Imagen tomada de El Periódico |
Estimados Liponautas
Hoy 31 de diciembre de 2022, tenemos el gusto de compartir un relato de nuestro amigo Pacoman. Gracias Pacoman.
Esperamos sea de su agrado y que tengan un 2023 provechoso.
Atentamente :
La gerencia.
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Yo por 20 chelines…
A Don Manuel Martínez
Aragón.
Desde 1997 encarnamos a un David y a un viejo
Thomas malagueños.
Asistimos a una celebración en un public
house londinense a finales de 1821, tres amigos han conseguido reunirse
tras mucho tiempo, no lo saben pero será la última vez que lo hagan. Eso
evidentemente les cambió la vida… sobre todo al que la perdió dos años después.
Pero también a los supervivientes, el mayor perdió a su némesis intelectual y
causa última de que destilara el mejor néctar de la flor de sus neuronas,
también perdió al mejor amigo que jamás tuvo. El joven y causante de la
celebración, consigno parte de su tiempo, siete años en concreto, a entender e
interpretar el legado intelectual del fenecido y alumbró en 1844 un ensayo
sobre… Pero abandonemos esta senda de tristeza, lo que ha de venir, vendrá y no
se alejará porque hoy lloremos las penas del mañana. Estamos de celebración, el
joven Thomas está publicando con notable éxito unas notas autobiográficas y ya
se está preparando la edición en libro de la recopilación de todas ellas.
Un fotograma de la película ¡Qué bello es Vivir! |
Tomó la palabra Thomas Robert, el
mayor de los tres, sus largas patillas blancas y los surcos de una vida de
estrecheces contrastaban con las caras tersas y casi juveniles de los otros dos
que se habían levantado a brindar:
— ¡Por que este éxito sea el
primero de muchos! —Los vasos subieron y dejaron caer la ginebra en los sedientos
gaznates.
—Thomas, espero que no acabemos
esta bacanal, que ahora empezamos, en los comederos de opio, como narra en su
éxito literario.
—No, querido David, hoy les voy a
proponer acabar de putas, y así preguntar por Ann, a la que ya saben que debo
la vida y aún no he reencontrado.
—¡Pero que me decís!— Se ruborizó
el aniñado Ricardo, pese a sus 49 años —mi Priscilla no merece esa
desconsideración y fea traición.— en un principio nada iba a decir Thomas
Robert, clérigo anglicano, pero finalmente no se resistió.
—Es cierto que su señoría lleva casado
once años más que yo y que el joven Thomas sólo cuatro, pero a estas alturas de
la vida, cuando mi mochila se adorna con 55 inviernos: Yo por 20 chelines…
Imagen tomada de Analítica. |
El silencio se señoreó de la
esquina del pub, Robert sonreía socarronamente, Thomas abría los ojos desmesuradamente
hasta estallar en una estruendosa risa que alertó a los demás clientes,
finalmente hasta el atildado Ricardo tuvo que bajar la cabeza, para negar la
risa que finalmente triunfó en sus labios. Espontáneos, entrechocaron sus
pintas, que los diestros camareros rellenaban por iniciativa propia, aplaudida
eso si, por los festejantes.
—Vaya con el clérigo. ¿Cómo es
posible que ustedes dos siempre intercambien sus posiciones ideológicas respecto
a las que cabría esperar, dadas las que ocupan en la vida?— espetó el joven
Thomas.
—Querido joven, la capacidad del
raciocinio hay que desligarla de la vida. Fíjese en el venerable clérigo que
nos acompaña, aboga por que nos demos el filetón con unas meretrices, cuando él
jamás ha yacido con otra mujer que no sea su consagrada esposa. No se fíe de lo
que se dice, sólo de lo que se hace amigo mío.
—No me apabulle amigo David. Y reflexionemos
sobre mi anterior afirmación, únicamente desde la perspectiva crematística.
—Sea pues, el padre de las plétoras
siempre tiene cosas interesantes que aportar —añadió Ricardo mientras indicaba
al camarero que rellenara las jarras.
—Un hombre tiene que elegir entre
satisfacer sus necesidades con una esposa o con una profesional del amor, una
esposa putativa: limpia y en un
establecimiento de fiar, eso sí. Mientras que obtener esposa como Dios manda
tiene un coste de búsqueda, de negociación, de dote, de cierta reciprocidad no desdeñable y de
mantenimiento, podemos considerar todos ellos como costes fijos, bien altos por
cierto. Pues en su inmensa mayoría se sufragan antes del primer ayuntamiento. Pero
una vez satisfechos o hundidos, el coste de seguir obteniendo placer de esa
fuente podemos considerarlo bajo o nulo y así lo haremos por motivos de
pedagógica simplicidad. La alternativa es, sin asumir coste fijo alguno, ir
directamente a algún prostíbulo, elegir a la meretriz y por los 20 chelines de
rigor aliviar el deseo y aquí paz y mañana gloria. Un servicio: 20 chelines a
esa tasa y razón.
—Deduzco pues que es cuestión únicamente de valorar el número de coitos que uno espera mantener en la vida, con el resultado de dividir el coste fijo que supone conseguir, tener y retener a la esposa entre el coste de un servicio sexual profesional, digamos 20 chelines. Y así, si el resultado obtenido de la división es menor que el número de cubriciones esperadas lo mejor es no casarse y ser cliente asiduo de lupanares y en caso contrario casarse y ser un buen cristiano. —concluyo el pizpireto y ya espitoso joven Thomas.
Imagen tomada de El Mundo. |
—Querido Malthus, me dice pues ¿qué
casarse o no hacerlo es como decidir si una firma industrial debe producir ella
misma una pieza, por tanto casarse o comprarla a un proveedor por tanto acudir
a una prostituta?
—Mi querido amigo Ricardo, eso
es. Pero seamos prudentes, no alcemos la voz, como todo conocimiento digno,
debe atesorarse y no debe salir de este rincón de fraternidad.
—Esperen mis doctos amigos. Y no
es por incidir donde me sé inferior y donde ustedes lucen como astros sin par…
—Eso señor De Quincey se debe
únicamente a que usted no estudia lo que debería, pues bien sé que usted está
capacitado para esto y más.
—Se lo agradezco señor parlamentario,
pero no nos desviemos del tema, no en vano sólo hace cuatro años que me casé
con mi queridísima Margaret. ¿Planteo entonces la cuestión cómo si de comprar
una máquina que nos permita producir la pieza que antes hablábamos, como
contraer matrimonio frente a la posibilidad de suministrar placer por una
profesional del sexo, digo suministrar la pieza por algún proveedor?
—Mejor símil no se me puede
ocurrir— sentenció Thomas Robert Malthus.
—No puedo, por menos que señalar,
varios nuevos elementos que debemos de considerar en la decisión de casarse o
ser un asiduo de los lupanares: lugares,
tan gratos para conversar. Pues como bien saben cuando me escape de casa, casi
me acabé de criar en uno. Pero volviendo al detalle que nos ocupa. Una máquina
se amortiza, pero bien sé que eso es simplemente repartir el coste de su
adquisición entre la vida útil de esta. Y ese coste ya lo contemplamos. Lo que
quiero señalar es precisamente la vida útil de la máquina, como el tiempo
durante el concúbito con la legítima esposa es satisfactorio. Podría deducirse
de lo dicho hasta ahora, que ese periodo es toda la vida y eso no lo veo claro.
Mientras que con las rameras se puede cambiar sin problema, como se cambia sin
coste de proveedores para la pieza que hablábamos, de prostituta se cambia… yo
diría que incluso con la alegría que produce la novedad. El uso y abuso de la legítima,
el comer la fruta de la pasión con la misma, desgasta el placer, por puro uso,
por puro abuso. Como si su utilidad fuera decreciente. En resumen que las
máquinas hay que sustituirlas por otras nuevas, cuando estas han dejado de
realizar su función.
—¡Bravo mi joven amigo! Diría que
ha enunciado una ley de los rendimientos decrecientes— se removió David Ricardo
en su asiento.
—Si tenemos en cuenta la
reposición de la maquinaria, lo que equivaldría al divorcio de la actual esposa
agotada ya su función y a la búsqueda de una nueva y más joven, estamos
encareciendo sobre manera la opción de casarse frente a la de ser asiduo de una
casa de lenocinio… quizás deberíamos considerar la opción de convertirnos en
accionista de una.
La ocurrencia del viejo reverendo
tuvo a nuestros amigos un rato de risas, que solo remitió cuando el camarero
les trajo nuevas pintas.
—Recapitulemos —propuso Ricardo—
para satisfacer la necesidad de obtener placer sexual uno debe realizar una
valoración del número de servicios que necesitará en su vida adulta. Evaluar el
coste de varios casamientos y divorcios y dividirlo entre el número de
servicios previsto y así obtener cuanto le cuesta echar un fornicio con su
esposa, que creo que es más intuitivo que la primera formulación que hemos
realizado. Si el resultado es mayor de 20 chelines no debe casarse pues únicamente
con 20 chelines se alivia con una furcia. Pero si el resultado es menor, debe
casarse por amor al placer.
—Eso es querido Ricardo. Pero, me
veo en la obligación de añadir, fruto de mi mayor edad y experiencia, que en la
juventud se cree uno inasequible al desaliento y esclavo del deseo. Pero el
tiempo todo lo atempera y ese número de servicios sexuales estimado en la
juventud se demuestra absolutamente excesivo. Deberíamos pues, corregir a la
baja esa estimación, por lo que el coste del coito matrimonial crece
agigantadamente y se hace más atractiva la opción de las fulanas.
—Hace nada que me casé y no hago
más repetirlo, pero ya empiezo a arrepentirme… no de decirlo, sino de haberlo
hecho. ¿Y a ustedes les ocurre lo mismo?
Tomó la palabra el parlamentario
por los Whig David Ricardo y con tono serio afirmó —De Quincey no lo aborde
todo como si de una bella arte se tratase. Hay otros factores a tener en
cuenta, no sólo el economicismo: la descendencia y la honorabilidad. Llevo 28
años bien casado y no hay ni una sola semana que no me haya arrepentido.
El pub estuvo a punto de
derrumbarse por las desatadas risas de los tres amigos, los demás clientes
miraron reprobatoriamente a aquel grupito de libertinos.
Imagen tomada de Deposite file. |
—No es esa la pregunta que hay
que hacerse querido Thomas de Quincey. La pregunta es ¿por qué nos casamos? O
una vez agotada la utilidad sexual de la legítima esposa ¿por qué no nos
divorciamos?
—Con la iglesia hemos topado
querido Sancho, que diría Catalina de Erauso la famosa monja alférez española—
contesto el joven Thomas.
—Lejos estamos de vivir en una
sociedad libre, el imperio, la cristiandad requiere del matrimonio como piedra
angular de su funcionamiento. Que no sea económico, que se resquebraje entre
nuestras manos no nos saldrá gratis. Frustración, rabia en los maridos que
evidentemente son los principales clientes actuales de las meretrices.
Monstruos han de venir que nos pongan ante el espejo la sociedad que estamos
creando.
—Yo sin embargo, diputado
Ricardo, y a pesar de ello amigo del alma, veo en las mujeres, en la futura
liberación de las mujeres la única manera de revertir el terrible efecto de las
plétoras, aunque haga tambalearse el edificio del imperio británico, la
humanidad y el matrimonio. Pero lejos están esos tiempos, brindemos por el rey
Jorge IV, por el futuro y los triunfos literarios de Quincey– brindaron y el
viejo clérigo retomó la palabra: —y contestando a su anterior pregunta joven
Thomas, yo ya hace algunos años que por 20 chelines no molesto a mi mujer.
by PacoMan
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PacoMan |
En 1968 nace. Reside en Málaga desde hace más de cuatro lustros.
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