sábado, 31 de agosto de 2024

Adriano González León a 13 Voces. Un cortometraje de Iván Feo


Adriano González León  (Valera, 14 de noviembre de 1931-Caracas, 12 de enero de 2008).



Estimados Liponautas

Hoy tenemos el gusto de compartir con ustedes el cortometraje hecho por el finado Iván Feo (n. CaracasVenezuela, 3 de marzo de 1947 - f. Caracas, Venezuela, 5 de agosto de 2024),  Adriano a 13 Voces. 

Iván Feo (n. CaracasVenezuela, 3 de marzo de 1947 - f. Caracas, Venezuela, 5 de agosto de 2024)



Este corto de 25 minutos fue realizado para celebrar los 35 años del Premio de novela "Biblioteca Breve" (Seix-Barral) a "País portátil" de Adriano González León  (Valera, 14 de noviembre de 1931-Caracas, 12 de enero de 2008).


Disfruten de las imágenes

25 minutos. 2004.


Adriano a 13 Voces... Iván Feo

238 visualizaciones  Fecha de estreno: 15 dic 2020





viernes, 30 de agosto de 2024

Carlos Yusti: La gente debe expresarse artísticamente por encima de las recetas "culturales" del régimen chavista

 



Carlos Yusti: La gente debe expresarse artísticamente por encima de las recetas "culturales" del estado chavista


JUEVES, 17 DE JULIO DE 2008



Carlos Yusti: El arte es una manera de respirar y el aire no tiene matiz político



Carlos Yusti: “Pintar es avanzar por esa vereda donde el color y la imagen también son una escritura”.



Carlos Yusti (Valencia, Estado Carabobo, Venezuela, 1960), es pintor y escritor. Como pintor ha realizado un buen número de exposiciones individuales y colectivas. Como escritor, ha publicado “Vírgenes necias”, “Cuaderno de argonauta”, “De ciertos peces voladores”, “Pocaterra y su mundo” y “Dentro de la metáfora”. Dirige la página de arte y literatura por Internet Arte Literal y Códice. Participa activamente en la revista Rasmia Literaria, que se edita en papel, y sus textos se publican en El Correo del Caroní y en la página cultural Letra Inversa de Noti-Tarde. En 1996 obtuvo el premio de ensayo de la Casa de la Cultura Miguel Ramón Utrera con el libro “Cuaderno de argonauta”. Actualmente reside en Ciudad Guayana, Ciudad Bolívar, donde se desempeña como director de las revistas Fauna Urbana y Fauna Nocturna. Tiene alrededor de cuatro libros inéditos.


Franklin Fernández.


Carlos Yusti. Fotografía de Yuri Valecillo. 1980

F.F. -¿Qué es el ensayo para un escritor de altura como Carlos Yusti?


C.Y. –Eso de altura produce un poco de vértigo. El ensayo es un género bastante maleable lo que permite abordar los temas con algo de poesía, narrativa o crónica, un poco de erudición y lectura por acá; también algo de filosofía y cosa por allá. Uno se puede tomar algunas licencias a la hora de escribirlos buscando quizá desbrozarlo de cierta rigidez académica, de ese profesoral y casposo estilo. Algunos ensayistas también van por la novela o el cuento debido a que al ensayista no se le considera del todo escritor en mayúscula. El ensayo escrito desde la pasión y la inteligencia puede llegar a ser una pieza literaria creativa de altos vuelos para contrarrestar el vértigo de tantos cagatintas iletrados que pululan por las escuelas de letras y periodismo.


F.F. –Usted, además de escritor, también pinta. ¿Cómo es la relación de un ensayista con la pintura?


C.Y. –A manera de broma digo que pinto para no escribir y viceversa. Me gusta hacer crítica de arte, explorar a través del ensayo el universo paralelo de los pintores y sus creaciones. Esto me llevó a la pintura para conocer las técnicas y los materiales que utiliza el pintor. Pintar es avanzar por esa vereda donde el color y la imagen también son una escritura. Escribir es la posibilidad de explorar en nuestro mundo interior, es tratar de aprehender el alfabeto de nuestro espíritu. Escribir y pintar, actividades que realizo desde una posición amateur, desde esa nada agradable posición del outsider, pero no sufro por ello.



F.F. -Sus textos suelen ser autobiográficos. Su visión crítica del mundo la sustenta de sus lecturas, de sus vivencias, de su propia experiencia de vida… ¿no es cierto?


C.Y. –Pienso que la escritura es un pasar en limpio las vivencias, un saldo de cuentas con lo vivido y con la experiencia leída. También es una manera de recuperar eso, que con el transcurrir de los días, hemos olvidado; recuerdos que están en nosotros, pero que parecen flotar en una zona muerta. La escritura es una manera de instaurar memoria donde por decreto o por dejadez mental florece el olvido o se amaña la historia con mitificaciones espurias para que la foto de los héroes impolutos no quede movida.


F.F. -¿Qué tanto influye en sus ensayos el ambiente social o político de un país?


C.Y. –Escribir al margen de los vaivenes políticos y sociales es una soberana estupidez. Susan Sontag que es una escritora por la que no siento mucha devoción escribió: “La primera tarea de un escritor no es tener opiniones, sino decir la verdad... Y negarse a ser cómplice de mentiras e información errónea. La literatura es la casa del matiz y de la indocilidad a las voces de la simplificación. La tarea del escritor es que sea más difícil creer a los saqueadores mentales”. La verdad es relativa, pero la responsabilidad del escritor está en darle majestad y magia al lenguaje cuando desde el poder, político o religioso, lo vacían de contenido o lo convierten en formulas publicitarias, en lugares comunes mediáticos o en oraciones retrogradas, genuflexas y ortodoxas.

Juan Liscano y Carlos Yusti. Fotografía de Yuri Valecillo



F.F. -¿Cómo hace un ensayista para estar “Dentro de la metáfora”?


C.Y. –No estamos a salvo del ridículo ni del absurdo cotidiano y un poco mi último libro Dentro de la Metáfora trata de subrayar ese mecanismo insólito que a veces atrapa a escritores y poetas. Hay una metáfora babosa que chorrea detrás de la normalidad de todos los días, baba que nos salpica a todos por igual, pero que el escritor registra en sus cuentos, poemas, novelas y ensayos. Estar dentro de la metáfora es formar parte de esa gran relojería fantástica que es la literatura y el escritor, el pintor o el poeta tarde o temprano termina como personaje de esta charada metafórica.


F.F. –Hay una frase suya que dice: “Todo escritor, consagrado o que apenas se inicia, tarde o temprano se topa con el bloqueo creativo, se enfrenta a esa pared lejana del silencio”. ¿Es el silencio un indicio de perpetuidad para Carlos Yusti?





C.Y. –Hay un proverbio árabe que dice más o menos así: “No escribas o digas nada que no sea más bello que el silencio”. Desde este punto de vista el silencio tiene un sentido trascendental impecable/implacable. El silencio para mi es no pintar, es no escribir una línea en lo absoluto. Un silencio desde esta perspectiva es la peor tortura, el más humillante de los encierros.


F.F. -¿Cuál es el eje principal en toda su obra? ¿Qué se propone usted con sus ensayos, con sus poemas, con sus pinturas?


C.Y. –El eje fundamental de los pocos libros que he escrito y publicado sería el lenguaje en una situación especial, el lenguaje sometido a las vicisitudes creativas de la vida y de los parámetros lexicales del tiempo que me ha tocado en suerte. Trato de sacarles chispas de belleza al lenguaje, intento crear belleza a partir de una frase, de un párrafo sin dejar las buenas y malas pasiones que me circundan. Como creador me preocupo que mis textos y pinturas agreguen humanismo, belleza y alma a un mundo de groseros apetitos en el cual se reivindican valores contrarios al espíritu.


F.F. –Parafraseando a Vargas Llosa. Al escribir, ¿suelta usted sus demonios?


C.Y. –Más que soltar los demonios, los domésticos, les doy un poco de urbanidad, pero en fin siguen siendo demonios.

F.F. –Carlos, ¿qué se siente al terminar un libro de ensayos?


C.Y. –Es vez de un libro más siempre me digo un libro menos. Esto me permite retomar otros textos y comenzar el ciclo de nuevo. No caigo en esa cursilería barata de considerar los libros como hijos y se a la perfección que son el esfuerzo de una actividad que en nuestro país es mal recompensada. Aquí se es escritor a fuerza de ganas y obstinación y esto es lo endemoniadamente interesante de este oficio. Sin mencionar que el ensayista es un paria del mundillo literario, especie de descamisado que parece estar demás en todos lados.


F.F. -¿En qué lectores piensa constantemente Carlos Yusti? ¿Quiénes han influido más en sus ensayos? ¿Cuáles son sus libros de cabecera?


C.Y. –En Valencia formé parte de un grupo literario, pero en verdad era un grupo de bebedores con veleidades de escritores. No obstante más que la caña nos unió una fe ingenua y algo pagana por la literatura. Nos encontrábamos en algún bar o en uno que otro café y leímos nuestros escritos. Luego nadie quería publicarlos y tuvimos que editar una revista. Esta experiencia me enseñó a pensar el lector. La revista era un panfleto incendiario de groserías y en vez de estilo tenía malos modales. Queríamos que nuestros lectores se sintiesen tocados, para bien o para mal, por la literatura. En estos inicios los lectores son cosas vagas, difusas. Pero un buen día alguien te responde por la prensa sobre algo que escribiste, alguno te detiene en la calle con ganas de partirte el alma por un texto tuyo o en mitad de una charla una persona trae el recorte de un artículo tuyo para recriminarte cierta frases polémicas. En esos momentos uno cae en cuenta que lo escrito hace eco en los demás y entonces escribir se va convirtiendo poco a poco en una responsabilidad, en una ética.


De los autores venezolanos Santiago Key-Ayala, Bolívar Coronado, José Ignacio Cabrujas, Francisco Rivera, Elisa Lerner. De los extranjeros Elías Canetti, Umberto Eco, Francis Bacon, Fernando Savater, Montaigne, Voltaire. Mis libros de cabecera son Extraterritorial de George Steiner, el Diccionario Filosófico de Voltaire y los Aforismos de Georg Christoph Lichtenberg.



F.F. -¿Qué opinión tiene Yusti sobre su obra literaria?


C.Y. –Que podría ser mejor, pero a falta de talento puede que la inteligencia y el empeño den algún fruto exótico. Mis libros no son proyectos pensados o demasiado elaborados y se escriben en el día, en ese trabajo cotidiano en el que se traspapela la vida con lo leído y viceversa.




F.F. –Tengo un poema que dice: un libro es un pájaro cuadrado. ¿Qué representan los libros para usted? ¿Qué son los libros para Carlos Yusti?


C.Y. –Para mi son objetos para el rechazo o el disfrute. Algo de mágico tienen y a veces son como el espejo de la bruja de los cuentos en la que uno como lector intenta verse bello e inteligente. Meterse en un libro es hacerse uno con las palabras y la imaginación. Tengo más aprecio por Don Quijote, Los Tres Mosqueteros, el capitán Ahab y otros personajes que por mucha gente real que conozco, mea culpa.


F.F. –Dice el presidente Hugo Chávez que “cultura es lo que somos, lo que fuimos y lo que debemos ser”. Es decir; la cultura es la vida misma, lo que transformamos en nosotros para un bienestar mutuo. En otras palabras, es lo hace el pueblo con o sin gobierno. ¿Está usted de acuerdo con esa concepción?


C.Y. –Nunca he sido amigo de ideas sumarias o de frases retóricas que buscan simplificarlo todo. Por ejemplo eso de “cultura es todo lo que hace el hombre” me parece exagerado. Los Nazis eran en extremo cultos, pero esto no impidió que gasificaran y quemaran seres humanos. La cultura no es garantía de nada. Mucho menos creo que exista una cultura popular y una cultura de elites. Abogo más bien porque la gente, independientemente de su contexto social, se convierta en protagonista del hecho cultural: que sea Actor y Espectador de la actividad cultural y que independientemente de la calidad estética asuma la literatura, la pintura, la danza y el teatro como una forma de expresarse. Quizá esto no lo convierta en un artista en mayúscula, pero le ayudará entender un poco el proceso creador, le brindará algunas herramientas para ver en la expresión artística una visión crítica y espiritual del mundo.


El Estado siempre quiere que la cultura responda a determinados parámetros políticos e ideológicos, pero creo que la gente debe expresarse artísticamente por encima de las recetas culturales del estado y así el arte pueda vivificarse y renovarse. Siempre tomo como ejemplo el realismo socialista ruso que en vez de tonificar la pintura o la literatura la castró con terribles consecuencias. El arte es una manera de respirar y el aire no tiene matiz político.

Carlos Yusti y Yuri Valecillo. Fotografía de Luis Alberto Angulo.

F.F. -¿Cómo ve el éxito de la democracia en nuestro país? ¿Cómo ves el futuro de Venezuela? ¿Qué es lo que más destacas de nuestro sistema de gobierno? ¿Qué es lo que más admiras de nuestra Revolución? (Obviamente el entrevistador era en ese chavista arrodillado, no sabemos si sigue en esa posición. Cursivas del editor )


C.Y. –Me gusta que la cultura en todas sus facetas pase a primer plano, que sea la protagonista imprescindible. La revolución tiene que ser cultural (note que ya estoy cayendo en el tópico). Que la gente asuma roles de poder real. Que el pueblo deje de ser una consigna gastada y se convierta en protagonista crítico de sus procesos sociales, políticos y culturales para que lo políticos de oficio se jubilen de una vez por todas y para siempre.




Tomada de La Imagen Doble



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Carlos Yusti en Barcelona, con la estatua de Colon al fondo, al final de la Rambla donde desemboca en el puerto.



Carlos Yusti (Valencia, 1959). Es pintor y escritor. Ha publicado los libros Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991); Vírgenes necias (Fondo Editorial Predios, 1994) y De ciertos peces voladores (1997). En 1996 obtuvo el Premio de Ensayo de la Casa de Cultura “Miguel Ramón Utrera” con el libro Cuaderno de Argonauta. En el 2006 ganó la IV Bienal de Literatura “Antonio Arráiz”, en la categoría Crónica, por su libro Los sapos son príncipes y otras crónicas de ocasión. Como pintor ha realizado 40 exposiciones individuales. Fue el director editorial de las revistas impresas Fauna Urbana y Fauna Nocturna. Colabora con las publicaciones  El correo del Caroní en Guayana y  el Notitarde en Valencia y la revista Rasmia. Coordinó la página web de arte y literatura Códice y Arte Literal. Actualmente es coeditor de la revista digital Cárcava


jueves, 29 de agosto de 2024

Un día de recreación y sano esparcimiento para los niños en la plaza Andrés Eloy Blanco el 06/09/24




 




El CC de Agua Blanca- Santa Cecilia tiene el gusto de invitarlos al segundo Full Camp el 6 de septiembre en la plaza Andrés Eloy Blanco.
Un día de recreación y sano esparcimiento para los niños de 7 a 12 años

Costo: 5$

Actividades:

-Juegos Scouts

-Elaboración de compost

-Pádel

-Basket

-Aviones de papel
 
Y todos los niños tendrán su respectivo  Refrigerio.


Lugar: Plaza Andrés Eloy Blanco, avenida Andrés Eloy Blanco cruce con calle 123 (Santa Cecilia). La calle 123 es la  que está, en el sentido Norte-Sur, antes de la Rojas Queipo, y  frente a la iglesia Inmaculada de Camoruco, la llamada iglesia de los italianos en la avenida Bolívar.

Mayor información por los siguientes teléfonos:
0414-4195008
0414-4266645


Estatua de Andrés Eloy Blanco en la plaza Andrés Eloy Blanco.Foto de Lizett Álvarez, agosto de 2018. Imagen tomada de Robo de Bronce.







miércoles, 28 de agosto de 2024

El "Estoicismo" con incontinencia verbal de Elon Musk

 




MENS SANA IN OFICINA CON VISTAS

Una “doctrina de esclavos” para entender a jefes y empleados de hoy: el estoicismo ha vuelto




Una doctrina filosófica de hace 24 siglos que invitaba a aceptar la realidad tal cual es y ofreció consuelo a los más pobres y vía libre a los más ricos goza de éxito en forma de libros, ‘podcasts’ y ‘hashtags’ en las redes sociales



Elon Musk, un multimillonario que, según cuentan, duerme a veces en el suelo.



MIQUEL ECHARRI


Barcelona - 09 DIC 2023 - 00:30 VET

40

De las Meditaciones de Marco Aurelio a los podcasts sobre pensamiento práctico más populares del planeta, el estoicismo conserva una sorprendente vigencia. Ahora mismo, es una de las doctrinas antiguas más divulgadas en la red y la filosofía de cabecera de la élite empresarial disruptiva, de Kevin Rose a Elon Musk pasando por Bill Gates, Jack Dorsey, Jeff Bezos o Warren Buffett. Pioneros como Tim Ferriss contribuyeron a introducirla en Silicon Valley hace alrededor de 10 años, integrada en un sugerente cóctel posmoderno de taoísmo, confucionismo y meditación zen.

Elon Musk. Foto de Daniel Oberhaus (2018).

Algunos analistas atribuyen su popularidad en el primer cuarto de este atribulado siglo XXI a que se trata de una filosofía práctica, una “escuela de vida”, en palabras del propio Ferriss. Pero, ya en 2016, Olivia Goldhill se preguntaba en un preclaro artículo en Quartz qué podrían estar aprendiendo Gates y compañía de una doctrina milenaria “concebida por esclavos griegos” que predica que el éxito es una ilusión y que hay que cultivar la austeridad y la renuncia como camino preferente hacia la virtud.



Sandy Grant, filósofo de la Universidad de Cambrige, describe el estoicismo como una corriente intelectual que se propuso “aportar consuelo a los oprimidos” en un mundo “de esclavos y de jerarquías rígidas” en el que las mujeres eran consideradas “propiedad” de sus padres, hermanos o maridos. Incluso al divulgador filosófico Ryan Holiday, autor de éxitos editoriales como Estoicismo cotidiano: 366 reflexiones sobre la sabiduría, la perseverancia y el arte de vivir, le resulta paradójico que los estoicos modernos parezcan proliferar sobre todo en la cúspide de la pirámide social, no en su base.


El estoicismo nuestro de cada día

¿Qué tiene de estoico Elon Musk? A juzgar por uno de los boletines oficiales del neoestoicismo contemporáneo, el blog de Holiday, The Daily Stoic, bastante poco. La página le reconoce méritos empresariales incuestionables, pero le reprocha una incontinencia verbal que hubiese exasperado al estoico por excelencia, el emperador Marco Aurelio.





Musk, en opinión de sus correligionarios convertidos en detractores, tendría “demasiadas opiniones”. Sería demasiado proclive a “embarcarse en rencillas mezquinas, faltar al respeto a sus empleados con discapacidades, difundir desinformación y propaganda, atacar a periodistas” y, en general, “a dejarse arrastrar por las guerras culturales contemporáneas”. Ninguna de esas actitudes les parece muy compatible con la serenidad, la virtud, el equilibrio y el silencio interior que promueve la doctrina estoica.


Es más, con la adquisición de Twitter, hoy X, Musk se habría convertido en promotor directo de una cultura de la inmediatez y el ruido del todo incompatible con esa escuela de pensamiento. De poco serviría, en consecuencia, que haya leído con avidez la obra del triunvirato estoico (Séneca, el esclavo Epicteto y Marco Aurelio) o que se imponga superficiales ejercicios de endurecimiento del espíritu como dormir en el suelo de sus fábricas en periodos de crisis. El estoicismo, para Daily Stoic, es otra cosa.


Oscar Lagrosen, redactor de Medium, sí que acepta sin apenas reparos la tesis de que Elon Musk vendría a ser “el moderno Séneca”. ¿Sus argumentos? Tanto el filósofo cordobés como el emprendedor nacido en Pretoria fueron los hombres más ricos de su época: los más de 2.600 millones de dólares que posee Musk vendrían a ser el equivalente aproximado a los formidables 300 millones de denarios que acumuló Séneca. Más aún, ambos amasaron sus fortunas haciendo ejercicio de la virtud, “sin atisbo de corrupción”, tuvieron la disciplina necesaria para sacar el máximo partido de sus respectivos talentos e hicieron “el bien” sin esperar retribución ni reconocimiento. Lagrosen atribuye a Musk una hazaña altruista muy publicitada en su día pero sobre la que los analistas no se acaban de poner de acuerdo: haber donado una parte sustancial de su fortuna para paliar el hambre en el mundo, aunque no quedase del todo claro cuándo, a quién y en qué condiciones concretas.




Por supuesto, tras valoraciones tan dispares se esconden formas divergentes de entender el estoicismo. Para académicos como Sandy Grant, John Sellars o Víctor Gómez Pin, esta sabiduría ancestral debe contextualizarse, interpretarse y, si procede, aplicarse, atendiendo a su complejidad y sus matices. Para divulgadores con o sin pedigrí filosófico, como Lagrosen o Massimo Pigliucci, bastaría, tal vez, con hurgar en el desván de la vieja doctrina, identificar algunas ideas con atisbo de vigencia y añadirles un discreto barniz de esotería o de autoayuda. De ahí la proliferación de podcasts que aportan “recetas estoicas” para disfrutar (o sobrellevar) la vida cotidiana, pero con frecuencia soslayan u omiten la pregunta fundamental: ¿en qué consistió verdaderamente el estoicismo?


Los chicos del pórtico



El estoicismo es una escuela filosófica fundada por el sabio chipriota Zenón de Citio en la Atenas de principios del siglo III antes de Cristo, en pleno periodo helenístico. Los estoicos se reunían bajo un pórtico ateniense, la stóa, y allí elaboraron una ética personal basada en la persecución de la felicidad y la virtud a través del comportamiento racional, el autocontrol y la tolerancia. Sus ideas echaron muy sólidas raíces en la Roma imperial en siglos posteriores y acabaron convirtiéndose en la corriente intelectual y espiritual hegemónica, difundida en todos los niveles de la sociedad. Gates, Bezos y compañía conocen perfectamente los hechos, pero no parece ser esa la vertiente del pensamiento estoico que les interesa. Ellos se limitan a comprar, con entusiasmo un tanto acrítico, el estoicismo de Tim Ferriss, definido como “un sencillo e inmensamente rico libro de recetas para obtener resultados óptimos con esfuerzos mínimos”.


El estoicismo, tal y como lo entiende Ferriss, vendría a ser una variante sofisticada del mindfulness combinado con la exaltación del liderazgo empresarial y la cultura del esfuerzo. Otros divulgadores recientes se han esforzado, pese a todo, por despojarlo de esa pátina elitista y promover una doctrina estoica de orientación popular, apta para todos los públicos. Es el caso de El pequeño libro del estoicismo: Sabiduría, resiliencia, confianza y calma de la mano de los filósofos clásicos, de Jonas Salzgeber.


Otras muestras de esa sabiduría helenística al alcance de todos los bolsillos serían El camino del estoico, de Ollie Snider o Estoicismo para tu día a día. Una guía filosófica para ser más tenaz, tranquilo y resiliente. En casi todos estos ensayos más o menos cercanos a la autoayuda resulta clave el concepto de “resiliencia”, esa cualidad hoy tan de moda y que la RAE define como la “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”. Consuma estoicismo en juiciosas dosis homeopáticas y será usted cada vez más resiliente. ¿Así de sencilla y práctica resulta la “receta” de los discípulos de Zenón de Citio?


En conversación con ICON, Víctor Gómez Pin recomendaba “disipar la confusión” recurriendo a las fuentes. Es decir, accediendo al estoicismo original (y a las interpretaciones rigurosas que los expertos vienen realizando de él desde entonces) en lugar de conformarse con sucedáneos “interesados, vulgares y triviales”. Eso es lo que se ha propuesto hacer Arpa Editores con la reedición reciente de uno de los textos canónicos del corpus estoico, las Meditaciones de Marco Aurelio.


Marco Aurelio.

David Hernández de la Fuente, escritor y catedrático de filología clásica en la Universidad Complutense de Madrid, se ha encargado de la traducción, la introducción y las notas. Describe la obra como “las memorias intelectuales de un gobernante modélico”, además de un libro “que no fue concebido para que lo leyésemos, sino como el vehículo que encontró ese hombre culto y de actitudes contemplativas para interpelarse a sí mismo, como si tuviese dos voces conviviendo en su interior: una que duda y sufre y otra que ejerce de maestro ofreciendo consuelo y certezas”.


A la luz de este texto “fascinante”, nos cuenta Hernández, habría que concluir que Musk, Gates y los demás tienen “muy poco” de estoicos: “Tal vez un suave barniz. Es posible que su interés por esa moda intelectual que es el estoicismo divulgativo, de usar y tirar, les haya aportado una cierta tranquilidad. En general, estos emprendedores estoicos de nuevo cuño suelen decir que les ha enseñado templanza y autocontrol, y yo no soy quién para dudarlo. Pero, a juzgar por sus actos, se conducen por intereses empresariales muy alejados del estoicismo. Creo que lo que más les interesa de Marco Aurelio es que fue el hombre más poderoso de su tiempo y gestionó un imperio”.


Constrúyelo y vendrán


Hernández, pese a todo, considera “legítimos” los intentos de divulgar el estoicismo y traerlo de vuelta a nuestra época, aunque sea “vulgarizándolo”: “Después de todo, la filosofía se ha vulgarizado siempre para adaptarla a todo tipo de auditorios. En el fondo, no importa demasiado si entras en contacto con el estoicismo a través de un libro divulgativo, un podcast, una página web, un programa de televisión o un tuit. Si capta tu interés, ya te encargarás de profundizar al respecto, y acabarás asomándote a tu ritmo a una doctrina muy antigua que sigue ofreciendo lecciones cruciales para el presente”.


Sí le preocupa un poco más que se acceda a ese caudal de sabiduría “a través de traducciones poco rigurosas y hechas con prisas” o, peor, “reinterpretaciones interesadas”. Pero considera que, aun así, el lector curioso y atento acabará encontrando su camino hacia “tesoros como las reflexiones de Epicteto, lo fragmentos de Zenón, el complejo y muy fértil pensamiento de Séneca” o las Meditaciones, “una obra maestra de la introspección y un canto a la dignidad íntima del ser humano”.


¿Se puede ser estoico en 2023? ¿Vale la pena proponérselo? Hernández recuerda que “el universo globalizado en que surgió el estoicismo, el de la Grecia helenística y el Imperio Romano, era similar al nuestro en su alto grado de interconexiones, sus turbulencias políticas o los retos climáticos, sanitarios y medioambientales a que se enfrentaba”. Pero también era un mundo muy distinto, “en el que ni siquiera los espíritus más elevados, como Marco Aurelio, se cuestionaban la esclavitud, la sumisión de la mujer o la vigencia de un imperialismo violento”.


La distancia cultural que separa aquella época de la nuestra es inmensa, y “un intento de aplicación ingenua y acrítica del estoicismo resultaría absurdo y contraproducente”. En cambio, Hernández sí considera vigentes “lo que de universal tiene la sabiduría estoica”. Le parece una filosofía “útil para momentos de crisis, porque es una ética del deber, la serenidad y la responsabilidad, que nos invita a practicar el cuidado propio y ajeno, que tiene una vertiente social porque nos invita a colaborar, a actuar de manera empática, comprensiva y tolerante”.


La vida virtuosa


El filósofo, ensayista y maestro Eduardo Infante, autor de ensayos sobre filosofía helenística como No me tapes el sol. Como ser un cínico de los buenos (Ariel), considera que los estoicos “no deben ser confundidos con la imagen tópica que el primer cristianismo difundió de ellos”. No eran en absoluto “masoquistas que persiguiesen la redención a través del dolor”. Al contrario, “se esforzaban en evitarlo racionalizándolo, relativizándolo y distanciándose de él”. Practicaban el autoanálisis como herramienta para convertirse “en personas excelentes”. Es decir, “equilibradas, sensatas, justas”, capaces de distanciarse “de la angustia, la inquietud y la búsqueda compulsiva de satisfacción inmediata del deseo, que es la verdadera fuente de infelicidad y sufrimiento”


El estoicismo, recuerda Hernández de la Fuente, fue en su día “una revolución intelectual” que enseñó a los habitantes de un mundo convulso “a vivir mejor, de manera más virtuosa y racional”. Convivió con el politeísmo grecorromano, los cultos mistéricos y el cristianismo. Formó parte de la ideología dominante y tuvo un profundo impacto en la vida cotidiana. Pero nunca fue un culto exclusivo ni una religión dogmática. A nadie se le exigía que se “convirtiese” al estoicismo, pero con frecuencia resultaba útil conocerlo y practicarlo.


Hernández se declara un fervoroso creyente en “la filosofía como salvación”, y un ocasional partidario del “estoicismo vulgar”, de uso cotidiano, que no “predica la indiferencia radical ante el dolor, propio y ajeno”, sino que enseña cómo afrontarlo en el marco de una ética “del buen vivir, de una vida a la vez activa y contemplativa, conforme a la lógica de la naturaleza”. Dos consejos prácticos del estoicismo le parecen de una especial vigencia: “Afronta la realidad tal cual es, apagando los malos juicios y las falsas percepciones. Y cultiva tu mente con la misma disciplina con la que el atleta cultiva su cuerpo”. ¿Su principal carencia? Que propugna un cierto conformismo, ya que “parte de la necesidad de aceptar la realidad tal cual es” y encontrar en esa aceptación una guía íntima de conducta. “El estoicismo”, concluye Hernández, “no es una filosofía útil para los que se proponen cambiar el mundo”. Ta vez esa sea una las razones menos obvias (y más incómodas) de su persistente popularidad entre las élites, por muy disruptivas que sean.



SOBRE LA FIRMA


Miquel Echarri

Periodista especializado en cultura, ocio y tendencias. Empezó a colaborar con EL PAÍS en 2004. Ha sido director de las revistas Primera Línea, Cinevisión y PC Juegos y jugadores y coordinador de la edición española de PORT Magazine. También es profesor de Historia del cine y análisis fílmico.



Tomado de El País



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LA NECESIDAD DE UN TECHO COMÚN, por Iván Illich


“Hoy el sujeto es tan ’libre’ que no puede elegir, no puede mantener ninguna opción, tomar una decisión que le comprometa”.

Una entrevista al ensayista español Ignacio Castro Rey


La gran piñata o como el mercado tiende a reducir al hombre a servidumbre


"Ojalá que los políticos que se dicen de izquierda se preocuparan más por llevar a la práctica su izquierdismo, y menos por su popularidad,su imagen mediática, los costos y beneficios particulares o de partido"

¿Qué es ser de izquierda?


Disponible ya la digitalización del periódico anarquista español "Solidaridad Obrera"

desde 1907 a 1925


"No hay nada más peligroso que considerarse la encarnación del bien".

Entrevista a Zvetan Todorov


Quiero dar a mis alumnos “un vocabulario” (por lo menos)

Empieza otro año escolar en el Liceo


GEORG C. LICHTENBERG Y SUS AFORISMOS (3)


GEORG C. LICHTENBERG Y SUS AFORISMOS (2)


GEORG C. LICHTENBERG Y SUS AFORISMOS (1)


Hermosa lección para ciertos revolucionarios de bolsillo

MARX Y LA LITERATURA BURGUESA