domingo, 25 de abril de 2021

Carlos Contramaestre : QUIEN HABLA MUCHO SE EQUIVOCA MÁS

Entrevista por José Pulido





QUIEN HABLA MUCHO SE EQUIVOCA MÁS


Tiene catorce años. El almanaque de 1947 es nuevo. El muchacho está leyendo a Paul Valery, explayado en su cama. Sube la pierna derecha y la deja apoyada contra la pared. Siente el desmoronamiento de la cal ante la presión de su talón. Se imagina que el viento se está llevando la casa. Suspende un instante la lectura y piensa que la vida del hombre es muy corta. ¿Qué estará haciendo cuando cumpla los treinta años, si los cumple?, treinta años: ¡El mundo habrá cambiado hasta ser irreconocible! Se levanta de un salto sin dejar el libro y va hasta el espejo del baño. Trata de imaginarse un rostro de treinta años encima del suyo: oxida sus dientes, coloca en su boca un desplante de hombre adulto que ha besado, fumado, bebido, maldecido, discutido y declamado. Está encerrado en el cuarto infinito de la mente y no lo sabe. Afuera, más allá de varias capas de cebolla existencial, se airea transparente y caluroso, saturado de objetos nuevos y viejos, el año 1995 y Carlos Contramaestre trae a colación amorosamente, aquel día en que tenía catorce años y soñaba leyendo Cementerio marino de Paul Valery.

Carlos Contramaestre es alegre, profundo, cortante como una hoja de afeitar metida en un bolsillo. Tiene 62 años de edad y mira las paredes adornadas de fotografías, el rectángulo de la ventana, el cielo, la geometría de los edificios, la luz del sol, la mujer que viene con un plato de galletas. Un televisor, una computadora, un fax ¡extraños artefactos! y contempla sus manos como si no le pertenecieran. En la vitrina del rincón se refleja el rostro enmarcado con barbas blancas y la sonrisa irónica del poeta, quien eleva sus manos andinas para tocar el aire que está detrás del aire.




Hoy, comenzando la noche, será presentado su más reciente libro de poesía Tanatorio, en la librería de Monte Ávila Editores, en el Teatro Teresa Carreño.

Luis Alberto Crespo y Adriano González León serán los presentadores del poemario, que ha sido publicado por Tierra de Gracia Editores, en la Colección Rasgos Comunes. Esta editorial es dirigida por Simón Alberto Consalvi y Enrique Hernández de Jesús. Todos los amigos de Contramaestre estarán allí, en esa presentación, porque será una celebración de auténtica poesía y el reencuentro con uno de los fundadores de El Techo de la Ballena.




Tanatorio y su autor

—La poesía ¿es una manera de vivir?

—Sí. Es la respiración del alma.

—Usted escribe, dibuja, pinta ¿hay algún conflicto en eso?

—La palabra, la pintura, la fotografía… todo es lo mismo para mí.

—Usted estaba recordando hace unos minutos que a los catorce años leía a Paul Valery. Esa lectura parece haberle influenciado toda la vida.

Cementerio Marino es uno de los textos más hermosos de la literatura.

Carlos Contramaestre tiene voz de muchacho. Siempre viajan subidos a sus palabras los nombres claves de Antonin Artaud, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé, Paul Valery, Luis de Góngora. España significa mucho también en su existencia poética. Una y otra vez su mente recorre la España negra de Goya, la España que flirtea con la muerte. El poeta visita los templos y mira de soslayo una carroza fúnebre que lleva su carga por las calles de Sevilla, bajo un sol punzante que estalla en las pulseras y en los anillos de la gitanería. Tanatorio es el edificio destinado a los velorios y a los servicios relacionados con ellos.

“La muerte desborda las fibras religiosas, la estructura magra de la carne y el sonido del poema que canta en la incertidumbre del tiempo…” —dice Carlos Contramaestre.

—Hay una subconsciencia en Tanatorio que tiene que ver con Mérida, su región natal.

—Somos el páramo desnudo, el páramo de Los Andes. Tenemos que ver con la sequedad del páramo, con el aire seco: tenemos que ver con el páramo interior y el exterior para articular la sustancia verbal.

Tanatorio no es un libro de la frondosidad ni de la explosión. Hay un rigor eficaz en la palabra, hay como un rigor con musicalidad y una libertad de la palabra a pesar de la restricción.




—¿Se imaginó en 1947 que este año de 1995 sería así, como es?

—Jamás.

—¿Hay un tiempo interior en el cual nunca se envejece?

—Siempre he tenido por dentro las ideas de Cementerio Marino. Ese sonido. Lo que nos mantiene, aparte del amor y del afecto de los amigos, es la infancia. La infancia es como el centro, como el rayo de la interioridad.

—¿Por qué todo el país no ha leído a Carlos Contramaestre y a otros poetas importantes?

—La poesía es una cosa íntima y aunque se hagan muchas ediciones no tendrá tantos lectores como la narrativa. Cuando estuve en Madrid, me llamó la atención que los poetas españoles —que no son muy buenos salvo excepciones— están dedicados a escribir narrativa, novela, porque los españoles no leen cuentos. El cuento sólo le interesa a América Latina. La narrativa en España tiene premios jugosos. Tampoco escriben teatro porque no se vende. No hay una gran poesía de los españoles y la culpa es del dinero.

—Es usted un poeta que de repente ve embargado su capital de palabras por la afasia y, sin embargo, se ríe de ella ¿no le preocupa?

—Estaba escribiendo un texto sobre alquimia, porque soy alquimista, según pienso. Y leía un libro que se llama El libro mudo. A los tres días quedé mudo, como si la torre de Babel acusara grandes transmutaciones alquímicas. Yo no sabía en qué lenguaje estaba escribiendo. Me hallaba consciente de lo que quería decir, pero ignoraba en qué lenguaje podía hacerlo. Me di cuenta de que lo mejor que le puede ocurrir a uno cuando habla tonterías es escribir mudo. Lo sabía todo pero no podía expresar nada. La afasia es eso. Es una gran ventaja porque cuando uno habla mucho yerra más.

Por un azar, en el recodo de un camino poco transitado, que antiguamente conectaba la ciudad de Salamanca con un pueblo llamado La Alberca, apareció de improviso una pequeña edificación en cuyo portal se leía la palabra Tanatorio. Carlos Contramaestre siguió metiendo imágenes en su interior y maceró los datos de la vida y de la muerte, para luego escribir un poemario llamado Tanatorio, nombre que alude a un lugar donde se reza para que el alma suba tranquila adonde tenga que subir.




—¿Quieres otra galleta? —pregunta Carlos.

Su esposa le ha servido un vaso de agua con gaseosa, sobre cubos de hielo y ha vertido unas cuantas gotas de whisky encima. Es un truco femenino que consiste en crear para el hombre algo parecido al whisky. Deberían patentarlo.

En 1947 un muchacho de catorce años siente el sabor de la gaseosa en su paladar y se relame. Un leve perfume de licor le hace arrugar el entrecejo. Carlos Contramaestre sonríe aquí, en este instante, y le dice a su esposa:

—¿Tú crees que se me ha olvidado el sabor del whisky?

El Diario de Caracas, 30 de marzo de 1995.

Enlaces Relacionados:














































*******


José Pulido. Fotografía de Gabriela Pulido Simne



José Pulido:

Poeta, escritor y periodista, nació en Venezuela, el 1° de noviembre de 1945.

Vive en Génova, Italia. 

En 1989 obtuvo el Segundo Premio Miguel Otero Silva de novela, Editorial Planeta. En el 2000 recibió el Premio Municipal de Literatura, Mención Poesía, por su poemario Los Poseídos. Ha publicado cinco poemarios y nueve novelas. Desde el 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la Serie José Pulido pregunta y publica las entrevistas que ha realizado a creadores y artistas.

(Ha fundado y dirigido varios suplementos y revistas de literatura. Si se requiere información detallada sobre estas publicaciones, favor solicitarla a este  correo: jipulido777@gmail.com)

Forma parte de la Antología Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, Salamanca, España, entre otras. Ha sido invitado a festivales en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España y Génova. Participó, en 2012, como invitado de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca. En el 2018 y en el 2019 invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova. 

Publicaciones más recientes:

El puente es la palabra. Antología de poetas venezolanos en la diáspora.

Compilación: Kira Kariakin y Eleonora Requena, para Caritas.

Poeti Uniti per il Venezuela, Parole di Libertà  (Poetas Unidos por Venezuela, Palabras de Libertad) publicado por Borella Edizioni, evento respaldado por la Associazione culturale Orquidea de Venezuela, con sede en Milán.

Poemario Heridas espaciales y mermelada casera editado por Barralibro Editores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario