sábado, 4 de enero de 2025

Patricia Guzmán a José Pulido: Esta Venezuela, poblada de basura y hambre me enferma y como no puedo sanarla enmudezco para no caer nuevamente

 



JOSÉ PULIDO

Las resonancias místicas en la poesía de Patricia Guzmán



Cuando estaba dedicada al periodismo, cada uno de sus trabajos constituía una especie de reto. Todo tenía importancia. Nunca trató la información como algo que se podía escribir sin el respeto y la belleza con que se escribe un poema.


Ella es delicada como una estrella que dura millones de años apagándose. Su cara es una luz.


En la época que la conocí se movía como una bailarina sonriente cuya música solo ella escuchaba.


Y era evidente que la música estaba ahí: se notaba en sus escritos. Sus palabras se dejaban caer levemente, pero quedaban retumbando mucho tiempo después, como un estremecimiento sísmico.


Su belleza abismaba, sumergía en instancias que parecían sahumerios para la mirada. Era de una fragilidad hermosa, como si se hubiera preparado para ser modelo de vírgenes bizantinas.


Y un día estuvo a punto de morir; sé que la operaron y que se salvó representando aquello un verdadero milagro, en cuyo desarrollo tuvo mucho que ver su esposo.


Cuando reapareció, su delicadeza se había multiplicado, ahora era como de cristal, como de pétalos. Y su rostro de muchacha que bailaba en el aire de las almas y en el pálpito de las emociones, ya no estaba: pertenecía a nuestras sensaciones. La poesía se había apoderado de nosotros.


Ahora le hago esta entrevista a Patricia Guzmán.





Tú y la poesía ¿cómo es la relación entre las dos? ¿Quién guía, quién se somete?

Siento un vínculo muy estrecho, entrañable, con la poesía. Siento que sin ella soy huérfana de habla, de silencio. Necesito que me someta y en esa circunstancia, en medio de la angustia, del vértigo, del ahogo, me reconozco, soy.


En varias ocasiones has revelado la esencia de ese vínculo hablando de tus libros: ¿puedes hacerlo de nuevo?

En “Soledad intacta” declaro: “Frecuento los límites del cuerpo, del padecimiento físico y del goce que depara la efímera belleza. Presto oídos a la cadencia del espíritu desasistido. Lo súbito se me impone otorgando espacio a la sinrazón que signa el existir de la criatura humana, sin perder la conciencia de los objetos con los que habitamos y que nombran la frágil eternidad que encarna en lo cotidiano”.


Mi primer libro, “De mí, lo oscuro” resultó una especie de confesión concentrada, un rito de ayuno, y repito: “hilvanada en versos breves, allí donde late lo improbable y asoma un pájaro”.


Y ese pájaro se transfiguró en Ángel y me condujo a escribir “Canto de oficio” Y, fue como si la figura del Ángel tomara posesión de mí y las alas de ambos se estrechasen a través de mí, me exigieran otra respiración, una nueva modulación que desencadenó una experiencia espiritual misteriosa, extrema y extenuante: el canto, la invocación, el conjuro, las salmodias…


A partir de “El Poema del Esposo” mi poesía adquirió una resonancia mayor entre los lectores y los críticos.


Ese poema es muy importante para mí, porque me afinó la caja torácica,


Entretejo las imágenes que entreveo con los perfumes que respira mi memoria, rezo, canto, me entrego, sirvo al amado, converso con el silencio, le doy indicaciones a la rosa y al espejo, enciendo velas, me sirvo una taza de té, corto nardos, rosas y pájaros para armar un ramo y obsequiárselo a mis hermanas.





A ese poema le debo haber escrito “La Boda”, la ceremonia de mi boda con el Esposo, a la luz de cirios y ecos de bisturí.


Los primeros versos de ese libro se me impusieron: “Yo tenía un Esposo, / Pero no me había casado / Las bodas sólo se celebran / Cuando llega la muerte // A mí la enfermedad me obsequió unas alianzas / El cruce de alianzas debe oficiarse bajo el Ala Derecha del Ángel”.


 


¿Y el poema «La casa de los afligidos»?

“La casa de los afligidos” . Dicha imagen salió a mi encuentro entre las Odas de Hölderlin y me ha deparado quizá la más extraña y perturbadora experiencia, entre las que ha transcurrido mi aproximación a la poesía.


“Al releerla en voz alta aún me turbo por lo que allí escribí sin tener conciencia de lo que estaba cifrando, y me conmueve escucharme ir tras “Él, que no desdeña” a quien Hölderlin tutea e invoca, como “Tú que no desdeñas la casa de los afligidos”.


“El sentimiento de la “aflicción” se me reveló junto con tres versos de Emily Dickinson que gravitan en torno al Cerebro, al Cielo y a Dios, órbitas sobre las que se fueron entretejiendo mi trabajo poético y mis días”.


Has ido acumulando emociones profundas…

En ese diario transcurrir de mi vida, inevitable me ha resultado extremar la experiencia con mi voz, el estremecimiento que ella suscita en el lenguaje y el temblor que me embarga y embarga el habla de los poemas que escribo y que a mediados del año 2010 me condujeron a adentrarme en el hermosísimo tratado místico “Moradas de los corazones”, de Abu-I-Hassan-al-Nuri (840-907) de Bagdad, en el que descubrí, abismada, que esboza el símil de los siete castillos interiores del alma en los que penetró Teresa de Jesús, cristianizando un motivo simbólico en el que el Islam ha insistido a lo largo de muchos siglos.


En esos mismos días, leyendo con la sed de siempre los poemas de Ana Ajmátova, me imantaron estos versos: “Despójame de todo, pero déjame// la frescura de esta rosa encarnada” y los entretejí con otros versos que se habían sembrado en mí, en diferentes momentos de mi corazón, en horas de desasosiego, y de un goce indescriptible, mientras ayunaba en una celda, mientras estaba confinada deseosa de dar con una rama donde posar el dolor o la gracia del sentirme viva respirando el aroma de la rosa eterna de Dante, o las de Rilke, Blake, Dickinson y Di Giorgio, a la escucha de la tórtola que entreví en las Moradas de los Corazones de Al Nuri, el llamamiento de Hesse y la desolación de Celan.





Y escribiste otro libro puntual: El almendro florido.

Ese libro lo fui escribiendo como estando en procesión y sujetando un relicario que colgué en el bíblico árbol de las nupcias, posesa de nuestro Señor y Rey. Y con sed de sabiduría divina, de plenitud, me entregué, como la bienaventurada beguina de Amberes, en el amor desnudo, sin palabras ni porqués.


A esa búsqueda le llamé “El almendro florido” (Kalathos Ediciones España / Madrid / 2018), y David Malavé -su editor- advirtió en el texto de contratapa que: “Este libro contiene saberes de otros tiempos, saberes que brotan del reverente pasear por claustros de silencio y galerías de la Memoria, donde la rosa y la fuente enlazan color y canto en un movimiento ascensional sin fin…Viaje a lo intemporal e inefable, a las mansiones del Ser”.


Y reconozco que fue como si hiciera un viaje a esas zonas del existir, a las “mansiones del Ser”, un viaje más allá del tiempo, al ámbito de lo inexpresable, de lo inenarrable.


De allí que me sea muy difícil descifrar la experiencia, describirla, y en consecuencia recurra a citar las voces que incluye la edición, en particular la de Nelson Rivera, quien revela: “Trataré de volcar en unas pocas palabras, cómo me he conectado a este orar de Patricia Guzmán: porque he sentido que algo inexplicable ha encontrado un lugar en estas páginas. Ese milagro, poder de la poesía, que consiste en escenificar lo que no puede ser dicho. Lo que escapa a las palabras. Lo intocado. Su maravilla, quizás radique en esto: aunque El almendro florido podría ser el más íntimo –el más próximo al punto de incandescencia de la persona Patricia Guzmán- es a la vez, el más aglutinador…”




En definitiva ¿qué marca tu búsqueda en la poesía? ¿En qué etapa encuentras la máxima satisfacción?

Lo que marca mi búsqueda en la poesía es la satisfacción de alcanzar a vivir la experiencia de descubrir algo, de poder aprehenderlo con las palabras. Me mueve el deseo de sentir cómo se devela algo, o cómo se oculta o desvanece. Sentir el vértigo de estar al borde de un acantilado, de un precipicio, y la plenitud de un aire que me sostiene. Temblar del miedo y del placer que suscita lo no conocido que me convoca…


Pero para poder responder a esta pregunta me urge apropiarme de unas líneas de los diarios del poeta Armando Rojas Guardia:


Hundirse lenta, pausada, conscientemente en el silencio. Luchar por permanecer abierto (vital, íntima, incluso afectivamente). Ahogar los ecos inoportunos (los que se levantan de inmediato cuando intentamos imponerles silencio). Tratar de hacerse uno mismo un vasto silencio sensible, a la espera. Alargarse hasta el límite, hasta el ápice donde centellea el contacto.


En medio de ese desamparo, ayuna de lugar, he entrevisto al Altísimo, le he alabado, rogado, me le he entregado y he oficiado ritos de adoración…En medio de ese desamparo me he encontrado con el Pájaro, con el Ángel, con mis hermanas, con el Esposo, con los Afligidos, con la desolada Tórtola y he sentido alivio y plenitud efímeras y estremecedoras.





Hay una esencia mística en tu poesía ¿es así?

El lenguaje con el que escribo mis poemas tiene resonancias místicas, según han señalado lectores que han estudiado mis libros. Y acepto que sea así pues mi alfabeto es espiritual. Se lo debo a los místicos, a quienes he leído con apetito y apasionadamente. Y como por experiencia propia sé que el lenguaje tiene poderes que rebasan la comprensión lógica y que es el vehículo donde expresamos el ser de las cosas, nuestras experiencias. Además la experiencia expresada por el lenguaje tiene connotaciones que incluso no son entendidas, tal es el caso de la poesía. De este modo, la poesía que en parte encierra las cosas y en parte las libera, se convierte en una relación triangular de conocimiento, asimilación y expresión. Sin embargo, la poesía en sí misma no expresa las cosas con palabras comunes sino que dentro de la poesía, su expresión se vuelve un modo de ver, una especie de misterio de la vida o vida misteriosa y por ello me atrevo a aseverar que la poesía es una expresión de la experiencia mística del mundo.


Se nos ha dicho que la poesía es una expresión de la inteligencia en la que por medio de símbolos o imágenes expresa los hechos que han acontecido. Sin embargo, de acuerdo a mi experiencia, no son hechos meramente aislados, sino que expresan la fuerte intensidad con la que los hemos vivido. De ese modo, si se atiende a la mística, como una experiencia de contacto, interacción o comunicación con lo divino, la poesía y la mística tienen una relación intrínseca, pues una ayuda a la otra, en el modo de expresarse y en modo de vivencia. Por ende, la poesía es una expresión de la experiencia mística del conocimiento del mundo, al entender a lo último como un misterio.


Creo importante mencionar aquí que el poeta Ramón Palomares se atrevió a confesarme, en alguna de las tardes que nos reuníamos para conversar en Mérida, que le daba temor que yo no pudiera escribir nada más con la dimensión de “El poema del Esposo” y de “La Boda” porque allí yo había alcanzado a aproximarme a zonas muy profundas del conocimiento, había atravesado zonas de una dimensión humanamente inalcanzables…




¿Qué es lo que más amas en la vida?

Lo que más amo en la vida es a mi esposo, un ser humano especial, pleno de generosidad y luz, que me ha enriquecido en la convivencia diaria (porque convierte todo en un gesto de devoto amor por mí). Y la figura del Esposo ya se me había aparecido en la poesía: venía del Cantar de los Cantares, y yo lo había nombrado para alimentarlo y cuidarlo, como lo hago con mi esposo desde hace más de tres décadas. Porque sucedió que se dio el milagro: la figura del Esposo encarnó a la perfección en mi esposo, Nicolás Bianco.


Tu poesía es un arte elevado, esencia del lenguaje, ¿Hay ojos viendo eso? ¿Hay lectores sintiendo eso?

José, te agradezco considerar a mi poesía como “un arte elevado, esencia del lenguaje” porque a pesar de lo difícil que sea calificar la poesía que escribimos, varias han sido las voces que lo han señalado –“ojos viendo eso”-. Y desde el inicio la manera cómo me sirvo del lenguaje ha llamado la atención.


Pasaré a entretejer los comentarios -de los “ojos”- que han suscitado mi manejo del lenguaje. Las escritoras Yolanda Pantin y Ana Teresa Torres señalan en “El hilo de la voz”, que “…llama la atención la coherencia y continuidad del trabajo de Patricia Guzmán en el sostenimiento de sus motivos metafóricos, y la gradación de su voz, desde lo entrecortado de su primer libro hasta la fluidez expositiva del último, sin perder la intensidad, la concentración, lo sustancial de las palabras”.


La poetisa Ana Enriqueta Terán -en un texto que escribió de puño y letra con el deseo de celebrar “El Poema del Esposo”- enfatizó: “Cuando Patricia usa la frase coloquial, la usa como recién salida de labios en presencia. La frase, sin adornos, corta cualquiera tentación de meladura y el lenguaje retoma sus basamentos de luz incandescente. También luz de parto porque en ese poema ella se enfrenta a la gestación y venida al mundo de un hijo real que yo acuno en mis brazos envuelto en pañales de rubor y profecía, de solidez de futuro en la mejor página de la poesía venezolana”.




¿Qué haces cuando te desanimas?

Si comienzo a sentirme desmotivada, abatida, apocada, descorazonada y no encuentro la causa, intento distraerme con actividades que no me exijan concentración…como ver cualquier película en la televisión, también me ocupo de ordenar papeles, gavetas o preparar una nueva receta de cocina…


Pero cuando siento como si me hubiesen arrancado el corazón, lloro, lloro por un largo tiempo para liberarme del desanimo, del desasosiego. Si logro decírselo a mi esposo, comienza a despejarse el horizonte y comienzo a respirar con más facilidad.


Desanimarme siempre me deja cansada. Pero con un cansancio que me permite estarme más conmigo…ensimismarme y pronunciar el Salmo 50: Oh Dios! Crea en mí un corazón puro y fortifícame por dentro con espíritu firme


¿Has avanzado con lentitud o con prisa? ¿Con dolor o alegremente?

Como he dicho en otras ocasiones escribo muy lento. Cuando tengo la imagen o la idea sobre la que voy a crear un poema, comienzo a leer textos que se emparenten con ese ámbito o que en todo caso me produzcan placer, me interesen intelectual y sobre todo espiritualmente.


Es como un proceso de incubación en mí…Así pueden pasar meses, hasta el instante en que me posee la urgencia de escribir unas palabras con las que asir la experiencia que necesito vivir…Cuando he dado inicio al poema -siempre comienzo escribiendo a mano y con lápiz- suelo leerlo en voz alta para sentirlo y advertir si me “suena”, si fluye lo escrito con naturalidad, si me reconozco en esas palabras…Es una tarea muy exigente y maravillosa puesto que a veces entro en una especie de angustia y al unísono de honda satisfacción corporal y espiritual…


Puedo convivir con el poema un largo tiempo. Me olvido de él. Hasta el instante en que algo me empuja, me hala, para continuar. O para restar líneas. Y siempre llega el momento de darlo por terminado…porque vislumbro que el poema se sostiene…


Diría que avanzo lenta y algunas veces dolorosamente, otras con un goce pleno de luz. Y siento, como dijera Hanni Ossott, que padezco la inspiración, porque ella me embarga, me inunda.




¿En dónde vives ahora? ¿Cómo desarrollas tu poesía allí?

Hace poco más de dos años vivo en Las Mercedes, en una calle poblada de árboles y, en comparación, con el resto de la ciudad, en la que se impone el silencio por sobre el ruido.


Habitamos en un pequeño apartamento en el que he dispuesto los muebles, los objetos y los libros que me acompañan desde hace décadas. A los muebles y objetos que han llegado hasta mí desde la casa de mis abuelos maternos, en donde pasé mi infancia rodeada de amor y cuidos, les otorgo un carácter muy particular. Mi corazón les confiere una especie de sacralidad. Así, por ejemplo, la vajilla de porcelana inglesa y la cubertería de plata con la que mi abuela solía recibir a alguno de sus hermanos cuando llegaba a Barcelona o en las noches de Navidad y Año Nuevo.


Heredé también el escritorio/secretaire en el que escribía la poeta Ana Enriqueta Terán y una pequeña biblioteca inglesa en la que colocaba sus libros preferidos la poeta y soprano Reyna Rivas. Además, Oswaldo Trejo y William Niño me obsequiaron un espejo biselado y hojillado en oro enmarcado en lo que había sido el soporte de una importante pintura y tres frascos de vidrio azules con etiquetas en blanco y dorado para guardar hierbas medicinales: “Raíz de Ipecacuana”, “Esponjas” y “Madreselva”.


Los muebles, objetos, me acompañan en mi diario vivir los cuido con devoción y los contemplo a menudo. hacen que el espacio en el que habito me resulte grato, cálido. Algunos amigos suelen decirme que mi(s) casa(s) son muy acogedoras…


Y me es esencial que haya silencio y verdor También me resulta importante la música que invite al sosiego, a la introspección, como la música antigua, la académica que a menudo escucho. (Los Cantos Gregorianos y algo muy distinto, como la Opera los escucho cuando estoy sola).


En ese ámbito, en ese espacio que he diseñado logro escribir cuando me llega el momento. No podría vivir en un espacio distinto. Soy muy ritualista.


Patricia Guzmán


Este tiempo ¿lo has visto bien? ¿lo has podido atrapar con tus palabras?

El país ¿ha cambiado totalmente? ¿lo estamos interpretando?

Estas dos últimas preguntas, José, las voy a juntar porque ante ellas tengo la misma respuesta.


Si bien me afecta el país en el que han convertido a Venezuela, intento hacerme la ciega, la sorda, porque no puedo vivir ese terreno hostil, inhóspito, poblado de basura y hambre, Esa realidad la eludo porque me aflige y porque no tengo un alfabeto para nombrarla.


Vivo escindida, el país que es actualmente me enferma. Y como no puedo sanarlo con mis manos ni con mis acciones diarias, me duele y me horada, entonces guardo silencio, me guardo para no enfermarme nuevamente. Yo ya atravesé la dura experiencia de una cruenta enfermedad y sobreviví…por lo que me siento en deuda con el Altísimo que intuyo guío las manos del médico cuando me abrió la cabeza…


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Patricia Guzmán

(Caracas, 1960) es poeta, ensayista y comunicadora social egresada de la UCAB. Obtuvo el doctorado en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de La Sorbona (París III). Ha publicado De mí, lo oscuro (1987), Canto de oficio (1997), El poema del esposo (1999), La boda (2001), Con el ala alta. Obra poética reunida 1987-2003 (2004), Soledad intacta (2009), Trilogía (2010) y El almendro florido (2017), este último con ilustraciones de la artista Patricia Van Dalen. Parte de su trabajo como investigadora de la poesía venezolana se encuentra publicado en dos volúmenes de la Biblioteca Ayacucho, específicamente sobre la obra poética de Ramón Palomares y Ana Enriqueta Terán.

Ha formado parte de la redacción de El Nacional y El Universal.

https://wp.nyu.edu/cwskjcc/autores/patricia-guzman/



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José Pulido (Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela, 1945). Fue asistente del director de la revista BCVCultural, del Banco Central de Venezuela, desde 1998 hasta su jubilación. Recibió el Premio Municipal de Poesía Distrito Libertador, 2000, por el poemario Los Poseídos. Fue Sub-Director de El Diario Católico (1975), jefe de redacción del diario Última Hora (1978), jefe de redacción de la revista Imagen (1994) y asesor de prensa del Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber (1996). Director de las páginas de arte de El Universal (1996-98), El Diario de Caracas (1991-1995) y El Nacional (1981-1988). Miembro fundador de los suplementos culturales Bajo Palabra (Diario de Caracas) y El otro cuerpo (Suplemento del Ateneo de Caracas, encartado en El Nacional). Ha publicado los poemarios Esto (1972), Paralelo lelo (1972), Los poseídos (2000), Peregrino de vidriera (2001) y Duermevela. (2004). En narrativa ha publicado Pelo Blanco, Una mazurkita en La Mayor (novella, Premio Otero Silva, 1989), Vuelve al lugar que se te ha señalado (cuentos), Los Mágicos (novela, 1999), La canción del ciempiés (novela, 2004), La sal de la tierra (entrevistas, 2004), El bululú de las Ninfas (Novela, 2007), Dudamel, la sinfonía del barrio en los Libros de El Nacional 2011, El requetemuerto (novela, 2012), Los héroes son villanos tímidos (cuentos, 2013), entre otros.  Sus poemas están publicados en diversas antologías de América Latina, España e Italia. En la actualidad reside en Génova. Pulido quedó entre los 15 finalistas del prestigioso Premio Internacional de Literatura ‘Pilar Fernández Labrador’. cuya VIII edición acaba de fallarse en Salamanca.



https://tiberiades.org/?p=5225


viernes, 3 de enero de 2025

Nuestro amigo César Díaz necesita ayuda para costear su tratamiento médico

 



Estimados Liponautas

Solicitamos ayuda para nuestro amigo  César Díaz, profesor titular de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Carabobo, que en este momento presenta un estado delicado de salud que implica un costoso tratamiento y la realización de diversos exámenes de manera URGENTE destacando más de manera especifica una Resonancia abdominal con contraste venoso y énfasis calangiográfico.


Donaciones:

Pago móvil:

César Díaz (hijo)

04120975288

CI:30020611

Banco Fondo Común (0151)


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Elena Garro: Cuando la mujer escribe, muere. Es una sentencia de muerte

 




Elena Garro: la madre maldita del realismo mágico





En el centenario de su nacimiento, México redime a la escritora, ex mujer de Octavio Paz, coinventora de un género literario que rechazaba, y sentenciada en su época por alta traición a la intelectualidad patria

JAVIER BRANDOLI México


30/10/2016 03:28


«Cuando la mujer escribe, muere. Es una sentencia de muerte». La frase es de una escritora devorada por todos, por ella misma, por la sombra de su ex marido, el escritor Octavio Paz, por las ideologías que siempre le pillaron en el medio, por buscarse enemigos señalando con el dedo. Y en todo ese proceso, que fue su vida convertida en un libro sin tapas, creó literatura propia y hasta inventó, o ayudó a inventarlo, sin quererlo, un género que todos se disputan y del que ella renegaba como madre: el realismo mágico.«Para Elena Garro el realismo mágico era una etiqueta mercantilista que la molestaba porque ella decía que el realismo mágico era la esencia de la cosmovisión indígena, por lo tanto, no era nada nuevo bajo el sol», explica a EL MUNDO Patricia Rosas Lopátegui, hasta ahora la autora de la única biografía sobre la escritora y que la trató durante 40 años. La realidad es que el libro de Elena Garro Los recuerdos del porvenir (1963) es hoy para algunos especialistas el pistoletazo de salida de ese género que se adjudicaría como gran cimentador García Márquez con sus Cien años de soledad (1967)




Antes están Juan Rulfo, Arturo Uslar Pietri y una serie de narradores latinoamericanos que se dedicaron a escribir de esa cosa que «en Europa se llama realismo mágico y acá lo llamamos costumbre», que diría García Márquez. «En 1953, Elena se enfermó y se va a Suiza a tratarse. Allí escribe un primer borrador de Los recuerdos del porvenir. Años después, su hija, Elena Paz, rescató de una chimenea en Nueva York el manuscrito que su madre había lanzado al fuego. En 1963, la obra gana el premio literario Xavier Villaurrutia, el más importante de México, concedido ex aequo con la novela La feria del escritor Juan José Arreola», recuerda Carlos Castañeda, investigador y conocedor, no confundir con Carlos Castaneda ,de la escritora que dará en la próxima Feria del Libro de Guadalajara una charla sobre su figura. «A ella no le gustaba que le dijera que era la precursora del realismo mágico, entre otras cosas porque yo opino que su verdadera fuente era la literatura fantástica y romántica alemana», señala Castañeda. «Yo no puedo escribir nada que no sea autobiográfico; en Los recuerdos del porvenir narro hechos en los que no participé, porque era muy niña, pero sí viví», recuerda la también escritora Elena Poniatowska que le dijo Garro en un artículo en que la primera rinde tributo a la segunda. Pero para entender la obra de Garro hay que desentender su vida, lo contrario es imposible. Elena Garro nació en la ciudad mexicana de Puebla en 1916, pero hasta eso fue una interrogante en su biografía: «Ella mintió sobre su real fecha de nacimiento. Se casaron jóvenes Octavio y Elena, en 1937, cuando ella tenía 20 años, que durante años peleó para que fueran 16 y tener la eximente de niñez para aquello que le atormentó siempre: haberse casado con Paz», comenta Castañeda. Tras un noviazgo rápido entre ambos, los dos proyectos de intelectuales viajaron por Europa y América. En 1937 fueron a la España de la Guerra Civil, invitados por Rafael Alberti, y encontraron una España en llamas en la que él dibujaba ideas políticas que plasmó en su poema No pasarán y ella describe momentos rutinarios como cuando Luis Cernuda la invitó a pasear por una playa.



«Muchos años después, se publicó en 1992, ella escribió Memorias de España, que es un relato de sus recuerdos de ese viaje de 1937», dice Castañeda. «Nunca tuve tanto miedo ni tanta piedad por los soldados», escribió ella de su experiencia ibérica.Tras España, Paz y Garro se trasladan a EEUU y a una Europa donde la normas sociales de eruditos, filósofos y narradores aburguesados dictaban que el amor era tan libre como la conciencia. El matrimonio vive con absoluta permisividad amorosa hasta que se cansaron en algún momento de tanto público desaire. Bueno, se cansó él, o al menos fue él quien solicitó un divorció exprés apremiado por otras urgencias amatorias.«Yo creo que Elena Garro amó a Octavio Paz, pero pronto sintió el yugo del machismo y de la egolatría de Paz. Eran dos personalidades e ideologías opuestas. Paz siempre en los linderos del poder y de la gloria, y Garro en defensa de una literatura crítica sin concesiones y en pro de las víctimas de los oligarcas. Paz en el poder; Garro en contra de él. Fueron la pareja que nunca lo fue, al decir de Elena Garro», explica Rosas Lopátegui



Por entonces ella ha conocido a otro escritor del que se enamora apasionadamente, dentro de una larga lista de amantes que tuvo en su vida, el argentino Adolfo Bioy Casares. «Lo vio tres veces en su vida, pero mantuvieron una larga correspondencia epistolar», recuerda Castañeda. «Yo creo que Octavio Paz fue el amor de su adolescencia y primera juventud, y Adolfo Bioy Casares de una época posterior. Pero con ninguno alcanzó la plenitud amorosa. Se interpusieron los valores machistas, la egolatría y la prepotencia masculinas», señala su biógrafa. Garro se va convirtiendo en una creadora de obras de teatro como Un hogar sólido (1957), El rey mago (1958) o La señora en su balcón (1959). Además, esta católica amante de la aristocracia va convirtiéndose en defensora de los movimientos campesinos de Morelia frente a los abusos del México caciquil. La culta, bella y cautivadora mujer no duda en posicionarse y reivindicar las marchas rurales frente al grupo de intelectuales izquierdistas de Ciudad de México que de alguna manera desprecia. «En una ocasión se presentó con un grupo de campesinos a un acto donde había todo tipo de intelectuales y pincharon ruedas y destrozaron coches de los convocados», comenta Castañeda. «Dicen que Poniatowska le preguntó en una ocasión por qué vestía con tacones y vestidos buenos cuando iba a ver a la gente del campo que defendía y que ella le contestó: 'Porque yo soy así, no les voy a mentir'», añade el investigador.


Elena Poniatowska y Elena Garro


Su posición, muy incómoda para el Gobierno, hace que se le practique un primer destierro voluntario que podría haber sufragado el propio Paz a petición del presidente mexicano. Se va a París y está allí hasta mediados de la década de los 60. «Octavio Paz le mandó dinero toda su vida y la mantuvo a ella y a su hija. Él tenía una persona que controlaba en qué se gastaba el dinero su ex mujer que podía recibir un pago mensual y gastarse todo en comprarse un vestido», dice Castañeda. Es entonces cuando la revolución cubana acrecienta los movimientos de izquierdas de todo el continente y un maremoto revolucionario sacude un México que mira con nostalgia los retales de la que fue primera revolución socialista del planeta. Elena Garro colabora estrechamente con Carlos Madrazo, un político del partido único, el PRI, que se atreve a formar una nueva opción política llamada Patria Nueva con el que parece dispuesto a modificar los dogmas de una dictadura encubierta. Mientras el Mayo del 68 francés arde, en México, en la plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, los estudiantes son masacrados el 2 de octubre por escuadrones paramilitares y los servicios de seguridad tras meses de revueltas. Aún no se sabe hoy el número real de víctimas y detenidos. La acción sacude los cimientos del país, de sus intelectuales y destierra por segunda vez en vida a Garro y sus letras.«Hay muchos mitos respecto a este tema. Elena Garro nunca perteneció al movimiento estudiantil de 1968. Para ella dicho movimiento no planteaba las soluciones políticas, económicas y sociales que urgían en el país», dice Rosas Lopátegui. «Ella se pasó alguna vez por el auditorio Che Guevara y fue a las manifestaciones, pero ella no quiere que México se convierta en Cuba. Ella está peleada con los intelectuales de izquierdas que apoyan el movimiento», comenta Castañeda. Tras la masacre, ella queda en medio de un fuego cruzado. Para la intelectualidad mexicana es una delatora que da a los servicios secretos nombres de las personas involucradas en las revueltas. El escritor Carlos Monsiváis la califica «la cantante del año». A su vez, los servicios secretos, entre los que tiene amigos y detractores históricos, la exigen colaboración para salvarse de la pira intelectual y ella entra en total paranoia persecutoria.«Aparece en algunos documentos de los servicios secretos mexicanos e incluso de la CIA como informadora», reconoce Castañeda. «Madrazo murió en un crimen de Estado en junio de 1969 y a Elena Garro la eliminaron de la vida política, social y cultural mediante la leyenda negra y el descrédito», señala su biógrafa siempre defensora de su figura.El hecho es que ella huye a Estados Unidos, cuya frontera cruza casi camuflada, luego a España y finalmente regresa a París. En su país, mientras, se convierte en cómplice de la matanza y es desterrada de las librerías: «Durante años, aún hoy, es muy complicado encontrar su obra en México», dice el investigador.El final de su vida es una mezcla de ferviente producción literaria, con obras importantes como Reencuentro de personajes (1982), Y Matarazo no llamó (1991) o Un corazón para un duelo (1996), junto a una decadencia personal que raya la manía persecutoria y la fabulación de una vida inventada en la que el personaje se había ya comido a la persona. Finalmente, tras 20 años de exilio voluntario, regresa definitivamente a México en 1993. «En varias ciudades de la República la recibieron con emoción, y Elena encontró lectores fervientes», escribe Poniatowska. Vuelve una mujer que se cobija en su victimismo y sus excesos y que porta el odio a su ex marido intacto: «Yo vivo contra él (...) todo lo que soy es contra él», dijo en una ocasión de Paz.«Recuerdo que cuando regresó a México la fui a ver varias veces a su casa de Cuernavaca; era una pocilga miserable. Vivía con decenas de gatos y su hija. Estaba postrada en la cama, fumaba sin parar. Una vez necesitó llamar al doctor porque se ahogaba. Le trajo una máquina respiradora costosa y según salió por la puerta su hija la metió en una bolsa de plástico y la guardó en un cajón lleno de polvo. Pedía dinero a todo el mundo», explica Castañeda. «Se nutría de café, Coca Cola y cigarros. Se hacían colectas para ayudarlas pero el dinero desaparecía en un santiamén», dijo Poniatowska.«Fue derrochadora porque gastó miles de pesos para sacar a los indígenas de la cárcel, para darles cobijo en su casa y para defenderlos de los terratenientes y políticos que les robaban sus tierras», replica su biógrafa. Murió en esa indigencia un 22 de agosto de 1998 alimentado su cáncer de pulmón con un atracón diario de tabaco y sólo cuatro meses después de que muriera el hombre que sin estar estuvo siempre presente, Octavio Paz. «Creo que es sin duda la más importante escritora latinoamericana del Siglo XX», dice Castañeda. «Elena sabía de la relevancia de su producción literaria, pero, a diferencia de los escritores coludidos con el poder o que buscaban prebendas oficiales, ella prefirió la independencia intelectual para poder ejercer su oficio sin compromisos», dice Rosas Lopátegui.«Quisiera no tener memoria o convertirme en el piadoso polvo para escapar a la condena de mirarme», escribió ella en Los recuerdos del porvenir, como si intuyera entonces su fin


Tomado de El Mundo


Historias de vida - Elena Garro (10/05/2017)



jueves, 2 de enero de 2025

Laura Lorenzoni, bióloga venezolana en la NASA: La misión satelital PACE nos permitirá responder muchas preguntas sobre los ciclos bioquímicos de nuestros oceanos

 




De la fosa de Cariaco a la NASA


La bióloga de la NASA, Laura Lorenzoni, es parte de la misión PACE que despegó a bordo del cohete SpaceX Falcon 9, en Cabo Cañaveral, EE. UU, el 8 de febrero.




TAISA MEDINA | 08 MARZO 2024

La bióloga de la NASA, Laura Lorenzoni, nacida y graduada en Venezuela, ha sido alma y corazón de la misión PACE que despegó a bordo del cohete SpaceX Falcon 9, en Cabo Cañaveral, EE. UU, el 8 de febrero de este año.



PACE es el acrónimo de Plancton, Aerosol, Nubes y Ecosistema Oceánico, objeto de investigación de la misión. 


“Qué es lo que me atrae del espacio: lo desconocido que puedes conocer. Y ciertamente conocemos más de nuestra Luna, y estamos en camino a conocer más de Marte, de lo que conocemos de nuestro océano”, dijo en una entrevista titulada «Laura Lorenzoni, explorando mundos dentro de nuestro mundo».


Imagen tomada de Em Órbita


En ese mismo texto, habla con pasión sobre el océano, al que describe como “profundidades impensables, especies jamás vistas, interacciones vitales”. El reto de explorar lo desconocido de los mares la llevó a interesarse por la biología tras caer en cuenta que la ingeniería aeroespacial no era una carrera que pudiese empezar en Venezuela.


“Si alguien quiere ir a otro planeta, debería bucear y bucear de noche”, expresó en esa publicación. Se sabe que su hijo de 10 años heredó la pasión por el buceo de sus padres, pero debe esperar para ello tener, al menos, 12 años.



En sus pasos para llegar poco a poco a la NASA, un profesor de la USB la ayudó a conseguir una pasantía en un centro de detección remota con satélites. 



Su perfil dice que “hizo su tesis de grado en teledetección y otra oportunidad se abrió en Venezuela: la posibilidad de estudiar la Fosa de Cariaco, una de las principales cuencas anóxicas del planeta. Anóxica significa que no tiene oxígeno; aun así, en Cariaco hay vida microbiana». Esta fosa «ha sido utilizada para poder entender qué tipo de organismos pudieran existir en océanos de otros planetas”, explica Lorenzoni. Trabajar con Cariaco le dio la oportunidad de hacer la maestría y después el doctorado en Florida.”


En la reseña, anteriormente citada, confiesa que “el sueño se terminó de completar cuando se abrieron para ella las puertas de la NASA. Hoy es científica del Programa de Biología Oceánica y Biogeoquímica (OBB, por sus siglas en inglés) en la Dirección de Misión Científica de la sede de la agencia. El programa OBB se centra en describir, comprender y predecir las condiciones biológicas y biogeoquímicas, las interacciones y los cambios en la capa superior del océano, a través de los datos de detección remota y los obtenidos en el campo.”


Asegura que “la exploración de la Tierra y la exploración espacial van de la mano; la primera viene antes que la segunda. Según Lorenzoni, conocemos muy poco sobre lo que hay en nuestros mares, “y si nos ponemos a pensar que la vida como nosotros la conocemos salió del océano, pues es fundamental entender qué es lo que tenemos aquí en este planeta para poder extrapolar qué posiblemente pudiera haber en otros lados”.


Subraya que “conocer mejor nuestro océano también nos ayudará a responder varias preguntas importantes, explica Lorenzoni: qué va a pasar con el ciclo del carbono a medida que aumente el dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera y los mares se calienten; qué pasará con la cadena alimenticia en el océano.



– ¿Cómo está funcionando la misión que está en órbita desde el 8 de febrero de este año? ¿Cómo define la misión?


¡PACE está funcionando a la perfección! Desde su lanzamiento, el equipo de la misión Plancton, Aerosoles, Nubes y Ecosistemas Oceánicos (PACE, por sus siglas en inglés) de la NASA han estado llevando a cabo los pasos necesarios para asegurarse de que los instrumentos empiecen a recolectar las mediciones para las cuales fueron diseñados. PACE es una misión satelital de observación de la Tierra que no solo extenderá los más de 20 años de observaciones satelitales globales que ya tenemos de nuestro océano, sino que las va a mejorar, permitiéndonos ver el océano, la tierra, y la atmósfera bajo una luz completamente nueva. Uno de los instrumentos principales de PACE es el Instrumento de Color del Océano (OCI por sus siglas en ingles) el cual permite observar el océano de manera hiperespectral, o sea que medirá el color completo del océano o, para ser más precisos, cómo interactúan más de 200 longitudes de onda de la luz con la superficie de la Tierra. Con esta información detallada sobre el color del océano, esperamos detectar la composición de las comunidades de fitoplancton, que es la base de la cadena trófica y esencial para nuestras pesquerías y salud del océano. Además, los dos polarímetros que carga PACE proveerán información sobre las nubes y aerosoles, datos importantísimos para calidad del aire y mediciones de calentamiento global. Desde la atalaya única del espacio, PACE no solo podrá darnos información sobre los aerosoles o el plancton de un solo lugar, como podría hacer un instrumento terrestre, sino que nos dará información sobre estas cosas en todo el planeta.


Imagen tomada de Em Órbita


– ¿Cuándo llegarán los primeros datos?


Tentativamente la semana del 25 de marzo.


Imagen tomada de Em Órbita



– ¿Con quién y cómo se compartirán esos valiosos datos?


¡Con todo el mundo a través del portal de PACE – https://www.earthdata.nasa.gov! Los datos de PACE, como todos los datos de NASA, son de libre acceso y diseñados para beneficiar a todas las comunidades. PACE tiene una política de datos totalmente abierta y tiene previsto hacer públicos los datos una vez que finalice el período de puesta en marcha. Las herramientas de análisis de datos y el código fuente también se pondrán a disposición del público. 


Imagen tomada de Em Órbita


– ¿Cuáles son los impactos previsibles y tangibles en la sociedad y para el ciudadano común, la economía menuda, el comercio?


Los datos de PACE aportarán una serie de beneficios para todo el mundo. La información sobre el fitoplancton puede ayudarnos a comprender y gestionar mejor la pesquería y la salud del océano; los gestores de actividades recreativas y las comunidades costeras pueden utilizar los productos de datos PACE para ayudar a identificar las proliferaciones de algas nocivas, y los gestores de recursos naturales pueden utilizarlos para estudiar la calidad del agua. Los científicos también utilizarán los datos atmosféricos de PACE para estudiar los aerosoles y rastrear cómo el humo, el polvo y otros contaminantes se desplazan por diferentes zonas, y los funcionarios de salud pública pueden utilizar esta información sobre la calidad del aire.


Imagen tomada de Em Órbita


– ¿Cuáles son los próximos pasos


Una vez que PACE termine la etapa de ‘puesta en marcha,’ esperamos tener tres años de operación, en donde PACE recolectará una increíble cantidad de información de calidad sobre nuestro planeta. Por supuesto, ¡esperamos también una extensión de la misión después de estos primeros tres años! Durante este periodo inicial también estaremos desarrollando nuevas herramientas para la generación de productos que sean de utilidad para la sociedad, así como nuevas visualizaciones de los datos que nos permitan entender nuestro sistema terrestre como nunca antes. 


Imagen tomada de Em Órbita


– ¿Hay deadlines de algún tipo?


El periodo de puesta en marcha, o Commissioning, tiene que ser completado 60 días después del lanzamiento; este período de puesta en marcha se utiliza para encender la nave espacial, los sistemas de comunicaciones y navegación, las computadoras y los instrumentos, desplegar los paneles solares, verificar y ajustar todos los sistemas de instrumentos y de la nave espacial, ajustar la órbita y, en última instancia, comenzar la recopilación de datos del instrumento y hacer su evaluación. ¡Todos los procesos de puesta en marcha han sido exitosos y esperamos con ansia poder compartir los datos de PACE con todo el mundo!


Imagen tomada de Em Órbita



– ¿Cuál ha sido su motivación para ponerle alma y corazón a esta Misión?


Nuestro océano es una frontera inexplorada de nuestro planeta y la fuente vital de vida para todos nosotros; ¡entender cómo el océano está cambiando y cuál es el impacto sobre nuestros ecosistemas (de los cuales dependemos) es importantísimo para asegurarnos de que estamos dejando un legado de esperanza y mejoría a nuestras generaciones futuras!



Laura Lorenzoni, explorando mundos dentro de nuestro mundo


https://laldea.site/2024/03/08/de-las-fosas-de-cariaco-a-la-nasa/


PACE launch & Falcon 9 first stage landing







Entrevista con Laura Lorenzoni de la NASA - Todos los detalles de la Misión PACE.