sábado, 23 de octubre de 2021

JUAN CARLOS MÉNDEZ GUÉDEZ: Creo que los militares venezolanos deberían tener mayor participación política de que la que tienen

Una entrevista de Rafael Arráiz Lucca.



 

Estimados Amigos

Hoy tenemos el gusto de compartir con ustedes esta vieja entrevista al escritor venezolano Juan Carlos Méndez Guédez, realizada por el  poeta e historiador Rafael Arráiz Lucca en 1994. La entrevista fue extraída del libro Conversaciones bajo techo.


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JUAN CARLOS MÉNDEZ GUÉDEZDE VARADERO A BAUTE.


En 1989, el 27 de febrero se dio ese fenómeno espontáneamente organizado llamado Caracazo.


El 4 de febrero de 1992 se dio el primer intento de golpe de estado contra el presidente Carlos Andrés Pérez, esta accion fue comanda por los tenientes coroneles Hugo Chávez Frías, Francisco Arias Cárdenas, Yoel Acosta Chirinos, Jesús Miguel Ortiz Contreras y Jesús Urdaneta.

 El 27 de noviembre de 1992 se dio el segundo intento de golpe. Entre los militares involucrados estaban Hernán Grüber Odremán, Luis Enrique Cabrera Aguirre, Francisco Visconti Osorio. 


Ambas acciones no lograron consumar la toma del poder legalmente instituido.


Estos sucesos generaron una matriz de opinión popular aupada por gran parte de la "élite" empresarial e intelectual que vio favorablemente estos intentos por subvertir el régimen democrático instaurado el 23 de enero de 1958. Y que sirvieron para allanar el camino que desembocó en el terrible régimen que padecemos actualmente los venezolanos.


En esta vieja entrevista podrán observar esas opiniones que esgrimieron muchos miembros de la "élite" y que de alguna manera favorecieron el paulatino desmontaje de un sistema democrático que estaba lleno de fallas pero que podía mejorarse.

Solo examinando críticamente nuestro pasado podremos construir un mejor futuro.


Atentamente 


La Gerencia.


Yo me quedo en Venezuela- Carlos Baute.


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MENDEZ GUEDEZ: Todos los temas son nuestros


A Méndez Guédez el tiempo no le alcanza para todo lo que quiere hacer. Desde niño esta tomado por el Dios más fértil; Entusiasmo. Toca las puertas y algunas se le abren. Las que permanecen cerradas se alojan como una espina en los resortes del desafío. Su mayor batalla es con la palabra.



En Venezuela se hace una gran literatura y no lo digo por razones de nacionalismo, es tonto ser nacionalista.

Nuestros autores soportan cualquier lectura seria en cualquier parte del mundo. Balza es el autor más completo que tenemos. Eugenio Montejo y Luis Alberto Crespo son excelentes poetas. En el ensayo basta con citar a Guillermo Sucre, Francisco Rivera y Miguel Gomes.


Al margen de nuestra literatura. ¿Qué es lo mejor de la venezolanidad?


Su carga afectiva y su capacidad mimética. Nosotros absorbemos y sudamos cantidad de cosas, somos capaces de relacionarnos muy bien y somos uno de los pueblos más tolerantes del mundo. Hemos asimilado muy bien las corrientes extranjeras que han enriquecido nuestra cultura. Todo esto se debe a nuestra inmensa capacidad para mezclar cosas. En suma; tolerancia y capacidad.


¿Cuáles son los peores vicios de los venezolanos?


El peor de todos es el conformismo. Pero también su desprecio hacia sí mismo. Un desprecio sin justificación porque los venezolanos somos muy trabajadores. Claro, otra cosa es que no somos todo lo productivos que deberíamos ser, pero esto se debe a que somos muy desordenados. 


¿Qué reclamos tienes contra generaciones anteriores a la tuya?


Yo objetaría de la gente de los años sesenta su vinculación con el Estado diciéndose enemigos del Estado.

Considero más pura la actitud de los que sintiéndose enemigos de éste no se vincularon a él. A muchos de estos militantes de cierta “cultura de izquierda” no les importé cobrar durante diez o quince años una bolsa de trabajo mientras se decían enemigos del Estado. Fue una actitud poco sincera, tuvieron una relación falsa. Se movieron en aguas ambiguas.


¿Qué debe hacerse en Venezuela con la situación política actual?


Creo que debería establecerse un cronograma de retorno a la democracia. No se puede hablar de democracia cuando mueren 30 estudiantes todos los años. Como dice el Fiscal General aquí no hay Estado de Derecho. La situación de los partidos políticos es como para pedirles que lo mejor es que se disuelvan. Sin embargo, en medio de toda esta situación hay gente reuniéndose bajo otros criterios de organización y fines. El fenómeno de las asociaciones de vecinos y de otras organizaciones no clientelares.


¿Cuál crees que debe ser el papel de los militares en una sociedad democrática?


Deben tener más participación de la que tienen. Creo que deberían opinar sobre política abiertamente y no veladamente.


¿Dispones de algunos datos que arrojen un posible perfil de tu generación?

No sé si podamos llamarnos una generación, pero ese grupo de jóvenes escritores inéditos 0 parcialmente inéditos que tenemos entre 23 y 28 años, estamos recibiendo una alimentación constante den la realidad.

Todos los temas son nuestros: la caída del Muro de Berlín, los saqueos, la destrucción y el empobrecimiento de un país millonario, el sida. Es decir, que detrás de cada uno de nosotros no existe ninguna idea, ninguna ideología, solo la conciencia de la muerte de las vanguardias, de la literatura como un ejercicio condenado a su propia repetición. Es por eso que escribimos desde la falta de fe, desde la ocasional apatía, o la solidaridad confusa y afectiva con esos gestos iracundos de un 27 o un 4 de febrero.

Lo que equivale a decir que escribimos desde la nada. ¿Pero no puede haber allí una búsqueda bien interesante? Sobre todo si entendemos que éste es un mundo lleno de verdades absolutas.


¿Cuáles  son los caminos que tiene por andar la literatura venezolana?


El camino de la sinceridad. Aquí muchos se han hecho pasar por escritores para tener cargos en la administración pública, o en la Cancillería. A eso súmale, la cantidad de Premios Nacionales dudosos que tenemos.

En todo caso, y respondiendo de manera más concreta tu pregunta, creo que ninguna literatura puede plantearse aprioristicamente un proyecto, un camino a seguir. De allí que me parece absurda esa pretensión que existe por descubrir la gran novela venezolana. No creo que los escritores deban caer en eso.

En todo caso, siento que los nuevos escritores se debaten entre la necesidad de formalizar estéticamente su experiencia intima dentro de un mundo que perdió casi todas sus señas de identidad, y el deseo de dialogar con eso que a falta de mejor nombre llamamos el país.

Creo que en la oscilación entre esos dos caminos, en el equilibrio de ambos esta la ruta, o mejor dicho, mi ruta correcta.


¿Qué piensas de los grupos literarios, tienen vigencia?


La vigencia de un grupo no se decreta. Es el resultado de la contraposición de un proyecto colectivo frente a un sistema de ideas determinado. En este instante, desde mi perspectiva, no le veo sentido a la experiencia grupal.

Quizás otros se la encuentren, no sé. Lo que si no puedo es adoptar la actitud de Harry Almela de criticar a quienes andan en grupo, simplemente porque yo no lo hago. Me parece una visión un poco estrecha de un fenómeno bastante complejo. ¿Cómo decirle a la gente de Viernes, de El Techo de la Ballena, de Sardio, que andar en grupo es nocivo? Eso sí, una agrupación debe tener un proyecto que ofrecer. Incluso para incumplirlo, o desarrollarlo a medias. Si no es así, estamos en presencia de un club de amigos.

Harry Almela


De todas maneras, y quizás porque la gente de mi edad no ha sido amiga de las peñas literarias, me despiertan curiosidad estas agrupaciones. Ya he estudiado a Tráfico y a Guaire, y en estos momentos estoy experimentando una particular necesidad de indagar en La gaveta ilustrada.

Creo que debe ser muy interesante el incitar a una mirada colectiva sobre el fenómeno literario. Eso si, no desconozco la idea que subyace en todo grupo literario: el enfrentamiento con el poder establecido, con miras a suplantarlo en un futuro inmediato.


Grupo literario Tráfico. De izquierda a derecha: Rafael Castillo Zapata, Alberto Márquez, Igor BarretoYolanda PantinArmando Rojas Guardia y Miguel Márquez. Foto: Vasco Szinetar.
Imagen tomada de Pinterest.




Ser hijo único es muy duro



Nací en Barquisimeto en 1967, pero nos vinimos a Caracas cuando tenía un año de edad. Siempre tuve la impresión de que estábamos en Caracas de paso y resulta que a los veinte años de estar aquí descubrí que era definitivo. Aunque, en verdad, me siento barquisimetano.

Estudié violín durante ocho años, pero llego un momento en que la literatura pudo más y me entregué para siempre a ella. Me acompaña desde hace ya varios años. Yo soy hijo único y, además, fui criado por mi madre y mi madrina. Alguna vez quise ser cura, pero luego abandoné la idea. Ser hijo único es muy duro: no asumes las derrotas, te es difícil la transacción con los otros. En fin, el aprendizaje es cercano al sufrimiento.

Pero, por otra parte, tienes todo el afecto y, ya se sabe, el afecto produce mayores coeficientes intelectuales.

La imagen del sacerdote que soñé ser me viene de las películas mexicanas. El cura cantaba muy bien y las muchachas se enamoraban de él, además, era boxeador.

Era un hombre completo: las cosas terrenales y las celestiales en su justa medida.

Ya no escribo poesía, ahora solo la leo y escribo sobre ella. Mi trabajo se concentra en la narrativa. Allí están mis posibilidades. El ensayo es una forma de acercarme a la poesía, como observador, como lector.

No escondo mi pasión por la pasta, los plátanos y el cuba libre. Tampoco puedo ocultar mi fervor por la playa de Varadero en Cuba, y por las montañas de Cubiro, en Lara.

La primaria la hice en un costado de la Avenida México: la Escuela Experimental Venezuela. Y el bachillerato en un liceo con apellido de escritor: el Urbaneja Achelpohl.


Rafael Arráiz Lucca

 


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Imagen tomada de "Dijo un día"




Rafael Arráiz Lucca
Caracas, 3 de enero de 1959.

Elegido en noviembre de 2005 para ocupar el sillón V.

Vicepresidente (2015-2018). Ha sido vocal y tesorero (2019-2011).

Abogado y doctor en Historia por la Universidad Católica Andrés Bello, Rafael Arraiz Lucca es profesor titular de la Universidad Metropolitana (Caracas).

Ensayista y poeta, en su larga trayectoria ha sido jefe de redacción de la revista Imagen (1985-1989), subdirector de la Galería de Arte Nacional (1989), presidente de Monte Ávila Editores Latinoamericana (1989-1994), director general del Consejo Nacional de la Cultura (1994-1995) y presidente de la Fundación para la Cultura Urbana (2000-2010). Desde 1997 hasta 2010, Arraiz Lucca escribió semanalmente una columna de opinión en el diario El Nacional.

Ejerció como investigador en el Instituto de Estudios Avanzados (IDEA); visiting fellow en la Universidad de Warwick (1996) y titular de la cátedra Andrés Bello del Saint Antony’s College de la Universidad de Oxford (1999-2000). Fue decano-director del Centro de Estudios Latinoamericanos Arturo Uslar Pietri de la Universidad Metropolitana (2006-2010).

Ha recibido, entre otros, el Premio de Poesía de Fundarte (1987), el Premio Municipal de Poesía de Caracas (1993), el Premio Monseñor Pellín al mejor articulista de opinión del año (1999) y el Premio Henrique Otero Vizcarrondo del diario El Nacional al mejor artículo de opinión del año (2001). En 2007, el Gobierno de España le otorgó la Orden de Isabel La Católica. 





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