big bang) y retirarse a observar, como la evolución y demás
mecanismo creaban el universo tal y como él lo planeo. Vaya que no lo veo de
“chapuzas” todo el día haciendo remiendos. Yo lo veo más… más, como de fin de
semana largo, como de vacaciones familiares de Semana Santa—. No pude por menos
que carcajearme de mi boutade de mal gusto.
—¿Dónde quieres llegar?— Me
preguntó mientras sorbia su segundo café con leche.
—¿Por qué romper ese equilibrio?
Dios te concede algo, pero a cambio toma algo de ti. Eso si sería mucho más
justo.
—¿Justo?
—Claro. Imagínate que te
presentas a una oposición de profesor universitario de Historia del Arte sin
haber estudiado nada, le pides a Dios sacar la plaza. Y va y te lo concede. ¿No
sería Dios injusto con los otros opositores que si se han matado a estudiar y
son tan buenos católicos como tú? ¿Y si los otros opositores también le
hubieran pedido a Dios sacarla? ¿Es eso justo? ¿Es eso ecuánime? ¿Es eso
divino? No. No puede serlo nunca.
—Lo que propones no tiene nada
que ver con las religiones monoteístas. Además, sabes que muchos demandantes de
favores divinos, para ganarse el favor de un supuestamente Dios mundano,
ofrecen una penitencia. Las procesiones están llenas de ellos, así con su “supuesto”
sacrificio, le dan las gracias a Dios por sus plegarias atendidas—. Con un leve
gesto de cabeza y con sonrisa a lo Humphrey Bogart se descolgó: Por cierto,
gran novela de Capote.
Laureen Bacall y Humphrey Bogart |
—Querido Manuel te diré lo mismo
que le dijo Weber a Durkheim cuando le mando su crítica sobre su teoría del
suicidio: “su teoría es maravillosa pero no tiene nada que ver con la realidad”
Y este le contesto: “Peor para la realidad”.
—Paco, concreta. Entonces, ¿Dónde
quieres llegar con este cúmulo de manceradas?
—Qué Dios está de vacaciones,
lleva milenios de vacaciones— Dejé caer la bomba y observé la reacción en
Manolo. Retomé la palabra aprovechando su estupor.
—No mandó a su hijo a la Tierra a
limpiar los pecados de los hombres (y mujeres… y cualquier espécimen humano
independientemente de su orientación sexual). Sino a que aprendiera el oficio y
poder marcharse indefinidamente de vacaciones.
Fijó su mirada en mí, congeló la
expresión y pensó. Juraría que vi como sus neuronas activaban sus dendritas
frenéticamente. Relajó el rictus y comentó:
—Este sindiós que es nuestra
sociedad se explicaría por la ausencia de Dios. De un Dios de vacaciones
permanentes, atendidos “sólo” por su aprendiz y por un ejército de hombres
ávidos de poder, que nos pastorean en su nombre, desde la Iglesia.
—Eso, o que Dios en su infinita
inteligencia no nos ha dejado las instrucciones de cómo vivir. No nos ha dejado
una estrategia (a lo teoría de juegos) que seguir en forma de Iglesia. Sino que
pretende que maduremos y vivamos sin Dios, reflexionando y decidiendo por
nosotros mismos, como adultos emocionales.
—Profesor Mancera, es una de las manceradas
más burdas que le he escuchado nunca, y mira que las has dicho gordas.
—Puede ser, pero mírala con
cariño; es tu regalo de cincuenta cumpleaños.
by PacoMan
Málaga, a 23 de junio
de 2023.
Pie de Foto: Manuel (con gorra) y un servidor (sin gorra) |
Post Scriptum.
Negó varias veces con la cabeza y
tras pensárselo, como el que ya no tiene nada más que perder, me doy las
gracias con sorna.
—¿Qué tiene que ver las
vacaciones de Dios con lo “barato” que es pedir al Dios católico?
—Fácil, que Dios en su inmensa
sabiduría, antes de irse de vacaciones y previendo el cristo que iba a formar su
hijo y lo corrupto de los padres de su Iglesia, dejó ordenado una estrategia
“comercial”. Y así poder competir con las otras iglesias que, si cobran por
pedir a sus dioses, como si de un puesto de pescado se tratase. Decidió hacer
una gran oferta: pedir deseos será gratis en la Iglesia católica a partir del
advenimiento de su hijo, el nuevo cabeza de la santa trinidad, o en términos
más modernos: el CEO del tinglado. Y él, en la Bahamas celestiales con otras
deidades sin creyentes, deidades olvidadas. Y lo mejor, lo mejor son las valquirias
que los atienden. ¡Imagínatelas! Dignas no ya de un Dios, sino de miles. Vaya
que todas las noches montan un sindiós. Ahora sí.
by PacoMan
Málaga a 23 de junio de
2023
Unos minutos más tarde
que anteriormente.
[1] Estos
personajes se presentaron y protagonizaron el cuento: Diablos, móviles y
ajedrez (12 marzo 2023). Disponible (gratuitamente) en este enlace:
http://grupolipo.blogspot.com/2023/03/diablos-moviles-y-ajedrez.html
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