jueves, 29 de septiembre de 2022

Valencia memoriada, poema libro de Marisol Pradas y Anna Fioravanti

 




Valencia memoriada, es un poema libro perteneciente a la colección Valencia Horizontal, realizado en conjunto por Marisol Pradas y Anna Fioravanti.




Cuando llegué a Valencia,

Ella era mujer de anchas caderas y largas piernas verdes

Permitía  vestirme  de  fucsia con zapatos azules.


Deambulé esta ciudad cuando el mañana era apenas sospecha

Entendí que ya estaban muertos oficios que me aguardaban.


Buscaba sin cesar lo que llegó en diferente forma

  

Amé algo inútil que sin embargo dijo, adentro,

era mi forma perfecta

cuando me separé del error, del jamás y del siempre




Conocí el dolor pero nunca como aquel vestido de hierro


Implacable

  

Aun conservo el atardecer en los ojos, el neutral amanecer en mis oídos.


Mi voz hizo en el tiempo lo que esta ciudad hace: Estremecer


Valencia partida en dos como el recuerdo...




La fragancia naranjal huyó de los poros.


Las ruinosas calles del centro me enseñaron a cultivar un puente de fe,

crecimiento, purificación y amor interior.

Reconocer lo más valioso que estaba ante mí y no veía.

hasta perderme y encontrarme en su corazón y reconocer el arquetipo

De mi nueva madre ampulosa en los árboles,


Mar de fondo en tierra firme.



 







Me has mirado con la notoriedad de hacerme sentir amada,

por eso entiendo a los pájaros que te circundan y anidan

y el concreto que intenta cristalizar fantasías y memorias.


Después de mi hermoso girasol,

mi marinero ataviado de estrellas,

mis amantes sin gloria,

me sumergí en el reparto de la fugaz enredadera del tiempo.


Finito océano de colores inesperados. 




Valencia me has hecho llorar, perfumar delirios

Amar como la primera vez es lo que merece quien ahora me ama

sin importar haber pertenecido a tus calles,

a tu río turbio,

tus calamidades ruinosas,

las mascaras de los conflictos y las perdidas.

Valencia, aun me animas a encender deseo


A entre mecerlos…


a colocar papagayos en el cielo

a rezarte en tus templos,

a admirar los religiosos que a tempranas horas cierran las puertas de la Iglesia,

a ver el vuelo de tus pájaros

a confundirme entre la gente

a teclear tus tañidos.





Tomado de Azul Fortaleza.


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