La presente entrada se generó como un debate sobre un texto
aparecido en las redes sociales sobre la situación editorial actual y que se
reproduce integro más abajo. El autor del texto es el escritor español de
ciencia ficción Víctor Conde. En el artículo,que sigue a
continuación de esta entradilla, Bernie Ohls analiza detalladamente el texto de
Conde aportando gran cantidad de información actual de la industria editorial
española.
Damos la bienvenida al blog a Bernie y esperamos que sea la
primera de múltiples aportaciones. Bernie es librero de profesión, aficionado a
la ciencia ficción y asiduo a las reuniones de la TerMal. En particular preparó este artículo
para debatirlo en la reunión de Junio de la TerMal. Lo cierto es que nuestro
carácter latino y las bebidas espirituosas ingestadas impidieron que Bernie expusiera
completamente sus tesis. Le interrumpimos para iniciar un tremendo debate
multicolateral que se quebró en distintos corrillos con discusiones simultáneas
lo que imposibilitó resumir las ideas expresadas y mucho menos extraer alguna
conclusión.
Comparto con Víctor Conde el hecho de que la industria
editorial española está en crisis… como siempre lo ha estado y siempre lo va a
estar. Siempre se han lanzado una cantidad inasumible de novedades por parte
del mercado. No existe mejor ejemplo de competencia salvaje por la atención del
lector, que la que establecen las novedades editoriales. La inmensa mayoría de
los lanzamientos van a generar pérdidas a sus editoriales y muchas de ellas
desaparecen rápidamente para ser sustituidas por otras nuevas aún más
rápidamente. Sin embargo esta selva salvaje no es el reflejo de un mercado
competitivo, ni mucho menos; estamos ante un mercado oligopolístico y sujeto a
la tiranía de los grandes sellos editoriales. Sin embargo, existe un gran
número de huecos que estos grandes consorcios ni pueden, ni les compensa cubrir
y es donde medran la gran cantidad de pequeñas editoriales.
La aparición de Internet y sus redes sociales, el abaratamiento
en los procesos de impresión y la globalización han venido a modificar
completamente la industria del ocio. El mundo del libro no iba a ser menor. En
este momento de cambio, la industria está explorando el camino a seguir: cómo
monetizar exitosamente sus esfuerzos creativos, quién se va a convertir en los
nuevos prescriptores, cuáles van a ser
los canales de distribución (¿seguirán existiendo las librerías?), quién asumirá
el riesgo de la edición (es decir, de no venderse suficientes ejemplares ¿quién
va a perder el dinero de su lanzamiento?).
Ahora toma la palabra Berni que nos va a dar interesantes
datos que nos aclaren estas cuestiones.
by PacoMan
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DISTOPÍA EDITORIAL
Post-apocalipsis para los libros
publicados (o no)
por Bernie Ohls
La
idea para este artículo se inició tras la lectura de un texto del escritor
Víctor Conde compartido a través de su
Facebook por José Miguel Martín, fundador de la Tertulia Malagueña de Ciencia
Ficción (TerMal) y gran aficionado del género en todas sus vertientes. Dice
así:
"Últimamente se está viviendo
una situación muy rara en el mercado del libro español. Las novedades
claramente están por encima de lo que un volumen tan exiguo de lectores como el
de nuestro país pueden absorber, y aun así cada mes se lanza más y más madera a
la calle y a los kioscos. Encima, la gente está tan enganchada a las redes
sociales que ya no leen nada más, sólo esta mierda. Hay más escritores que se
autopublican que lectores, y estos escritores noveles convencen a su familia y
amigos de que se gasten el dinero en sus libros, y no en los de autores ya
consagrados, porque si no ellos no venden. ¿Solución? Las editoriales han
cambiado las reglas del mercado para vender casi exclusivamente en los actos de
presentación de los libros, e incluyen cláusulas en los contratos que obligan
al autor a vender un mínimo de ejemplares antes de un año o se ven en la
tesitura de pagarles ellos a la editorial en compensación por el gasto
realizado. Esa es una de las grandes meteduras de pata de este negocio, que
cada día es menos negocio y más circo.
A ver: yo como autor no debo, en ningún
momento y bajo ninguna circunstancia, hacerme cargo de la venta de mi libro.
Puedo hacer publicidad, puedo hacer una presentación, lo que vosotros queráis,
pero en última instancia yo me llevo solamente el 10% (a veces el 8%) sobre el
PVP del libro. Ese porcentaje irrisorio viene a cuento de que mi parte en el
engranaje no es vender el libro, sino escribirlo. El trabajo de VENDER lo tiene
el editor, y el distribuidor, y el librero, es decir, las otras partes de la
maquinaria industrial que se chupan el 90% restante de lo que vale un libro. Si
queréis que yo, el autor, también os haga el trabajo de venta, dadme a mí el
80% sobre el PVP, y todos contentos. Pero eso de darle vuelta a la tortilla y
cargar sobre los hombros del escritor la tarea de venderlo es una barbaridad.
Es como si vas a un restaurante, pagas, y el cocinero te hace entrar en la
cocina para que tú te prepares la cena. Y encima se enfada si no lo haces bien.
¿Qué solución podría haber para esto?
Es difícil de decir. Yo apostaría por no firmar nuevos contratos, ni para
autores consagrados ni novela, durante dos años, y dejar el mercado en
barbecho. Ni publicar cosas de extranjeros tampoco. Dejarle tiempo para que
asimile los títulos que ya están en la calle, como un ser enorme que no hace
más tragar y no le da tiempo a hacer la digestión. La burbuja inmobiliaria ya
explotó en España hace pocos años y mirad la que se montó. La burbuja del
mercado editorial no tardará mucho en explotar."
Aunque
considero que tiene razón en determinados aspectos, a Paco Mancera (también
compañero de la TerMal) y a mí nos parecieron un tanto bisoños algunos
argumentos. Como casualmente se había hablado algo sobre el mundo editorial
actual en nuestra primera reunión, se propuso tratar el tema con más
profundidad en la siguiente. De ahí el título tan de ciencia ficción del
artículo. Y aquí estoy.
Empezaré
diciendo que mi perspectiva es la de un librero con ocho años de experiencia en
una librería generalista (grande, referencia en una de las capitales españolas)
y que he tenido, entre otras, la responsabilidad de pedir (podríamos decir) un
80% del total de las novedades que entraban. Bien es cierto que hace cuatro
años que no ejerzo, que la situación ha cambiado con respecto a cuando estaba
en activo y que mis sensaciones pueden estar -por decirlo de alguna manera-
algo desfasadas, pero mantengo el contacto con mis compañeros (no son ex, no
importa el tiempo que pase) y sigo informándome de la situación del mundo del
libro con la lectura de ensayos y artículos. Creo que sé de lo que escribo
aunque me gustaría que todo se tomara por lo que es (una opinión personal) así
como que se cuestionara y abriera debate.
Releyendo
el texto, lo primero que me pregunto es a cuánto tiempo se refiere con el "últimamente" inicial, ya
que el mercado editorial lleva años con "novedades claramente por
encima de lo que un volumen tan exiguo de lectores [esto del 'volumen
exiguo de lectores' lo cuestionaría, pero como no viene al caso no me
entretendré] como el de nuestro país pueda absorber". Pondré
algunas cifras para contextualizar, todas oficiales, extraídas del informe "El
sector del libro en España 2013-2015" y las "Panorámica de la
edición española de libros" que anualmente publican el Ministerio de
Cultura junto con el Observatorio de la Lectura y el Libro. Las primeras son
las del número de ISBNs (tanto en papel como el total) que se han concedido
cada año en España.
Indicar
a este respecto que no todo lo que se registra con ISBN es para venta en
librería (ni siquiera tiene que ser para venta). Publicaciones institucionales
entrarían en ese total, e incluso registros que opositores hacen de trabajos
para que su puntuación final pueda subir. Más adelante, en otra tabla, podrá
verse el total de publicaciones exclusivo de la edición privada para el periodo
del 2010 al 2014.
También reseñar que, con todo lo que
se publica, las cifras de los ISBNs para papel del 2014 (las más recientes que
se tienen) han subido con respecto al año anterior, sí, pero llevaban cuatro
años bajando (cada uno de los tres previos haciéndolo mucho más de lo que se ha
subido en el último) y, con todo, están por debajo de las cifras del 2005. Por
lo que, contra lo que pueda parecer visto desde fuera, considero que no "se
lanza más y más madera a la calle y a los kioscos" cada mes: se ha
venido echando menos (aunque no quiero decir con esto que no me siga siendo una cantidad
excesiva).
Para
recabar datos concretos de las novedades, tomaremos los de las primeras
ediciones (entendiéndose por ellas "las primeras ediciones de un texto
por una editorial concreta en una colección específica y en un determinado
formato"). Estos incluyen la edición en papel y en otros soportes (no
hay información exclusiva para la edición en papel en la bibliografía que he
manejado).
*Los
datos sobre las primeras ediciones (así como el global de ISBNs anuales) para
los años 2005 y 2006 que fueron
publicados por el Ministerio de Cultura en la edición 2006 de "Panorámica
de la edición española de libros 2006" (donde viene la información), no cuadra
con el global de ISBNs anuales que se les asigna en años posteriores, por lo
que he preferido omitir cifras.
Podemos
observar cómo, al menos desde el 2007 hasta ahora, el total de las primeras
ediciones no baja del 75% de lo que se publica. Así que sí, estoy de acuerdo
con Víctor en que lo que pesa en la edición (y las ventas) es la novedad.
También en que las estrategias con ella, a día de hoy, tienden a ser
cortoplacistas: tiradas más cortas y concentrando su promoción en los tres
primeros meses (el periodo en que, en términos editoriales, es considerado
novedad). ¿Por qué?
Por
lo pronto porque no quieren arriesgar: se vende menos, la competencia es mucha,
el libro ha salido de la cesta de la compra (ya no es tan usual adquirirlo, un
capricho que uno pueda permitirse tanto). La caída de ventas en los cinco
años del 2009 al 2013 ha sido de un 25% para librerías, un 28% en
cadenas de librerías (los estudios califican dentro de esta categoría a
Casa del Libro, Fnac, El Corte Inglés y similares) y un 36% en hipermercados.
En muchos casos es casi más importante no perder que ganar y de ahí que se
apueste menos por autores noveles que son, irónicamente, los que más beneficios
dan cuando triunfan. Por poner un ejemplo, el riesgo calculado puede llegar
hasta el punto de yo saber con tres meses de antelación (con catálogo impreso
en mano) el servicio de novedad mensual de un determinado grupo editorial, y
tenerlo pedido dos meses antes de su salida a la venta. ¿Qué consigue el grupo
editorial con esto? Además de tenernos informados y con los datos para posibles
preventas, ajustar la tirada de la edición en función de los pedidos que
reciban.
Otra
razón es que un gran volumen de las ventas de la novedad o, para ser más
concretos, un gran volumen de la compra que le hacen al editor/distribuidor de
la novedad (que no es lo mismo) la hacen las grandes superficies (donde yo
sí que meto a El Corte Inglés y al Fnac; porque este es mi estudio y hago lo
que quiero), las cuales mayoritariamente se preocupan poco o directamente no
quieren saber nada del fondo, y sí de títulos nuevos por los que los grandes
grupos editoriales pueden pagarles para que se los coloquen en cabeceras de sus
espacios, escaparates o dentro de la lista de los más vendidos el mismo día que
salen.
Las
librerías de fondo (lo mismo que el fondo) son, por otra parte, cada vez menos
así que, ¿dónde van los ejemplares que, vencida la novedad, no se han logrado
vender? Tres mil unidades de un título (por decir una cifra) que no se
redistribuyen pasado su periodo de novedad (porque, repito, las grandes
superficies no quieren saber de fondo) suponen un gasto para la editorial (o el
distribuidor), que ha de tenerlos almacenados en un espacio que les cuesta
dinero y en el que, por no estar expuestos, es seguro que no se van a vender.
Por eso según qué editoriales saldan, y títulos que pueden haber costado veinte
euros se encuentran con pegatinas de 5,95 pasados dos o tres años: les sale más
rentable venderlos a ese precio (rentable a los editores, por supuesto, porque
ya me diréis lo que opinará Víctor del 0,595 que saque por ejemplar) y es una
fórmula muy del gusto de las grandes superficies.
Ahora
vamos con las editoriales. Los que siguen son los datos de las altas
editoriales, el número de inactivas y el total de activas por año.
Observamos casi lo mismo que lo dicho
para los ISBNs de papel: una subida en 2014 del total de editoriales activas,
solo que tras cinco años de bajadas vez de cuatro (y haciéndolo mucho más los
cuatro previos -en lugar de tres- de lo que se ha subido en el último) y por
debajo de cifras del 2005. También hay menos editores; o sea, de nuevo menos
madera.
No cuestionaré (¡los dioses me
libren!) que "hay más escritores que se autopublican que lectores"
(y tampoco voy a entrar en que "la gente está tan enganchada a las
redes sociales que ya no leen nada más, sólo esta mierda" porque, al
fin y al cabo, "esta mierda" me llegó por una red social y
estoy escribiendo sobre ella en lugar de estar leyendo "Cómo acabar con
Halloween de una vez por todas"). Es más, iré más lejos y, citando las
primeras líneas escritas por el poeta y
ensayista Gabriel Zaid en su ensayo "Los Demasiados Libros" allá por
1972 (lo que nos muestra que todo esto no es un nada nuevo) :
"Los
libros se multiplican en proporción geométrica. Los lectores, en proporción
aritmética. De no frenarse la pasión por publicar, vamos hacia un mundo con más
autores que lectores."
afirmaré
que hay más escritores, se autopubliquen o no, que lectores.
Lo
que sí cuestionaré es que "hay más escritores que se autopublican"
ya que los autores-editores en 2014, aunque más que en 2013, también son
menos que en cada uno de los años del 2010 al 2012, y más de tres mil por
debajo de su punto álgido. Lo podemos ver en la siguiente tabla, donde se
refleja el reparto de los ISBNs Totales en función del tamaño de la editorial
durante los últimos cinco años.
Así
que no son tantos los "escritores noveles convencen a su familia y
amigos de que se gasten el dinero en sus libros, y no en los de autores ya
consagrados, porque si no ellos no venden". Menos madera todavía.
Con
todo, repito, estoy de acuerdo en que lo que viene ocurriendo en el mundo de la
edición es excesivo. Voy a haceros un par de ejercicios matemáticos para que os
hagáis una imagen muy gráfica de lo que podría suponer la novedad para un
librero:
1)
Interpretando que las primeras ediciones son novedades, cogemos los datos del
2014: 77.310. Consideremos que sólo una cuarta parte de esa cifra se
corresponde con la novedad real que se podría pedir para una librería grande y
generalista. "¿Sólo una cuarta parte?", me diréis, "¿no es
poco?". Sí, pero hoy me levanté espléndido, tanto que encima redondearé
los decimales de toda cuenta que haga a la baja. El resultado sería 19.327 que,
dividido entre los 365 días del año, me da un número de 52 novedades al día.
2) Vamos a restarle al año los días
de los fines de semana (interpretando que cada mes tiene cuatro fines de
semana; es decir, ocho días) y a imaginar (porque sí, porque soy muy aficionado
a la fantasía; es todo una excusa para reducir las cifras) que esos días no
salen novedades. A los 19.327 de antes le restaríamos 4.992 (8 días x 12 meses x 52 novedades al día)
y resulta un total de 14.335 novedades que, si divido por los doce meses
del año, me da un total de 1.186 novedades al mes. Si tenemos en nuestra
librería mesas para novedades con capacidad para 64 libros (por poner una
cifra, 8x8, considero que mesas grande), tener la novedad totalmente expuesta
me haría precisar de 18 mesas de novedades (1.186/64). Eso sólo para la
de un mes. Como anteriormente dijimos, el periodo considerado como novedad en
términos editoriales es de tres meses por lo que siempre convivirán tres meses
de novedades: es decir, para tenerlo todo completamente expuesto, se
necesitarían 54 mesas (18x3).
Esto, por supuesto, no es así en la
práctica y sólo lo hago para dejaros una impronta visual. La realidad es que no
se pide toda la novedad (hay que ser selectivo) y la que llega tampoco pasa en
su totalidad por las mesas de novedades (muchos libros irán directamente a la
sección que le corresponda). Pero no deja de ser una barbaridad que incide
principalmente en la rotación de los títulos en las mesas. Algunos no llegarán
a estar allí expuestos más de mes o mes y medio (en lugar de los tres meses que
deberían) porque la llegada de novedad más reciente les comerá su espacio. Esto
se acentúa cuando la concentración de títulos nuevos es mayor por la proximidad
de fechas importantes para la venta de libros, como pueden ser los meses de
marzo, abril y mayo (anticipando el Día del Libro/Sant Jordi, La Feria del
Libro de Madrid, el Día de la Madre, el Día del Padre...) o septiembre, octubre
y noviembre (anticipando las navidades). Como también dijimos anteriormente, la
novedad es lo que pesa así que ya podréis imaginaros la guerra sin cuartel por
una mayor visibilidad, principalmente entre los grandes grupos editoriales. Y
no solo en librerías, también en prensa o en radio.
Otra
consecuencia es que esta vorágine de títulos nuevos hace que aquellos libreros
que no sean extremadamente restrictivos y selectivos no tengan capacidad para
asimilar todo lo que reciben. Pueden centrar su atención en determinados
títulos, autores o editoriales que les gusten o les llamen la atención, pero
por sus manos pasarán muchos en los que no tendrán tiempo material de
detenerse. Los libros han de pedirse, darse de alta, ubicarse, colocarse,
devolverse, enviarse... no sólo las novedades, también la reposición de fondo,
y todo mientras se atiende al cliente en persona, por teléfono o en la web. Así
que sí, estoy TOTALMENTE de acuerdo en que el "autor no debe, en
ningún momento y bajo ninguna circunstancia, hacerse cargo de la venta de su
libro" y que "el trabajo de VENDER lo tiene el editor, y el
distribuidor, y el librero". Pero diré, por la parte que
me toca, que toda promoción que haga un autor de su obra es poca ya que el
librero tiene muchos libros para vender y el suyo bien puede ser alguno de los
que pasen desapercibidos entre los 52 que recibe cada día, o uno de los
descartes que haga de los 1.186 que le ofrecen al mes (aprovecharé para decir
que ninguno de los dos fue mi caso con la obra de Víctor). Además, salvo que
alcance a ser un bestseller, la editorial se desentenderá bastante
pasado el periodo de novedad, concentrada su atención en los libros que tenga
recién salidos.
Respecto
a las editoriales pequeñas que publican pocos títulos al año, este maremágnum
hace que sus novedades tengan más posibilidades de ahogarse y pierdan una
visibilidad que para ellas sí supone una gran diferencia, máxime teniendo en
cuenta que muchas de ellas tienen su presencia ya de por sí condicionada en
muchos puntos de venta por el hecho de no poder permitirse un distribuidor (los
márgenes lo hacen inviable) y tener que distribuirse ellas mismas. Y cuando
hablamos de editoriales pequeñas no estamos hablando de poca cosa: más del
65% de las editoriales con actividad en 2014 publicaron menos de 10 títulos al
año (lo que puede traducirse en un libro al mes obviando agosto y
diciembre, meses en que se suele publicar poco o nada).
Distribución de los agentes editores según su producción editorial
en 2014
*Datos referidos a editoriales en activo.
*Datos referidos a editoriales en activo.
Éste
es el panorama. Suena distópico, ¿verdad? De ahí el título del artículo aunque
sea un tanto incorrecto ya que una distopía es ficticia por definición y todo
esto, por desgracia, es muy real. La situación es mala, sí, pero no tan mala
como nos empeñamos en ver. ¿Y qué podemos hacer para mejorar? Desde luego no
"dejar el mercado en barbecho", sin "firmar nuevos
contratos, ni para autores consagrados ni novela, durante dos años". No
se puede parar la maquinaria de ninguna industria sin terribles consecuencias
(a menos que quieras cargártela, claro está).
Se
van dando pasos. "El sector del libro en España 2013-2015"
apunta "la necesidad de ajustar la producción a la demanda existente"
y, como hemos podido ver en los datos presentados, ya se ha venido
haciendo. Añadiré que la producción de las editoriales grandes descendió un
5,1% y la tirada media descendió durante 2013 un 8,9%, 317 ejemplares menos
respecto al año anterior. El descenso para la tirada media de bolsillo
fue aún mayor: un 15,7%, 988 ejemplares menos que en 2012. Y ya que entre
las propuestas de Víctor está dejar de publicar extranjeros (algo que imagino
hará a los traductores la misma gracia que el 0,595 que a él le corresponde por
sus libros saldados) también diré que la obra traducida al español descendió en
2014.
En mi opinión, también habría que reforzar el canal de venta (editar menos, sí, pero también vender más), así como un mayor apoyo institucional. Y no hablo necesariamente de medidas de apoyo para las librerías independientes (que tampoco estarían mal; al fin y al cabo, para inyectar dinero a los bancos o aplazar millones de deuda a los clubs de fútbol, mejor que se invierta en cultura y libros, ¿no? En Francia, en el 2013, se creó un fondo de apoyo para ellas) sino, por sugerir algo, en la forma de Planes de Fomento de la Lectura bien elaborados que nos proporcionen futuros lectores. Y es que a veces nos perdemos discutiendo sobre en qué soporte leerán las generaciones futuras, si en el físico o en el digital, olvidándonos de que pueden escoger no leer.
En mi opinión, también habría que reforzar el canal de venta (editar menos, sí, pero también vender más), así como un mayor apoyo institucional. Y no hablo necesariamente de medidas de apoyo para las librerías independientes (que tampoco estarían mal; al fin y al cabo, para inyectar dinero a los bancos o aplazar millones de deuda a los clubs de fútbol, mejor que se invierta en cultura y libros, ¿no? En Francia, en el 2013, se creó un fondo de apoyo para ellas) sino, por sugerir algo, en la forma de Planes de Fomento de la Lectura bien elaborados que nos proporcionen futuros lectores. Y es que a veces nos perdemos discutiendo sobre en qué soporte leerán las generaciones futuras, si en el físico o en el digital, olvidándonos de que pueden escoger no leer.
Desde
luego, lo que considero vital es comprar los libros en las librerías
independientes. Es lo mismo que comprar el pan en la panadería en lugar de en
un hipermercado. Tu compra allí sí que marca una diferencia y te garantiza que
las sugerencias de libros que te hagan no esté determinada por la pertenencia a
un grupo editorial. Sus márgenes de beneficio son menores respecto a los de
unas grandes superficies que, si tuvieran que manejar los de las librerías, no
se molestarían en vender libros por no considerarlos suficientemente rentables
(o los tendrían de forma testimonial por una cuestión de imagen; ¿no habéis
visto cómo están reduciendose las secciones de libros en muchas de ellas? Ese
es el valor que les dan allí a los libros). La librería independiente es
la que tienen el ecosistema más frágil, a la que más afecta (con diferencia)
cualquier alteración a la baja y, con todo, siguen siendo el principal canal
de venta del libro, por encima de las cadenas de librerías (que, recordad,
incluyen FNAC, Casa del Libro y El Corte Inglés), hipermercados y quioscos.
Quien dice comprar en librerías independientes, dice comprar libros de editores independientes. O, cuanto menos, apoyarlos ya que ellos son los que baten el cobre para sacar adelante sus proyectos. En la página Orciny Press podemos leer:
Orciny
Press es una small press, es decir, una pequeña editorial independiente que
además autodistribuye sus libros. Queremos hacerte llegar grandes historias
fuera de lo común y nos gustaría poder hacerlo durante un tiempo siendo fieles
a nuestra filosofía. Por eso, si te gustan nuestros libros, pedimos tu apoyo
para que nos ayudes a difundirlos. Además de comprarlos hay muchas cosas que
puedes hacer y por las que te estaremos eternamente agradecidos. Estas son
algunas:
- Dile a tus amigos que te han gustado nuestros libros. El bocaoreja es la mejor arma.
- Twittea o comparte en Facebook que estás leyendo alguno de nuestros libros.
- Escribe una reseña en tu blog, en Goodreads, en Lektu o en la plataforma donde los hayas comprado.
- Pregunta por ellos en tu librería independiente favorita. Si nos contactan, se los haremos llegar.
- Anima a nuestros autores a seguir escribiendo y diles lo mucho que te ha gustado su obra.
- ¿Conoces a algún periodista cultural? Dile lo mucho que te ha gustado.
- Únete a nuestra newsletter aquí.
Todo esto hará que le sonemos a la gente y nos pueda tener en cuenta a la hora de elegir su próxima lectura. Muchas gracias por hacerlo posible.
No nos cuesta nada y para ellos supone
mucho. Recordemos lo que hemos hablado antes respecto a la visibilidad y su
presencia condicionada en muchos puntos de venta por el hecho de no poder
permitirse un distribuidor. Pero cuando hablo de editores independientes hablo
de los de verdad, los que se juegan los cuartos, los serios, aquellos que
apuestan por un autor. Y no los que te hacen pagar parte de la edición o
"incluyen cláusulas en los contratos que obligan al autor a vender un
mínimo de ejemplares antes de un año" (la verdad, no sé cómo puede
firmar nadie un contrato con una cláusula así). Para estos últimos, ¡hoguera!
Tampoco
estaría mal que algunos escritores dejaran de perder el culo por firmar en El
Corte Inglés y se dignaran a descender de sus púlpitos para acercarse a los
plebeyos que compramos en las pequeñas librerías. ¿Os imagináis lo que puede
suponer para una librería pequeña o media tener firmando a un autor bestseller?
Ya hay algunos coroneles de las letras que, viendo la dura lucha que se está
volviendo vender un libro, están bajando a luchar a las trincheras del mismo
modo que los grupos musicales han hacer ahora más giras, eventos y conciertos
viendo lo que han bajado las ventas de sus albums.
Pero
sobre todo, SOBRE TODO, lo que hay que hacer es dejar de llorar. No sé
la razón pero todos los gremios dentro del mundo del libro somos llorones
patológicos (principalmente, y con diferencia, los libreros) siendo su
industria relativamente estable en comparación con otras. Sólo tenéis que
volver a revisar los datos aportados de estos últimos nueve años: no han
variado ni se han resentido demasiado pese a todas las incertidumbres y cambios
que la han sacudido (una crisis económica, la llegada del libro electrónico...).
Si destináramos a pensar y buscar soluciones la mitad de las energías que
dedicamos en nuestras quejas, todo nos iría mucho mejor. Si dejáramos de
escudarnos en los bajos índices de lectura y en otros tópicos manidos con los
que justificamos nuestra situación y echamos balones fuera, veríamos que en
muchas cosas no tenemos razón. Se pueden buscar soluciones pero nos empeñamos
en tener una visión post-apocalíptica del futuro que tal vez llegue (o no) y en
lugar de intentar evitarlo o prepararnos para él, nos empecinamos en seguir con
nuestras viejas fórmulas y en modo plañidera. "La gente se queja del
tiempo sin parar, pero nadie hace nada al respecto", decía Mark Twain.
Así, desde luego, no saldremos adelante.
Con
post-apocalipsis o sin él, siempre sobrevivirán los que mejor se adapten así
que menos llorar y más ponerse a trabajar. Al menos los que puedan, claro,
porque lo que es yo llevo casi cuatro años en paro.
Pero
aquí estoy, poniendo mi granito de arena.
¿Y
quién es Bernie Ohls? Soy un librero hard-boiled. Duro
para poder seguir vivo y dulce para merecer estarlo en esta jungla
de asfalto que es el mundo del libro, donde unos pocos tienen el
dinero y el poder con el que procuran marcar las directrices del mercado.
¿Demasiado cruda la carne que te sirvo? No pienso disculparme. Creo que ya es
hora de que se saquen del jarrón veneciano los tópicos y se arrojen a la calle,
que alguien diga en voz alta verdades como puños y afronte la realidad del
mundo del libro con otras palabras.
*******
by PacoMan
En 1968 nace. Reside en Málaga desde hace más de tres lustros.
Economista y de vocación docente. En la actualidad, trabaja de Director Técnico.
Aficionado a la Ciencia Ficción desde antes de nacer. Muy de vez en cuando, sube post a su maltratado blog.
Y colabora con el blog de Grupo Li Po
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