Nunca un ciclista ha corrido como el señor Merckx, por si lo han olvidado
En 1977, el ciclista belga Eddy Merckx se retiró de las competencias, pero antes de tomar esa decisión participó en el Campeonato Mundial de Ciclismo que ese año tuvo como sede al estado Táchira. Tal vez acudió a la cita venezolana solamente para conocer un país donde también era ídolo y cuya verdosidad, de otra manera, no habría visto nunca. Estaba allí, encaramado en su bicicleta, serio, callado, esperando junto con decenas de ciclistas de todas partes, el inicio de la competencia inaugural. Los periodistas se le acercaban y un traductor apurado ayudaba en lo que podía. Ni siquiera sonrió cuando un balbuceante periodista novato le hizo un comentario que no venía al caso:
-Yo tengo un llavero con la cara suya…
La historia de Merckx, repleta de grandeza deportiva, registró unos cuantos traspiés. La primera vez que corrió como aficionado se le pinchó una llanta y se quedó tan rezagado que parecía eliminado. Sin embargo cambió la rueda, pedaleó como un poseso y alcanzó a los punteros. Los jueces lo descalificaron creyendo que había cortado camino por alguna vereda. Eddy se disgustó mucho con lo ocurrido y juró que siempre saldría en la punta. En el Campeonato Mundial Juvenil, efectuado en Bruselas, se mantuvo en el pelotón de vanguardia y cuando le dio la real gana se escapó, para convertirse en campeón mundial del ciclismo aficionado.
Un dato curioso es que los demás ciclistas jamás le tutearon: lo llamaban "señor", porque vencía pelotones en subida, en bajada, y en plano. En 1969, lo descalificaron en el Giro de Italia, acusado de doping. Poco tiempo después aclararon que había sido una falsa acusación y anularon la suspensión, pero el caso lo afectó, lógicamente. En 1970 ganó el Tour de Francia, triunfando nada menos que en ocho etapas y coronándose, además, como rey de la montaña. La subida al Mont Ventoux fue muy dura: ganó pero los médicos tuvieron que atenderlo durante veinte minutos. Estaba agotado. De todas maneras ganó la vuelta con más de doce minutos de diferencia sobre el holandés Joop Zoetemelck.
El "coco" de Merckx era un español de gran potencia: Luis Ocaña, un deportista cuya mala suerte parecía una exageración. En el Tour de Francia de 1971, Ocaña declaró que iba a siquitrillar a Merckx y estuvo a punto de cumplir con su propósito: le sacó al belga una ventaja de ocho minutos y cuando tenía el triunfo en sus manos, se desató un feroz aguacero, y bajando de Col de Mente el ciclista español se resbaló, Zoetemelck lo chocó y Ocaña fue hospitalizado con serias lesiones.
Eddy Merckx. Tour de Suisse 1977.Foto por Blick/RDB/ullstein bild via Getty Images. |
Eddy sacó nueve minutos de ventaja y obtuvo la victoria, aunque estuvo a punto de abandonar el tour en solidaridad con Ocaña.
En 1972, Ocaña volvió a ser el gran enemigo pero se cayó en una etapa y luego se vio atacado por una bronquitis. Tuvo que abandonar la prueba. Cyrille Guimard, el rival más enconado después de Ocaña, se retiró también y Merckx ganó de nuevo, esa vez con más de diez minutos de ventaja y rompiendo el récord mundial de la hora.
Teniendo en cuenta que cientos de millones de seres humanos se han subido alguna vez a una bicicleta, la hazaña de ese pedalista belga es un hecho de valor científico: Eddy Merckx ha sido el mejor ciclista que ha conocido la humanidad. El hombre que ha hecho girar más rápidamente y con mayor impulso un par de ruedas. En su vida obtuvo 337 victorias, entre las cuales figuraron cinco Tours de Francia, cuatro Giros de Italia y una vuelta a España. Debe ser impresionante un lugar donde reposan 337 trofeos.
En fin, ahí estaba Merckx, en el año 1977, listo para correr en el Táchira. Habló con los periodistas muy amablemente y sin una sonrisa, porque se estaba concentrando para la prueba. Sabía que no iba a ganar, pero cuando se ordenó la largada salió con dignidad, paseando su nombre por las calles de San Cristóbal. Allá iba: una espalda más entre tantos ciclistas. El más grande se tornó anónimo en la masa de pedalistas.
-¿Quién es ese musiú que ustedes estaban entrevistando? -preguntó al grupo de periodistas, uno de esos aficionados que jamás saben quién es quién, pero que están en todas las competencias para gritar, aupar y celebrar, por el mero hecho de hacerlo.
-Ese musiú es este señor que está aquí -le dije, mostrándole mi llavero, con un dejo de orgullo, como si Eddy Merckx fuera un habitante de mi barrio.
El hombre se quedó mirando el llavero y suspiró, condescendiendo ante lo que parecía un caliche:
-¡Ah! un ciclista que corre en el equipo de la ferretería…
Diario El Nacional.Cuerpo B, pág 4. Domingo 25 de junio de 2000
*******
José Pulido. Fotografía de Gabriela Pulido Simne |
No hay comentarios:
Publicar un comentario