JOSÉ LUIS SALCEDO BASTARDO | 3 DE MARZO DE 1965
"Ningún venezolano se siente heredero de Guaicaipuro"
—Doctor Salcedo: Muchos historiadores dicen que Venezuela es el país donde, sorpresivamente, existe menos culto bolivariano, ¿cierto?
—Sí, estamos en deuda con Bolívar. El culto al Libertador, en Venezuela, es realmente escaso. No creo por lo demás que en otros países de América esté más vivo que el nuestro.
—Pero el pueblo venezolano…
—Es más bien indiferente y un tanto escéptico. Hay pueblos hermanos donde existe una admiración y hasta una devoción sentimental y semi-religiosa por Bolívar. En este sentido, no tenemos “culto” al Libertador. Naturalmente que entre nosotros existen personalidades y hasta instituciones —creo incluso que de buena fe— que se han dedicado a una defensa fanática atacando lo que ellos piensan que rosa o mancilla la memoria del Libertador.
—Lo cual es admirable…
—A mi juicio es una forma elemental y desaconsejable de tratar una realidad histórica, moral y política. A algunas de estas personalidades las llegué a llamar “bolivarófagos” porque devoran a Bolívar estimándose a sí mismos los únicos admiradores del pensamiento bolivariano. Yo siempre he concebido el culto bolivariano de forma diferente. Como antecedentes de mi actitud me atrevería a citar dos nombres: Don Santiago Kev-Ayala en su Vida ejemplar de Simón Bolívar, y otro, el colombiano Indalecio Liébana Aguirre en su Bolívar.
—¿Qué debe ser entonces, para nosotros, el Libertador?
—Yo pienso que un modelo extraordinariamente actual y cuya esencia no requiere ni esa defensa fanática de carácter hasta pretender de impedir el debate o discusión sobre el hombre y su obra, sino que por el contrario admite perfectamente y hasta suscita e invita a la controversia y al debate creador.
—En la práctica: ¿considera un eufemismo político eso de “repúblicas hermanas”?
—No, es auténtico porque nuestra historia es paralela y conjunta. La constitución de nuestros pueblos es prácticamente la misma. La lengua, sobre todo, es un extraordinario vehículo unificador como también la religión, las vicisitudes y los ideales. Ello no descarta que, como buenas hermanas, haya fricciones. En todo caso nos cabe el honor y la satisfacción de que Venezuela es el único país latinoamericano que no ha tenido conflictos con sus vecinos.
—Pero siempre existe una rama clave de la educación: ¿cuál sería?
—La educación media y secundaria. Para mí el “secreto” de la cultura francesa está en su excelente bachillerato. Una buena educación media suple las fallas de la primaria y determina una exigente enseñanza universitaria. En los años de la adolescencia el joven es muy plástico y está en una hora interesante de lucidez. Si se quiere adquirir método, es el momento para la construcción de su cultura y de su personalidad. El problema principal de Venezuela es un problema de método.
—¿Cómo interpreta la frase: “Venezuela es un país joven”?
—De una manera que va más allá del simple concepto demográfico y de señalar simplemente que nuestra población mayoritaria es menor de 20 años. Venezuela comienza a existir con los mártires de la pre Independencia. Ningún venezolano de hoy se siente heredero de Guaicaipuro, ni de Diego de Losada ni del Negro Miguel. La primera vez que aparece la palabra patria, es una carta del hijo de Juan Francisco de León. En la gente del pueblo inmola cuando la Conspiración de Picornell y Gual y España comienza a existir ciertamente el venezolano.
—¿Qué consejo daría a nuestra juventud?
—Quisiera usar una frase de José Martí: “Estudiar sus virtudes e imitarlas es el único homenaje grato a las grandes naturalezas y digno de ellas”. En este sentido pienso que los fundadores de nuestra nacionalidad y en nuestros días de valores como Don Miguel de Unamuno, podrían servirnos en la tarea para la juventud que yo presumiría como la de ser autentica, como la de ser ella y no otra.
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