Escrito por Rodrigo Morlesin el Jueves, 5 enero, 2012
Satoshi Kitamura es sin duda uno de los ilustradores de libros
infantiles más reconocidos del mundo, pero también de los más queridos.
Sus líneas cambian de grueso a delgado, de delgado a azul y de azul al
rojo dibujando una sonrisa en nuestro rostro. Sus libros son cálidos e
imaginativos. Nos dejan muy claro que el que se encuentra detrás del
pincel se divierte tanto como el que está leyendo el libro; no importa
la edad ni la nacionalidad. De ello rinden cuenta sus más de 65 títulos,
traducidos a idiomas tan variados como el inglés, japonés, español,
griego, turco, coreano y chino.
Satoshi nació en Meguro, barrio cercano al centro de Tokio, en 1956, y
su infancia se desarrolló entre su barrio golpeado por la posguerra y
el mundo fantástico que le brindaba Osamu Tezuka con su manga Atom, más conocido en occidente como Astro Boy.
Ha obtenido cientos de reconocimientos y premios, pero sin duda el Mother Goose Award que recibió con su primer libro, Fernando Furioso (Angry Arthur),
fue lo que le impulsó a seguir en este oficio, con el que lleva más de
treinta años creando historias e ilustrándolas con su reconocido estilo.
Pero ¿cómo comenzó todo? Aquí nos lo cuenta…
¿Cómo fue ese primer viaje a Inglaterra cuando eras joven?
Siempre quise embarcarme y conocer el mundo, desde que era un niño. A los 19 años trabajé como ilustrador freelance
para publicidad y revistas, ahorré algo de dinero y decidí que iría a
algún lugar cuando cumpliera 23. Había estado estudiando inglés y quería
aprenderlo mejor, así que escogí Inglaterra como mi primer destino. “Si
no me gusta, iré a los Estados Unidos o viajaré por Europa”, pensaba.
Pero me quedé en Inglaterra más de dos años. Mi primera estancia fue
entre 1979 y 1981, y la siguiente fue entre 1983 y 2009.
¿Por qué decidiste mudarte de Tokio a Inglaterra?
Mientras me encontraba en Inglaterra ilustré mi primer libro, Angry Arthur
(texto de Hiawyn Oram). Después regresé a Japón a finales de 1981 y
volví a mi antiguo trabajo como ilustrador comercial. Mi editor inglés (Andersen Press) me envió un texto (Ned and the Joybaloo)
para que lo ilustrara. Además, Kestrel Books (de Penguin Books) me
envió una colección de poemas de Roger McGough para que la ilustrara.
Eso me hizo pensar que quizá podría hacer carrera como ilustrador en
Inglaterra. Para averiguarlo, regresé allí por unos meses. De hecho, un
par de días después de mi salida de Japón recibí un telegrama en el que
me decían que había ganado el Mother Goose Award. En ese entonces yo no
sabía nada sobre ese premio, pero mi regreso a Inglaterra coincidía con
su presentación.
En esa época no existía internet, ni siquiera las máquinas de fax
eran habituales. Cuando había problemas al trabajar con algún libro,
tenía que escribirle al autor o al editor y esperar a que respondieran
dos semanas después. Todo era bastante más lento. Y era un inconveniente
que viviera en Japón y trabajara para editores británicos. Así que
pensé en mudarme allí, pero necesitaba un permiso de trabajo. Mi editor
escribió una carta al Home Office UK y pude obtener el permiso
relativamente rápido. De modo que a finales de de 1983 comencé a vivir y
trabajar en Londres.
¿Cuál era la idea que tenías acerca de Europa antes de llegar?
Desde muy joven me interesó y me atrajo la cultura europea, su
música, arte, literatura, y muchas otras cosas, así que era maravilloso
vivir en uno de sus países. Pasé mucho tiempo visitando museos y
galerías. Me gustaba Londres, una ciudad en la que disfrutaba caminando,
paseando en bici… Recorrí todo Londres así. En algunos aspectos,
conozco mejor Londres que Tokio.
Al principio tenía poco dinero, así que siempre andaba buscando
alojamientos en buenas condiciones y que no costaran demasiado. Recorrí
más de diez veces todas las áreas de Londres. Tenía tan pocas posesiones
que cabían en dos o tres cajas, así que me mudaba en taxi. Seguro que
me sucedía lo mismo que a muchos jóvenes: la vida era una mezcla de
ansiedad, frustración, alegría y toda clase de altibajos.
El idioma siempre fue un gran reto. Tenía que aprender inglés para
usarlo en la vida cotidiana, y también para tratar con la gente con la
que trabajaba. Fue un continuo proceso de aprendizaje, pero también lo
disfruté.
¿Qué dijeron tus padres cuando dejaste Japón?
Mi mamá estaba estaba preocupada al principio, pero pronto comencé a
trabajar de manera estable en Inglaterra. De todas formas, mis padres se
preocupaban demasiado por mí.
¿Cómo comenzaste a trabajar?
Sucedió un día en 1980, después de más o menos un año viviendo en
Londres. Me sentía aburrido, tirado en la cama de mi pequeño cuarto. De
pronto, me vino una historia a la cabeza. Pensé que podría ser un libro
si lo ilustraba. Así que pasé los siguientes días haciendo dibujos.
Cuando lo terminé hice como una docena de fotocopias. Pensé en enviarlas
a editores, ¡pero no conocía ninguno! Así que fui a la librería, busqué
los libros que me gustaban, copié las direcciones de las editoriales
que venían impresas en las páginas legales y les mandé las fotocopias y
una carta a diez editores. Para mi sorpresa, todos respondieron, incluso
aquellos que decían no estar interesados (me dio la sensación de que
los ingleses eran muy educados). Siete editores me pidieron que fuera a
verlos, así que comencé a visitar sus oficinas.
Lo primero que descubrí fue que mi inglés no era lo suficientemente
bueno. A menudo me perdía en lo que los editores me decían. En aquel
entonces, en el día a día, podía pedir una cerveza en el pub sin
problema, pero mi inglés no era tan bueno como para mantener
conversaciones intelectuales. De cualquier modo, parecía que a la
mayoría de los editores les habían gustado mis dibujos. Me dieron ánimo,
pero la industria estaba pasando por tiempos difíciles y era arriesgado
contratar a un nuevo ilustrador totalmente desconocido. Con el tiempo,
algunos de esos editores se volvieron mis amigos.
Había una editorial llamada Ernest Benn cuya oficina se hallaba en el
primer piso de una librería en Covent Garden. Más tarde descubrí que la
librería era un lugar famoso entre los poetas y amantes de la poesía.
La tienda se llamaba Bernard Stone’s. Me volví amigo de los editores de
Ernest Benn y los visitaba a menudo. Para llegar a su oficina, tenía que
pasar por la librería y subir por las escaleras que se encontraban al
fondo. Nunca me detenía en la librería, pero había notado que había un
hombre mayor de barba blanca que usaba un traje de tweed y
siempre estaba de pie en la misma posición enfrente de la mesa que se
encontraba al fondo de la tienda. Vi que había un libro ilustrado muy
bonito sobre la mesa que se encontraba cerca de la entrada. La
editorial que lo había publicado era Andersen Press. Así que le pregunté
a los editores de Benn sobre esta editorial. Ellos se sorprendieron de
que yo no conociera Andersen Press, pero inmediatamente levanté el
teléfono y llamaron al jefe de Andersen, Klaus Flugge. El editor le dijo que había un joven artista japonés que debería ver, así que concertó una cita para mí con Klaus.
Visité Andersen Press una semana después. Klaus era un hombre de edad
media con enormes cejas y acento alemán. Le gustaron mis dibujos, pero
no estaba muy impresionado por las historias que había escrito, y me
dijo que regresara si tenía nuevas ideas o más dibujos.
Algún
tiempo después andaba corto de dinero, así que fui a una galería con la
esperanza de vender algunos dibujos, pero al dueño de la galería le
gustó tanto mi trabajo que sugirió montar una exposición. En ese tiempo
no tenía mucha oportunidad de publicar, así que pensé que sería bueno
tener una exposición y luego volver a Japón. Pasé algunos meses
dibujando y después hice la exposición. Invité a la inauguración a todos
los que conocía en Londres, incluyendo a Klaus. Cuando llegó a la
galería me dio un sobre y me dijo que lo abriera más tarde. Dentro
estaba el texto de Angry Arthur (Fernando Furioso). Me gustó
tanto que pasé las siguientes dos semanas trabajando en los bocetos,
casi olvidándome de la exposición en la galería. Le entregué a Klaus los
bocetos tan pronto los terminé, y me pidió que volviera a los dos días.
Cuando volví a su oficina ¡me dio un contrato y el dinero de adelanto
por el libro! No podía creer mi suerte. Pasé los siguientes tres meses
trabajando en el libro.
Tan pronto terminé el libro, mi visa expiró y tuve que regresar a
Japón. Tiempo después, Klaus dijo que cuando recibió el texto de Hiawy
Oram inmediatamente recordó ese furioso joven artista japonés y pensó
que era el indicado para ese trabajo. Yo no creo que fuera furioso…
Por cierto, respecto a lo que contaba antes de la librería, un día
estaba hablando sobre el anciano de barba blanca a los editores de
Benn’s, y les decía que me sorprendía cómo podía estar siempre quieto en
la misma posición sin moverse… Los editores se volvieron a mirar con
cara de asombro y rompieron a carcajadas. Me dijeron que no se trataba
de una persona real, que era una figura de cera de Sigmund Freud. Había
sido hecha para la campaña del libro de Ralph Steadman sobre Freud. Bernard Stone
se quedó con la figura de cera y la puso en la librería. Pero me
dijeron también que no era la primera persona que cometía ese error, y
que todo el mundo la confundía con Bernard. Muchos clientes llegaban a
la figura de cera y le preguntaban por el precio de algun libro o
cualquier otra cosa. El pequeño hombre calvo que siempre estaba ocupado
escribiendo a máquina o hablando por teléfono en la mesa junto a la
figura de cera era Bernard Stone, y yo pensaba que era su secretario…
Con el tiempo, Bernard y yo nos hicimos buenos amigos.
¿Cómo nació Boots, tu famoso gato?
A menudo me pedían que dibujara gatos cuando diseñaba tarjetas de
felicitación. Comencé a dibujar ese estilo de gato cuando era joven,
pero no podía encontrar historias para ellos hasta que escribí Comic Adventures of Boots.
Ese libro no recibió mucha atención y no me planteé hacer más. Pero el
libro aún se reimprime, y me he topado con gente a quien le gusta, así
que estoy pensando en escribir otro cómic con las aventuras de Boots.
¡Pero si Boots se encuentra hasta en los sellos postales de Reino Unido!
Realmente no supe mucho acerca de eso hasta que salieron. Boots se
encuentra en una serie de sellos de animales de libros infantiles.
Supongo que al director de arte le gustó Boots o no encontró un mejor
gato para su diseño.
¿Cuál de tus libros y personajes es tu favorito?
Me gustan When Sheep Cannot Sleep, Me and My Cat? y Millie’s Marvellous Hat.
Me gustan casi todos los personajes que he inventado (Sheep, Igor,
Pot-san, etc.), y de hecho tienen más vida en mis cuadernos de bocetos
en forma de ideas y garabatos. Debería de usarlos más y darles más
espacio para jugar en los libros.
¿Cuál es la mejor parte de viajar por el mundo haciendo talleres con niños?
Conocer a los niños es la mejor parte, pero también disfruto
charlando con los editores, vendedores de libros, bibliotecarios,
profesores, los organizadores de los festivales y con todo el mundo.
Siempre hay experiencias enriquecedoras. Acabo de estar en el festival Bookaroo
en Nueva Delhi. Me di cuenta de que los niños son muy similares, tienen
mucha curiosidad y sentido del humor, y lo mismo me pasó cuando viajé a
México y di algunos talleres. Me dejó impresionado el interés y
entusiasmo que tiene la gente de México, Colombia y Chile por los libros
para niños.
¿Te gustan los libros digitales? ¿Crees que es un nuevo soporte para contar historias?
No conozco mucho acerca de eso. Debería intentarlo. La tecnología
cambia y nuevas cosas aparecen, no hay nada de malo en ello. Estoy
acostumbrado a los libros de papel, pero creo que los libros digitales
tienen su propio futuro. Le voy a echar un ojo.
Sé que el tsunami dejo una fuerte huella en ti, cuéntame algo sobre tu labor con los damnificados.
Visité dos áreas que fueron gravemente golpeadas por el tsunami,
nunca había visto algo parecido. La zona completa fue totalmente
borrada por el agua; no quedó nada, como si hubiera sufrido un
bombardeo. Visité dos albergues para niños e hice algunos talleres. Los
niños estuvieron muy animados y en realidad no se apreciaba diferencia
alguna con cualquier otro niño. Luego, mis amigos y yo estuvimos
limpiando escombros en un campo de arroz, y participamos en
manifestaciones contra la energía nuclear. Todo lo que hice sigue siendo
poco, espero poder hacer más trabajo voluntario en el futuro.
Cambiando de tema, ¿estás trabajando en un nuevo libro? ¿Cómo es?
Estoy trabajando en el segundo libro de Millie y también en el
segundo libro de Pot-san. Pot-san salió hace poco en japón y en el Reino
Unido se publica en 2012. Se trata de una pequeña aventura de un
personaje que es una tetera. También estoy tranajando en historias
ilustradas, principalmente para lectores adultos, pero no sé cuándo
serán publicadas.
Y por último… ya sabes… ¡cuéntame un chiste!
Bueno, no es exactamente un chiste, pero ahí va… Yo solía pensar que
el pescado era un vegetal. Cuando era un niño, odiaba los vegetales. No
comía ninguno, salvo las patatas. Una vez, un niño de mi guardería se
quejó de que no le gustaba el pescado, así que creí que el pescado era
algo que crecía en el campo, como los vegetales que tanto odiaba. ¡Ahora
no tengo ningún problema, ni con vegetales ni con el pescado!
Tomado de la Revista Babar
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