lunes, 25 de octubre de 2021

MARTHA KORNBLITH: Los jóvenes poetas venezolanos buscan la posición antes que el talento y les gustan demasiado los premios

Una entrevista de Rafael Arráiz Lucca.

 



Estimados Amigos

Hoy tenemos el gusto de compartir con ustedes esta vieja entrevista al escritora venezolana MARTHA KORNBLITH, realizada por el  poeta e historiador Rafael Arráiz Lucca en 1994. La entrevista fue extraída del libro Conversaciones bajo techo.


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 El título  original de esta entrevista es muy agradable y motivador: "un poema tan solo sirve para ser feliz" pero sumamente irónico debido a como fue el desenlace de  la vida de MARTHA KORNBLITH, el 29 de mayo de 1997 se arrojó al vacío desde un quinto piso. 

La poesía no la salvó...


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MARTHA KORNBLITHla poesía no salva a nadie. 


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MARTHA KORNBLITH:

un poema tan solo sirve para ser feliz


Los ojos de Martha Kornblith cuando miran hablan. Pocas miradas delatan con tanta claridad el dialogo tenso que provocan las contrariedades del mundo, pero pocos ojos como estos anuncian las mieles de la victoria. -Si las batallas son arduas, las ganancias son definitivas. Así como es de duro aprender a caminar, así también puede llegar hasta la página la luz de un poema memorable.

Marta Kornblith es la autora de Dime Jessy Jones.


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DIME JESSY JONES


¿no crees que mi odio sea analizable?




Me citan.


Me controlan.


Me dosifican.




Dime Jessy Jones,


cuáles son los caminos que conducen a Bridge Town,


Cinamon City, Orson Gate.


donde caigo de bruces frente a la palabra,


que en definitiva es él,


y entonces la rabia cede.




Así soy yo:


la rabia regresa junto con el aburrimiento.


¿Sería mi aburrimiento mi histeria?, dijo Barthes,


para eludirlo, disfruto una ceniza quemándome el centro


[del cuello,


la nada, el detalle sin fuerza.




Así soy yo:


busco tu nombre en la guía telefónica,


llamo y cuelgo.




Perdóname, reconociste el sonido de los grillos en mi cuarto,


sabías que era yo (era la una de la madrugada),


solté un brinco, tomé una ducha y exclamé frente al espejo:


estoy en él, vivo en él,


dormí suavemente, con voluntad.


Esta es mi lógica interna:


suicidarme se ha convertido en mi divertimiento, mi


[vocación:


hace días, tomé quince fármacos y lo llamé para decirle


que era la única forma de lograr que me atendiera.




Así soy yo (manipuladora):


invento nombres de ciudades, no porque signifiquen, sino


para darle un ritmo al poema.


Vamos Jessy Jones a Bridge Town, Cinamon City, Orson Gate,


allí donde la rabia cede y yo voy con botas, un abrigo y un


blue jean a un café citadino. En él, varios poetas se interesan


por el suicidio como una elección personal de la muerte.


Esos bares, paradójicamente, son tremendamente insomnes,


insuflados de vida.


En definitiva, nadie es capaz de decidirse.




Dime Jessy Jones,


¿no crees que mi odio sea analizable?




Por favor, culpa al contexto,


rompe el límite.




Así es mi rabia:


me persigue, me hace ir del vértice del bien al mal.


Odio,


manipulo,


me autodigo puta loca, loca puta,


llamo y cuelgo,


cuando desaparece


digo gracias.




Dime Jessy Jones,


¿no crees que los verdaderos limitados son los médicos?




Este poema tiene su historia secreta:


nace de un sueño


muy personal,


un sueño-libro.


Trama, desenlace, paradoja


concluye (como nunca me suele ocurrir).


¿Eras tú, Jessy Jones, quien me decía que llevara más dinero [al colegio?


De niña desarrollé una gran habilidad para robarlo de mis


compañeritas.


Colegio, casa, parque.


¿Eras tú, Jessy Jones, o el espectro de la rabia, o del amor,


o de la madre?




Ella:


buscó amor en los conciliábulos médicos,


intercambió roles, rompió los límites para idear una relación


formal amorosa imposible.




Ella:


no tiene criterio de realidad,


desea más allá de lo deseado,


no tolera las frustraciones.




Ella:


se enamoró primero de su jefe (lugar común),


la apedrearon por loca,


ese fue el antecedente de la primera consulta


deprimida.


Ellos levantaron el telón,


el síntoma: su fracaso para realizar la expectativa.




Ella no tolera que le nieguen algo,


le dieron un mundo de confort, mármol y oro,


forma berrinches,


tira las puertas,


odia que la ignoren,


aunque a veces busca brillar por su ausencia y cuando


se suicida


olvida que no hay nada más olvidado que un muerto.


La gente, comentaba Chaplin, me pregunta cómo se me [ocurren


las ideas. Ellas nacen de un deseo incesante de tenerlas.




Tú eres la palabra:


mientras más me rechaza más la busco,


cuando la encuentro, puede que me acaricie o me maltrate,


se queda por tan sólo un instante, y luego se va con otra.


Tú eres la palabra:


me apedreas por grosera,


te saco provecho literario,


te quiero joder.


KORNBLITH, MARTHA


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“Yo soy una persona común y corriente, pero tengo una firme convicción en la poesía. Quizás esto venga de mi infancia feliz, de las riquezas que tuve, de la gente buena que me rodeo. A uno lo hace su infancia. Yo viví en torno a una casa, una cuadra en San Isidro. Mi niñez en esa ciudad en donde nací es algo que siempre recuerdo.

Luego estuve dos años en Rio de Janeiro, pero allí la vida era más dura que en Lima, aunque la belleza de Rio es incomparable, Lima era el sitio de mi felicidad.

Nunca fui a la playa en Rio. Me sentía incomoda, desarraigada. Creo que de aquel desasosiego nace mi poesía, de aquel mundo fantasioso y solitario, de mis paseos a la orilla del mar vienen mis textos. Como toda adolescente yo soñaba con ser alguien importante. Quería ser actriz de telenovelas brasileñas. Soñaba, pues. De esos años es un verso mío que dice: Suelo volar como

una paloma herida/ por una playa interminable.

 

A los once años llegué a San Bernardino y comenzaron mis años más terribles. Me tocó convivir con un medio competitivo, sifrino, muy valorativo del dinero y muy desconsiderado con los valores interiores. Todo aquello fue muy duro”.

Y fue este carnaval implacable el que contribuyo a la gestación de la palabra poética: Ese fue un poema que hice para salvarme, para mostrarselo a mucha gente y decirle; lee esto y deja de perturbarme. Pero después de que lo hice me di  cuenta de que la poesía no salva a nadie. Lo que puedes lograr con un poema es que alguien te lance una gran risotada en la cara. Con la poesía no puedes comprarte un apartamento en Nueva York, ni viajar todos los años a Europa. La poesía solo sirve para que nos reunamos en un taller, para divertirnos y estar en contacto con lo bello. Nadie se salva con la poesía. Tan solo  sirve para ser feliz.

"Yo no tengo esa visión trágica de la poesía. Para mi es un gran placer escribir. Si, por ejemplo, me levanto un sábado deprimida, aburrida, sin saber qué hacer con mi vida y, de pronto, logro escribir un texto. Pues ese día ya es otra cosa, es un día que floreció. Yo odio a esa gente desgarrada que anda con un poema en la mano sufriendo. No me gusta, me choca porque el poema es mi yo feliz”. '

El azar o las leyes ocultas muchas veces construyen situaciones que no tienen una explicación ceñida a las normas de la razón. Marta Kornblith comenzó a escribir poemas sin saber, exactamente, que eso era lo que hacía. Buscaba salvarse de los demás y de si misma y, en verdad lo que hacía era escribir un texto. Desvertirse: Quien se despoja de todo, quien está dispuesto para la pérdida, también está listo para la ganancia. Rafael Cadenas lo ha perdido todo y lo ha ganado todo Es como si la depresión se convirtiese en otra cosa Es como si la tristeza y el despojamiento abonaran el terreno de la vida espiritual. Pero lo que fue una disposición oculta en el trazado del azar, termina por ser un oficio (un placer) para hacer frente a las vicisitudes del mundo. Es un terrible destino vivir en Caracas. Me gustaría vivir en una ciudad linda pero no podría irme de aquí Me da mucho miedo comenzar de nuevo Sin embargo, la otra tarde iba por la Cota Mil el cielo estaba precioso y, súbitamente, pensé que a mis treinta y tres años a veces se me olvida que estamos cubiertos por un cielo y el cielo es inexplicable. El cielo es el azar, es Dios. Todo esto, mientras iba en el carro, me hizo recordar unos versos de Yolanda Pantin que expresaban mi sentimiento:

Estoy cerca del mundo fuera de mi

el que este cielo exista es un milagro.

 

Pero una mujer que puede mirar al ciclo y recordar las palabras de otra que también vio hacia arriba, también mira a su alrededor y se forma los juicios menos complacientes. Le preocupa la actitud de muchos de sus compañeros de generación: Buscan la posición antes que el talento; les gusta ir a los bautizos de libros para que los reconozcan. Les gustan demasiado los premios y esto me tiene fastidiadísima porque, en verdad, yo creo que los premios deterioran y alienan. Pero el daño más grande que hacen es que crean personajes. Parece que estuviéramos rodeados de personajes y no de gentes.

También hay muchos que todavía creen que ser poeta es meterse en un bar a emborracharse, pero así termina por perderse la sensibilidad para apreciar un buen poema. Y después lees en la prensa unos grandes elogios por unos libros que son una porquería.

Estos amigos quizás sean los mismos que no hablan  con Martha Kornblith porque es muy callada, es  silenciosa. Son los mismos -sostiene Martha- que por una parte no hablan con ella y por la otra escriben en sus poemas las palabras palabra silencio, desasosiego y se las dan de desamparados. Son los mlsmos —dice Martha- que leen a

Pound y Elliot y blanden una suerte de desasosiego importado. Si bien hay versos verosímiles e inteligentes, también muchas voces son falsas y me  molesta. A veces compro diez revistas literarias y no encuentro un solo poema Pasan los meses y no encuentro el  poema que yo hubiera querido escribir.

Mis poetas son de  aquí

A los nueve años Marta Kornblith a había leído Las mil y una noches pero su padre no lo sabía. Un buen dia se lo trajo de regalo y Marta, para no decepcionarlo, le dio las gracias y callo. Años después retomo su lectura y ya no pudo dejarla. Quizás todo comenzó allí.

Luego llego Julio  Verne y su oferta de otras peripecias y más adelante un poeta y sacerdote que en los años setenta entusiasmó a más de uno: Ernesto Cardenal. Yo estaba enamorada del poema de Monroe y lo leía y lo leía hasta que me lo aprendí de memoria.

Pero en estos días signados por la incertidumbre Marta prefiere las voces de sus vecinos más cercanos: yo no voy a buscar influencias anglosajonas. Si quiero enriquecerme busco una lectura cotidiana  de los poetas de Trafico. Busco un texto de Rojas Guardia, de Osuna, de Yolanda Pantin o de Blanca Strepponi. Muchos poetas jóvenes buscan autores lejanísimos, incluso algunos dicen en sus poemas que están cansados de tanto viajar y, en verdad, nunca han salido del país


Rafael Arráiz Lucca

 




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Imagen tomada de "Dijo un día"




Rafael Arráiz Lucca
Caracas, 3 de enero de 1959.

Elegido en noviembre de 2005 para ocupar el sillón V.

Vicepresidente (2015-2018). Ha sido vocal y tesorero (2019-2011).

Abogado y doctor en Historia por la Universidad Católica Andrés Bello, Rafael Arraiz Lucca es profesor titular de la Universidad Metropolitana (Caracas).

Ensayista y poeta, en su larga trayectoria ha sido jefe de redacción de la revista Imagen (1985-1989), subdirector de la Galería de Arte Nacional (1989), presidente de Monte Ávila Editores Latinoamericana (1989-1994), director general del Consejo Nacional de la Cultura (1994-1995) y presidente de la Fundación para la Cultura Urbana (2000-2010). Desde 1997 hasta 2010, Arraiz Lucca escribió semanalmente una columna de opinión en el diario El Nacional.

Ejerció como investigador en el Instituto de Estudios Avanzados (IDEA); visiting fellow en la Universidad de Warwick (1996) y titular de la cátedra Andrés Bello del Saint Antony’s College de la Universidad de Oxford (1999-2000). Fue decano-director del Centro de Estudios Latinoamericanos Arturo Uslar Pietri de la Universidad Metropolitana (2006-2010).

Ha recibido, entre otros, el Premio de Poesía de Fundarte (1987), el Premio Municipal de Poesía de Caracas (1993), el Premio Monseñor Pellín al mejor articulista de opinión del año (1999) y el Premio Henrique Otero Vizcarrondo del diario El Nacional al mejor artículo de opinión del año (2001). En 2007, el Gobierno de España le otorgó la Orden de Isabel La Católica. 




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