El salario mínimo mensual en Venezuela en enero 27 de 2024 es de 130.000 Bolívares digitales, que al cambio oficial del Banco Central de Venezuela (36,14 bolívares por dólar) equivale a 3,6 dólares mensuales
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Es un verdadero
placer presentar el ejercicio de economía aplicada que Asdrúbal Oliveros y
Gabriel Villamizar han realizado con el salario mínimo venezolano en comparación
con los salarios mínimo de los países vecinos. Más aún cuando este se
incrementará un 15% este próximo 1 de Diciembre. Pero el salario mínimo per
se, no es un dato interesante, lo realmente interesante es cuanto se puede
comprar con él; su poder de compra, lo que los economistas medimos con el salario
mínimo real.
Lo que nos reporta
más información es su evolución en el tiempo. La siguiente tabla nos permite
hacernos una clara idea de como han ido evolucionando los salarios mínimos
reales a lo largo de estos diez últimos años.
Tomado de Panorama Laboral 2013 – América Latina y el Caribe (OIT) |
Sin embargo la
comparabilidad entre los salarios mínimos reales de los países se reduce a comparar
sus distintas tasas de variación anual, es decir si ha crecido o disminuido más
o menos que el de otro país. Aquí, el uso de números índice sólo facilita el
cálculo de las variaciones anuales.
Para realizar una verdadera
comparación entre países es necesaria su conversión a una única moneda, siendo
el dólar el mejor candidato.
Convertir los
salarios mínimos de los distintos países a dólares permite comparar los
importes, pero no su poder de compra. Para eso tendríamos que fijar una cesta
de consumo, como por ejemplo la Canasta
Alimentaria Normativa (CAN) que mide el INE
venezolano. Obviaremos los problemas que aparecen al establecer una única
cesta de consumo para distintos países: productos que en algunos países no
existen o no se comercializan por distintos motivos.
Una verdadera
comparación del poder de compra del salario mínimo, nos obligaría a calcular, para
cada uno de los países, cuántas de estas cestas de consumo se pueden comprar
con el salario mínimo. Obviamente para ello deberíamos usar los precios de
estos productos en cada uno de los países analizados. Así si habríamos tenido en cuenta los
distintos costos de la vida en los distintos países.
En el artículo de
Oliveros y Villamizar no se realiza ese último análisis, sin duda por falta de
información tan desagregada. Por lo que nos tendremos que contentar con una
lista de salarios mínimos expresados en dólares.
La cuestión del
tipo de cambio que permita pasar de las monedas nacionales al dólar se
evidencia fundamental. Más aún cuando este tipo de cambio es fijo, como por
ejemplo el tipo de cambio del Bolívar (VEB) está fijado por el gobierno
venezolano, y la compra o venta de las divisas se deben realizar en una agencia
gubernamental. Si a todo esto le añadimos que existe más de un tipo de cambio
oficial, la problemática se convierte en exponencial. Afortunadamente Oliveros
y Villamizar nos explican con facilidad estas cuestiones en su artículo. Cabe
comentar que en el resto de países comparados la situación respecto al tipo de
cambio es bien dispar: desde Argentina, donde también el tipo de cambio está
fijado por el gobierno, existiendo
hasta 15 tipos distintos. Cuestión que exigiría un tratamiento similar al Peso (ARS)
argentino realizado por los autores al Bolívar. Perú tiene un sistema de
flotación sucia, es decir el Banco
Central de Reserva del Perú fija una bandas de cotización del Nuevo Sol y en
caso que el tipo de cambio fijado libremente en el mercado las sobrepasara, obligaría
al Banco a actuar en el mercado de divisas (vendiendo o comprando dólares) para
que el tipo de cambio volviera al interior de la banda de fluctuación fijada. La
mayoría de los países tienen un tipo de cambio flotante, es decir fijado más o
menos libremente en los mercados de divisas, lo que plantea el problema de que
valor del tipo de cambio tomar: el de un día concreto, una media mensual,
anual... Y por último el caso de Ecuador que no requiere su conversión, pues su
moneda es directamente el dólar.
La conclusión de
los autores, expresada en el último párrafo del presente artículo es demoledora:
el gobierno influye directamente en el bienestar de sus ciudadanos mediante la
fijación de distintos tipos de cambios a las distintas importaciones.
La primera
condición necesaria para el cumplimiento de esta afirmación es que la economía
venezolana sea absolutamente dependiente del exterior, es decir se importa todo
(o casi). Merece la pena hacer hincapié
en cómo ha llegado la economía venezolana a esta absoluta dependencia exterior.
La explicación más sencilla (y muy simplificada) es que la economía venezolana
padeció el mal
holandés hace tiempo y ahora se encuentra con sus secuelas. Las
exportaciones de petróleo venezolanas produjeron una fuerte entrada de divisas,
fruto de lo cual revalorizó el tipo de cambio (se hizo más barato el dólar),
abaratando los productos importados frente a los productos venezolanos. La
consecuencia a medio plazo fue la desaparición de las empresas productoras
venezolana. Pasado el tiempo, las importaciones han llegado a ser tan
importantes que es probable que hayan superado el efecto positivo de las
exportaciones de petróleo, sobre todo si el precio del crudo ha caído o lo
ha hecho la producción de este oro negro. Pudiéndose producir la
rocambolesca situación que ahora las brutales importaciones obliguen a una devaluación
del tipo de cambio (encarecimiento del dólar) que hipotéticamente favorecería
las ventas de los productos venezolanos frente a los importados, pero ya no
queda industria autóctona que los pueda producir.
El efecto del tipo
de cambio en el bolsillo de los venezolanos es evidente si estos consumen un
producto importado, a mejor tipo de cambio aplicado en su importación más
barato es adquirirlo. ¿Cómo afecta a los productos producidos en Venezuela? La
economía es tan dependiente del exterior que incluso la producción de bienes
locales requiere de la importación de algún factor productivo clave o
fundamental: materias primas, maquinaria, trabajo cualificado… De tal suerte
que un tipo de cambio desfavorable encarezca el coste de producción, incremento
que se traslada al precio final que paga el consumidor. Por esta razón, si el
gobierno aplica un tipo de cambio más favorable a la importación de estos
inputs productivos estratégico, puede reducir el coste de producción. Bajo
estas premisas ahora si es comprensible la importante capacidad del gobierno de
abaratar aquellos productos que desee (y
con ello incrementar el bienestar de los venezolanos que los consuman).
Simplemente tiene que aplicar un tipo de cambio más favorable a las
importaciones de los productos (o insumos) pertinentes.
La segunda
condición necesaria: todo lo anterior será cierto SI Y SÓLO SI la reducción de
los costes de producción (vía mejora del tipo de cambio) se traslada
completamente al precio final de venta: el que paga el consumidor. Es decir que
los empresarios no intenten mantener los precios (en lugar de reducirlos) para
incrementar su beneficio, los trabajadores no intenten incrementar sus salarios
aprovechando el “hueco” dejado por la reducción de costes o que el gobierno no
intente incrementar los impuestos indirectos que graban estos productos
aprovechando el menor coste de producción.
by PacoMan
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¿Tiene Venezuela el salario mínimo más alto de América Latina?; por Asdrúbal Oliveros y Gabriel Villamizar
En reiteradas oportunidades voceros del
Gobierno han defendido como un logro social importante el incremento del
poder de compra del trabajador venezolano. Tras el aumento del salario
mínimo decretado en mayo, el presidente de la República, Nicolás Maduro,
aseguró que el salario mínimo de los trabajadores venezolanos se
posicionó como el mayor de América Latina (algo negativo si se ve desde
la óptica de la competitividad de la industria nacional).
Calculado a la tasa oficial de VEB
6,3/US$ (una de las tres tasas oficiales existentes en la actualidad),
el salario de VEB 4.251 equivale a US$674 al mes, lo que hace que las
aseveraciones del Presidente se cumplan. Sin embargo, cabe preguntarse
¿por qué se calcula el salario a ese tipo de cambio y no a otro?
¿Un costo de vida a VEB 6,30/US$? Por
lo general, el Gobierno calcula el costo de vida de los trabajadores (y
por lo tanto su poder de compra) a la tasa de cambio de importación (o
de producción) de los bienes usados en el cálculo de la Canasta
Alimentaria Normativa (CAN) que mide el Instituto Nacional de
Estadísticas (INE).
La CAN es un indicador estadístico que
mide el costo mensual de un conjunto de alimentos que “cubren la
totalidad de los requerimientos nutricionales” de una familia de cinco
miembros, y que sirve de referencia para la fijación del salario mínimo,
las mediciones de pobreza y la formulación de políticas de subsidios.
Hay que señalar que la CAN toma en
cuenta el menor costo posible al que se pueden adquirir los alimentos en
cuestión, que representan apenas 19,1% de los bienes medidos en el
Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC).
Sacando cuentas. El
problema surge cuando toca asignar uno de los cuatro tipos de cambio que
actualmente coexisten en nuestra economía al 80,9% restante de la
canasta INPC que no toma en cuenta el Gobierno al momento de fijar la
política salarial. La multiplicidad de rubros (13 en total) y de tipos
de cambio hace que el cálculo del salario en dólares de los trabajadores
venezolanos sea todo un reto.
De esta forma, nos hemos dado a la tarea
de calcular un tipo de cambio ponderado que refleje el costo en dólares
de los bienes consumidos por el venezolano promedio. El primer paso
consiste en tomar en cuenta la manera en que se financian las empresas
que producen bienes y servicios en cada uno de los 13 rubros (alimentos y
bebidas no alcohólicas, bebidas alcohólicas y tabaco, vestido y
calzado, alquiler de viviendas, servicios de la vivienda, equipamiento
del hogar, salud, transporte, comunicaciones, servicios de educación,
restaurantes y hoteles, y bienes y servicios diversos), es decir,
cuantos dólares adquieren a través de Centro Nacional de Comercio
Exterior (Cencoex), Sistema Complementario de Administración de Divisas
(Sicad I), Sistema Cambiario Alternativo de Divisas (Sicad II) y
paralelo, de manera de determinar el tipo de cambio ponderado por rubro.
El segundo paso es considerar los tipos
de cambio estimados y el peso de cada rubro sobre la canasta INPC, de
manera de poder calcular el tipo de cambio que enfrenta el consumidor
venezolano.
Estimamos que para 2014 el consumidor
venezolano enfrente un tipo de cambio cercano a VEB 26,7/US$, como
resultado principalmente de un tipo de cambio de VEB 14,7/US$ para los
alimentos y las bebidas no alcohólicas, un tipo de cambio de VEB
33,7/US$ para el vestido y calzado y de VEB 10,2/US$ para los servicios
de transporte.
Como siempre, los cálculos dejan
factores sin considerar que se deben mencionar: no se incluyen los
efectos de la escasez, muy elevada en algunos rubros alimenticios,
factor que pudiera en algunos casos modificar levemente las
ponderaciones de la canasta; no se toma en cuenta el sobreprecio al que
deben enfrentarse los consumidores cuando adquieren productos en
comercios informales; y por último no se toman en cuenta los costos de
transacción (tiempo perdido en averiguar dónde se encuentran los
productos y en la espera por obtenerlos), que pueden ser medidos en
tiempo de horas de trabajo perdidas. A pesar de ello, la estimación de
tipos de cambio ponderado permite identificar rubros que por su peso en
la canasta de consumo o por el elevado tipo de cambio al que se transan
pudieran estar causando una pérdida del poder de compra del salario en
dólares.
Dime un tipo de cambio y te diré cuanto ganas.
Como
se mencionó con anterioridad, a un tipo de cambio de VEB 6,3/US$ el
salario mínimo del trabador venezolano se acerca a los US$674 mensuales,
monto que comienza a disminuir a medida que se utiliza un tipo de
cambio mayor. Es así como US$674 al mes se convierten en US$354, al usar
un tipo de cambio Sicad I (actualmente de VEB 12,0/US$), lo que se
traduce en una pérdida de 46,2% de poder de compra; se convierten en
US$85 al usar un tipo de cambio de Sicad II (VEB 50,0/US$), una pérdida
de 87,4%; o en tan sólo US$43 al usar el tipo de cambio paralelo al
momento de escribir estas líneas, una pérdida de poder de compra de
93,7%.
Ahora, al usar un tipo de cambio
ponderado de VEB 26,7/US$, el salario del trabajador se cifra en US$157
al mes, un monto que está 76,7% por debajo del estimado por voceros
gubernamentales.
De primeros a últimos.
Así
como el sueldo se desinfla a medida que se toman en cuenta tipos de
cambio más altos o tipos de cambio que consideran toda la canasta de
consumo, los “logros” sociales se disuelven y las posiciones en las
clasificaciones internacionales se pierden.
Si se toma en cuenta el tipo de cambio
de VEB 6,3/US$, Venezuela se ubica como el país con el mayor sueldo
mínimo de América latina con US$647 al mes, superando por US$197 (43,7%)
a Argentina, y por US$439 (211,1%) a Bolivia, país que ocupa el último
lugar.
Si se toma en cuenta el tipo de cambio que enfrenta el consumidor
venezolano, de VEB 26,7/US$ para este año, Venezuela se ubica con un
sueldo mínimo de US$157, colocándose de último entre estos países.
Un ancla selectiva puede más que un aumento de sueldos.
El
aumento del salario mínimo ha sido una de las medidas utilizadas por el
Gobierno para mitigar el incremento del costo de vida de los
trabajadores, producto en parte del incumplimiento en las metas de
inflación, lo cual no constituye una opción viable en vista de la
indexación de los costos laborales (mayores salarios se traducen en
mayores costos laborales y por lo tanto en mayores precios de los
bienes).
Consideramos que siendo el Gobierno
quien controla el flujo de divisas hacia el sector privado y, por lo
tanto, hacia los distintos sectores industriales cuenta con el poder
para abaratar el costo de vida de los trabajadores venezolanos si
redirige recursos o implementa programas que ayuden a incrementar la
productividad hacia los rubros que enfrentan un mayor tipo de cambio
ponderado como equipamiento del hogar y vestido y calzado o hacía
aquellos que tienen un mayor peso sobre la canasta de consumo como
alimentos y bebidas no alcohólicas, transporte o alquiler de viviendas.
Esto contribuiría enormemente a apreciar el tipo de cambio que enfrentan
los trabajadores y a aumentar así su poder de compra externo.
Tomado de Prodavinci
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En 1968 nace. Reside en Málaga desde hace más de tres lustros.
Aficionado a la Ciencia Ficción desde antes de nacer. Muy de vez en cuando, sube post a su maltratado blog.
Y colabora con el blog de Grupo Li Po
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