Imagen tomada de Proandroid. |
Estimados Liponautas
Hoy tenemos el gusto de compartir un relato de nuestro amigo PacoMan.
Esperamos disfruten de la entrada.
Atentamente
La Gerencia.
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Fotograma del Septimo Sello |
Diablos, móviles y ajedrez
A Carla8, Gamora y la Princesa Leia
De izquierda a derecha: Barry Kripke y Sheldon Cooper |
Hay días que el diablo va y se pone de tu parte, y no es que vinieran el mes pasado unos yonquis a atracarme como al Sabina, ese que canta; más bien, fue que vino mi Barry Kripke, sí, ese que atosiga e incómoda, a partes iguales, a Sheldon Cooper al sentarse a la mesa donde desayunaba. Resignado y con una sonrisa más falsa que un billete de treinta y siete euros, me dispuse a recibirlo.
—Hola, Manolo— Sí, el nombre de mi particular Kripke es Manolo. Es de Granada y es profesor de Historia del Arte en Arquitectura y, aparte de ser un buen arquitecto, es mi amigo, qué le vamos a hacer.
—Cómo eres: cómo eres, nadie te lo va a decir, pero prefiero decírtelo a que todos nos estemos riendo de ti… y tú nos quieras hacer creer que no sabes por qué. Así, si te lo digo, no te queda más remedio que aceptar el bochorno.
Imagen tomada de PxFuel. |
Ese es Manolo; cuando quiere, un cabrón con todas las letras. Veis cómo Manolo es mi Kripke. Supongo que venía a refregarme y a enseñarme el vídeo, que se distribuía por las redes sociales, en el que hacía un comentario, bastante políticamente incorrecto, hablando de la gestión de la sanidad pública durante el confinamiento del COVID en la comunidad de Madrid, durante una clase de Introducción a la Economía en el doble grado ADE y Economía.
Como no le contestaba y sólo lo miraba, intentando no reflejar en mi cara que lo mataría cruelmente y con premeditación, con mucha premeditación, empezó a alargarme el móvil con la intención de enseñarme el vídeo de marras.
Imagen tomada de Pasión por el Ajedrez. |
—Manolo, ¡no me seas vulgar!, desayunando no se mira el móvil, eso es de… Estamos en la cantina del templo de la sabiduría: la universidad. Tenemos la obligación moral de ser la última línea de defensa, la línea Maginot.
—Pues esa duró bien poco.
—¡No me interrumpas con precisiones históricas irrelevantes a mi argumento! Nosotros debemos ser ejemplo para las nuevas generaciones de alumnos de un uso racional, equilibrado y alejado de las prácticas habituales que están favoreciendo la expansión de la imbecilidad a través de las redes sociales que medran a sus anchas en los móviles. Nunca nada tan sofisticado tecnológicamente se ha usado para algo tan antiguo y deleznable como chafardear como comadres en el patio de la escalera. Eso sí, una escalera global, planetaria, pero de débiles mentales, terraplanistas y …
—¡Ea! Ya te has venido arriba en una de tus “manceradas” para desviar la atención del vídeo. Pero, venga, te compro pulpo como animal doméstico. Y ¡mira! Mira en esta misma cafetería: todos, menos tú, están mirando el móvil. Tu supuesta superioridad moral es irrelevante.
Mefistófeles jugando ajedrez con Fausto. |
Alcé la vista y miré alrededor: era cierto, todos habían sucumbido, como pueblos galos a Julio Cesar. Pero ¿todos? Todos no, aún resiste una pequeña aldea, digo una mesa. Al fondo, y detrás de una pequeña mampara que sólo permitía ver la cabeza de los comensales, ¡y qué cabezas!, nada menos que la del profesor Smullyan, que había salido a su padre, el matemático Raymond Smullyan, y la del profesor McLuchan, ambos con la concentración y actitud típicas de los que están jugando una partida de ajedrez. De hecho, Sumllyan se mesaba la perilla, en un gesto muy característico suyo, durante los enfrentamientos a muerte de los reyes negro y blanco.
Imagen tomada de AraInfo. |
—No, Manolo, no. Como Asterix y Obelix, unos pocos nos resistimos a la imbecilidad del móvil. Míralos allí, en la mesa de la mampara, jugando al ajedrez.
—Pero ¿qué dices? ¡Si están con el móvil!
—Vayamos a su mesa y te tendrás que tragar tus palabras.
Dicho y hecho. Cuál no sería mi sorpresa que, al llegar a la mesa de tan concentrados profesores, no tenían entre ellos un tablero de 64 casillas, sino sus móviles en sus diestras. El ego de Manolo creció hasta el extremo de hacerlo levitar, gritar, burlarse, y reírse; todo a la vez y en absoluto batiburrillo. Tanto es así que yo quedé noqueado y hasta los profesores perdieron la atención de sus móviles y nos miraron.
Imagen tomada de Proandroid. |
—Hombre, profesor Mancera, usted por aquí. Si lo desea, jugamos nuestra partida ahora, cuando acabe de jugar con el profesor McLuhan.
—Pero ¿Y el tablero? — atiné a balbucear.
Imagen tomada de Xataka. |
—Ah, eso. Mi sobrino, profesor de física en el instituto de aquí detrás, organiza esta semana un torneo de partidas rápidas de ajedrez y me pidió el reloj. Y sin reloj, las partidas se hacen eternas.
—Por eso estamos jugando uno contra el otro, en la aplicación de ajedrez liches.org— dijo el profesor McLuhan.
Imagen tomada de Les Radio del Vatikano News |
Me miró a los ojos, sonrió, me apuntó con el dedo y me soltó:
—Profesor Mancera, esta partida queda en tablas— se giró y se fue con el tumbao que tienen los guapos al caminar, que cantaría Rubén Blades.
Fotograma de Blade Runner. |
by PacoMan
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