USLAR PIETRI: Me han propuesto en todas partes para el Premio Nobel menos en Venezuela .
Una entrevista de José Pulido.
La
entrevista que le hice en 1997 cuando cumplió 91 años de edad.
En febrero de 1997 entrevisté al doctor Arturo Uslar Pietri para El Universal. Siempre lo visitaba en su casa. Esta vez se hallaba muy solo. Su esposa había fallecido. La foto es de Vasco Szinetar
UNA PASIÓN FRANCESA PARA USLAR PIETRI
José Pulido
Una
alta y enorme ola de libros se eleva y parece a punto de caerle encima. Arturo Uslar Pietri, escritor de 91 años de edad, mencionado varias veces como
candidato al Premio Nobel, va de un lado a otro de la biblioteca con una
agilidad muy especial.
Podría
movilizarse allí con los ojos cerrados: es el lugar donde pasa más tiempo.
Busca datos, notas, párrafos, recuerdos, olores de tintas, aromas de rincones.
En algún momento del día debe hablar consigo mismo preguntándose o
respondiéndose inquietudes relacionadas con la existencia suya. Ha sido un
hombre encerrado en una especie de fortín: Casi nunca sale de allí. Únicamente
su voz y sus opiniones lo hacen. Sus libros, sus ideas, sus declaraciones: Uno
solo de sus libros debe haber recorrido más calles de Caracas que él.
Sin
embargo, en estos días tiene que salir hasta el aeropuerto y subirse a un
avión. Arturo Uslar Pietri se prepara porque el miércoles 26 y el jueves 27 de
febrero realizarán en París un homenaje a su persona y a su obra.
En
realidad, este es un homenaje sin precedentes que ha comenzado desde hace más
de un año con la traducción al francés de los libros Godos, insurgentes y visionarios y Los vencedores. Ahora se
presentará vertida al francés la obra El
camino de El Dorado. Todos estos títulos han sido publicados en Francia por
la editorial Criterion. El traductor de El
camino de El Dorado es Philippe Dessommes Flórez, quien estará presente en
los actos de París junto con otros invitados como el embajador de
Venezuela en Francia; Fernando Ainsa,
director de ediciones de la Unesco; Astrid Avendaño, autora de la obra Arturo Uslar Pietri: entre la razón y la
acción; Francois Delprar, Universidad de París III, presidente del Centro
de Estudios de Literatura Venezolana; Gustavo Guerrero, Universidad de Amiens,
secretario general del Centro; y Ghislain Ripauls, director de colecciones de
la editorial Criterion.
El miércoles
26 de febrero habrá una conferencia en la Sorbona con la intervención de todas
esas personalidades, quienes hablarán sobre la literatura y la vida de Arturo
Uslar Pietri. El jueves, la UNESCO lo tiene como invitado de honor en un
almuerzo con todas las delegaciones latinoamericanas.
RECONOCIDO POR EL MUNDO
El año
de 1997 es un monstruo que a estas alturas ya se ha tragado los mangales, los
caminos, el aire puro del Ávila, las flores, las matas, las arboleadas propias
del valle de Caracas y también ha devorado a casi toda la gente caraqueña que
nació a finales del siglo pasado y comienzos de este. Es un monstruo que rodea
la zona, que ruge en torno a la casa del escritor con ganas de lanzarle una
dentellada.
Arturo
Uslar Pietri es el único autor venezolano que hasta los momentos ha recibido un
homenaje de estas características en Francia.
–Voy a
París invitado por la editorial Criterion, por la dirección de la UNESCO y el
gobierno francés. El acto central va a ser la presentación del libro, y eso tendrá
lugar en la Sorbona, el jueves de la semana que viene. Es una especie de
homenaje que me hacen en la Sorbona con motivo de la aparición de este libro, El camino de El Dorado, en francés.
–¿Qué
significa todo eso para usted y para el país?
–Lo que
está ocurriendo me parece muy satisfactorio para la literatura venezolana, para
nosotros que nos quejamos del poco interés que muestran hacia nuestra
literatura. Esto se inscribe en un proceso intelectual muy importante que está
ocurriendo en Francia.
–¿Podría
explicarlo?
–Después
de la II Guerra mundial se inició, particularmente en Francia, por motivos de
la política de enfrentamiento Este–Oeste, un movimiento con un gran prestigio
intelectual que se llamó “la literatura comprometida”, cuyo campeón era Sartre.
Eso trajo como consecuencia que todo el interés de las principales editoriales
se volcara hacía la literatura comprometida, hacia toda la literatura que
estaba a favor de la revolución mundial. Los escritores que no estábamos en
eso, que andábamos preocupándonos en cosas más permanentes pasamos a un segundo
plano e incluso a un plano de menosprecio.
–Su
obra ¿no fue editada antes en Francia?
–Yo fui
el primer escritor latinoamericano publicado por la editorial Gallimard, que es
una de las más prestigiosas de Francia. Gallimard editó Las lanzas coloradas. Eso anunciaba un gran interés por un escritor
que tenía 24 años, y acababa de publicar ese libro. Sin embargo, vino el oleaje
de la literatura comprometida y el interés de las grandes editoriales por mi
obra disminuyó durante años. Lo que importaba era con quién se estaba afiliado,
si se estaba dentro de la onda de la revolución o no.
–Resultó
una etapa difícil para usted y para otros autores…
–Hace
muchos años, cuando comenzaba esa situación, un gran escritor francés, Julián
Benda, publicó un libro que se llama La
traición de los intelectuales, en el que decía que los intelectuales
estaban enrolándose en una lucha política subalterna y estaban perdiendo de
vista el gran papel tradicional de gestores de pensamiento, de inteligencias
abiertas, de cuestionadores de lo que está ocurriendo y que eso era muy
lamentable y que iba a tener negativas consecuencias. Y las tuvo.
–Las
circunstancias han cambiado.
–Con el
colapso de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín ese panorama cambió
radicalmente. Ya venía cambiando hace tiempo y hoy en día la literatura
comprometida es cosa del pasado. En este momento hay una gran revalorización en
Europa, particularmente en Francia y en España, de toda la literatura que quedó
arropada por la literatura comprometida. Están buscando a los escritores que no
se enrolaron, a los que pensaron por su cuenta, a los pensadores que expresaban
cosas desde un punto de vista personal, individual y original.
–Volvieron
al instante en que el nombre de Arturo Uslar Pietri les llamó la atención con
Las lanzas coloradas.
–En esa
búsqueda se ha vuelto a despertar el interés por mí en Francia y esta editorial
Criterion, con apoyo de la UNESCO, ha venido publicando mi obra en francés:
este es el tercer libro en un año y pico. Para mí es doblemente satisfactorio
porque es un reconocimiento al más alto nivel, a la importancia que fuera de
Venezuela tiene mi obra y es al mismo tiempo una afirmación de que la validez de
mi obra es permanente. En este momento en que se ha liquidado toda esa
literatura comprometida, reaparecen unos autores que estuvieron muy desdeñados.
Yo no
entré nunca en la literatura comprometida, yo no me enrolé en el compromiso
político de izquierda que dominó a la literatura francesa durante muchos años y
gran parte de la literatura europea y de la hispanoamericana.
–Su
obra ha sido traducida a varios idiomas. Usted ha contado con un reconocimiento
internacional ¿no le parece?
–Libros
míos han sido traducidos al francés, alemán, chino, checo, ruso, serbo–croata.
El caso mío es muy particular. Durante muchos años hubo una verdadera antipatía
por mi obra, que yo no voy a decir quiénes la sintieron ni por qué; que lo
investiguen otros. Y desapareció el estudio de mi obra de las universidades.
Hubo una actitud por motivos políticos locales: yo no estaba vinculado a los
grandes partidos que dominaron el país, yo no tenía la simpatía de la gente que
se hallaba vinculada a esos movimientos y entonces se trató de disminuir mi
importancia y de mencionarme lo menos posible.
Aquí se
llegó a extremos de que, a niveles muy altos del pensamiento de la docencia
universitaria, se hicieron listas de los principales escritores venezolanos y a
mí no se me incluía. Me han propuesto en todas partes para el Premio Nobel
menos en Venezuela. Yo no he tenido familia política, no he tenido un partido
detrás de mí, en todo caso ha habido desinterés puesto que no me pueden
utilizar. A nivel universitario es más lamentable porque ahí no debió llegar la
pasión política hasta el extremo de haberme excluido del campo de la enseñanza
literaria a nivel universitario: Lo que importa son los pensadores y lo que
dicen.
–Pero
Monte Ávila le publica ¿no es cierto?
–Hay
varios libros míos en Monte Ávila, que están por salir desde hace tiempo y yo
espero que salgan. Casi no he editado en Venezuela. Monte Ávila ha editado
algunas cosas mías, pero la mayoría de mis ediciones han sido hechas afuera, en
México y España. En este preciso momento acaba de aparecer en México un libro
de 800 páginas preparado por Carrera Damas, con una muestra de mi obra
literaria.
LA SOLEDAD ES MAYOR
La casa
de Arturo Uslar Pietri siempre ha sido un lugar rodeado de grama, de mangos, de
cercas que van perdiendo el equilibrio. Adentro, los libros han ido elevándose en
hileras implacables hasta tocar el techo. Es una casa que muestra unas cuantas
puertas clausuradas, por donde ya no se transita. Cuando doña Isabel Braun,
esposa del escritor, estaba viva, las plantas parecían más frescas, las obras
de arte que adornan algunas paredes tenían un brillo de protección museística y
ninguna araña osaba tejer su tela entre un libro y otro.
–¿No es
demasiado fuerte la ausencia de su esposa?
–Es una
tragedia horrible. Vivimos 57 años de matrimonio perfecto, nunca tuvimos ningún
problema. Era una mujer admirable, pero aparte de eso yo he sido un hombre muy
solitario, no he sido nunca un hombre de grupos. Pienso que la obra de un
intelectual es fundamentalmente una obra en solitario, de hombre que
reflexiona. Yo salgo muy poco. Durante semanas enteras no piso la puerta de la
calle. Desde que nos casamos vivimos aquí. Yo he podido vivir en cualquier país
del mundo, de este planeta y sin embargo me he quedado en Venezuela.
–¿Qué
aconseja hoy a los autores jóvenes?
–Que se
enserien, que piensen más en el mundo que en la pequeña capilla literaria que
los rodea. Que tengan una visión abierta de cuáles son los grandes problemas de
hoy en día en América Latina, de Venezuela y el mundo y que se salgan de esa
especie de parcelita en que han ido cayendo todos, encerrándose en una
insignificancia evidente porque lo que están es ocupándose de cosas que no
tienen más interés que para el pequeño grupo dentro del cual funcionan.
–¿Escribe
ahora en computadora?
–El
periodismo lo sigo haciendo, pero estoy en una situación muy difícil por la
falla de los ojos. Claro: no puedo escribir en máquina, que es lo que he hecho
toda mi vida: sentarme ante una máquina de escribir. Muchísimo menos puedo
entrar a trabajar con un procesador de palabras o meterme en Internet, de modo
que todo eso se me ha convertido en una cosa inaccesible y entonces estoy
limitado a dictar. Ya es una relación muy distinta, otra manera, otro medio,
otra técnica de expresión que impone consecuencias, limitaciones, matices.
–¿Es
cierto que está escribiendo otra novela?
–Desde
hace muchos años tengo la idea de una novela que no sé si voy a hacer
finalmente, con todas estas circunstancias... con estos problemas. Era una
novela sobre lo que fue la ciudad de Potosí en la época colonial. Esa ciudad
era un mundo mágico, que además sirve bastante para explicar la formación de
América Latina. Ese es un tema que me ha interesado muchos años, en torno al
cual ha reunido bastante material pero...
Arturo
Uslar Pietri corta la frase momentáneamente mientras le echa una mirada intensa
a la biblioteca, a las rumas de libros, a las sombras frescas que se escurren
en las esquinas de la sala y caen como oscuro caramelo en los cucuruchos de los
rincones. Afuera suenan los motores del 1997 cual disparos de artillería contra
ese fortín, ataques del monstruo capitalista del 1997 contra el señor que
protege la última muralla del ayer. El escritor vuelve al tema diciendo:
–He
reunido bastante material, pero estoy un poco como Moisés...
–¿Qué
ocurrió con Moisés?
–Qué
vio la tierra prometida pero no entró en ella.
El
Universal
21
de febrero de 1997
José Pulido. Fotografía de Gabriela Pulido Simne |
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