Entre la partitura y el destino: La condesa y el organista como diálogo entre lo real y lo imaginado
Por: Marisol Marrero
Sumergirse en las páginas de La condesa y el organista, la más reciente obra de Cesia Hirshbein, es aceptar una invitación a un territorio donde la música se convierte en lenguaje de la memoria y la ficción se entrelaza con la historia para crear un universo irrepetible. La novela abre un espacio en el que el lector se ve transportado a la transición entre el siglo XIX y los albores del XX, cuando la música no era mero entretenimiento, sino una forma de fe, un modo de habitar el mundo.
La autora construye un contrapunto fascinante entre el compositor Anton Bruckner, figura histórica, que vivió la música como prolongación de su fervor religioso, y la condesa Henriette, una criatura nacida de la imaginación literaria. Este encuentro no es casual: Cesia explora cómo la ficción puede otorgar carne y voz a lo que la historia deja en silencio, y cómo lo real, al ser convocado en la novela, adquiere una resonancia inesperada. No se trata de una biografía ni de un relato documental, sino de una partitura narrativa donde lo verdadero y lo inventado se funden en un mismo acorde.
La novela despliega múltiples capas de lectura. El ritmo narrativo alterna tiempos y espacios, como si fueran movimientos de una sinfonía, y en ese vaivén aparecen personajes que encarnan tanto la grandeza como la fragilidad del espíritu humano. Liszt, Mahler, Wetz y otros nombres ilustres se convierten en presencias que dialogan con el trasfondo político y cultural del imperio de Maximiliano y Carlota, evocando la tensión entre el esplendor europeo y la tragedia mexicana.
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| Carlota y su prometido Maximiliano por Louis-Joseph Ghémar (1857). |
Lo más conmovedor, sin embargo, es la humanidad que la autora insufla en sus personajes. La condesa Henriette, aunque ficticia, se siente tan real como Bruckner: ambos comparten la dualidad de la existencia, la luz y la sombra, la fortaleza y la vulnerabilidad. En esa oposición, descubrimos que la ficción no es un mero artificio, sino una forma de verdad que ilumina lo que la historia oficial no alcanza a decir.
El lenguaje, trabajado con la precisión de un orfebre, se convierte en puente entre mundos. Cesia parece recordar las palabras de Hölderlin: «el lenguaje es el bien más preciado y más peligroso». Con él, la autora construye un espacio donde la música se vuelve metáfora de la vida, y la literatura, celebración de lo humano.
En un contexto literario marcado por la fugacidad y las modas efímeras, La condesa y el organista se erige como una obra que reivindica la permanencia de la belleza y la densidad cultural. Esta novela propone una reflexión sobre la capacidad de la literatura para transfigurar la historia y sobre la música como metáfora de la existencia. Cesia confirma aquí su talento para transformar la lectura en experiencia estética y crítica, donde cada página vibra como un acorde que trasciende el tiempo y la inmediatez.
Caracas, 27 de noviembre de 2025
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