jueves, 7 de agosto de 2014

Las inolvidables y (¿casi?) desaparecidas Novelas del Oeste



Portadas de novelas de Marcial Lafuente Estefanía y Silver Kane



Hablar de Novelas del Oeste es hablar de novela popular, de kioscos, bolsilibros, novelas de a duro (5 pesetas, el equivalente al desaparecido fuerte venezolano 5 bolívares)... De todas esta literatura popular destacó, por producción y ventas, las del oeste seguidas por las de amor o rosa (con Corín Tellado como estrella principal), detectives, aventuras, bélica, miedo, ciencia ficción, deportes. Son  novelitas de ínfimo precio, formato pequeño, tapas blandas y papel de pésima calidad, portadas chillonas y efectistas, escritas con un lenguaje sencillo, sin pretensiones literarias y ni mucho menos artísticas.
 
Corín Tellado


Son productos concebidos para ser leídos en dos o tres horas y ser desechados (o intercambiadas por otras en el mismo kiosco o tiendas especializadas en este tipo de trueques) por un lector poco exigente, de escasa formación académica (o no) y con una importante necesidad de evadirse de una tan dura y desesperanzada realidad. Este fenómeno económico y sociológico se inicia en los años treinta del pasado siglo y llega hasta los setenta…  cinco décadas prodigiosas de producción, ventas millonarias y diversión, sobre todo mucha diversión.

La novela Popular en España tomo 1


La literatura popular no ha sido objeto de estudios profundos e incluso ha recibido el desprecio del mundo de la Literatura con ele mayúscula. Sin duda se requieren análisis multidisciplinares para abordar este fenómeno sociológico. Dentro de los escasos estudios realizados sobre el tema destacan la obra donde se publicó, en 1975, el artículo de esta entrada (libro del que hablo más tarde) y la más reciente recopilación de ensayos con exhaustivos repositorios de las colecciones y títulos publicados, editados en el año 2.000 y 2.001 respectivamente por Ediciones Robel: La novela Popular en España tomo 1 y 2.

 
La novela Popular en España tomo 2


Los claros precedentes de la novela popular en general, y de la novela del oeste en particular, deben buscarse en el folletín europeo decimonónico y sus coetáneas las dime novels norteamericanas de principios del siglo XX. Podemos considerar, a las revistas Pulp norteamericanas, como un fenómeno paralelo o hermano al que nos ocupa.


En los EE.UU. las novelas del oeste son contemporáneas a los hechos supuestamente narrados; las aventuras de Buffalo Bill, de Billy el niño, de Wyatt Earp... Las tramas son pocas,  muy simples y entrelazadas una y otra vez. Este material de los autores: Zane Grey, James Oliver Curwood, Peter B. Kyne, el irlandés Mayne Reid, el alemán Karl May es traducido al español y puesto a la venta. Incluso se llegaron a editar novelas del argentino Hugo Wast


Los cuarenta. Al finalizar la guerra civil española e iniciarse la autarquía franquista, la industria editorial se encuentra ante una importante escasez de papel y de material original (escasean las divisas con las que pagarlo y por la menor producción de este material debido a la segunda Guerra Mundial). Las editoriales miran al nutrido grupo de sus traductores y les piden que sean ellos los que escriban los textos, cuestión que ya se mantendrá hasta el final del fenómeno. Únicamente la editorial Molino, huyendo de estas carestías, se establece en Argentina desde 1938 hasta 1952 cuando decide volver a España.

Contraportada promocional de Editorial Bruguera


Los cincuentas: la década dorada. El ritmo frenético, compulsivo de publicaciones  (y de ventas) de las muchas editoriales dedicadas a la literatura popular y el alto número de colecciones que coexisten en cada editorial, exige la existencia de una legión de escritores con unos niveles de producción que hoy parecen imposibles… sobre todo si pensamos que no existía el procesador de textos y únicamente la máquina de escribir con papel carbón. Eso obligaba a los autores (muy mal pagados por cierto) a escribir sin revisar los textos, sin tiempo para la corrección y mucho menos para depurar el estilismo. El resultado son argumentos que se repiten hasta la saciedad, que a las pocas líneas ya se sabe cómo va a acabar.


“… Hay aún otra literatura del Oeste, en la que la convención ha llegado a su mecanización total y los recursos estilísticos han reducido su panoplia a lo estrictamente indispensable para hacerse entender. Novelitas baratas, a duro cuando yo tenía diez años, de portadas chillonas, dibujadas en serie, épica sin lágrimas de Marcial Lafuente Estefanía, de José Mallorquí, de Silver Kane… No me avergüenzo de haber disfrutado con El Coyote o con aquel forastero alto y polvoriento, que limpiaba el pueblo sin ley de malhechores, despachándolos con un infalible balazo entre ceja y ceja.  …”

Fernando Savater (2008) Misterio, Emoción y Riesgo, Editorial Ariel, páginas 169-170.


Fernando Savater (2008) Misterio, Emoción y Riesgo, Editorial Ariel


Hay cientos de autores y considero una temeridad destacar solo algunos de ellos, pero como Savater lo ha hecho, seguramente emulando algún lance de su querido César de Echagüe, yo me lo ahorraré. Donde sí hay consenso es que José Mallorquí Figuerola fue el autor de mayor calidad, originalidad y trascendencia. Y dentro de su obra destaca El Coyote, publicada por Cliper, con 192 títulos, iniciándose en 1941 y finalizando en 1953, traducidos a 14 idiomas, ha sido reeditada varias veces.


Pero llegó el final. La década de los sesenta supone el fin del boom… en los setentas se reeditarán algunos títulos y alguna producción nueva pero ya sin el éxito de décadas anteriores. Si en las penurias del franquismo la radio y las novelas del oeste son las únicas diversiones asequibles, el desarrollo económico de los sesenta permite el acceso a formas más sofisticadas de satisfacer el ocio: la televisión, el automóvil. Desde una perspectiva economicista podemos concluir, sin ningún tipo de duda, que las novelitas del Oeste son bienes inferiores, es decir bienes que ven reducida su demanda cuando la renta de los consumidores aumenta.


Cada cierto tiempo se han producido intentos editoriales de recuperar los bolsilibros, con reediciones o con nuevos textos… no cuajaron. Esta nueva época de vorágine que permite las redes sociales y las nuevas formas de financiación (crowfunding) ha animado a algunas pequeñas, por no decir micro, editoriales a sacar al mercado nuevos bolsilibros: en estos mismos momentos estas tres editoriales; NeoNauta Ediciones , Dlorean Ediciones y Darkland Editorial acaban de editar novelas populares y entre ellas del Oeste.

Las Literaturas de Kiosko (1975) Ed. Planeta


La entrada que sigue está extraída de Las Literaturas de Kiosko (1975) Ed. Planeta, Magisterio, Ed. Nacional y Prensa Española. Colección biblioteca cultural RTVE, número 24. Esta impresionante colección publicó 99 libros (bueno… no se publicaron ni el 93 ni el 94) entre 1975 y 1977. Imprescindible para conocer la apertura cultural en el tardofranquismo. Afrontó todo tipo de temas curiosos e independientes. Música, economía, teatro, literatura, pensamiento, religión, educación... el primero número se tituló: “¿A qué se llama aborto?”.

Francisco Alemán Sainz  en 1980 (1919-1981)



El autor: Francisco Alemán Sainz (1919-1981) murciano de pro, escritor y ensayista. Enamorado de la literatura de evasión (literatura con ele minúscula), también la cultivó en cuentos y novelas cortas y la analizó en artículos y libros de ensayos. Paco Alemán entendía la literatura como un juego, pura diversión, escribía por el placer de escribir. Llegó a comentar a José Calero Heras (y este lo ha dejado escrito):


“… No creo en la novela social de ninguna clase, ni en eso del compromiso. Toda la literatura es comprometida. Y te voy a decir más. Creo que, en el fondo, no hay nada tan comprometido como la literatura de evasión, que es como hacer un corte de mangas a los supuestos que no nos valen. …”

Siguió fiel a las lecturas que desde niño le gustaron: los tebeos, las novelas del oeste, policíacas o de aventuras:


“… A mí me interesaba mucho lo superficial, porque creo que lo profundo es, muchas veces, algo así como el interior de lo superficial. …”

No les entretengo más, les dejo con Paco Alemán y su amor por las Novelas del Oeste:



by PacoMan


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Varias portadas de novelas de Marcial Lafuente Estefanía





VIII. NOVELA DEL OESTE

La novela del Oeste es, en el fondo, novela histórica y localista, apoyada en unos tipos humanos que veremos en seguida. Los presupuestos de este tipo de narración adquieren tal intensidad, portadores de una tan amplia retaguardia que hacen posible a escritores de otros países, hasta lejanos, escribir un tipo de relatos donde el lector pone de su parte lo que al narrador pueda faltarle, con una amplia reticencia.



Más que de una zona geográfica se trata de un mundo diferenciado, con unas condiciones, con una disposición que plantea un haz de elementos de manera prevista. La novela del Oeste es una novela sostenida en unas limitaciones territoriales que sirven de soporte y plataforma a una gran multitud de gentes solitarias. Como direcciones previstas quedaban las rutas célebres, a modo de calzadas romanas, por las que se movía el ganado, o cruzaban las caravanas y las diligencias. Mentemos la de Tejas y la de Oregón. La primera, quizá más importante para el ganado; la segunda, para las caravanas. Las rutas alcanzan instantes decisivos, y pasan luego hacia su decadencia, conforme el ferrocarril va penetrando en el territorio. La conducción del ganado por ferrocarril elimina peripe­cias muy eficaces. Se trata de una conducción más segura, el animal no se cansa y el tiempo de viaje se reduce. Por otra parte queda fuera de acción algo con una gran capacidad de referencia: «la estampida».




La verdad es que con el ferrocarril el cow-boy pierde tantos, y sale ganando el agricultor. El nómada va cediendo ante el sedentario. El ferrocarril establece una unión más eficaz entre poblados y también entre ciudades. Las formas de asentamiento para el cultivo pueden ser protegidas por las autoridades más eficazmente. Desaparece un noble personaje orientador, que se ha sostenido du­rante el tiempo: el guía.



Sobre esta región surge una novelística capaz de, con el tiempo, esquivar condicionamientos territoriales y humanos, apareciendo una novela del Oeste en todos, o casi todos, los países



En cuanto el agricultor domina el territorio la novela del Oeste camina hacia la desaparición. Pensemos que los bienes del cow-boy, sus cosas, se reducen a lo que éste puede llevar sobre sí. Los bienes del agricultor no son trasladables, porque lo suyo, sobre todo, es la misma tierra. El pasto es una discordia entre vaqueros y ovejeros que cuenta mucho en el relato del Oeste, y que aunque no se muestre en plena lucha queda siempre como una atmosfera silenciosa. Mientras la vaca consume el pasto hasta determinada altura, la oveja lo hace si es preciso hasta la misma raíz, y es en esta dualidad, donde la oveja parece dispuesta a desecar el mar de hierba, cuando se muestra dramáticamente la novela del Oeste.




En tres grandes partes puede dividirse el tema de este compartimento novelesco de los Oestes: las luchas contra los indios y la reclusión de estos en las reservas; la transformación de colonos en buscadores de oro; la sustitución del oro por los mares de hierba y el ganado como ganancia; y para acabar, la victoria del agricultor sobre el ganadero, la victoria del tranquilo, del sedentario, sobre el nómada y el aventurero.



Esta contienda que no es nueva, marca la novela del Oeste con mucha fuerza: el animal contra el cultivo, el vaquero contra el labrador. El cultivador se asienta sobre el terreno, trabajándolo; el cow-boy interpone entre el suelo y su persona el cuerpo veloz del caballo. El vaquero esta solo casi siempre, mientras que el agricul­tor tiene una familia con él. El ganadero es hombre de a caballo; el agricultor es hombre de pie a tierra. La función de la infantería será siempre la ocupación del terreno. La huida será para el caballista mucho más fácil que para el cultivador, quien podrá ser alcanzado fácilmente por aquél. Realmente el cow-boy desmontado pierde gran parte de su sentido.


El cow-boy


El protagonista de toda novela del Oeste que quiera mantener su importancia no puede ser otro que el forastero. Sobre todo en las pequeñas poblaciones el forastero, el recién llegado, es un ser misterioso que puede mantener ocultas muchas parcelas de su personalidad. El forastero, en la novela del Oeste suele llegar de lejos. Su punto de partida queda en la lejanía, como un Odiseo a caballo. Quizá pudiera aludirse a la «marca de Odiseo» como radical explicación de este hombre que llega cabalgando desde la lejanía, como Odiseo hace su aparición ante Nausica, desnudo, sin llevar sobre si la referencia del vestido, saliendo del mar que tanto iguala.



Llega el forastero a esta zona de la novela como acción, no como referencia, y suele llegar a caballo, dispuesto a levantar a gatillo su condición de participante señero en la aventura iniciada. Es corriente que al empezar la novela, el recién llegado responda en el saloon o en el hotel a la pregunta:



    ¿Viene usted de muy lejos? 



—Sí.

La realidad de estas narraciones del Oeste se muestra en el talante del forastero que ocupa el relato, sin reincidencia a manera de serie. Si el personaje entra y sale de la peripecia novelesca, dis­puesto a repetir los hechos, no se trata efectiva y eficazmente de un protagonista de esta forma del relato en sus maneras más nobles. El personaje queda desusado en el final de una novela del Oeste exigentemente típica. (En la novela policiaca el investigador, afi­cionado, detective o profesional, puede aparecer —como hemos visto— a través de multitud de obras, de casos. La verdad es que el detective no participa en la novela más que como ordenador, en tanto que el forastero actúa como justiciero y como enamorado. El detective no se gasta, permaneciendo al margen, en tanto que el forastero toma parte, se embarca en el asunto. Si el caso con que se enfrenta el detective suele ser el más difícil de toda su vida en cada ocasión, el forastero suele ser el mejor tirador de un contorno más o menos amplio.)

El caballo, testigo de todas las películas del Oeste


El recién llegado suele encontrarse con una población en desorden, o al menos con unos desórdenes que el forastero soluciona más o menos sangrientamente. Esta actitud conmueve al poblado y a los ranchos de alrededor, de tal manera que alguien puede llegar a in­terrogarse sobre lo ocurrido:

—¿Cuánto tiempo hace que vino? ¿Una semana? ¿Un mes? Y toda la región ha cambiado. ¡Es extraño!

La llegada del forastero cumple decisivamente con la pacificación de un grupo revoltoso que lleva en vilo la tranquilidad de la pequeña población. De esta manera, su llegada al villorrio, sin una refe­rencia a su pasado, ejerce una radical influencia sobre todos y cada uno de los moradores. Es en el poblado donde le nace una vida nueva, posiblemente más limpia que la anteriormente vivida. Hay que tener en cuenta que el forastero se ha enamorado, y que en estas novelas del Oeste el amor es decisivo para la vida del protagonista.

Comúnmente, el protagonista pertenece al mundo de los vaqueros, es un cow-boy, raramente un agricultor; aunque puede ocurrir que el vaquero se muestre como un apóstata, defendiendo al cultivador frente a los suyos. Como he señalado agricultor y vaquero son antitéticos. El agricultor es la parte mas débil, porque lleva siempre las de perder, construye una casa y cerca el terreno.


El ferrocarril importa mucho en estos relatos, para ser asaltado, o para enfrentarse con él cuando quieren hacerle pasar por las tierras de alguien


La lucha se declara, y el forastero va perdiendo sus calidades de forastero conforme avanza el paso del relato. Si el personaje llegó desnudo de relaciones, estas le van surgiendo sucesivamente. Y hay un instante en que el forastero deja de serlo, aunque todavía no se trata de un habitante más. Una vez que la discordia se borra, que los culpables fueron apresados, la agresividad del forastero va desapareciendo. Se casa con la chica y vive allí en el rancho, o en el villorrio ejerciendo una saludable influencia en las relaciones de todos. Esto ya se sale del relato, de la lectura. Ha cesado la inseguridad. Solitario, sin vinculaciones a la hora de llegada, justiciero, vengador, el forastero se ha convertido en el enamorado. De recién llegado ha pasado a residente, a vecino.

Otro personaje importante del relato del Oeste es la chica. Hija de un ranchero, maestra de escuela, hasta muchacha del saloon, se enamora del forastero silenciosamente. La aventura sale al paso del forastero, pero más bien como un fortuito descanso en el camino, sin ligazón firme. Es la chica quien le encadena al poblado, quien le dota de residencia haciéndole abandonar el nomadismo que hasta entonces practicara. Puede ocurrir que, a ciertas alturas del relato, la chica sea raptada por la banda consabida, o por el hombre malo, otro de los consecuentes elementos del relato, porque el real antagonista del hombre malo no es el forastero sino la chica buena. Ella es quien le dota de permanencia, quien le hace no ser perso­naje de paso, azaroso viajero en una zona de lucha y de violencia.

El hombre malo en la novela del Oeste suele dar la cara. Se trata de alguien conocido —y en esto se diferencia del culpable en la novela policiaca—. Aquí el tipo, en lo que tiene de golpe, de señal, alcanza una gran importancia, y suele ser señalado de antemano. Jugador, cuatrero, pistolero, el hombre malo se sitúa como antagonista declarado, excepto raras ocasiones en que permanece misteriosamente oculto.

Rancho Drácula una novela del oeste de Silver Kane (Francisco González Ledesma) encuadrable en el subgenero Weird West


En tanto que el hombre malo rara vez se presenta solo, y su acción culmina en el mandato de la banda, el forastero carece de seguidores, abandonado casi siempre a sus propias fuerzas, y todo lo más a un cortísimo numero de comprometidos. Este es un relato de buenos y malos, donde la dialéctica elimina el silogismo para plantearse a tiros de revolver o de rifle.

Es que la autoridad del poblado no tiene excesivo poder, y en la actuación del forastero, junto con la defensa de la chica buena, está la necesidad de cortar el desorden público. La autoridad de sheriff apenas cuenta, e igualmente cualquiera otra forma de orden más o menos personalizado. No siempre el sheriff pertenece a otro bando, pero puede estar acobardado, y al fin dominado por aquél. El fracaso de la autoridad más o menos pública, obliga a considerar como necesarias estas maneras de la justicia privada, que en ocasio­nes da lugar al linchamiento.

Pero no olvidemos a un valioso personaje zoológico que destaca en esta clase de relatos; estoy refiriéndome al caballo. Se trata de una historia donde casi todos los personajes van a caballo. El caballo individualiza al personaje, lo destaca, le da arrogancia, siendo además el único vehículo utilizable en ciertas zonas del país. El tren, la diligencia, la caravana incluida, mantienen al personaje en situación gregaria. A caballo, el personaje, aun acompañado se aísla. El vaquero une a su persona caballo, silla, revólver, rifle, lazo, como partes accesorias, pero cargadas de sentido en su personalidad, porque son los bienes muebles de este singular nómada. El vaquero, desarmado, pierde autenticidad, aunque alguna vez se sirva de los puños, pero son las armas quienes realmente cuentan, pues en un mayor número de ocasiones la pelea se plantea tras la huida como persecución. En los grandes espacios la lucha no puede entablarse con el puño, y es necesario usar, según y como, el revólver, el lazo o el rifle. A través de la gran pradera del lejano Oeste la lucha cuerpo a cuerpo solamente será posible en una difícil última instancia.

Ledesma y Estefanía en la editorial Bruguera


De lo que no cabe duda es que el sheriff, representante de la ley, solamente alcanza su plenitud de facultades cuando quedan unidos sheriff y forastero en un mismo personaje, cosa no demasiado fácil. Como buen héroe romántico, el forastero no cuenta con la ley oficializada. Ni el sheriff, ni el juez, el alguacil o el fiscal tienen para él realmente un significado. Además, todo hay que decirlo, el ciudadano tiene poca importancia en estos relatos, al menos como personaje activo. Mitad beduino, mitad vikingo, el forastero es el personaje que caracteriza este género literario al fin, el nómada a punto de rendirse por la bella figura de la chica buena, el personaje que un día entra en el poblado y se queda luego en él, residente por matrimonio. Claro está que la boda, como acto social, no es cosa de este tipo de novelas, y pertenece habitualmente a la novela rosa, que trataremos de aclarar después.

Ya hemos ido repasando los elementos humanos participantes en el asunto. Ahora lo que vamos a tratar de perseguir, a tratar de aclarar es lo que pasa, el suceso, la peripecia novelesca cuyo transcurso es lo que cuenta, lo contado en la narración.

¿Qué ocurre, qué suele pasar en una novela del Oeste? Un hom­bre llega a la ciudad pequeña, al poblado intranquilo, sometido al terror o al mando de un indeseable, donde el sheriff apenas cuenta.  Los causantes de esta incomodidad o terror son el hombre malo y sus secuaces, la banda, la cuadrilla. La chica buena puede ser la hija del hombre malo, o de alguno de sus subordinados, o la maestrita.

Portada de la novela  El valle que quedó en el olvido de Lou Carrigan


Luchas, secuestros, largas persecuciones, elásticos saltos, tiroteos, muertes. Se pretende que el forastero siga siéndolo, y a ser posible que se marche con su caballo a otra parte. El forastero dispara so­bre el contrario, pero no con la intención de matar si es posible no hacerlo. Tratará de ponerlo fuera de combate, de echarlo fuera de la lucha, del ring. Habrá largas cabalgadas, aprisionamientos y fugas, luchas a mano armada. Hasta puede que haya un tesoro, producto del asalto a un banco o a un tren, que quiera ser recogido o descubierto.

La novela del Oeste más común no suele contar realmente con el indio; Mac Leod Raine, Haycox, Brand, entre otros, no ponen el indio apenas como personaje. Son dos blancos los que se enfrentan, a todo lo más un mestizo y un blanco. En estas novelas la muerte cruza por todas partes, acechante. El amor no adquiere ple­na importancia hasta las últimas páginas del relato, cuando el peligro ya ha pasado. En la novela policiaca la muerte se plantea a la manera de un enigma que resolver, todo el relato está apoyado en un mundo de relaciones insospechadas. Sin embargo, en la novela del Oeste hay una reiterada participación del azar. Aunque al final gane el vaquero, el bueno, frente al hombre malo, la lucha se cumple azarosamente. El forastero, ese Lohengrin a caballo, apenas entrevisto, puede ya el lector situarse tercamente a su favor, porque habrá de salir bien librado de la aventura.

En muy contadas ocasiones muere este forastero, porque mientras la narración está sucediendo el vaquero no puede morir de ninguna de las maneras, porque es él, reiteradamente, la narración que cruza ante las entendederas del lector. En otros relatos el héroe llega a su cúspide cuando muere. Pero la novela del Oeste se refiere a intereses morales, a una lucha entre buenos y malos, donde el bue­no no puede acabar en el martirio sino en la victoria.



Los muertos de este compartimento novelesco lo son por arma de fuego, nunca por el veneno —artefacto corriente en la novela policiaca—. Aquí el rastro se determina desde la dirección, pero nunca en función decisiva de descubrimiento, porque la pesquisa del vaquero es faena distinta a la del detective, y lo que realmente importa es la felicidad y la justicia, no el descubrimiento del cri­minal y como pudo cometer su crimen. La verdad es que se trata de esquemas sencillos y constantes dentro de un territorio que sube hasta Alaska y desciende hasta México, abarcando Oregón, Califor­nia, Idaho, Tejas, Utah, Arizona, Montana, Wyoming, Colorado, Nuevo México, Sonora y Oklahoma, poco más o menos.

Novela de aire libre, de llanuras y montanas, de pequeños poblados con una sola calle, donde el forastero se enfrenta con el forajido, y donde el recién llegado va trocándose lentamente en el enamorado. No se trata de una novela realista, a pesar de que el lenguaje del cow-boy se perfeccione hasta llegar al Slang, a su pia­no particular de expresión.

En ocasiones, sin excesiva importancia en cuanto al número, el personaje protagonista puede llegar hasta la posibilidad de aparecer en una serie de historias. En esta ocasión el forastero se desvincula de la peripecia, y ordena el pequeño mundo agresivo para marchar hacia otra parte. Es el nómada que no llega a habitar en ningún lugar ni a enamorarse con vistas a la boda.


El Coyote de José Mallorquí


Los temas del Oeste han tenido sus autores, diría que sus cultivadores si no pensara que el agricultor es sobrepasado como protago­nista por el ganadero. Desde muy distintos territorios y nacionalidades se han ido escribiendo novelas del Oeste, al menos con una singular precisión dentro de lo contado, sin necesidad de las tra­ducciones.

El Oeste es, concienzudamente, una época histórica. No es solamente un espacio, sino también un tiempo, pero es sobre todo un tiempo que ha pasado, sin posibilidad de supervivencia real, inserto en el mas puro sueño, y quizá también en la nostalgia auroral que cada hombre lleva en la memoria del corazón.

Se trata de un género —¿por qué subgénero?— con unos esquemas sublatentes siempre, como la huella de un tiempo extinguido sobre cuyos moldes resulta posible situar un signo de realidad lo que no puede ser de veras. Tampoco, aunque sus tipos se rezaguen en el tiempo, puede decirse que se trate de una novela histórica. Quizá lo más importante de estas novelas, escritas a la altura que hayan podido ser escritas, es el más eterno sentido de la pugna: los buenos y los malos, en que los buenos son menores en número. Éste es el gran aspaviento de un género que admite su subgénero como puede admitirlo el tratado de la construcción o los temas de cibernética. También vale para el hombre, porque el subhombre es hombre, y no dinosaurio.

Este es un tema fronterizo que es, posiblemente, el tema con más viva repercusión en la profundidad del alma humana. Un tema fronterizo que va ensanchando un territorio hasta llegar al otro lado de un gran país.


Unas faldas y una horca de Silver Kane. Fijense en la advertencia que dice: Solo mayores de 18 años


Por otra parte un anhelo de originalidad seria la mayor rémora, y así es siempre la historia que vuelve a ser contada, con escasas variaciones, como los viejos romances castellanos, entre galopadas, estampidas, y la botella de whysky abierta sobre el mostrador de los saloons. Se trata de un mundo herméticamente cerrado, cuya paradoja está en su situación a bordo de una amplia naturaleza, de grandes extensiones de terreno. Pero siempre en el territorio de la repetición. Los niños no admiten que se les cuente un cuento de otra manera que aquella que ellos conocen, y rectifican al narrador cuando trata de poner de su parte alguna variación aunque sea ­nima. En plena puerilización de lectores, el relato del Oeste no debe salir de su cauce en unos esquemas cumplidos en innumerables ocasiones. 

No es el país de irás y no volverás, sino el país de donde siempre se vuelve. Es el país del lejano Oeste, con sus millares de habitantes junto al siglo XIX, con sus ranchos y sus villorrios, dando lugar a algo que navega los anchos mares de la hazaña, desde una retórica menor sin la grandilocuencia de la epopeya mayor. En sus páginas, donde el arte quizá no llegó a rozar con las puntas de sus dedos, va surgiendo un mundo que esta en otra parte del mundo, portador de una extraordinaria capacidad de posibilidades para ser referido a un público mayor que muchos otros públicos lectores.


El Coyote de José Mallorquí en Ediciones Forum



Su destino quedará cerrado cualquier día como novedad, pero persistirá en tanto que memoria, cuando grandes ciudades se alzan en aquellos lugares a medio poblar, o en la más absoluta naturaleza. En tanto que los caballos desaparecen lentamente abandonados a su mala suerte, en singulares reservas donde van reduciéndose apretadamente y sin remedio.


Francisco Alemán Sainz




Para despedirnos el tema de la serie televisiva Bronco 
que era transmitida por Venevisión 

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by PacoMan


En 1968 nace. Reside en Málaga desde hace más de tres lustros.


Economista y de vocación docente. En la actualidad, trabaja de Director Técnico.


Aficionado a la Ciencia Ficción desde antes de nacer. Muy de vez en cuando, sube post a su maltratado blog.



Y colabora con el blog de Grupo Li Po



6 comentarios:

  1. Soy un adulto mayor de 80 años que disfruto mucho de la lectura de novelas del oeste del autor Marcial Lafuente Estefanìa y me gustaría intercambiar por que tengo un stock de unas 200 viajo por Chile y aprovecho de llevar una cantidad cada vezpara buscar y cambiar y así voy manteniéndola lectura he tratado de mantener una oportunidad que se me presentò de leer gratis en el computador; pero no existe seriedad en ese espacio dado a que cuesta poder realizar esa lectura mi correo es elitorca22@Gmail.com por si alguien se interesa en intercambiar o vender siempre y cuando las novelas esten en condiciones las que tengo estan bien conservadas

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  2. EXCELENTE BLOG. AGRADEZCO EL HACERME REMONTAR A MI ADOLESCENCIA CUANDO LEIS INCONTROLADAMENTE NOVELAS DE CASI TODOS LOS GÉNEROS. GRACIAS A MI SEÑORA MADRE QUE CON SUS AHORROS ME LAS COMPRABA. CUANDO PODÍA.
    SALUDOS DESDE LIMA. PERÚ.

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    1. Gracias por tu visita y comentario GUERRERO1122. Saludos a tu mamá y a toda tu gente.

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  3. Gracias por tu visita y comentario GUERRERO1122. Saludos a tu mamá y a toda tu gente.

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  4. Gracias por la visita Liponauta Anónimo

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