Carlos Yusti: ¿Escritor o pintor?
Carlos Yusti es un ser humano que hay
que descubrirlo todos los días.
Carlos escribió el 26 de mayo de 2024 en
Letralia, en sus Notas
Desabrochadas, que: «conocidos y amigos se sorprenden cuando descubren que
yo pinto; sin embargo, yo me sorprendo de que escriba». A mí, con Carlos, me
pasó todo lo contrario. Yo conocí primero al Carlos pintor y quedé maravillado
con sus cuadros. Mi sorpresa fue cuando descubrí que también escribía.
Fue en una exhibición colectiva que pude
apreciar por primera vez una obra de Yusti. El cuadro atrajo de inmediato mi
atención. Se llamaba Homenaje a Matisse. Era intenso y captaba toda la
esencia del pintor homenajeado; representaba una odalisca recostada en un
diván, clásico y conservador, como las primeras pinturas de un artista que,
hoy, en el tiempo, se puede apreciar como la génesis de las futuras figuras
femeninas que caracterizan la temática de sus cuadros. Le siguieron sus conocidas
jineteras, la de medias azules mi favorita, y las otras mujeres que
pueblan la obra intensamente colorida de Carlos.
Tiempo después, descubrí al Carlos
escritor. Fue con ocasión de un homenaje al Quijote de Cervantes en la
conmemoración del cuarto centenario de su aparición, que hizo la Universidad
Católica Andrés Bello de Guayana en el año 2005. Esta publicación se intituló Lecturas
venezolanas del Quijote. Varios autores participaron con sus escritos, el
de Carlos se llamaba Otras magias del Quijote. Confieso que fui sorprendido
con aquel escrito tan bueno, tanto en su contenido como en su forma. Valga la
acotación que yo también participé con un escrito en esa publicación.
Ingenuamente lo felicité por sus
habilidades de escritor sin saber que para ese entonces ya tenía en su haber
varias publicaciones, Vírgenes necias, De ciertos peces voladores, Pocaterra
y su mundo, incluso premiadas. Así descubrí al escritor.
Un libro de excepción sobre las artes visuales de aquí y de allá |
Quizás lo mejor para comprender esta
doble faceta de Yusti es recurrir a su libro Poéticas del ojo: una mirada
impertinente acerca de las artes visuales (1999-2008), allí cuenta que «Pasé,
durante mi infancia, largas horas en el jardín. Qué hacía. Nada. Mirar a las
hormigas. Mi madre preocupada, y percatándose que eso de inmiscuirse en la vida
privada de las hormigas no tenía futuro alguno, decidió enviarme a la escuela»;
y concluye que, ante el dilema planteado en este escrito, «por ese motivo
cuando alguno me inquiere y pregunta: ¿pintor?, ni de vaina. ¿escritor? Menos. A
lo sumo malabarista de lo literario que se parapetea detrás de las frases
hechas y las acomoda en el papel (o en la pantalla de la computadora) según
convenga: ‘Mientras más observo a los hombres, más quiero a las hormigas’ y en
ese plan». Creo que el mismo Carlos, en sus propios términos, da la respuesta a
la pregunta inicial de esta semblanza.
Sin embargo, no podría finalizar este escrito
sin destacar otra faceta del escritor-pintor y es su vocación a trabajar el
aspecto lúdico de los niños, estimulando su creatividad sintiendo y
divirtiéndose creando collages y libros. El trabajo de Carlos y su esposa Ana
María en los colegios es encomiable. Sé que trabajan con muy pocos recursos,
pero con grandes resultados.
Ambos tienen años llevando talleres a
los niños de Guayana donde les enseñan a pintar, hacer collages, hacer libros,
a crear juegos, a despertar su creatividad; niños que han tenido la suerte de
poder disfrutar esas enseñanzas de los Yusti. Ese aspecto es, en mi opinión, el
de mayor proyección que lleva Carlos Yusti, ese gran artista, en el corazón.
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Carlos Yusti en Barcelona, con la estatua de Colon al fondo, al final de la Rambla donde desemboca en el puerto. |
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