“DRAMÁTICAMENTE IRREMEDIABLES…”
Encuentro con Yuri Valecillo y Carlos Yusti
Carlos Yusti y Yuri Valecillo. Fotografía de Luis Alberto Angulo. |
Estimados Amigos
Hoy tenemos el gusto de hacerles llegara una entrevista a los amigos Carlos Yusti y Yuri Valecillo realizada por Miguel Antonio Guevara. En este documento podrán adentrarse más en ese peculiar mundo que comparten este par de tipos audaces.
Deseamos disfruten de la entrada.
Cuando ocurre el encuentro con nuestros creadores nos acompaña esa incertidumbre que habita la vergüenza o la pena. Al hablar de estos estados anímicos corresponde más a esa sensación que nos domina antes de encontrarte con alguna persona que admiras; cuando la ves, cuando los ves acercarse, te dices para tus adentros:
— Ahí vienen.
Una sensación parecida sentí al ver cruzar la esquina de gradillas a Yuri Valecillo y Carlos Yusti, se acercaban a nuestro lugar de encuentro, a pocos pasos de la librería El Techo de la Ballena, ubicada en mero centro del casco histórico de Caracas.
Que nadie equivoque el preludio de este encuentro con el carácter farandulero de la emoción de un militante de fan club, me refiero más bien a la expectativa de quien pretende someterse a un diálogo con dos realengos respetables, el primero: fotógrafo de lo urbano e insoslayable mirada a la fotografía social contemporánea latinoamericana; el segundo: potencia del ensayo y la crítica de arte, sepulturero de la prosa de almidón y boato.
Siéntase, querida lectora, querido lector, como en su casa. Esto no es una entrevista convencional. Es un encuentro entre amigos que cuentan sobre su vida y obra. Así como en el transitar vital, encontrará interrupciones y más que eso al azar sincrónico propio de la espontaneidad que solo puede dar la belleza de la oralidad y la conversa colectiva.
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Miguel Antonio Guevara Por favor apelemos a lo biográfico, poco se encuentra de sus procesos vitales en la red, solo textos críticos de sus obras, a ver ¿Cómo ha sido ese tránsito del oficio, pero lo más importante, cómo se mantiene?
Carlos Yusti Creo que lo más importante es que nosotros venimos de un estrato muy pobre en Valencia, de una zona bastante deprimida. El hecho de convertirnos en lectores en una zona tan deprimida es algo que todavía la gente en Valencia, los amigos nuestros del norte de la ciudad, todavía no se explican como hicimos todo este periplo. Y bueno, poco a poco el ser lectores, como dice Yuri, nos fue adentrando al mundo de la literatura.
Yo he sido un carajo poco imaginativo para escribir cuento o novela. Escribí una novela como a los catorce años. La verdad nunca tuve ese punto neurálgico para escribir literatura de imaginación y entonces estaba un poco frustrado por eso. Entonces Yuri me dice: —¿Y por qué no escribes tu primer libro sobre una biografía?— ¿Y a quién? Bueno, a José Rafael Pocaterra, porque lo sentíamos muy cercano. Un tipo irreverente que participó en política, un personaje que incluso sigue dando roncha en Valencia. Hice una investigación de tres años sobre Pocaterra y Yuri me ayudó con la fotografía.
José Rafael Pocaterra |
Hay muy pocos libros sobre la vida de Pocaterra. Armé a partir de las fotografías como una biografía entre lo real y lo ficticio. Las fotos me ayudaron a enmarcarlo cronológicamente, a partir de ahí comencé; hice el libro como una tesis, entonces me lo pidieron para imprimirlo y tuve que podarle muchas cosas.
Digamos que ahí empecé a considerarme escritor, al publicar ese libro, todo por culpa de Yuri.
Yuri Valecillo El trabajo de Pocaterra fue como una arrancada, porque ya nosotros veníamos de hacer muchas cosas, veníamos de hacer publicaciones políticas, no veníamos del partido pero veníamos de formaciones alternativas, de organizaciones paralelas en lo político y lo cultural, y lo que hacíamos también rompía con lo cotidiano en la ciudad.
¿Qué hacíamos? Hacíamos muchos periódicos, tú [dirigiéndose a Yusti] estabas en el grupo literario Animales Krakers y editando la revista multigrafiada ZIKEH, mientras tanto yo estaba organizando a los estudiantes y llegamos a tener en el ámbito de los liceos cerca de dieciséis o dieciocho periódicos estudiantiles, en los que participaba en unos ocho. Además, hacíamos de todo y hacíamos todo: escribir en el multígrafo, picábamos las hojas, lo redactábamos, y lo imprimíamos manualmente y estábamos empapados de la realidad de los estudiantes.
M.A.G Una especie de consejo editorial marginal.
Y.V Un consejo editorial de los parias de la tierra. Vengo de un mundo de padres comunistas, pero eran unos comunistas bastante extraños. Mi papá era un comunista al que le gustaba el esperanto, que le gustaba la ópera. Era un obrero, un herrero que nunca faltó a la temporada de zarzuela, que acudió con regularidad a la pequeña compañía de teatro.
Mi padre abrió un laboratorio de fotografía muy chiquito en la casa, en donde iban tipos que después fueron personajes muy interesantes. En ese momento yo no lo vi así ¿Quiénes eran? Luis Luksic, Jacobo Borges, Pedro León Zapata. Eran tipos que en los 69, 70, no tengo una memoria exacta, eran tipos que estaban dando sus primeras zancadas, sus pasos iniciáticos o su rumbo en el arte pues, buscando una vereda por la cual ir.
Yo creo que Yusti y yo lo que hicimos fue huir de lo cotidiano ¿Cómo? De mil maneras distintas, fuimos los peleones de la ciudad. Yusti ponía zapatos en la mesa cuando las vacas sagradas de la ciudad ofreciendo recitales de poesía, aunque yo creo que eran sementales porque todos eran hombres, hicimos pintas en contra de los grandes cacaos de la cultura, de los pintores del momento, en contra de los que tenían mayor centimetraje.
Éramos un grupo de gente en condiciones distintas, bastante difíciles, pero en nuestro grupo había también gente, más que de la oligarquía de la aristocracia valenciana, no voy a decir quiénes son la oligarquía y quiénes la aristocracia (risas). Con nosotros estaban los Téllez, Pedro y Javier, artistas, psiquiatras, a Javier y a mí nos expulsaron de la escuela de Bellas Artes, y yo creo que ambos teníamos cierta relación fraterna. Yusti creó los Animales Krakers. También hicimos el Arteradical, bastantes jóvenes fuimos admitidos en el “Salón Michelena”, apenas teníamos dieciocho años, Yusti además editaba la revista ZIKEH.
M.A.G Háblanos un poco de ese proyecto
C.Y Esa revista de la que hicimos cuatro números, con un tiraje de 500 ejemplares multigrafiados con cerca de cien páginas, era sumamente irreverente, con groserías y hasta con pelos incorporados (risas). Hoy de todo ese grupo ninguno escribe. De los doce o trece que éramos el único que se atrevió a dejar las playas apacibles de lector fui yo. Todos éramos poetas en la revista, no había quien escribiese los ensayos y así es que comencé, de alguna forma, a escribir ensayos en ZIKEH. La revista fue una etapa muy importante como hecho creativo, no tanto por escribir los textos sino de armar la revista, hacerla, difundirla, venderla.
De izquierda a derecha: Pedro Tèllez, Lenìn Sánchez, Luis Alberto Angulo y José Joaquín Burgos |
Había varios grupos en ese entonces, pero todos escribían desde los cúbiculos la Universidad de Carabobo.
Nosotros estuvimos como grupos literarios cuando eso ya era una cosa de hemeroteca, cuando estaban como agonizando. Había grupos que tenían su trinchera en los periódicos. Estaba Talión, La Braga, Contraportada… había un movimiento bastante dinámico haciendo una literatura muy bien peinada y altruista. Nuestro grupo se deslastró de esos grupos y fuimos a por la literatura a contracorriente. Y entonces, bueno, todo el mundo nos cayó encima, que éramos unos carajos inconscientes, que no creíamos en el futuro, un montón de babosadas seudoizquierdistas.
Y.V Yo en ese momento era un francotirador. Era un partisano con una unidad derrotada. Cuando surge ZIKEH me voy a la escuela de teatro, pero no a estudiar teatro sino fotografía, venía de la escuela de artes plásticas y me incorporo a la escuela de teatro, pero sobre todo porque había un maestro que me parecía un tipo muy inteligente, era José León.
Entonces yo me meto como un outsider de la fotografía; opinaba, escribía, discutía, veníamos de las experiencias con revistas, de otras cosas. Fue como un receso para la creación. Ya no era momento de hacer sino un instante de reflexión, de asumir el conocimiento, de comprender. Y hay una cosa muy importante: que era el respeto por los maestros, que eran Izaguirre, Luis Martínez, Moreno, tipos verdaderamente interesantes que venían de una época anterior a nosotros.
M.A.G A propósito del por qué de la expresión ¿Cómo se encuentran como ensayista y sistematizador de la imagen más allá del deleite estético?
C.Y El libro de Pocaterra fue decisivo. El que me llevó a convertirme en ensayista. Todos mis libros (unos ocho) están circunscritos al ensayo. Yo creo que eso fue el elemento que me llevó a convertirme en escritor.
Yuri Valecillo |
M.A.G ¿Hay algún o alguna ensayista que consideres?
C.Y Hay ensayistas muy buenos en Valencia, Pedro Téllez, José Carlos de Nóbrega, gente mucho más talentosa que yo, gente joven; los ensayistas siempre son como los marginados del mundo literario [los parias de la tierra, dice Yuri entre risas], sin mencionar que es un género bastante maleable. A veces a los ensayistas les gustaría ser escritores de novela o poesía, pero en realidad yo soy esencialmente ensayista y los que te nombro son esencialmente fieles a ese género, habrán hecho amagos con el cuento o el poema, pero su fuerte es el ensayo.
M.A.G ¿Qué crees que le hace falta al ensayo contemporáneo venezolano?
C.Y Creo que le hace falta inteligencia y creación. La literatura creativa también puede hacerse en el ensayo, la metáfora, la poesía, hay que hacer novela en el ensayo. El ensayo te permite todas esas ramificaciones y el nuestro siempre ha sido muy árido, muy intelectual.
M.A.G ¿Tienes algún modelo del ensayista venezolano?
C.Y A mí siempre me ha gustado Elisa Lerner, Juan Nuño y José Ignacio Cabrujas. Esos son modelos que me han gustado porque encuentran muchas cosas en sus ensayos. Hay influencias, sí, sobre todo de Nuño, de los ensayistas extranjeros podría nombrar a Savater.
El ensayo no debe ser solamente la propuesta de un tema sino de ideas. Hay que salirse de lo profesoral, ese estilo Uslar Pietri nunca me ha gustado. Yo lo he hecho pero no me gusta. Ese ensayo con calidad, con literatura, con enciclopedia. Eso no es lo que yo busco. Me gusta el ensayo que se mezcla con la vida, con el momento político que uno vive, ese es el ensayo que me gusta, el ensayo vivo que va revolviendo lo actual y lo convierte en literatura, en belleza. Ese es el ensayo que me gusta, es el ensayo que yo practico. Yo creo que a Yuri le puede pasar lo mismo.
Elisa Lerner |
Y.V El aporte de Pocaterra es de Yusti. Me invita a colaborar con Pocaterra en la recuperación gráfica de la imagen. Entonces la intención era que el libro tuviera mucha fotografía, lamentablemente en Carabobo no se pudo editar de esa manera.
A pesar de eso hicimos una exposición de la fotografía en Pocaterra; el desembarco del Falke, el Pocaterra embajador, de joven, como escritor consagrado, el Pocaterra del declive. Además su libro Memorias de un venezolano de la decadencia me permitió descubrir un fotógrafo insólito.
Descubrimos al mejor fotógrafo de reportaje, que yo creo es el mejor del mundo, llamado Nerio Valarino, que es un personaje de novela en un hecho real, el que lo recupere hará un gran trabajo, es él quien hace las fotografías del interior de la cárcel La Rotunda. Haciéndose pasar por loco y luego hace un trabajo fotográfico excelente, arma la cámara desde dentro, la familia le pasa los ácidos. Cuando hablan de crisis me pregunto cómo hizo Nerio Valarino para hacer un trabajo fotográfico tan bueno en esas condiciones.
Yo creo que mi vía como fotógrafo tiene un paso muy importante que fue comprender que podíamos hacer cosas fuera de la línea del partido o de una organización, porque yo si fui militante, Yusti fue un militante pero menos encausado, la fotografía mía era una fotografía panfletaria, era un fotógrafo orgánico.
Nerio Valarino |
M.A.G Pero dices “yo fui” y uno ve tus imágenes de hoy y siguen siendo imágenes militantes
Y.V Ah pero es que yo sigo siendo un militante, menos encausado por una línea de partido. Ahora la línea es Yuri, lo que él vislumbra, lo que cree, lo que enuncia, lo que considera que es justo o injusto; como decía Gramsci del intelectual orgánico, yo fui un fotógrafo orgánico (risas).
M.A.G Hay un tránsito desde territorios, por varios lugares ¿Desde dónde habla esa imagen?
Y.V Creo que no tengo territorialidad todavía. No me circunscribo a un espacio territorial, hice alguna vez unas fotos en París porque estuve allí un par de años. La poesía en Europa no me caló, no me inundó, ya no había un momento de guerra como la de Robert Capa, Gerda Taro o Chim, ya no había para hacer los textos de Hemingway en plena guerra en España, a mí me toca redescubrirme como latinoamericano, sobre todo como caribeño.
Puede haber un territorio o un espacio territorial, que es ese espacio de Colombia para acá, de Colombia hasta México, podría decir que ese es mi espacio territorial. Estuve un rato en el Salvador, en Ecuador.
Sigo creyendo en la famélica legión: la fotografía no va a cambiar al mundo, pero si te va a dejar un registro de cómo fue el mundo, y que dará la oportunidad, en algún momento, de un espacio de comparación. Uno no espera trascender, uno espera que el trabajo trascienda, eso sí, a eso sí le apuesto ¿Cuál es el esfuerzo? Que si no hay gente no hay comunidad, no hay masa, individualidades, personas, condición humana, espiritual, social, si no está eso no hago la fotografía. Me agotan las casas viejas, me agotan las texturas, el paisaje, el cielo maravilloso, me agota la fotografía construida, me agota el happening para hacer fotografía, yo creo que soy un fotógrafo mundano, de la calle, que busca, que hace, el Arciprestre de hita pues ¿Recuerdas? Por ahí va más o menos (risas).
M.A.G Hay una permanencia de las multitudes, de lo social, muestras lo urbano, la gente, pero también el retrato, al que sale o entra a algún lugar, conocido y desconocido ¿Por qué?
Y.V El retrato me gusta. El inicio de la fotografía es el retrato, porque es el individuo frente a sí mismo, acompañado de sí mismo. Además es un registro importante de lo que ocurrió. Tú y yo estamos aquí hoy en esta mesa sentados, pero tú serás el mismo en la fotografía dentro de cien años, ese eres tú, no estarás ni vivo ni muerto, sino tendrás cuerpo, forma y apostura, el personaje que sale en la foto aunque ya no esté ni exista va a seguir estando, el que tú quieras; yo le hice un trabajo a Juan Liscano con Yusti y seguimos diciendo: “mira ahí está Juan Liscano”, ya no está con nosotros pero está en la imagen fotográfica.
El retrato me sigue obsesionando. Yo hago dos cosas, la suma de las individualidades que son las multitudes y restar las individualidades una tras otra para convertirlas en retrato. El retrato es el principio de las multitudes, sin retrato no hay multitud.
M.A.G Carlos, también hay un discurso plástico importante en tu proceso creativo. Y además, delantando un poco la pregunta lugar común ¿Para qué sirve escribir?
C.Y Eso fue un accidente. La pintura. Me gusta hacer crítica de arte, tengo muchos amigos pintores. Como Yuri iba a la escuela de teatro Ramón Zapata, pero no a nada especial o culturizarme o hacerme del teatro, yo iba por las actrices. Me gustaba una actriz en la escuela e iba por eso. Iba mucho a la escuela de arte por los amigos pintores y ahí me interesé por el hecho plástico.
Escribir no sirve para nada, pero sirve para todo, igual que la lectura. Más que escritor y pintor me considero lector/observador. Me acerqué a la pintura porque me gustaba escribir sobre mis amigos pintores ¿Cómo hago para dominar ese sentido conceptual que tienen del arte? Bueno, pintando. Eso fue lo que hice. Ya he hecho varias exposiciones, cerca de cuarenta exposiciones individuales, colectivas mucho más. Pero un poco lo hice para empaparme de ese mundo que es la pintura y así fue hasta que escribí un libro sobre los pintores (Poéticas del ojo, una mirada impertinente acerca de las artes visuales, Fundación Editorial El perro y la rana), que reúne un poco ese trabajo de investigación que hice a través de la pintura.
La Gaveta Cortáziana de Carlos Yusti.
M.A.G ¿En qué estás trabajando actualmente?
Bueno, reciente hice dos libros. La gaveta cortaziana, que es un libro objeto, que se abre, se juega con él. También un libro objeto del que hice ochenta números que se llama A la brevedad posible, tiene cuento, microcuento, ensayo. Es una caja que tiene todo eso y la gente puede manipular la caja y jugar con ella, es como un mecano pero literario. Y un libro que se llama Ajuar de licantropía que es un libro en el que el lector podrá arrancar las páginas y armar un libro distinto. Todos son ensayos, por supuesto. Hay un ensayo, por ejemplo, que es el mapa de Praga porque el texto es sobre Kafka y el ensayo está dividido a partir de la división del mapa, hay un ensayo que es un crucigrama, entonces el texto está escrito en verticales y horizontales, hay un ensayo que es un aviso clasificado.
M.A.G El juego, ciertamente es una recurrencia en tu obra, lo lúdico, como una búsqueda de interacción.
C.Y Claro, para que el ensayo también salga un poco de ese esquema profesoral en que lo tienen metido. Lo tienen enclaustrado como si el ensayo no da para más. Entonces la idea es un poco, en la práctica, ver que siempre da para más. Cada ensayo tiene su característica. Ahí combino dos cosas: el arte de la pintura y la literatura. Con Yuri siempre hemos hecho trabajos en conjunto, ha ganado premios de periodismo con trabajos conjuntos. Siempre estamos haciendo cosas en conjunto. Entonces, las cajas de las que te hablé tienen fotos de Yuri. Recientemente hizo algo llamado Humo sólido en donde aparece el escritor fumando y detrás el texto. También hizo Genio y figura.
Juan Liscano y Carlos Yusti. Fotografía de Yuri Valecillo |
Y.V Lo cierto es que siempre trabajamos juntos sin ponernos de acuerdo. Teníamos dos años sin vernos. Lo cierto es que hemos estado trabajando en diferentes cosas, incluso sin pedirnos permiso, sin ponernos de acuerdo.
M.A.G Yuri ¿En qué estás trabajando?
Y.V Estoy trabajando en algunas cosas. Estoy haciendo un trabajo sobre el cocuy. Fuimos juntos a la zona de Quíbor, de Siquisique, por varios días, cuatro o cinco días. Además de eso hay un libro que me están editando en México que es sobre el centro histórico de la ciudad de México y Yusti hace el prólogo, la introducción al trabajo. También acabo de terminar y estoy enriqueciendo una propuesta que se llama Valencianidades. Hice una exposición sobre los valencianos cotidianos que ahora se enriquece con los valencianos no cotidianos ¿Quiénes son esos valencianos no cotidianos? Laura Antillano, porque es del Zulia pero se quedó, se amañó en Valencia, Luis Alberto Angulo, que es de Barinas, de Barinitas, también se quedó, Orlando Chirinos que es falconiano. Hay una serie de personas, de gente que se amaña a la ciudad. Es esa relación de amor y odio, somos como unos malqueridos, a veces la ciudad no se deja querer o nosotros no nos dejamos querer. Hay gente que nos quiere, que nos odia, que nos busca, gente que participa con nosotros en cosas, gente que tiene miedo de andar con nosotros. En conclusión, en lo que estoy trabajando es en lo que te dije y además de eso sumemos un trabajo que están haciendo sobre todo mi trabajo fotográfico.
M.A.G ¿Para qué sirve la fotografía?
Y.V La fotografía sirve para sacarte la cédula, el pasaporte. La fotografía tú la haces.
Luis Alberto Angulo y Carlos Yusti. Fotografía de Yuri Valecillo |
M.A.G ¿Una especie de licencia para sobrevivir?
Y.V Podría ser una licencia para sobrevivir, porque a los poderosos nunca les piden la cédula y tampoco el pasaporte, lo muestran pero nunca se los piden. Lo cierto es que la fotografía en mi caso no sirve para sobrevivir sino para vivir en ella. La única prueba de que el fotógrafo esté haciendo fotografía es que no aparezca en la fotografía que él realiza, en el momento que sale deja de ser porque se convierte en objeto de la fotografía. Uno vive en la fotografía en la que no aparece.
C.Y Es como los periodistas que a veces no quieren hacer la noticia, pero quieren ser la noticia. Un poco el escritor, el fotógrafo, tienen que vivir en ese anonimato. Uno escribe el mundo, de lo cotidiano, de lo divino y humano. Uno no sabe si arreglará el mundo pero es como un peregrinaje en el que se va poco a poco hacia ninguna parte.
Y.V Hay un libro de Kapuściński cuando su maestra de la universidad lo manda a la India, no hablaba inglés o francés, apenas hablaba polaco y lo mandan como corresponsal de la agencia de noticias polaca a la India y la maestra le da un libro de Heródoto; eso lo único que te va a acompañar, la historia ¿Cuál es el mensaje que le da una mujer a un tipo que no habla ningún idioma que tenga que ver con el mundo que iba a visitar? Es la historia, el idioma de los pueblos, la historia de los hombres. Hoy Kapuściński es vital, obligado, no nombrarlo es como un pecado en el periodismo de investigación, de reportaje.
Ryszard Kapuściński |
M.A.G ¿Qué esperan de ese devenir de la obra en construcción?
C.Y Yo espero que la obra tenga sus lectores. Que se sientan tocados, la palabra tiene un sentido mágico. En Guayana hay una cosa que siempre le comento a Yuri, que es indígena: el Tarén, especie de frase con poderes mágicos. Ellos tienen una oración que sirve para todo, para curarte, para conseguir el corazón de una mujer. Yo creo que la palabra tiene ese don mágico que le dan nuestros ancestros. Uno aspira que lo que uno hace tenga ese Tarén para emocionar a los otros, más nada.
Y.V Yo tengo decidido hace tiempo que voy a morir primero que Yusti. Como un castigo a la vida (risas), entonces Yusti hará un trabajo muy bueno sobre mi obra, porque el ensayista es Yusti, el que tiene toda la posibilidad de primera mano para hacer un trabajo sobre mí es Carlos Yusti.
M.A.G ¿Una especie de Marx y Engels realengos?
Y.V No a ese nivel. Sería terrible que tu hija se suicidara con su novio. Que escribiera El derecho a la pereza y esas cosas. Pero yo creo que somos un par de individuos que han estado atareados en hacer la historia menuda, del día a día para ver si llega a convertirse en una GRAN HISTORIA y que sea materia obligada para los hombres, para las mujeres, para ti, para mi hijo Carlos Alberto que está estudiando historia. El cielo de los ateos es la historia, eso es lo que esperamos, un pedacito de cielo, ese cielo de los ateos.
C.Y En el fondo es lo que somos, unos ateos irremediables.
Y.V Dramáticamente irremediables…
Febrero 2016.
Tomado de Cuaderno hipertextual
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Miguel Antonio Guevara (1986). Escribe poesía, ensayo y narrativa. Realizó estudios de sociología del desarrollo en la Universidad de los Llanos Ezequiel Zamora. Ha publicado en poesía Pensando el poema (Ediciones Madriguera), Hay un ruido que se escurre por debajo de las puertas (SurEditores), Ese instante turbio (Fondo Editorial Unellez), y en ensayo Por la palabra (Fundación Editorial El Perro y La Rana). Además de participar en diversas antologías y compilaciones de ensayos sociopolíticos. Durante 2011-2013 llevó las columnas Ciudad de palabras (Diario La Noticia, Barinas), 7 Revoluciones (Diario De Frente, Barinas) y Por la palabra (Diario el Venezolano, Ciudad Guayana). Ha sido premiado en poesía y periodismo en Colombia, Venezuela y Suiza.
Ha conducido los programas radiales Espacio Cultural y Por Donde Pueda ambos dedicados a la promoción literaria. Colaborador asiduo en diversas publicaciones venezolanas e internacionales. Editor de la editorial alternativa El Caracol de Espuma.
Realizó animación sociocultural en comunidades a través de Cultura Corazón Adentro. Dirigió el Sistema Nacional de Imprentas (actual Sistema de Editoriales Regionales) y la Coordinación de Comunicaciones y Relaciones Institucionales de la Fundación Editorial El perro y la rana.
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Carlos Yusti en Barcelona, con la estatua de Colon al fondo, al final de la Rambla donde desemboca en el puerto.
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Carlos Yusti (Valencia, 1959). Es pintor y escritor. Ha publicado los libros Pocaterra y su mundo (Ediciones de la Secretaría de Cultura de Carabobo, 1991); Vírgenes necias (Fondo Editorial Predios, 1994) y De ciertos peces voladores (1997). En 1996 obtuvo el Premio de Ensayo de la Casa de Cultura “Miguel Ramón Utrera” con el libro Cuaderno de Argonauta. En el 2006 ganó la IV Bienal de Literatura “Antonio Arráiz”, en la categoría Crónica, por su libro Los sapos son príncipes y otras crónicas de ocasión. Como pintor ha realizado 40 exposiciones individuales. Fue el director editorial de las revistas impresas Fauna Urbana y Fauna Nocturna. Colabora con las publicaciones El correo del Caroní en Guayana y el Notitarde en Valencia y la revista Rasmia. Coordina la página web de arte y literatura Códice y Arte Literal
No soy tan rebelde como Yuri y Yusti, por eso mismo los admiro. Sé algo de Yusti, que el no sabe: Adriano González León leyó "De ciertos peces voladores"....le gustó todo, pero aún así comentó a mi amigo Manuel Matute..."Y yo que no me meto con nadie...."....(Conversaciones en el Maute Grill, Avenida Río de Janeiro, Caracas).....
ResponderEliminarGracias Carlucho por la visita y comentario
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