LA EMOCIÓN DE LAS IMÁGENES Y LA ANÉCDOTA DE LAS PALABRAS: ADRIANO GONZÁLEZ LEÓN
Mª Luisa Páramo
lparamo@serbal.pntic.mec.es
"El idioma es por sí solo un contenido. Es una anécdota y una verdad"
"Es difícil hacer sonoros los olores y visibles las esencias"
"Los latinoamericanos vivimos en un gran país que va de los Pirineos a la Tierra del Fuego"
Un revuelo de géneros e imágenes levanta la literatura de Adriano González León. Ahora hace treinta años, el premio Biblioteca Breve fue a parar a las manos de este escritor venezolano por su novela País portátil (reeditada en 1997 por Alfaguara en su colección de bolsillo), y desde entonces su nombre figuró en las listas, más o menos tardías, de aquellos que acotaron el llamado "boom" latinoamericano. Sin embargo, el resto de su obra, publicada en distintos países de América Latina, se mantendría prácticamente desconocida para los lectores españoles durante décadas. Este aparente silencio quedó roto cuando González León llegó a Madrid hace tres años como Agregado Cultural de la embajada de Venezuela.
La novela Viejo (Alfaguara, 1995) nos devolvió el contacto con una literatura más poética que de otro tipo e inició una interesante segunda oportunidad para el conocimiento del escritor en España, gracias a la publicación, sobre todo a lo largo de los últimos meses, de algunas novedades y unas cuantas reediciones de sus obras. Como curiosidad, habría que destacar que ha dado a la luz en Madrid su primer libro de poemas, Hueso de mis huesos (Rayuela, 1997), a estas alturas de su creación.
La figura de Adriano González León interesa también en su vertiente de auténtico activista cultural de lo latinoamericano. Su paso por universidades y otras instituciones, así como su participación en la televisión educativa iberoamericana como colaborador en el espacio "Taller abierto", dejan constancia de ello. Hay un cúmulo de buenos motivos, por tanto, para tomar contacto con este escritor profundamente animado por la fuerza del Caribe.
- Está justificado que comencemos hablando de proyectos. ¿Cuál es el más inmediato?
- En este momento, debo destacar la aparición, coincidiendo con la feria del libro de Madrid, de la edición de mis cuentos completos en Alfaguara bajo el título Todos los cuentos más Uno.
- ¿Más Uno? ¿Por qué?
- Porque el último es un cuento inédito que se llama precisamente Uno. Toma el título de un tango -"Uno busca lleno de esperanza los caminos que…" (tararea)- y, claro, es un texto poemático y lleno de nostalgias.
- Usted ha escrito varios libros de relatos breves, ¿cuáles se incluirán en esta edición?
- Los que yo considero cuentos en realidad están sólo en tres libros, Las hogueras más altas, Hombre que daba sed y Linaje de Árboles. Ésos son los que ahora aparecerán juntos…más Uno. Hay otros libros míos que no pueden considerarse de relatos, como Asfalto-Infierno, que es un conjunto de texto libres sobre la ciudad.
- Del rayo y de la lluvia contiene textos que tampoco podrían llamarse relatos, quizá.
- Es una colección de crónicas poemáticas, inéditas en España, de la que precisamente acaba de aparecer ahora una amplia selección en una edición bellísima , bajo el título Crónicas del rayo y de la lluvia, iniciando un nuevo proyecto editorial del Ayuntamiento de Cádiz. Estos textos están animados por el propósito de convertir noticias en poesía, claro que no se trata de las noticias habituales, sino de aquéllas que encontramos de pronto al fondo de un diario y nos sorprenden, como la del hombre que se dejó morir de amor en un banco, o la del cumpleaños del cometa Halley.
- ¿Sería posible hacer poesía con las noticias de todos los días?
- Ésas son completamente imbéciles, sobre todo las de tipo político, pero las noticias curiosas dan pie para soñar. Por ejemplo, hace seis o siete años escribí una crónica en la que, soñando, me anticipé a la noticia actual de que hay agua en Marte.
- Algunas de estas crónicas hablan de ciudades y viajes. Son muy importantes para usted las ciudades, ¿verdad? En País portátil, su primera novela ahora relanzada en edición de bolsillo por Alfaguara, lo urbano y lo rural se combinaban; pero ahora su literatura parece vencerse más hacia el lado de la ciudad.
- Mis relatos son casi completamente rurales, memorias de la infancia; pero sí, las ciudades me atraen de manera especial.
- Volviendo a los relatos, Hombre que daba sed merece, en mi opinión, mención especial.
- Se trata de un relato en el que el monólogo interior se vuelve del revés para adoptar la perspectiva externa, la del que ve al personaje en simultaneidad y lo expresa mediante la gran tromba de las palabras, tromba que se lleva por delante los puntos y las comas. En casi todos mis cuentos, así como en la novela Viejo, la anécdota no cuenta mucho, cuenta fundamentalmente el pálpito del idioma.
- Algunos críticos han definido su literatura como formalista, ¿está usted corroborándolo?
- No se trata de formalismo, es que el idioma es por sí sólo un contenido, es una anécdota y una verdad. Cada palabra cuenta y puede contar por sí sola una historia, si el lector tiene imaginación. Las palabras están llenas de emociones, de paisajes y de vidas interiores que el lector puede construir. Esto es lo que pretendo mostrar en mi último trabajo, en el que el personaje prácticamente es la palabra junto con la luz.
- ¿Palabra y luz?
- Sí, palabra y luz, porque en este relato tengo como punto de partida la figura de un pintor que trabajó extraordinariamente con la luz del Caribe y , en su continuo combate por conseguir un proceso de síntesis, llegó a reducir los cuadros solamente al blanco. A mí me impresionó esta idea y he tratado de reconstruir la perspectiva del pintor, añadiéndole todo lo que me ha hecho imaginar esta figura, para escribir con ello un relato largo que va a sorprender a mucha gente. No es una novela con intriga, no se podrá llevar al cine ni a la televisión para satisfacer el gusto mediocre, a pesar de que esté hecha fundamentalmente de imágenes.
- Aparente paradoja.
- El lenguaje puro de la imagen no tiene cabida en la industria porque no es comercial: el mar batiendo, las palmeras que se mueven, aquellas muñecas de trapo que el pintor utilizaba como modelos no son formas reconocibles y fáciles, se mueven más bien en la abstracción. Yo me sentiría perfectamente instalado en estos cauces de expresión, si llegara un día en que pudiera darse en los medios audiovisuales la misma batalla que a principios de siglo dieron los pintores abstractos o gran parte de los pintores surrealistas, que eran excesivamente imaginativos y distorsionaban la realidad, o mostraban una que estaba más allá de la de todos los días.
- ¿Será una novela este nuevo texto?
- Será un relato largo difícil de etiquetar, al que de momento le he encontrado el título de Viento blanco. Las cosas pasan con gran rapidez y son blancas.
- La plástica forma parte de su mundo, tan plagado de imágenes. En los libros, sus palabras aparecen acompañadas de ilustraciones notables, dibujos, acuarelas, serigrafías. ¿También son importantes para usted los sonidos?
- Muy importantes. Las palabras y sus uniones son válidas en la medida en que crean una eufonía. Mi único prejuicio con respecto a modismos tomados de otros idiomas es precisamente éste. En las páginas de internet y en la nomenclatura informática general encontramos términos como "accesar" o "formatear", que me parecen horrorosos; sin embargo, encuentro bello eufónicamente "escanear", porque me sugiere "esquilar", y entonces la palabra adquiere para mí una categoría poética superior. En este sentido, creo que el problema no es que una palabra sea correcta o no, es que sea o no bella, y esto los académicos lo deberían tener en consideración.
- ¿Y los olores?
- En País portátil la ciudad huele a gasolina y a fruta fermentada; el mundo rural huele a vejez, a antigüedad. Las mujeres parientes del personaje huelen a alcanfor, a remedios, a santos y a velas quemadas. Por cierto, recuerdo como uno de los juicios más lindos sobre la novela el de mi hermana, que me dijo cuando iba por la mitad del libro que por fin había encontrado una mujer que oliera bien, Delia, porque yo digo allí que está "enmandarinada". Tiene una enorme dificultad plantearse cómo hacer sonoros los olores y visibles las esencias. La pintura puede sugerir los olores, pero en el cine, la televisión y la radio es mucho más difícil; las escenas campestres de los pintores flamencos huelen, las vírgenes y los cazadores de los renacentistas también huelen, pero las películas no.
- Hueso de mis huesos es, "oficialmente", su primer libro de poemas, pero ¿no resulta esta clasificación en el contexto de su obra, cuando menos, discutible?
- Se trata de un texto orgánico, de organización poemática, teñido de imágenes y metáforas, y en el que curiosamente la narrativa y la dramática influyen bastante, porque tiene unidad, porque en él utilizo el artificio de los actos para organizar parte de la estructura, cinco actos como una tragedia, y porque además tiene anécdota. De pronto un hombre está observando la ciudad desde una ventana, absorbiéndola, captándola. Él parte de la observación de la ciudad-madre, Caracas, pero se le juntan todas las ciudades de su experiencia y su imaginación, de su propia historia.
- Las ciudades colaboran en la estructura de la obra y muy relacionadas con ellas aparecen las mujeres. ¿Pero aquí las mujeres son algo más?
- Personajes de ficción, personajes de la mitología como la diosa Ishtar, Dulcinea, Ofelia o Isolda, van conformando lo que podríamos llamar el núcleo femenino por excelencia, que es lo que yo trato de alcanzar aquí. Pero también hay mujeres de carne y hueso, que transcurren por Buenos Aires o por el propio museo del Prado, transformadas mediante la idealización; nacen en la realidad , pero en la memoria esa realidad se agiliza, se magnifica, se convierte en homenaje, se hace carne y se hace hueso. Siempre he pensado que hay un elemento universal en el trasfondo femenino que va más allá de la "compañera" que Dios da a Adán. Coatlicue, por ejemplo, representa a la madre tierra en la mitología azteca, es la engendradora, la que contiene todas las verdades de la existencia, y lo mismo ocurre en otras mitologías, griega, latina, púnica. Esta presencia de lo que yo llamaría lo femenino inmortal es la que quise plasmar en mi libro, pero a través de una experiencia absolutamente humana: "Por eso obedecí a tu voz y omití el ángel. Me tendiste tus brazos desde el árbol. Yo me sentía el primer caballero y no podía desairarte. Ese cambio de cortesías quebrantó las ordenanzas, pero nos hizo conocer el bien y el mal. Ni ángeles, ni demonios, ni dioses, nos volvimos humanos… Y comenzamos a comernos la tierra con amor". ¡Poder levantar la condición de uno!
- ¿Y las rosas, qué encierran las múltiples y diversas rosas del texto?
- Las rosas son el elemento menos trágico. Pueden comunicar olores, pueden dar la sensación de primavera, de jardín, y sobre todo son la ternura, la infancia. Son capaces, además, de trasponer cada uno de los colores y las texturas de la realidad y de la imaginación: rosa frágil, rosa de plata. Las rosas introducen frescura en la tragedia, tamizan lo sensitivo.
- "Hueso de mis huesos" es una frase con la que Adán se refiere a Eva, pero también la llama "carne de mi carne". ¿Por qué esa elección para el título?
- Primero, por una cuestión de eufonía y, segundo, porque los huesos son más perdurables y son la estructura que sujeta esa carne que es perecedera en la tradición cristiana. Un milagro de la arqueología podría hacer que se encontraran los huesos de Adán y de Eva, pero no sus corazones.
- ¿Cómo ve usted Venezuela desde Madrid?
- Cuando llegó Colón a las costas venezolanas en el tercer viaje, hizo constar en su informe que vio pelear el agua dulce con el agua salada, añadiendo que creía que, según sus conocimientos, más adentro debía estar el Paraíso Terrenal. Hay que agradecer a Colón este exceso poético e imaginativo, pero el caso es que también la denominó "tierra de gracia" y ahí parece estar más cerca de la verdad; porque Venezuela es un país que hace de la imaginación y del humor el socorro de su miseria de rico, la miseria de no saberse encontrar, de ir dando tumbos por la historia. Claro que poco a poco el país busca su camino y se merece hallarlo. Pero hay anécdotas, como la de Juan de la Cosa trazando el mapa casi exacto de nuestras costas, que nos muestran una Venezuela mezclada con el azar y la locura. En ello está quizá lo más atrayente de mi país, en el hecho de que se mueve siempre entre esos parámetros, por eso yo lo llamé "país portátil".
- ¿Afecta a esa imagen el cargo que desempeña en la embajada?
- Aunque no fuera agregado cultural, sería igualmente fiel a mis imágenes, a mis emociones y a mis recuerdos. Pero también sería absolutamente fiel a mi sentido crítico: no voy a aceptar como un patriotero ninguna de las dificultades y de los horrores que ocurren en el país. Todo lo someto a análisis, a vigilancia, y creo que es lo mejor que cualquiera puede hacer por su tierra natal. El encanto del Orinoco o del mar Caribe sobre Margarita no me hace olvidar los problemas.
Crónicas del rayo y de la lluvia (1998) |
- Usted ha viajado y ha conocido muchos y diversos lugares. Basándose en esa experiencia, ¿podría afirmar la existencia de una gran cultura occidental, o son mejor observables las diferencias?
- No me acerco a la idea de una cultura occidental, pero tampoco creo en la preeminencia de las culturas nacionales o regionales. Creo que los latinoamericanos vivimos en un gran país que va desde los Pirineos a la Tierra del Fuego. Ciudades como Buenos Aires o Bogotá me han marcado en una época de mi vida. Y ahora Madrid, donde llevo ya tres años instalado. En todas estas ciudades estoy en mi casa.
- ¿Y La Habana?
- La Habana es la capital de todos los que pertenecemos a la que yo llamo la generación del 60. Cuba es un gran amor y es un gran dolor. Esperábamos, al menos yo esperaba mucho más de una revolución con la cual contribuimos en extremo. El destino histórico ha querido que las cosas sean distintas y que este país, que constituye el más hondo afecto para cualquier ciudadano del Caribe, no haya podido encontrar su rumbo. Es posible que lo encuentre; pero, eso sí, sólo lo encontrará sin agresiones imperialistas, lejos de la estupidez que circula por ciertos lugares del exilio y libre de bloqueos económicos. El propio pueblo cubano dará su verdad, y lo deseable es que esa verdad no llegue a estruendo. Hace poco escribía yo un texto para la revista Encuentros en el que repetía el latiguillo "hay que volver a Cuba", porque mi deseo es que la Isla esté presente en Latinoamérica y en España con todas sus virtudes y sus sueños; al fin y al cabo la patria, como decía José Martí, no es otra cosa que "un pedazo de tierra sobre un pedazo de cielo". Pero aquí hay demasiados intereses tratando de pescar en mar revuelto.
- En mar revuelto… ¿Por qué es tan importante el mar para usted?
- Porque soy montañés y nadie se deslumbra sino por lo desconocido.
- Su actividad cultural en España es amplia. De ella, se podría destacar, por ejemplo, su participación en la oferta educativa y cultural de la Casa de América. ¿Qué tal el curso que está coordinando allí?
- La Casa de América es una de las instituciones más importantes para las relaciones culturales internacionales, por encima de otras similares. Es trascendental que exista la oportunidad de que, en la capital de España, los diferentes países de América Latina puedan presentar de un modo coherente su expresión literaria, plástica, cinematográfica y folklórica, puedan revisar su historia y contrastar sus investigaciones científicas, puedan encontrarse. Y esto está por encima de las propias dificultades de la institución. Este curso, que ha tenido como excusa los quinientos años del viaje de Colón , ha permitido presentar un aspecto de América Latina que no está muy difundido: el de las culturas prehispánicas y sus derivaciones posteriores en la literatura contemporánea a través de Asturias, Borges, o Carpentier. Planeé el curso, diseñé las sesiones y luego me he sorprendido del enorme éxito alcanzado: pensé en un seminario para unas veinte personas y la asistencia real a las sesiones supera las cincuenta. A pesar de ello hay discusión, hay oportunidad de hablar y preguntar, hay vínculo.
- Volviendo a su obra, ¿cree que ahora, con tantas ediciones en el mercado, podría llegar al gran público en España?
- Hay muchos que llaman publicar sólo a estar en las librerías de aeropuerto, y eso es otra cosa. Sólo me inclino por las ediciones que suponen una responsabilidad del espíritu, como estas últimas de las que hemos hablado, que no son simples libros de figurón. En mí las palabras se agolpan y resuenan con una fuerza implacable, por eso sólo me interesa hablar de mis imágenes, de las que surgen en mi propia mente y de las que heredé, pero que yo trastoco. Nunca podré ser un escritor comercial, ni siquiera soy un escritor profesional.
Adriano González León y Vargas Llosa. |
-¿Y figurar entre los galardonados con el premio Biblioteca Breve, junto a nombres como los de Vargas Llosa, Carlos Fuentes o Cabrera Infante, no supone casi una consagración?
- Era un premio de honor y de prestigio, verdaderamente. Porque ni siquiera tenía un valor en metálico, lo más que conseguía el premiado era un adelanto sobre sus derechos de autor. Sin embargo, estamos hablando del premio que significó el nuevo contacto entre América Latina y España, roto desde la época de Rubén Darío. Nunca se le podrá agradecer bastante aquella idea a Carlos Barral.
© María Luisa Páramo 1998
Itinerario de las islas, de Crónicas del rayo y de la lluvia (1998)
El URL de este documento es http://www.ucm.es/OTROS/especulo/numero8/adriano.htm
Tomado de Especulo Num 8
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