Ayer fui a un pequeño restaurant venezolano con un amigo panameño y un veracruzano, estuvimos hablando un rato en un espacio que incorpora en el área una galería de unos 70 metros de pared, un espacio bonito y donde planeo para el mes de octubre montar una exposición fotográfica. Mientras conversamos con el propietario del lugar de exposición surgió una interesante discusión entre un amigo artista, y un patriota cooperante que al parecer es personal local de la embajada de nuestro país.
El tipo al verme comenzó a decirme de cosas y entre ellas me levanta la voz y exclama “yo no hablo con pendejos” le respondí “yo si hablo con pendejos” algunos de los presentes se pusieron a reír y entonces me dice “no volverán” y le respondí “yo espero que regresen”. Si claro que regresen.
Que vuelvan. Los millones de hombres, mujeres y niños que se han marchado del país a Venezuela, que vuelva a la hacienda pública el dinero que se robaron del fondo chino y de PDVSA, de los trenes no concluidos, la independencia de poderes, el equilibrio electoral, el presupuesto a las universidades, la apertura en los medios, la libertad de palabra, el pluripartidismo, las empresas básicas a funcionar, el sistema eléctrico que alguna vez gozamos, la fraternidad entre venezolanos, los especialistas que se han marchado, los juicios civiles a civiles, los salarios dignos, las empresas que se marcharon por miedo de ser expropiadas, la fronteras prosperas, la validez de nuestro pasaporte para ingresar a cualquier nación sin ser vistos como parias del mundo, el consumo medio de proteínas, la producción porcícola, la producción de ganado vacuno, la gasolina a las estaciones de servicio, los medicamentos a la farmacia, nuestro símbolo monetario, el debate político en igualdad de condiciones, la calidad de los museos, el fin al ahora conocido como realismo madurista (vean el salón Michelena de este año), la libertad de creación, la posibilidad de transitar sin la matraca cotidiana, crónica y constante, la independencia de la fiscalía, el debate civil, los medios realmente alternativos.
Que vuelvan. Nuestros primos, hermanos, amigos, sobrinos, padres a nuestros hogares, el salario digno de los maestros, el gas domiciliario a casa, la posibilidad de que en diciembre podamos arreglar nuestras casa y estrenar ropas en diciembre, los cumpleaños con una piñata para los chamos y chamas, la lucha política sin el terror de un patriota cooperante, los militares a los cuarteles, los niños a la escuela, el vaso de leche escolar, el almuerzo en tantas escuelas públicas, los centros de estudiantes en educación media, los recursos a las escuelas de arte, los caminos asfaltados, las piscinas abiertas a tantos, la confianza en que no se quemaran los aparatos eléctricos debido al mal servicio de electricidad, el aire acondicionado a las tiendas.
Que vuelvan. Los recursos robados en tantas y tantas negociaciones, una política exterior no atada a los designios cubanos, la palabra generosidad, la fraternidad, el país que daba asilo a miles y miles, el país receptor de tantos miles que hicieron un país bueno para vivir, la posibilidad de pintar nuestra casa en diciembre, la posibilidad de beber agua directamente del grifo, los talleres mecánicos con repuestos, los antimicóticos, la posibilidad de caminar por el Ávila sin pagar 4 dólares, los conciertos con artistas increíbles, la vida digna de los maestros y maestras desde los primeros años, hasta los postdoctorados, los comedores universitarios, el metro de Caracas en óptimas condiciones, la producción de caña de azúcar, el café en la mañana. Ojalá y regresen, ojalá y vuelvan. SÍ OJALÁ.
La posibilidad de manifestarnos sin temor, los programas de humor político, el arte en las plazas, el comercio cotidiano, la alegría a la mesa, el abrazo de papá y el beso de mamá para millones.
Notas a pie de página: Imagino que los maduristas cuando gritan “No volverán” solo desean que nada de lo anterior o algo de lo anterior regrese al país, cuanto rencor contra lo que fuimos, deseaban construir sobre las ruinas que ellos habían hecho, sobre las ruinas de una nación y sus habitantes, no creo que lo hayan lograda. Y aunque pusieron todo su empeño para lograrlo no lo lograron. La hidalguía y el amor nunca se fueron, claro andan cual clandestinos, se esconden del odio quienes gritan “No volverán”. No volverá lo que fuimos, el tiempo es lineal y hacia adelante.
Yuri Valecillo
Yuri Valecillo nació en Valencia en 1960. Desarrolla su actividad de manera continua en el diseño gráfico. Publica actualmente en más de veinte medios de Europa y América Latina, cuenta con 41 exposiciones individuales de fotografía y más de cincuenta portadas de revistas y libros, colaborador incesante en medios de Venezuela y América Latina, habla y lee francés, expositor de la Cátedra de Fotografía para la Revista Generación (México). Ha impartido cursos y talleres de fotografía en la Universidad de Carabobo (Venezuela). Coordinador de Fotografía de la revista Rino (México), Colaborador de la revista El Cotidiano (UAM), Cofundador de la Revista Generación, cuenta con varios escritos publicados.
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