Julio E. Miranda. fotografía de Miguel Gracia. |
Estimados liponautas.
Hoy compartimos con ustedes esta vieja entrevista al escritor venezolano, ya desaparecido, de origen cubano Julio E. Miranda (La Habana, Cuba,1945- Mérida, Venezuela,1998).
En estos momentos donde se debate si hubo o no un Pum (Boom) editorial, literario o lector en 1998, Miranda aporta su opinión de forma contundente sobre el papel que ha tenido el estado venezolano en el mundillo literario local. La entrevista toca otros temas y no tiene desperdicio.
Disfruten de la entrevista.
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JULIO MIRANDA: "ESCRIBIR ES UN ACTO IMPÚDICO..."
Entrevista: Libia Planas
Casi como en el lugar de siempre,
posiblemente el más frecuentado por poetas, escritores e intelectuales en
Mérida -en la Librería Universitaria- fue la cita con Julio Miranda. La idea de
que compartiríamos uno de esos cigarrillos de tabaco fresco y fuerte que él
solía fumar, animaba el encuentro, cosa que fue imposible disfrutar esta vez,
porque ahora procura, al menos en las mañanas, no cargar de humo sus resentidos
pulmones, y porque aquellos ya no se venden en el mercado.
Sin embargo, a tiempo nos fue servido un
café, con la libertad de elegir un lugar entre los espacios de libros.
A la espera, y haciendo alarde de mi
puntualidad, nos remontamos por aquellos tiempos de Granada, por esa novela
corta que es Ciudad con nombre de mujer.
Cansado, o como el dice, más viejo, la
entrevista -en relación a otros encuentros- no estuvo impregnada de aquella
energía que solía transmitir en sus inicios. No obstante, las pilas se fueron
cargando paulatinamente para llegar a aquella ciudad hispana.
-La novela trata de la ciudad de Granada, donde viví y estudié por los años sesenta. Entonces recree un poco el mundo de la época, de un grupo de gente joven que está estudiando y comenzando a escribir y publicar. Que está, a su manera, haciendo cierta oposición. Acuérdese que era el tiempo de Franco. Entonces, por ejemplo, una de las cosas que hacen es organizar un recital de García Lorca, que era un poeta prohibidísimo en Granada, casi un subversivo. Es una novela que ronda a cinco o seis personajes y, por supuesto, habla mucho de la ciudad.
-La novela trata de la ciudad de Granada, donde viví y estudié por los años sesenta. Entonces recree un poco el mundo de la época, de un grupo de gente joven que está estudiando y comenzando a escribir y publicar. Que está, a su manera, haciendo cierta oposición. Acuérdese que era el tiempo de Franco. Entonces, por ejemplo, una de las cosas que hacen es organizar un recital de García Lorca, que era un poeta prohibidísimo en Granada, casi un subversivo. Es una novela que ronda a cinco o seis personajes y, por supuesto, habla mucho de la ciudad.
¿Es casi
autobiográfica; se podría decir?
- Siempre, aunque escribiera
ciencia-ficción, estaría trabajando con elementos autobiográficos. Lo que pasa
es que yo he juntado y sintetizado en varios personajes cosas que me han
sucedido en otros momentos de la vida y los he retrotraído a Granada. Es una
novela que yo llevaba pensando mucho tiempo y al fin la escribí. Claro, es una
novela corta.
¿A qué
atribuye usted que haya sido galardonada en la IV Bienal de
Literatura "Mariano Picón Salas", y qué es lo novedoso en ella?.
No sé. Habría que conocer el resto de las
obras que concursaron para dar una opinión. En mi caso, es una novela muy
fragmentaria, que trabaja con pequeñas escenas, un poco como lo que hice en
Casa de Cuba, donde
algunas de las fuentes narrativas son poemas. Pensé que, siendo un grupo de
poetas, los poemas tenían que aparecer, pues es lo que ellos escriben. Quizás
lo más difícil fue producir poemas que respondieran a los distintos personajes:
cada uno tenia una personalidad, preocupaciones, en fin, toda esa carga de cada
cual y, desde luego, cada uno tenía que escribir una poesía distinta.
Y, bueno, ya que me preguntas por lo
novedoso, quizás pueda ser eso: cada capítulo se cierra con un poema de uno de
los personajes. Uno de los capítulos se cierra con varios poemas sobre el mismo
tema, y otro de los capítulos se cierra con un poema que han hecho entre
varios.
En el 61, a los 17 años, Miranda sale de
Cuba, su país natal, para estudiar Filosofía en Granada. Allí permanece por el
lapso de cinco años, un tiempo que considera muy importante,
muy marcante , como el
mismo afirma, agregando que en esa etapa, "aunque suene tonto, te haces
hombre". En su caso, también se trataba de hacerse escritor. Es la fuerza
de la búsqueda, de la adolescencia hecha furor, y con esa determinación escribe
cosas personales, casi un diario.
Es esa literatura melancólica que haces, en primer lugart
pensando en que no la lea nadie; pero hay un momento en que pasa a ser una cosa
que haces pensando en que se va a publicar, y que la van a leer otros. Digamos
que hay un corte, y quizás un momento en que decides acabar con el pudor.
Escribir es un acto impúdico, finalmente.
Del Jurado que lo
calificó en este género, ¿qué opina?.
-Me pareció realmente un jurado muy
riguroso, muy exigente, el cual estuvo integrado por Noé Jitrik, de Argentina,
Oscar Rodríguez Ortiz y Antonio López Ortega. Siento una especial de que me
haya premiado ese jurado.
De su
incursión en distintos géneros; ¿qué ha sido para
usted lo más difícil de abordar como creador?
Yo creo que lo que me cuesta más trabajo
es la narrativa, finalmente. Primero, siempre tiendo a hacer una narrativa muy
breve, y creo que eso es un vicio de poeta, que se acostumbra a escribir unos
cuantos versos, lo esencial. Entonces, cuando tienes que narrar, te fastidias.
O sea: si el personaje entró, salió, cómo está vestido, etc. Ese tipo de cosas
te producen eso. Es tan así que las dos novelas,
Casa de
Cuba y esta última,
son de ochenta a setenta páginas, no llegan a más.
Lo mismo me pasa con el cuento. Yo tengo
muchos cuentos, incluso de una página, que no son propiamente minicuentos. Son
cuentos, si se quiere, encogidos. Si en una página he dicho todo, eso basta.
Pero yo me siento mucho más cómodo en la poesía (que cada vez escribo menos),
como en el ensayo, que es un género que me gusta mucho. Permite jugar, narrar.
Creo que se puede considerar muchas veces casi un género de ficción. He estado
casi seis años sin escribir poesía, y llevaba sin escribir novela desde el
noventa.
Al parecer lo fuerte en él es el ensayo.
Actualmente sigue escribiendo ensayo, a propósito de un curso que dicta sobre
cine, literatura y artes plásticas, cuyos materiales está elaborando.
Son muy conocidos sus ensayos en torno al
cine venezolano y cubano Sigue escribiendo sobre este arte, pero más sobre la
relación de éste con la literatura.
De ese
trabajo, vida, hombre, medio ambiente, ¿Cuál cree usted que debe ser la
posición del escritor?.
El escritor debe ser lo más auténtico
posible, y no fijarse temas ni necesidades exteriores. Tiene que tratar de
escuchar sus voces interiores y responder a ellas lo mejor que pueda. No creo
que deba plantearse nada más.
¿Cómo cree
que está el movimiento literario; tras la realización de esta última Bienal?.
La Bienal [de Literatura Mariano Picón Salas] de Mérida es un evento distinto de los que se hacen aquí. Las Bienales,
hasta ahora, han sido unos concursos con unos premios. Mientras que la Bienal
"Mariano Picón Salas" -que ya tiene cuatro convocatorias y ocho años-
instauró otro tipo de Bienal: con invitados extranjeros y venezolanos, los
mejores posibles, que dan una serie de ponencias, hay lecturas de cuentos, de
poemas... Un tipo distinto de Bienal que, por ejemplo, la ha retomado la Bienal
"Ramos Sucre" de Cumaná, y ahora, en la convocatoria de este año, la
Bienal de Valencia.
Mariano Picón Salas cerca de 1940. |
Creo, sin duda, que la Bienal de Mérida ha
creado escuela. No es simplemente que se reúne un jurado y hay unos premios, o
que se publican los libros alguna vez, sino que se convierte realmente en un
evento cultural. En Mérida hay una garantía, la Bienal realmente se desborda
sobre la ciudad. Tú ves un interés, ves sesiones donde hay doscientas a
trescientas personas, eso es muy importante.
En otras Bienales a las que he ido, sólo
ves en las sesiones de conferencias y lecturas de textos de veinte a treinta
personas, donde a veces la mitad la conforman los invitados a ese evento.
¿Como escritor, ¿usted
vive de su oficio?.
Vivo de lo que hago, en un sentido muy
amplio. Aquí no hay un mercado para vivir de lo que uno escribe. Yo hago muchos
trabajos infraestructurales para editoriales: corrección de pruebas, de estilo,
lecturas de originales. La mitad de lo que gano es de eso.
¿Proyectos particulares?
No. Ninguno. En el campo editorial todas
esas que se llaman editoriales alternativas dependen del CONAC (Consejo Nacional de la Cultura, un órgano desaparecido sustituido por el Ministerio de Cultura en la actualidad), sencillamente.
Aquí la edición sigue siendo en gran parte un asunto de estado. Del Estado en
cualquiera de sus modalidades. Cuando el estado da dinero, se produce, digamos
que hay un florecimiento, y cuando no lo da, se distrae.
¿ Ud piensa que el
Estado es el que debería dar esos respaldos?
Pienso que debería haber un mercado, pero
no lo hay Me parece peligrosísimo depender del Estado. Es mejor depender de
tres mil, cinco mil personas, que conocen o no el libro o, en el caso del cine,
de un millón o dos millones de personas que van a ver o no la película Si de
los libros de literatura vendes mil ejemplares estás muy contento, pero con eso
ni vive una editorial ni vive un autor
De lo
transitado por ese mundo de vida y letras, ¿qué es lo que más le importa?.
A mi lo único que me importa es que la
literatura es mi vida. Yo tengo que escribir, eso es una necesidad absoluta.
Trato de expresar lo que debo expresar No vería más nada.
Temas, ¿cualquier
tema?.
No cualquier tema. Por ejemplo, yo no voy
a escribir de física, yo no sé nada de eso Hay persistencia. Mis campos de
trabajo, desde hace años, son la literatura y el cine venezolanos. Pero,
digamos, yo no le doy mayor importancia a mi narrativa, o a mi poesía, que a mi
trabajo como ensayista o como crítico.
[Esta entrevista, realizada por la
periodista Libia Planas, se realizó en enero de 1998, meses antes de la
sorpresiva muerte del escritor].
Voz y Escritura (Mérida) (8-9): 221 -234. Diciembre, L 999. 222
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