Manuel Vicente Romero García. |
Estimados liponautas
Hoy tenemos el gusto de compartir una entrevista inédita, en la red, al escritor venezolano Manuel Vicente Romerogarcía, autor de la novela Peonía, la primera novela "venezolana", publicada en el periódico valenciano Don Timoteo. la colección completa de este periódico fue donada por los herederos de su fundador Don Pedro Medina Ruiz a la biblioteca “Enrique Tejera" del ateneo de Valencia. Actualmente los espacios del ateneo fueron confiscados por el actual gobierno venezolano y fueron convertidos en lo que actualmente es llamado Museo de arte valencia (MUVA)
Felipe Herrera Vial. |
La entrevista fue encontrada por el escritor Felipe Herrera Vial y publicada en su libro Estampas Valencianas.
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10 de diciembre de 1901
PACO
PAEZ, saluda atentamente a su estimado amigo, General M. V. Romerogarcía,
exigiéndole se sirva concederle un pequeño interview.
Con
la cultura y caballerosidad que le son peculiares al General Romerogarcía,
inmediatamente fui atendido; y dos horas después me encontraba en la linda
quinta que habita en la Avenida Camoruco.
El
General vestía ligero traje de coplé de hilo amarillo, calzaba pantuflas de
cuero de bisonte; y adornaba su cabeza con un bordado gorro, regalo de una señorita
vecina.
Ratificado
el objeto de mi visita, me manifestó no tener inconvenientes para responder a
mis preguntas, por lo cual empecé el interview de la manera siguiente:
Paco
Páez. ― He oído decir, General, a algunas personas, que usted tenía
conocimiento del último plan revolucionario descubierto por el Gobierno; es
cierto eso?
General.
―Falso; me lo suponía, conociendo como conozco, las continuas quijotadas de los
distintos círculos revolucionarios de la capital.
PP.
― También he oído decir, verdad que a muy pocas personas, que usted envía
constantemente noticias políticas al Gobierno,
noticias políticas de lo que" pasa aquí ¿Es cierto?
G.
— Igualmente falso; estoy concentrado únicamente a reponer mi salud un tanto quebrantada;
y no quiero que se relacione con esta
tierra de hipócritas y felones.
PP.
― Sabe usted quienes son las personas que propagan estas noticias?
G-
Lo se de positivo; y las aplazo para cuando llegue el momento de hacerlas fusilar
al pie del monolito.
Monumento a Carabobo o Monolito de la Plaza Bolívar de Valencia. 1899 |
PP.
-- No se arrepentirá usted llegado el caso?
G.
― Jamás, creo que a Venezuela se le debe hacer el bien de acabar con tanto sinvergüenza, que a trueque de conseguir un
puesto público, cometen las mayores iniquidades Y para, que usted se convenza
de ello, mire esta lista donde están todos
apuntados. A su tiempo me prometo hacer un nuevo escarmiento.
PP-
— ¿Qué opina usted General, de este desenvolvimiento social e intelectual de
Valencia?
G.
Le recordaré un refrán que dice: “todo principio violento tiene fines melancólicos”.
PP.
— No fue Ud. antenoche a la función de los salesianos?
G.
— En materia de religión tengo mis ideas fijas; y no creo en otra cosa sino en
la caridad que se distribuye entre los necesitados. Con el bolívar que hubiera
dado en la entrada, bien puedo dar hoy que almorzar a dos personas.
PP. — Refiérame usted lo que le paso con el
General Montilla.
G.
— Con mucho gusto. Le encargué me solicitara una cocinera buena, sola y como de
cuarenta años; y dos días después me envió dos de a veinte abriles cada una. En la tarjeta de remisión me decía, que no
habiendo podido conseguir una de cuarenta me enviaba dos de a veinte, pues era
lo mismo que peseta, de cuatro reales que dos de a dos.
PP.
— ¿Le gusta usted esta casa, General?
G.
— Muchísimo; tengo la ventaja de estar constantemente
visitado a causa de mis bellas vecinas; pero desde ahora voy a poner una
tarifa: cinco pesos por cada suspiro o mirada incendiaria que dirija desde aquí.
Después
de haber sido gratamente obsequiado por el General con una copa de magnifico oporto,
me despedí de él, ofreciéndole otra visita en esta Semana.
FELIPE
HERRERA VIAL pag 173
El
día 11 de diciembre aparece una carta, decía así:
GENERAL
ROMEROGARCIA
Al
pie de estas líneas publicamos la interesante carta política que con fecha de
ayer nos ha dirigido nuestro apreciado amigo General Manuel Vicente
Romerogarcia:
Valencia,
10 de diciembre de 1901.
Señor
Director de Don Timoteo.
Estimado
amigo: Tiene esta carta por objeto saludar a usted y ratificar pública,
explicita y solemnemente las declaraciones que --burla burlando— hace su
espiritual cronista Paco Páez en la edición de hoy. Yo no tengo compromisos con
el Gobierno ni con la revolución; y de hacerlos con ésta no me entendería con
las honorables nulidades que dirigen círculos locales porque me inspiran el más
profundo desprecio: convidaría a los hombres de acción de todos los partidos a
que los que se alzan, a los que pelean, a ese brillante núcleo de Jefes y
Oficiales que han consagrado con lealtad, arrojo y decisión la gloria militar
de Carabobo. Soy amigo del doctor Maldonado mucho antes de que éste fuera persona
prominente en la política venezolana; he recibido de él atenciones y
consideraciones que agradezco y condeno la relación que se incuba contra ese
Magistrado porque sé que el remedio es peor que la enfermedad; porque las
soluciones de nuestra política vienen de otra parte; porque el elemento oficial
de aquí hará lo que su Jefe le ordene sin que puedan los charlatanes que han
venido mil veces vendiendo su honor y su conciencia cambiar los rumbos de
arriba.
Yo
soy una campana que le repica lo mismo a Dios que al Diablo, porque nada debo a
los políticos de Venezuela, y los chismosos, los intrigantes y los calumniadores
de Valencia, pueden rogar que no suene un tiro en Carabobo por que voy a hacer
un escarmiento: ellos no tienen una espada, un caudillo; están condenados al
fracaso y el que caiga en mi poder se muere; las mujeres de esos miserables se
las daré a la tropa. Y conste que no hago la guerra entre las enaguas de las
mujeres, saltando paredes y escribiendo papelitos con pseudónimos: a mi no se
me olvidan las claves.
Soy
su affmo. amigo, M. V. Romerogarcia.
El
cronista Paco Páez, escribe, el 16 de diciembre en su columna COMAS Y PUNTOS. —
Una polvareda han levantado los cobardes con la carta de mi amigo el General
Romerogarcía. ¿Y quiénes, me dirán ustedes? ¿Quiénes? Los que se figuran que están
en la lista; los que se figuran que no se puede vivir sino arrastrándose; los
que escriben cartas para Caracas chismeando a los buenos servidores de la
presente situación; los que descubiertos en sus planes criminales, ya se
sienten caer sobre sus cabezas la cuchilla vengadora. Yo que conozco íntimamente
a Manuel Vicente, sé que cumplirá su palabra.
Es
esta tierrita que se está descomponiendo; aquí donde hay tanto felón que al
mismo tiempo que le tiende la mano, trata de hundirle el puñal por detrás; aquí
donde muchos creen que no hay más dignidad que las que ellos tienen, ya hecha
jirones, y que un saludo dirigido por ellos es una altísima honra, es, no indispensable,
sino necesario que de cuando en cuando un valiente que no les tema y los desprecie
por bajos y miserables, les quite la careta y les flajele las espaldas con el látigo
de la dignidad. Por eso la carta de Romerogarcía es un adelanto de cuentas que
tiene que saldarse: ya lo saben, pues, los deudores.
Monumento a Carabobo o Monolito de la Plaza Bolívar de Valencia. |
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