La catalogación de la biblioteca del que fuera Rector de la Universidad de Salamanca descubre valiosos ejemplares
ROCÍO BLÁZQUEZ / SALAMANCA
Día 13/03/2012
A
la valía de Miguel de Unamuno como escritor, pensador, profesor y gran
conversador se une ahora la de gran mecenas cultural. Cuando se cumplen
75 años de su muerte en la capital salmantina, Unamuno regala a la
universidad de la que fue rector un compendio de valiosos libros que han
sido descubiertos tras la catalogación de la biblioteca que fue donada
por el propio autor.El trabajo del especialista en fondo antiguo, Óscar Lilao, ha sacado a la luz libros de gran importancia y antigüedad,
escritos en lenguas clásicas o en euskera, que presentan todos ellos
huellas inequívocas de haber pertenecido a la biblioteca personal de
Unamuno y de haber sido leídos, consultados y analizados por el ex
rector.
Etiquetas
en piel roja adheridas a la cubierta anterior de las encuadernaciones
con el texto «M. de Unamuno», portadas en las que aparece un sello de
tinta con el texto: «Miguel de Unamuno BILBAO» o su firma, además de
anotaciones, normalmente a lápiz, o extractos del contenido escritos en
las hojas en blanco al final de los libros, son algunos de los marchamos
de identidad personal de la biblioteca del autor de «San Manuel bueno
mártir».
Entre
los libros catalogados se ha hallado el importante tratado para la
filosofía de las ciencias de Francis Bacon, «Novan órganon scientiarum»,
edición de 1779 de la que solo se conocen otros tres ejemplares en
bibliotecas universitarias españolas, además del salmantino, así como
cuatro volúmenes de los ocho que formaban la magnífica edición de las
obras completas de Juan Luis Vives, según explicó el director del
Servicio de Archivos de la Universidad de Salamanca, Miguel Ángel
Jaramillo.
Custodiado
en la Casa Museo del escritor vasco, destacan además por número las
ediciones de clásicos de la literatura griega y romana, entre las que se
hallan ejemplares españoles de finales del siglo XVIII de Salustio,
Terencio o Curcio Rufo. No obstante, quizá lo más llamativo sean las
obras en edición de bolsillo de una famosa y muy cuidada colección de
clásicos que se publicaron en París en las prensas de Joseph Gérard Barbou en la segunda mitad del mismo siglo, conservados en una elegante
encuadernación y que incluye textos de Horacio, Tito Livio, Lucano,
Lucrecia y Nepote.
También en euskera
A
todos ellos se unen algunos libros en euskera, la lengua materna de
Unamuno, como la traducción de la «Introducción a la vida devota de
Francisco de Sales», de 1749, realizada por Juan de Haraneder, edición
de la que no abundan los ejemplares, o la traducción de «La Imitación de
Cristo», del mismo año y también una edición rara. En una edición de
1883, con una traducción del Evangelio de Juan, se puede observar al
final un esbozo de cabeza de mujer realizado por Miguel de Unamuno.
El
autor no sólo legó a su querida universidad los ejemplares que él
adquirió durante su vida, sino también legados familiares como el
Catecismo histórico de Claude Fleury, de 1825, en el que puede leerse la
nota de un antepasado: «Este libro es de José Antonio de Jugo a 11 de
abril de 1828».
Miguel
Ángel Jaramillo destacó la importancia de la catalogación de este fondo
que ha permitido descubrir un tesoro con auténticas joyas
bibliográficas que se ven revalorizadas por los comentarios y
anotaciones del pensador.
Tomado de ABC
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