Estimados Amigos
Hoy tenemos el gusto de compartir con ustedes esta vieja entrevista al escritor venezolano Juan Carlos Méndez Guédez, realizada por el poeta e historiador Rafael Arráiz Lucca en 1994. La entrevista fue extraída del libro Conversaciones bajo techo.
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JUAN CARLOS MÉNDEZ GUÉDEZ: Creo que los militares venezolanos deberían tener mayor participación política de que la que tienen.
Una entrevista de Rafael Arráiz Lucca.
JUAN CARLOS MÉNDEZ GUÉDEZ: DE VARADERO A BAUTE.
En 1989, el 27 de febrero se dio ese fenómeno espontáneamente organizado llamado Caracazo.
El 4 de febrero de 1992 se dio el primer intento de golpe de estado contra el presidente Carlos Andrés Pérez, esta accion fue comanda por los tenientes coroneles Hugo Chávez Frías, Francisco Arias Cárdenas, Yoel Acosta Chirinos, Jesús Miguel Ortiz Contreras y Jesús Urdaneta.
El 27 de noviembre de 1992 se dio el segundo intento de golpe. Entre los militares involucrados estaban Hernán Grüber Odremán, Luis Enrique Cabrera Aguirre, Francisco Visconti Osorio.
Ambas acciones no lograron consumar la toma del poder legalmente instituido.
Estos sucesos generaron una matriz de opinión popular aupada por gran parte de la "élite" empresarial e intelectual que vio favorablemente estos intentos por subvertir el régimen democrático instaurado el 23 de enero de 1958. Y que sirvieron para allanar el camino que desembocó en el terrible régimen que padecemos actualmente los venezolanos.
En esta vieja entrevista podrán observar esas opiniones que esgrimieron muchos miembros de la "élite" y que de alguna manera favorecieron el paulatino desmontaje de un sistema democrático que estaba lleno de fallas pero que podía mejorarse.
Solo examinando críticamente nuestro pasado podremos construir un mejor futuro.
Atentamente
La Gerencia.
Yo me quedo en Venezuela- Carlos Baute.
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MENDEZ GUEDEZ: Todos los temas son nuestros
A Méndez Guédez el tiempo no le alcanza para todo lo que quiere hacer. Desde niño esta tomado por el Dios más fértil; Entusiasmo. Toca las puertas y algunas se le abren. Las que permanecen cerradas se alojan como una espina en los resortes del desafío. Su mayor batalla es con la palabra.
En Venezuela se hace una gran
literatura y no lo digo por razones de nacionalismo, es tonto ser nacionalista.
Nuestros autores soportan
cualquier lectura seria en cualquier parte del mundo. Balza es el autor más
completo que tenemos. Eugenio Montejo y Luis Alberto Crespo son excelentes
poetas. En el ensayo basta con citar a Guillermo Sucre, Francisco Rivera y
Miguel Gomes.
Al margen de nuestra literatura. ¿Qué es lo mejor de la venezolanidad?
Su carga afectiva y su capacidad
mimética. Nosotros absorbemos y sudamos cantidad de cosas, somos capaces de
relacionarnos muy bien y somos uno de los pueblos más tolerantes del mundo.
Hemos asimilado muy bien las corrientes extranjeras que han enriquecido nuestra
cultura. Todo esto se debe a nuestra inmensa capacidad para mezclar cosas. En
suma; tolerancia y capacidad.
¿Cuáles son los peores vicios de
los venezolanos?
El peor de todos es el
conformismo. Pero también su desprecio hacia sí mismo. Un desprecio sin justificación
porque los venezolanos somos muy trabajadores. Claro, otra cosa es que no somos
todo lo productivos que deberíamos ser, pero esto se debe a que somos muy
desordenados.
¿Qué reclamos tienes contra
generaciones anteriores a la tuya?
Yo objetaría de la gente de los años
sesenta su vinculación con el Estado diciéndose enemigos del Estado.
Considero más pura la actitud de
los que sintiéndose enemigos de éste no se vincularon a él. A muchos de estos
militantes de cierta “cultura de izquierda” no les importé cobrar durante diez
o quince años una bolsa de trabajo mientras se decían enemigos del Estado. Fue
una actitud poco sincera, tuvieron una relación falsa. Se movieron en aguas
ambiguas.
¿Qué debe hacerse en Venezuela
con la situación política actual?
Creo que debería establecerse un cronograma de retorno a la democracia. No se puede hablar de democracia cuando mueren 30 estudiantes todos los años. Como dice el Fiscal General aquí no hay Estado de Derecho. La situación de los partidos políticos es como para pedirles que lo mejor es que se disuelvan. Sin embargo, en medio de toda esta situación hay gente reuniéndose bajo otros criterios de organización y fines. El fenómeno de las asociaciones de vecinos y de otras organizaciones no clientelares.
¿Cuál crees que debe ser el papel de los militares en una sociedad democrática?
Deben tener más participación de
la que tienen. Creo que deberían opinar sobre política abiertamente y no veladamente.
¿Dispones de algunos datos que arrojen un posible perfil de tu generación?
No sé si podamos llamarnos una generación,
pero ese grupo de jóvenes escritores inéditos 0 parcialmente inéditos que
tenemos entre 23 y 28 años, estamos recibiendo una alimentación constante den
la realidad.
Todos los temas son nuestros: la caída del Muro de Berlín, los saqueos, la destrucción y el empobrecimiento de un país millonario, el sida. Es decir, que detrás de cada uno de nosotros no existe ninguna idea, ninguna ideología, solo la conciencia de la muerte de las vanguardias, de la literatura como un ejercicio condenado a su propia repetición. Es por eso que escribimos desde la falta de fe, desde la ocasional apatía, o la solidaridad confusa y afectiva con esos gestos iracundos de un 27 o un 4 de febrero.
Lo que equivale a decir que
escribimos desde la nada. ¿Pero no puede haber allí una búsqueda bien
interesante? Sobre todo si entendemos que éste es un mundo lleno de verdades
absolutas.
¿Cuáles son los caminos que tiene por andar la
literatura venezolana?
El camino de la sinceridad. Aquí
muchos se han hecho pasar por escritores para tener cargos en la administración
pública, o en la Cancillería. A eso súmale, la cantidad de Premios Nacionales
dudosos que tenemos.
En todo caso, y respondiendo de
manera más concreta tu pregunta, creo que ninguna literatura puede plantearse aprioristicamente
un proyecto, un camino a seguir. De allí que me parece absurda esa pretensión
que existe por descubrir la gran novela venezolana. No creo que los escritores
deban caer en eso.
En todo caso, siento que los
nuevos escritores se debaten entre la necesidad de formalizar estéticamente su
experiencia intima dentro de un mundo que perdió casi todas sus señas de
identidad, y el deseo de dialogar con eso que a falta de mejor nombre llamamos
el país.
Creo que en la oscilación entre
esos dos caminos, en el equilibrio de ambos esta la ruta, o mejor dicho, mi
ruta correcta.
¿Qué piensas de los grupos
literarios, tienen vigencia?
La vigencia de un grupo no se
decreta. Es el resultado de la contraposición de un proyecto colectivo frente a
un sistema de ideas determinado. En este instante, desde mi perspectiva, no le
veo sentido a la experiencia grupal.
Quizás otros se la encuentren, no
sé. Lo que si no puedo es adoptar la actitud de Harry Almela de criticar a
quienes andan en grupo, simplemente porque yo no lo hago. Me parece una visión
un poco estrecha de un fenómeno bastante complejo. ¿Cómo decirle a la gente de
Viernes, de El Techo de la Ballena, de Sardio, que andar en grupo es nocivo?
Eso sí, una agrupación debe tener un proyecto que ofrecer. Incluso para
incumplirlo, o desarrollarlo a medias. Si no es así, estamos en presencia de un
club de amigos.
Harry Almela |
De todas maneras, y quizás porque
la gente de mi edad no ha sido amiga de las peñas literarias, me despiertan curiosidad
estas agrupaciones. Ya he estudiado a Tráfico y a Guaire, y en estos momentos
estoy experimentando una particular necesidad de indagar en La gaveta ilustrada.
Creo que debe ser muy interesante
el incitar a una mirada colectiva sobre el fenómeno literario. Eso si, no
desconozco la idea que subyace en todo grupo literario: el enfrentamiento con
el poder establecido, con miras a suplantarlo en un futuro inmediato.
Grupo literario Tráfico. De izquierda a derecha: Rafael Castillo Zapata, Alberto Márquez, Igor Barreto, Yolanda Pantin, Armando Rojas Guardia y Miguel Márquez. Foto: Vasco Szinetar.
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Ser hijo único es muy duro
Nací en Barquisimeto en 1967,
pero nos vinimos a Caracas cuando tenía un año de edad. Siempre tuve la impresión
de que estábamos en Caracas de paso y resulta que a los veinte años de estar aquí
descubrí que era definitivo. Aunque, en verdad, me siento barquisimetano.
Estudié violín durante ocho años, pero llego un momento en que la literatura pudo más y me entregué para siempre a ella. Me acompaña desde hace ya varios años. Yo soy hijo único y, además, fui criado por mi madre y mi madrina. Alguna vez quise ser cura, pero luego abandoné la idea. Ser hijo único es muy duro: no asumes las derrotas, te es difícil la transacción con los otros. En fin, el aprendizaje es cercano al sufrimiento.
Pero, por otra parte, tienes todo
el afecto y, ya se sabe, el afecto produce mayores coeficientes intelectuales.
La imagen del sacerdote que soñé
ser me viene de las películas mexicanas. El cura cantaba muy bien y las muchachas
se enamoraban de él, además, era boxeador.
Era un hombre completo: las cosas
terrenales y las celestiales en su justa medida.
Ya no escribo poesía, ahora solo
la leo y escribo sobre ella. Mi trabajo se concentra en la narrativa. Allí están
mis posibilidades. El ensayo es una forma de acercarme a la poesía, como
observador, como lector.
No escondo mi pasión por la
pasta, los plátanos y el cuba libre. Tampoco puedo ocultar mi fervor por la
playa de Varadero en Cuba, y por las montañas de Cubiro, en Lara.
La primaria la hice en un costado
de la Avenida México: la Escuela Experimental Venezuela. Y el bachillerato en un
liceo con apellido de escritor: el Urbaneja Achelpohl.
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